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Procesos de presa de decisió en assemblea
03 mar 2010
Un fragment de Janet Biehl amb Murray Bookchin sobre la presa de decisions en assemblea. Pot resultar interessant per reflexionar individual i col·lectivament, degut a la importància pràctica del tema i als problemes que pot ocasionar la confusió que sovint existeix al respecte. És necessàri eliminar aquesta confusió si volem construir un moviment de transformació social de base, ampli i democràtic, com el que necessitem per sortir de totes les crisis.
Muchas personas alternativas, especialmente las de orientación libertaria, rechazan el gobierno de la mayoría como principio para la toma de decisiones, porque después de que se haya tomado una decisión, el punto de vista de la mayoría se convierte en la política establecidada para la totalidad de la comunidad, y por esa razón adquiere en algún grado fuerza de ley. Puesto que la totalidad de la comunidad debe acatar la decisión, alegan, lejos de las preferencias individuales, el gobierno de la mayoría es coercitivo y, por lo tanto, incompatible con la libertad individual. Según esta perspectiva, tal y como afirma el historiador Peter Marshall, “la mayoría no tiene más derecho a mandar a la minoría, incluso a una minoría de uno, que la minoría a la mayoría”.

La forma de tomar decisiones mas corrientemente propuesta como alternativa es el proceso de consenso que, a diferencia del gobierno de la mayoría, preserva supuestamente la autonomía personal. En un proceso de consenso no se toma ninguna decisión final hasta que todos los miembros de la comunidad están de acuerdo. Incluso un solo disidente puede obstruir la aprobación. Esta obstrucción es positiva, creen estos libertarios; si la voluntad del disidente difiere del punto de vista de la mayoría, esta persona tiene el derecho incondicional de vetar una decisión. *

La toma de decisiones por consenso tiene sus ventajas, y es posible que sea apropiada para grupos pequeños de personas que se conocen mucho. Pero cuando intentan tomar decisiones por consenso grupos mayores y heterogéneos, aparecen con frecuencia serios problemas. Dando prioridad a la voluntad del individuo, el proceso permite a pequeñas minorías, incluso a una minoría de uno, frustrar decisiones que son apoyadas por la mayoría de la comunidad.

Y la voluntad de las personas difiere: no todos los miembros de la comunidad estarán de acuerdo con cada una de las decisiones, ni deberían estarlo. El conflicto es inherente a la política, una condición sine qua non, una premisa imprescindible de su existencia, y (afortunadamente) siempre hay disidentes. Algunos individuos siempre sentirán que una decisión particular no es beneficiosa para sus intereses o para el bien público.

Pero las comunidades que se gobiernan a sí mismas por un proceso de consenso llegan muchas veces a él manipulando a los disidentes hacia posiciones mayoritarias, o incluso coacionándolos privadamente mediante presión psicológica o amenazas veladas. Este tipo de coacción puede que no se produzca en público; puede, y con frecuencia sucede así, pasar fuera del lugar del escrutinio de la asamblea. Pero no por ello sería menos coactiva, y sería más perniciosa.

Cuando el asunto en cuestión pasa a votación, los disidentes coaccionados o manipulados tienden a sumarse a la opinión pública en favor de la medida, quizá para evitar ofender a la mayoría, a pesar de su total oposición. En este caso, su auténtica disidencia dejara de ser una cuestión sometida a la opinión pública, un esfuerzo respetado aunque fallido. Es más, su disidencia será borrada como si ni hubiera existido nunca, en detrimento del desarrollo político del grupo.

Otra alternativa es que, si los disidentes no pueden ser presionados para cambiar su voto, sí pueden ser presionados con éxito para que no voten. Es decir, pueden “escoger” retirarse del proceso de toma de decisión en ese tema determinado, “quedarse al margen” en el vocabulario del procedimiento de consenso. Pero esta elección, de hecho, anula al disidente como ser político. Resuelve el problema de la disidencia esencialmente quitando al disidente de la esfera política y eliminando el punto de vista del disidente del fórum de ideas.
Empeñándose en el acuerdo unánime, el consenso o bien intensifica el conflicto hasta el punto de fracturar la comunidad o bien silencia completamente a los disidentes. Más que respetar a las minorías, las enmudece. Una forma mucho más honorable y saludable moralmente de manejar la disidencia es permitir a los disidentes votar abiertamente, de forma visible, de acuerdo con lo que creen, con la esperanza de alterar la decisión en el futuro, y favoreciendo potencialmente el desarrollo político de la comunidad.

En una comunidad donde las decisiones se toman por mayoría, la minoría tiene que conformarse, claro está, con la decisión de la mayoría para que la vida social no se desintegre en una cacofonía de individuos díscolos. Pero la minoría conserva la libertad crucial de intentar derrotar la decisión. Es libre de expresar abierta y persistentemente, de forma ordenada, sus discrepancias razonadas a los otros miembros de la comunidad, intentado convencerlos para que reconsideren su decisión. Con la disidencia, incluso apasionada, la minoría mantiene vivo un asunto concreto, y prepara el terreno para cambiar un a mala decisión y convertirse en mayoría por derecho propio, haciendo avanzar la conciencia política de la comunidad.

Los disidentes existirán y deben existir siempre en una sociedad libre, si no quiere hundirse en el estancamiento; la cuestión aquí es si tendrán la libertad de expresar su disidencia. La toma de decisiones democrática, por decisión de la mayoría, asegura a los disidentes esta libertad, quedando patente su disidencia en los documentos de la comunidad como testimonio público de su posición.

Janet Biehl (Las políticas de la ecologia social: municipalismo libertario)

*Algunos procesos de consenso no requieren unanimidad -quizá un acuerdo del 80%- para tomar una decisión. Pero muchos de los problemas aquí apuntados se siguen dando. Todavía es dudoso, por ejemplo, que el 21% de los votantes pueda obstruir el punto de vista de la mayoría de forma rutinaria. En muchos casos esto ha significado que no se ha tomado ninguna decisión porque no se ha podido alcanzar el consenso.

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Comentaris

Re: Procesos de presa de decisió en assemblea
04 mar 2010
y aun votando o sin votar, consensuando o sin consensuar, si el/la guapit@, lidercit@ de turno se opone al tema, los pasillos ejercerán su bloqueo. Un bloqueo que puede ser simplemente psicológico y hacer que una persona que se sienta "menos" no tire adelante la propuesta decidida anteriormente.

Las asambleas no suponen ni un 5% de lo que se decide. La gente confunde lo que hay en los periódicos con las noticias, al igual que confunde lo que hay en la asamblea con la política
Sindicato Sindicat