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Notícies :: laboral |
Entrevista a Fina García Aramburu
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per kavuhvimitékonlagarrotaatoh! macagoen dioh! |
13 ago 2009
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Ex-presa por su militancia en el P.C.(r) y en los G.R.A.P.O. |
Entrevista a Fina Garcia Aramburu |
- Cuéntanos un poco tus inicios como comunista, motivaciones y cómo fueron tus primeras experiencias como militante en el PCE (r).
- Empecé a militar con 16 años. Salvo que Franco nos estaba aplastando en todos los terrenos, entonces no tenía una mínima idea de casi nada. Sabía lo que no me gustaba, lo que odiaba, pero desconocía por completo la salida a esa situación. Contacté entonces con un grupo de chavales de mi barrio (un barrio madrileño) que estaban trabajando en la OMLE (organización que reconstruyó el PCE(r)), me empezaron a pasar propaganda, empezamos a reunirnos para discutirla y, poco a poco, fui asumiendo compromisos, hasta que empecé a militar activamente.
- ¿Qué supone la necesidad del paso a la clandestinidad por parte de un/a militante comunista, cómo se desarrolla la lucha diaria?
- Si de verdad queremos combatir al Estado capitalista, que cuenta con todos los medios represivos habidos y por haber; si de verdad queremos enfrentarnos a él hasta derrocarlo y cambiar la sociedad, tenemos que prepararnos en todos los terrenos, tenemos que preservarnos para combatir en las mejores condiciones. Nosotros no peleamos por una poltronilla; peleamos por acabar con el Estado e implantar la República Popular y el socialismo. Si pudiéramos hacerlo pacíficamente, lo haríamos; pero el enemigo no va a hacerse el harakiri; al revés, va a ir a por nosotros allá donde estemos: detenciones, tortura, encarcelamientos, asesinatos…
El paso a la clandestinidad es una decisión conscientemente asumida que, en muchos aspectos, cambia tu vida cotidiana: no ves a la familia ni a los amigos, asumes una identidad falsa… No obstante, la vida diaria debe ser lo más parecido a una vida normal; no hay que llamar la atención y, para eso, hay que comportarse como lo que somos: personas normales.
- Después de aquellas escandalosas condenas colectivas en Francia a miembros del PCE(r) como Manuel Pérez Martínez (Arenas) e Isabel Llaquet entre otros, se abre un sumario contra ti y varias personas más, que es el de la ilegalización; podrías contarnos un poco cómo fueron esas condenas.
- Nuestro sumario es el de la ilegalización -que ha sido posible gracias a la ya tristemente famosa Ley de Partidos-. Sin embargo, a nosotros nos detienen antes de que esta ley salga a la luz; es decir, nos la aplican con carácter retroactivo, una ilegalidad más entre todas las que ha habido en los juicios a militantes de mi Partido. Francia nos condena pero, además, los jueces gabachos abren el camino a los españolitos para lo que vino después: nos concedieron una extradición (a unos sí y a otros no, aunque todos con el mismo sumario y las mismas acusaciones) ilegal, pues no se puede procesar dos veces a una persona por la misma causa; airearon en nuestro juicio el auto de ilegalización del superestrella Garzón… Con todo, era tan escandaloso que a los militantes del Partido nos condenaron a 5 y 4 años (en España están condenando a 12 años). Hicieron el trabajo sucio y nos tuvieron casi 4 años esperando juicio. A partir de ahí, quien tenía que ventilar el asunto era la Audiencia NAZIonal.
- Durante 24 años tanto el Estado español como el Estado francés te han tenido en un continuo peregrinar de unas cárceles a otras, lo que te ocasionó graves enfermedades (sufridas en la cárcel sin apenas atención médica cabe añadir). ¿Cómo ha sido tu paso por las mismas, sobre todo teniendo en cuenta el generalizado régimen de aislamiento que sabemos sufren cientos de presos y presas políticos?
- Como la de la mayoría de los presos/as políticos/as. Primero viví la experiencia de la Comuna, algo “muy peligroso”, porque nos permitía estudiar, hacer trabajos manuales para no depender de nuestras familias, comunicar con más frecuencia (se organizaban autobuses)… Como digo, era muy peligroso, así que cortaron por lo sano y nos dispersaron, lo más alejados posible de nuestros familiares y amigos. Con suerte, alguna vez he coincidido con otra compañera, pero otras temporadas he estado sola. La cárcel, no se puede negar, es dura, pero si te organizas, si lees, estudias, haces algún trabajo manual… el día a día lo llevas bien, incluso os diría que bastante bien. Hay momentos de risas, de llantos, de rabia… Hay momentos dolorosos, como por ejemplo el que acaban de vivir los camaradas con la muerte de José Ortín, que estaba preso en Fontcalent y que falleció en marzo. Y también hay momentos alegres: cuando recibes las cartas que te retienen hasta un mes, cuando puedes recibir la visita de un amigo o de la familia… Represión hay mucha en las cárceles, pero hay todavía mucha más resistencia, de eso no os quepa la menor duda.
- Tras tu secuestro en España, comienza una gran campaña de solidaridad y exigiendo tu libertad, como presa política gravemente enferma, pero sobre todo por no tener causa alguna pendiente. A ella se unieron infinidad de personas y colectivos de varios países: ¿cómo se recibe la solidaridad desde las cárceles, atendiendo a las dificultades que os imponen para llegar a conocerla?
- Se recibe mucho menos de lo que en realidad es. De hecho, es un aspecto que intentan ocultar al máximo. Me acuerdo que yo les comentaba a las compañeras que estaban conmigo en Meco que tenía la impresión de que esa campaña estaba siendo muy importante, máxime teniendo en cuenta el momento político: con la Ley de Partidos en pleno vigor. Cuando conseguisteis arrancarme de sus garras gracias a vuestra solidaridad, pude comprobar que no me había equivocado; es más, la campaña había sido mucho más amplia de lo que yo había imaginado. Como os podéis suponer, eso es un motivo de orgullo para todos nosotros.
- Actualmente, ¿cómo se encuentra tu situación judicial?
- Desde hace algo más de un año, estoy en libertad provisional. Tengo que ir a firmar todas las semanas al juzgado. Ahora estamos esperando la decisión de la Sala de la Audiencia que nos tiene que juzgar. Los abogados presentaron un escrito solicitando la anulación del juicio por ser ya “cosa juzgada”; el lunes día 8 de junio decidieron. Y dependiendo de esa decisión, iremos o no a juicio. Y lo más importante ahora: Marcos Regueira salió en libertad. Es el único camarada de nuestro sumario en la misma situación que nosotros y que seguía en prisión. Lleva ya más de tres años secuestrado ilegalmente.
- Hoy en día las medidas de presión hacia personas y colectivos antifascistas se acrecientan, desde seguimientos, amenazas… hasta la imposición de una legislación que establece la libertad vigilada para los ex-presos políticos, ¿cómo se vive esto desde la condición de ex-preso político?
- Tengo el teléfono controlado, me vigilan constantemente, a veces hasta provocan… En parte es para amedrentarme, para asustarme y que piense que no puedo dar un paso porque en cualquier momento me vuelven a meter dentro. Personalmente, no hago caso. Llevo una vida normal, participo en movilizaciones y manifestaciones. Soy consciente de que me pueden volver a detener, pero tengo unas ideas y me parece justo y legítimo defenderlas. Y debo hacerlo.
- Somos conscientes de varios procesos contra diferentes movimientos y colectivos de carácter social y político, siendo en la actualidad especialmente criminalizados y perseguidos jóvenes con una clara responsabilidad antifascista. ¿A qué crees que es debido y cómo se debe responder?
- Está habiendo un aumento de la represión en todos los sectores, especialmente entre los obreros y los jóvenes antifascistas. Esto tiene que ver con la agudización de la crisis económica y el panorama tan negro que tienen los fascistas. Y esa va a seguir siendo la tendencia. Aunque el nivel de conciencia es aún bastante bajo, el régimen tiene miedo -y con razón- a los estallidos que empiezan a producirse y que se producirán cada vez más. ¿Cómo cortar esto? Ellos apuestan por la represión, por sembrar el pánico. Y cada uno de nosotros debe responder a este atropello. En mi opinión, hay una cuestión clave: resistir, no dejarse amedrentar, plantar cara y buscar la unidad con los obreros. Ellos están unidos. Nosotros no; esa es su fuerza y nuestra debilidad. Hay que cambiar esto, ¿no os parece?
- Asimismo, ¿cómo crees que se está desarrollando la labor de solidaridad y organización que merecen estos ataques, integrada en el Movimiento de Resistencia Antifascista?
- El movimiento de solidaridad, aunque débil -y no podía ser de otra manera dado el bajo nivel de conciencia al que he aludido antes-, puede decirse que goza de “buena salud”. La bandera de la defensa de los presos políticos se ha mantenido en alto a lo largo de todos estos años de la mal llamada democracia, dejando al descubierto una y otra vez la verdadera esencia fascista del régimen capitalista español. La represión también se ha cebado en este movimiento (y no sólo en Euskal Herria) y hoy, en las cárceles del Estado español, hay presos políticos por el simple hecho de solidarizarse con los presos políticos.
Yo no me canso de explicar que la lucha por la amnistía, por la libertad de los presos políticos forma parte de la lucha general contra el sistema, de la lucha por la República Popular y el socialismo. La lucha por las libertades políticas y sindicales plenas, por mejoras laborales y sindicales, por la autodeterminación de las nacionalidades oprimidas, por la disolución de la Audiencia Nazional y la derogación de la Ley de Partidos, por la recuperación y dignificación de la memoria histórica es una única lucha o, al menos, así debe ser. Y por ello debemos trabajar todos los que estamos empeñados en acabar con la explotación del hombre por el hombre.
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