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Notícies :: corrupció i poder
Día de puertas abiertas, de las cuentas catalanas en Suiza
23 jul 2010
La sombra de la corrupción es demasiado alargada y por mucho que se investigue, nunca se llegará hasta "la mano que mece la cuna".
Apadrina tu primer millón de euros. Máster de financiación de partidos políticos, a cargo de eméritos expertos.
El "decano" de los presidentes de la Generalitat, el muy "molt honorable" Jordi Pujol, se siente dolido por el escándalo del Palau y muy especialmente por la actuación de Millet. Este sentimiento, no es de vergüenza, sino de despecho por haber puesto en entredicho la habitual gestión de los gobernantes y de los partidos de la oposición, que supuestamente están para ser críticos con las actuaciones de un gobierno y de las instituciones que dependen directa o indirectamente de él.
No sorprende la negativa de que las investigaciones en el caso Palau, vayan más allá de los 10 años, con el argumento de que su coste excedería en mucho las cantidades que podrían ser recuperadas. Por la excusa, parece que alguien ya debe saber de qué cantidades se habla o incluso quiénes más, podrían verse implicados.
Es significativo que prestigiosos bancos se resistan a colaborar en la investigación, y por el contrario, den todas las facilidades para el embargo de nuestras cuentas bancarias, por una miserable multa. Y ya que aludo a este impuesto sancionador, me cuesta creer que el señor Millet, haya utilizado el dinero en pagar, entre otras muchas cosas dudosas, multas de tráfico, cuando ya sabemos qué es lo que hacen estos peces gordos que viven de la institución generalizada de la corrupción que son los partidos y los gobiernos.
Tampoco debería sorprendernos descubrir que junto a los nombres de las grandes entidades financieras, aparezcan como beneficiarias de esta fiesta de la corrupción, el de poderosas empresas, algunas de ellas con tradicionales vinculaciones con partidos políticos muy concretos.
En todo este saqueo institucionalizado, como no, el consistorio de Barcelona no se salva, pues está fuertemente implicado, cuando menos, en las recalificaciones de terrenos, según las necesidades de sus amigos. De querer investigar a fondo, esto abriría la posibilidad de revisar todos los planes urbanísticos de Barcelona que se han llevado a cabo desde antes de las Olimpiadas del 92, en donde quizás encontraríamos cómo unos intereses de estado y del gran capital, que han arrasado la tranquilidad y el pequeño patrimonio personal de sus ciudadanos.
En todo este baile de millones, hay opiniones que como las de Jordi Pujol, deberían de ser analizadas si son constitutivas de delito y de apología de la corrupción y la prevaricación. Es el caso de las declaraciones de la excelentísima Consellera de Justicia, Montserrat Tura, a la que parecer ser que no le es suficiente disculpar y salir en defensa de policías condenados por malos tratos, sino que ahora también lo tiene que hacer para encubrir la negligente actuación del juez que, en primera instancia, no decretó prisión preventiva para Millet; y justamente, casi un año después, la jueza que lleva las investigaciones, haya ordenado su entrada en prisión, ante el "apreciable riesgo de ocultación, alteración o destrucción de las fuentes de pruebas relevantes". Con esto, y pese a las excusas de la Consellera, el primer juez ha permitido que en ese casi un año, el señor Millet y sus secuaces, hayan podido influir sobre testigos y posibles imputados, así como que pudieran enterrar y destruir una buena cantidad de pruebas. Por eso no es de extrañar que el actual director del Palau de la Música, Joan Llinares, tras declarar que del informe auditor encargado por la nueva dirección de la institución, se desprenderán más imputaciones, reconozcaa su vez que entre las limitaciones con las que se encuentra la investigación, están las de los archivos que se han podido ocultar desde el momento en que se destapó el caso.
Esto quedaría contrastado con la primera declaración de Millet, en la que se arrepentía por haberse "equivocado gravemente", tras reconocer haberse apropiado de 1,8 millones de euros. Según la investigación, esos casi 2 millones de euros ya han crecido hasta más de 35 millones.
Desde que por razones de luchas de poder, los partidos políticos fueron poniéndose en evidencia, uno tras otro, para ver quién hacía mayor acopio de casos de corrupción, la credibilidad de todos ellos ha quedado muy dañada y por eso era urgentemente necesario que, a la aplicación de las duras medidas de recortes de derechos sociales y laborales, le acompañase un evento que despertase esa histeria patriótica colectiva que ha aportado el mundial de fútbol. Sólo así, inmersos en esa estupidez generalizada, la gente puede volver a concurrir frente a unas urnas a elegir y legitimar a los candidatos y partidos políticos, que tanto daño han causado. Salvando las distancias, esto podría compararse a la situación que vivió Argentina con el "corralito", sólo que allá, no tuvieron "el regalo" de proclamarse campeones de fútbol del mundo.
Sólo desde esa lógica que nos considera profundamente estúpidas como para acudir en masa a las urnas, es posible comprender las declaraciones del muy "molt honorable" Pujol, "experto" en el caso de la Banca Catalana, cuando dice que el ciudadano debe saber que "el derecho comporta el deber de escoger", o lo que es lo mismo, el derecho que algunos tienen para robarnos, comporta nuestro deber para escogerlos. Y como buen "entendido", intenta convencernos de que "las crisis son cíclicas, aprendemos y luego caemos de nuevo...", sabias palabras, que más bien señalan la inquietante premonición de que, con el tiempo, Millet tendrá un nuevo sustituto que esté a su altura. El "ex-president de la Generalitat" con sus declaraciones quiso transmitir un mensaje tranquilizador, pero al descubrir en el mismo contexto de la entrevista del saqueo de la economía pública, afirmaciones tan confusas como de doble sentido, refiriéndose a la "pérdida de valores", necesidad de "convertir la virtud en hábito", o la "pérdida del sentido de la medida", nos hacen vislumbrar el panorama desolador de encontrarnos ante el ponente del curso de un "máster" sobre corrupción institucional generalizada.

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