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Notícies :: corrupció i poder
Stuttgart 21. Una vez más el despotismo de siempre
09 oct 2010
La brutal carga policial de la policía alemana contra los manifestantes que volían proteger los árboles del Schlossgarten el jueves 1 de septiembre ha conmovido a la población del país germánico. Los árboles han de ser talados y una gran cantidad de casas derruídas para llevar a cabo el proyecto de remodelación de la estación de Stuttgart conocido como Stuttgart 21
Tras la salvaje agresión de la policía alemana contra los manifestantes que el jueves 30 se habían reunido en el Schlossgarten de Stuttgart con la finalidad de proteger unos cuantos centenares de árboles milenarios de la tala necesaria para llevar a término el proyecto de ampliación de la estación de trenes de Stuttgart conocido como Stuttgart 21, la sensibilidad de la opinión pública alemana se ha definido de forma drástica a favor de los manifestantes y en contra de este proyecto. Debido a su elevado coste (más de 4.000 millones de euros, a la elevada duración temporal de las obras (como mínimo 10 años) y a la demolición de una buena extensión de casas y parques que requiere, el proyecto de transformación de la estación central de Stuttgart había sido el origen de las críticas y protestas de una parte de los ciudadanos alemanes desde que fue aprobado por las autoridades políticas del país germano hace un par de años.
Sin embargo, antes de la intervención brutal de la policía alemana el pasado jueves, cuando más de un centenar de ciudadanos de todo tipo- incluyendo un grupo de niños e incluso ancianos- acabaron con heridas de diferente consideración al intentar proteger los árboles del Schlossgarten, era difícil pensar que los alemanes, más allá de mostrar su repudio contra este proyecto, se expresaran de forma tan clara y crítica contra la indiferencia y el alejamiento que la clase política mantiene hacia los ciudadanos.
Los resultados de una encuesta llevada a cabo por la televisión pública alemana ARD, reflejan claramente este malestar de la población. Por lo que respecta al mencionado proyecto Stuttgart 21, un 77% de los entrevistados manifiestan su rechazo al mismo, un 76% muestra su simpatía hacia los manifestantes mientras que un 23% considera que solo en caso de extrema necesidad la policía ha de usar la fuerza contra los manifestantes. Aún más interesantes resultan las respuestas de los entrevistados, cuando en un 85% declaran que los políticos toman sus decisiones sin tener en cuenta los intereses de la gente y, también, en un 85% piensan que los políticos han perdido el contacto con la vida real. Por último, un 98% considera que los representantes de la clase política han de hacer un esfuerzo para retomar el contacto con la población.
La conmoción creada en la sociedad por el despotismo de los representantes del Gobierno regional de Baden-Württemberg (CDU), es tal que en algunos medios de comunicación alemanes se ha comparado la situación con un pre estado de guerra civil.
A parte de justificar la carga policial contra un grupo escolar de niños bajo el argumento de que habían sido colocados por los padres en primera línea como escudos humanos (algo que desgraciadamente nos recuerda a los genocidas israelitas cuando asesinaban niños con el mismo pretexto durante el ataque a Gaza hace dos años) y de calificar las sucesivas manifestaciones llevadas a cabo de forma masiva y pacífica por decenas de miles de personas en Stuttgart como de actitud “vehemente” e infundada, el Ministro de Interior de Baden-Württenberg, Heribert Rech, en una entrevista a la televisión alemana (1) justificó la actuación policial con el argumento de que los ciudadanos tienen que aceptar las decisiones políticas y que el empleo de la fuerza por parte de la policía no tiene más sentido que el de proteger a la misma población de los elementos extremistas que no acatan las decisiones de los políticos. Algo que reafirmó ante la insistencia de la entrevistadora quien le recordó el sentimiento mayoritario en Alemania en contra del proyecto. Por cierto, esta actitud del ministro Rech resultó moderada en comparación con sus primeras declaraciones en las que manifestó no lamentar los heridos que produjo la actuación policial (2).
El Primer Ministro de Baden-Würtemberg, Stefan Mappus, y el Presidente de los ferrocarriles alemanes (Deutsche Bahn), Rüdiger Grube, se han manifestado, también, en este mismo sentido de poner en marcha el plan decidido hace dos años por el establishment político sin la menor consideración a la oposición ciudadana, sin una reflexión previa que incluya las objeciones al proyecto y sin escuchar las propuestas de los Verdes sobre una moratoria al proyecto de ampliación de la estación hasta las elecciones regionales del próximo mes de marzo. Más aún, la contradicción entre las declaraciones de tales dirigentes políticos afirmando la continuación de las obras poco después de que el mediador nombrado para la situación, el antiguo Secretario General del CDU, Heiner Geiler, declarase que el proyecto estaba temporalmente paralizado, no han hecho más que empeorar la situación. A pesar de las declaraciones del mediador Geissler, quien en una entrevista en la televisión alemana (3) calificó la contradictorias declaraciones como de error, nadie duda del evidente enfrentamiento existente entre él y las autoridades del Gobierno de Baden-Würtemberg, enfrentamiento que incluso
alcanza a la misma Cancillera alemana, Angela Merkel, quien ha visto decrecer su popularidad en los resultados de las encuestas.
En la misma entrevista, el mediador Geissler se mostró partidario de la reflexión y la participación ciudadana en las decisiones sobre proyectos de esta envergadura. Algo que no admiten los poderes fácticos del capital ni sus siervos, los dirigentes políticos, cuyo argumento para justificar su proceder despótico es el hecho de haber ganado las elecciones, sin tener en cuenta la realidad ni el sentimiento del pueblo.
Este autoritarismo gubernamental tiene frecuentemente como justificación teórica en las sociedades capitalistas la supuesta ignorancia popular o la mayor capacidad decisoria de los políticos basada en su supuesta superioridad de conocimiento técnico. Es decir, se desprecia y se infantiliza a la población desde el poder. En una entrevista que desde la emisora radiofónica en la que colaboro, Radio Illa, realicé al filósofo Santiago Alba Rico, éste declaró algo que en el fondo la mayoría sabemos. Dijo que el poder ya ni tan siquiera se molesta en ocultar a la población su actuar autoritario y despótico, a diferencia de lo que antaño hacía. Lo podemos comprobar cuando los dirigentes políticos hacen caso omiso a las manifestaciones multitudinarias o cuando, como ha pasado hace poco en nuestro país, ignoran las protestas ciudadanas materializadas en huelgas generales.
A pesar de la oposición de la mayoría de la población alemana expresada en las encuestas, de las manifestaciones masivas en Stuttgart y de las Protestas de die Linken y die Grünen en el Landestag (la Cámara de Representantes regional) todo hace pensar que la opinión ciudadana no pasará de ser un mero resultado más de las encuestas.

1) ZDF heute journal 30.9.2010
2) Süddeutsche Zeitung 1.10.2010
3)ARD Tagesthemen 1.10.2010

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Sindicat Terrassa