Con más de cuarenta años de militancia revolucionaria, Nahuel Moreno se transformó en el fundador y más importante dirigente del trotskismo obrero e internacionalista argentino y latinoamericano. Izquierda Socialista, así como los demás integrantes de la Unidad Internacional de los Trabajadores - Cuarta Internacional (UIT-CI), y otros partidos y grupos, lo reivindicamos como nuestro maestro.
Le Monde Diplomatique viene publicando la Colección Fundadores de la Izquierda Argentina. Entre los diez dirigentes seleccionados está Nahuel Moreno. El autor de esa biografía -más allá de los elogios o críticas que pueda despertar su investigación- define a Moreno con pocas y muy sencillas palabras: “Fue un luchador incansable”. Su dilatada trayectoria militante incluyó no sólo el impulso a la construcción de numerosos partidos, la formación de centenares de cuadros, y su participación personal en infinidad de conflictos obreros y procesos revolucionarios de todo tipo, sino también numerosos textos, libros y artículos sobre política y otros temas muy diversos, como la historia o la lógica. Pero fue por encima de todo un luchador, por el triunfo de la revolución obrera y socialista en la Argentina y el mundo.
Lucha consecuente contra la burocracia y por una nueva dirección revolucionaria
León Trotsky fue el dirigente que, junto con Lenin, encabezó la toma del poder por los soviets y el Partido Bolchevique en la Revolución Rusa de 1917. Luego, pocos años después, le tocó a Trotsky enfrentar el proceso de burocratización en la URSS que encabezó Stalin y llevó a esa revolución a la crisis y retroceso. Perseguido y con un pequeño grupo de seguidores, León Trotsky en 1938 fundó la Cuarta Internacional, en defensa de la democracia obrera y el internacionalismo para imponer el socialismo mundial. Esta lucha consecuente le costó la vida. Un agente de Stalin lo asesinó en 1940.
Nahuel Moreno se sumó al trotskismo poco después, siendo muy joven. El movimiento fundado por León Trotsky no sólo siguió siendo muy minoritario, sino que entró en un largo proceso de disgregación. Importantes sectores de la Cuarta Internacional fueron abandonando los puntos centrales de su programa. Por el contrario, una característica fundamental de Moreno fue su defensa constante de las bases fundacionales de la Cuarta Internacional, en polémica con los diversos sectores del propio trotskismo que se volcaban al oportunismo o el sectarismo.
Para Moreno, la definición de Trotsky de que “la crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria” fue siempre una guía práctica para la acción política, para el enfrentamiento consecuente a todas las variantes de direcciones reformistas y para construir los partidos revolucionarios en todos los países. A diferencia de Ernest Mandel y otros sectores del propio trotskismo, siempre ubicó a la burocracia de los partidos comunistas como el más importante aparato político internacional enemigo de los trabajadores. Y dando una consecuente actualización a los análisis y conclusiones de Trotsky, alertaba que la burocracia llevaba inevitablemente a la URSS a una crisis creciente de carácter económico, social, político y cultural.
“Revolución socialista o caricatura de revolución”
Esta frase del Che Guevara era citada con frecuencia por Nahuel Moreno. Por ejemplo, en el debate con el gobierno sandinista, que impulsaba la “economía mixta”, reconstruía el Estado burgués destruido por la revolución triunfante contra Somoza en 1979 y prometía hacer el socialismo “con los dólares del imperialismo”. Moreno no dejaba de recordar, en sus charlas y artículos, que el gran sostén de esta política que llevó finalmente al desastre a la revolución nicaragüense era Fidel Castro, que les decía que no hicieran de Nicaragua otra Cuba, es decir, que no expropiaran.
Hoy en día, mientras un vigoroso ascenso revolucionario sacude el continente latinoamericano, siguen siendo éstas algunas de las polémicas centrales. Para lograr el triunfo de la revolución socialista y acabar con la miseria impuesta por el imperialismo, las multinacionales y los gobiernos burgueses, sigue siendo imprescindible la construcción de los partidos revolucionarios que defiendan la independencia de clase y la democracia obrera, y avanzar, a través de la movilización revolucionaria de las masas obreras y populares, en la ruptura política y económica con la burguesía y el imperialismo.
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