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Anàlisi :: laboral
Sueños Tóxicos
26 oct 2011
Los efectos expansivos del miedo y la desesperación son evidentes por todos sitios. Ante la agitada amenaza de recortes y despidos, el miedo y la inseguridad detonan al fascismo interno.
Si se analiza por encima, uno puede llegar a pensar que eso llamado mayoría ha creído, con una fe digna de análisis, en esta democracia representativa y en el capitalismo económico como el engranaje social deseable, cuando no óptimo, cuando no inevitable. Todo ello, como si se asumieran pasivamente los valores hegemónicos que abandera la elite. De los triunfadores de este mundo, como si el resto sólo fuéramos meras víctimas y peones de sus juegos y batallas.
No obstante, dudamos profundamente de que los niveles de pasividad sean tan generalizables, pues lo salvaje y perverso del sistema se vivía desde dentro y nadie, en su sano juicio, podía ignorar, ni antes, ni mucho menos ahora, las condiciones reales de su propia supervivencia. Lo que sí que había, que es de donde arranca la confusión, era una fluidez de dinero y de perspectivas futuras, todas virtuales, que hacían creer que con un poco de astucia por aquí, con un codazo por allá, pues hasta el menos hábil podía alcanzar la cima de sus sueños.
Pero, ¿con qué sueñan los humanos? ¿En qué se ha soñado esta última década? Se habla mucho de los activos tóxicos y de la basura que el mundo financiero quiere esconder bajo la alfombra. Que si economías de escalas, ingenierías financieras, contabilidades creativas y otras sandeces de economistas. De toda esa Nada económica, esa monumental estafa legalizada, que se quiere hacer pagar al resto de la sociedad para defender, precisamente, a los ingenieros de la trampa. Sí, unos han embaucado y han engañado, han diseñado los anzuelos con los que nos han atrapado… Pero ellos, y su sistema, y su juego entraron en los sueños de demasiados, se apoderaron de nuestra voluntad, de lo que queremos, hasta dejarnos completamente ebrios de ansiedad. Todo el sistema era una gran promesa, mientras la corriente avanzaba ciega hacia el abismo...
Esta ha sido la dinámica social de los últimos años, sustentada ideológicamente por la legitimidad meritocrática. Como si la vida social sólo pudiera ser una pugna lidiada a navajazos de méritos y habilidades, en nombre de unos sueños individualizantes que acababan por ser siempre insaciables. Sueños sembrados para espolear nuestras acciones, pues parecían realizables, sin percibir que el precipicio estaba demasiado cerca de nuestras decisiones. Y allí, evidentemente, es donde empiezan los descalabros, y donde se empuja a muchos a agarrarse a lo construido: el abismal vacío. Toda una locura arribista, una lotería oportunista, que no hacía sino legitimar a los de arriba y envilecer a los de abajo.
Pues entre sueños de propiedad, de ascenso jerarquizante, de anquilosamiento cerebral, de muerte de lo social, toda una generación se ha perdido en el tiempo, se ha visto atrapada en la inmensa red que se tejía, poco a poco, a nuestro alrededor. Y cuando el velo de la impostura ha caído por su propio peso, nos hemos hallado ante el espejo sin máscara, ni sin apenas escapatoria. En el peor de los casos, completamente solos, rodeados por bancos, policías, jueces, carceleros, políticos y otras sabandijas acechándonos y empujándonos contra el precipicio... A más deuda acumulada, más se acerca uno hasta su borde… allí donde cada uno cae según el peso de los sueños…
Así, aflora ante nuestros ojos ese reverso meritocrático: hoy no se ve más que su lado reaccionario, esa ferocidad que arranca del espanto y la soledad. Súplica hacia arriba, vértigo hacia abajo… Y allí, de entre el abismo social y estos elementos de poder, se cuece el fascismo que ahora vuelve a emerger con fuerza volcánica desde las profundidades donde se le mantenía tranquilo. Nunca hubo interés en desterrarlo, pues es el arma de todo destierro y de toda claudicación. Porque ahora que la mayoría se bate entre el miedo y la desesperación, toda esa visión fascista de la vida social, donde unos se creen más merecedores que otros, irrumpe con la misma fuerza donde antes estaban los sueños de promoción. Y empieza una época feroz donde el mérito se va a valorar en función de la lealtad al sistema mismo: donde antes decía promoción, ahora se suplica salvación… Es por ello que el mundo social anda tan frío, casi muerto. La promesa es ahora la fascista esperanza de mantener en pie un sistema que implosiona por la ineptitud escandalosa de los gestores de la broma... y quedarse dentro.
Y es ahora cuando uno se vuelve y mira esta decadencia de los últimos años, a esa generación vacía que no sabe defenderse, que ha perdido, y seguirá perdiendo hasta implorar de rodillas lo que otros ganaron por ellos. Esos otros que ahora, ya mayores, ven como se acercan sus últimos días, después de una vida trabajando un mundo que ahora les insulta con jubilaciones raquíticas, tacañas pensiones, insultantes decretos. Qué chulo es el poder cuando no halla resistencia.
Esta generación, la mía, la que ha vivido sin vivir, la que ha perdido sin luchar, la que ve cómo hostigan a los más indefensos, y no sabe cómo defenderse, porque la miseria llega, toda ella, más allá del cuello. No hablo de la económica, sino de la moral. De ese vacío social, donde no se contempla ni la lucha por los mayores, como si nunca tuviera que llegarle a uno el latigazo del tiempo… Y si ya no es ahora, no va a ser más adelante. Porque el mundo será otro, más salvaje, más devorador y ya no habrá donde agarrarse. Se habrá perdido casi todo, se habrá instaurado el régimen de terror que se ha gestado en lo más profundo de las conciencias. No es que regrese el fascismo, es que nunca se fue a ninguna parte. El sistema por delante y el precipicio por detrás...
Así pues, es más necesario que nunca organizarse para luchar contra este sistema de control y dependencia, pues no hace sino anular nuestra libertad y no conduce más que a humillaciones y a pérdidas lamentables de dignidad. No hace sino ponernos de rodillas ante los gestores de toda esta perversa pesadilla. Pero esta intoxicación colectiva con sueños de fantasía no es la primera vez que pasa, y cada vez sus secuelas son socialmente más corrosivas. Quizás es la hora de acabar de una vez por todas con estas aspiraciones elitistas y de privilegio, y empezar a trabajar para hacer realidad esas utopías que hablan más de libertad y de igualdad para todos. Puestos a soñar, que sea un mundo sin mandamases ni policías. Puestos a empezar, que sea una sociedad más responsable consigo misma. Abrir un nuevo camino nunca es fácil, pero el camino de la claudicación y la dependencia sabemos a qué precipicio nos condenan...

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Comentaris

Re: Sueños Tóxicos
26 oct 2011
jo encara diria mes:
http://www.europapress.es/salud/noticia-cannabis-podria-causar-especie-c
Sindicat Terrassa