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"siete domingos rojos"
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per Mikel Correu-e: mgzorbas@gmail.com (no verificat!) |
20 gen 2012
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Aquí les dejo la transcripción de un trepidante fragmento de la novela "Siete domingos rojos", de ese gran maestro de nuestras letras, Ramón J. Sender. Confieso haberme deleitado releyendo su obra, con cada nueva lectura, aumenta mi devoción hacia su pluma. Bon Appétit! |
"Siete domingos rojos"
{El altavoz sigue soltando frases como trallazos. Tres mil obreros que no han podido entrar se apiñan en la calle. El teniente que manda los guardias de asalto se atusa el bigote y echa miradas fulminantes sobre las altas bocinas. Envía emisarios: "He dicho que quiten los altavoces". Confusión. El electricista jura que los ha desconectado. Pero los altavoces siguen: "¡Toda esa podredumbre que representáis e imponéis, la barreremos nosotros! ¡Caerá por su propio peso la cabeza estúpida de la burguesía, como cayó la de la aristocracia feudal!", "¡A ver, que arranquen esos hilos!". Alguien los arranca. El altavoz de encima de la marquesina, los de la segunda planta, continúan impávidos. Es la voz del segundo orador, que habla de la ley de fugas. Fue el primero que la sufrió en el año 1919. No pudieron rematarlo y ahí está erguido y sangrante para acusar. Salen las palabras a borbotones y algunas fulgen y brillan o se disparan al azul como cohetes. Traición, cobardía, miseria, pólvora, fusiles, revolución, FAI, CNT, FAI, CNT. El altavoz ruge. El grupo de la calle se hace más denso y corta la circulación. Los tranvías suenan sus campanas impacientes y se alinean en largas colas. Un ¡viva la Revolución Social! es contestado por mil quinientas gargantas en la calle, por cinco mil hombres dentro abandonados a la embriaguez de las palabras. Toques de corneta. La masa humana sigue quieta y en silencio afronta a los guardias de Asalto. El altavoz sigue:"¡Viva la CNT! ¡Muera la república burguesa!". Un cabo llega con órdenes. Acaba de hablar por teléfono con la Dirección y han dispuesto que sea suspendido el acto por desobedecer la orden que prohibía los altavoces en la calle. Siguen estáticos los guardias. Otro toque agudo del cornetín y el ataque comienza acompañado de gritos, cierres que caen, puertas que se cierran. Los tranvías se despueblan y sus ocupantes huyen aterrados. Una señora tropieza y cae chillando: "¡Canallas! ¡Canallas!". Un obrero la levanta y pregunta:
Metrópolis, Fritz Lang. 1927
(Cambio de turno en la fábrica)
_¿Quiénes son los canallas?
_Ustedes, los obreros.
El obrero ríe y advierte:
_No se apure, señora. Hasta las doce no comienzan las violaciones.
El altavoz recoge la advertencia de un orador:
_¡Están asesinando en la calle a nuestros hermanos!}
Ramón J. Sender. 1932 |
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