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Notícies :: globalització neoliberal
similitudes de chilew y la madre ppatria
09 nov 2011
el dos en uno el poder siempre en los mismos.
Hablando de grupos con Poder; el dos en uno
Martes, 08 de Noviembre de 2011 08:15 Leopoldo Lavín Mujica
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piera_walker270En el régimen político que impera en el país hay dos grupos con poder: uno representa directamente a los grandes empresarios y tiene todas las riendas del Poder y, el otro, estuvo en el Gobierno y se disputa con el primero los favores de los mismos grupos económicos con el fin de volver a retomar las riendas del Gobierno.







En el fondo apuntan a lo mismo. Los dos son factores clave en lo que ha sido la construcción de un Estado Neoliberal erigido en la primera fase de 17 años que luego fue consolidado y perfeccionado en la segunda de 20 años de concertacionismo. Las dos coaliciones disponibles pueden echar mano al enfoque asistencialista para disminuir la cantidad de “pobres”.



La derecha neoliberal patalea, pero se rendirá a la evidencia. Le cuesta eso sí desembarazarse del eslógan de Milton Friedman “no government is better government”. Pero no por eso dejará de ser neoliberal. La realidad los llevará a entender que el Estado Neoliberal debe proceder a aliviar la carga acumulada de tensiones peligrosas para la permanencia del modelo de crecimiento que explota y depreda (es la “ingeniería política” de la que habla el Presidente).



Esto no significa remediar a la desigualdad sino tratar de mantenerla y manejarla. La lucha por la Igualdad social significa enfrentar el sistema de raíz. Tocar el régimen de propiedad de los grandes y la distribución de la riqueza social es la meta. Esta es una tarea política de largo plazo que recién comienza con el planteamiento de un sistema de educación público, social y gratuito para todos y todas, poco importe el factor socioeconómico. Esto les dueles porque la universalidad y la accesibilidad va contra la lógica neoliberal de la responsabilidad individual y de la educación oferta-bono-mercancía.



Los Concertacionistas aplicaron las recetas de los ochenta importadas de la socialdemocracia neoliberal europea para gobernar: los “programas sociales” focalizados en los “pobres” salvan al sistema de sus irritantes sociales conflictivos y ocultan la desigualdad como problemática esencial. El “gradualismo” produce gobernabilidad, pero, lo vemos, prolonga el malestar social.



Cogobierno de la alianza y la Concertación; alternancia perversa de dos bloques; callejón sin salida de los consensos y pactos; a menos de cambios radicales.



Sí, a menos de imponer una serie de cambios fundamentales lo que habrá en el próximo período presidencial será más de lo mismo, es decir, la misma estructura de poder político, económico y mediático permanecerá invariable.



El mérito de los movimientos sociales que se desarrollan desde comienzos de año es haber sacudido la jaula. Haber contribuido a una toma de consciencia acerca de los efectos perversos de tal sistema para los ciudadanos.



Primero, sus demandas mayoritarias sólo comienzan a ser escuchadas por la clase política y el dispositivo mediático después de gigantescas movilizaciones.



Segundo, los actores políticos y las elites tradicionales se mueven con pies de plomo, lenta y sigilosamente buscando ganar tiempo para que las demandas ciudadanas no signifiquen un peligro para la trama de intereses de los económicamente poderosos. Así vemos como los parlamentarios Aguiló y Navarro ya están rebajando la exigencia de gratuidad “a un 70% de estudiantes de menores ingresos y crédito estatal no bancario para el 30% restante”.



Tercero, cuando los sin voz comienzan a levantarla vemos que los partidos politicos están sin orejas y los opinólogos de los medios dominantes, después de acusar los golpes y confesar perplejidad, vuelven al ring con las mismas fintas, muecas y guantes de antes.



Ahora bien, si se les pregunta a los ciudadanos acerca de lo que no anda, éstos dan las mismas respuestas. Todas ellas apuntan a un problema: el sistema está mercantilizado y funciona como un engranaje para concentrar el lucro en unos pocos y somos demasiados los que la pasamos mal, pero quieren hacernos creer que estamos bien.



Los columnistas oficiales coinciden: darle el poder a los ciudadanos es una herejía que suena a “desorden” e “ingobernabilidad”. Y los políticos le tienen miedo a la democracia pese a que los ciudadanos están insatisfechos de las instituciones heredadas de la dictadura, de su modo de funcionamiento y de los que maniobran en ellas. Es el sentimiento y malestar que el movimiento estudiantil, además de la exigencia antineoliberal de gratuidad, ha puesto descarnadamente bajo el sol.



Las Constituciones democráticas comienzan diciendo en su artículo primero “todo el poder emana del pueblo”. En Chile el poder lo tienen los representantes de los partidos políticos y del binominal en el parlamento y el Gobierno. Y por ese mecanismo electoral bien aceitado obstruyen los cambios que el país necesita. Junto con las redes de poder e intereses el Poder recae fluidamente en “los que reinan, pero no gobiernan”. En Chile, pese al juego de dimes y diretes entre el Presidente Piñera, Andrés Concha —el presidente de los empresarios de la SOFOFA— y los ideólogos de la Concertación como Foxley, son los mismos que reinan y gobiernan. Digan lo que digan los medios dominantes, es lo que va quedando cada día más evidente.

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