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El ciudadano Arce Gómez y una lección urgente para Honduras
10 jul 2009
Era el mismo diablo. Sádico, como pocos, el coronel golpista dirigió la más salvaje persecución en los 80. Hoy comenzó a pagar sus crímenes y está en la cárcel que sólo abandonará cuando esté muerto
EL CIUDADANO ARCE GÓMEZ Y UNA LECCIÓN URGENTE PARA HONDURAS

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Econoticiasbolivia.com (La Paz, julio 10, 2009).- Era el mismo diablo. Sádico, como pocos, el coronel golpista dirigió la más salvaje persecución contra los sindicalistas e izquierdistas bolivianos de los años 80, a los que ordenó matar, obviamente después de hacerlos masacrar y torturar.

Cerebro gris y principal operador del golpe militar fascista del 17 de julio de 1980, el coronel Luis Arce Gómez, como Ministro del Interior, desató una ola de terror que se prolongó por un año, segando la vida de casi 100 activistas sociales y militantes políticos opositores. Otra treintena desaparecieron tras ser detenidos por las hordas militares y los grupos de paramilitares ultraderechistas, organizados por Arce Gómez y dirigidos por el criminal de guerra nazi Klaus Barbie, que impartían su propia ley y justicia a su libre albedrío.

Los grupos fascistas integrados por alemanes, argentinos y bolivianos eran, por entonces, jueces y verdugos, obrando bajo las órdenes directas del sanguinario Arce Gómez que creía que, usando el terror, conservaría el poder para siempre y borraría de Bolivia a los “extremistas rojos” y sindicalistas. Se creía totalmente impune al extremo de proclamar por las pantallas de televisión que los sindicalistas y opositores al régimen militar deberían “andar con el testamento bajo el brazo”.

Era, también, un verdadero psicópata. Era la carta brava, la más salvaje y cruel de la Embajada de Estados Unidos y trabajó estrechamente con Washington hasta que la prensa internacional detectó que el ministro Arce Gómez había convertido los cuarteles militares en verdaderas fábricas de cocaína.

En el programa estadounidense de televisión “60 minutos”, el hombre fuerte de la dictadura boliviana fue presentado como el “ministro de la cocaína” y ese fue su fin. Al Departamento de Estado y al Pentágono, que no les importaba en lo más mínimo la salvaje violación de los derechos humanos, ese programa de televisión les sonó peor que el presentador Mike Wallace les hubiese mentado a la madre por lo que Arce Gómez fue inmediatamente apartado del cargo.

Después, la tenaz e inclaudicable lucha de los trabajadores bolivianos terminó derribando a la dictadura, al toque de queda y a la muerte súbita. El coraje del pueblo pudo más que la represión y la metralla, y los golpistas que querían frenar el avance de las masas y erradicar la rebeldía popular, cayeron en desgracia, abandonados por Washington y la burguesía criolla que ya apostaban a otras fichas que fueran más útiles.

Hoy, el coronel de la muerte está cambiado, viejo y enfermo, y debe pasar el resto de sus días en la cárcel de máxima seguridad de Chonchocoro, en El Alto de La Paz, hasta que muera. La magnitud de sus crímenes ha sido tal, que la ley impide explícitamente que sea indultado. El pueblo tampoco lo perdona.

Su deportación desde los Estados Unidos y su encarcelamiento en Bolivia ha sido saludada este jueves en La Paz como un genuino acto de justicia, según destaca la agencia gubernamental ABI.

“Este es un signo inequívoco del fin que les espera a los dictadores, a los golpistas y a los represores de nuestros pueblos, no solamente en Bolivia, sino también en toda América Latina”, dijo Alfredo Rada, ministro del gobierno indígena de Evo Morales.

Rada subrayó que “no es un día de venganza, sino de justicia”, un día en el que muchas personas, “gran parte del país, que vivimos la dictadura de Luis García Meza y Luis Arce Gómez, nos sentimos congraciados, satisfechos de ver que la justicia tarda pero llega”.

Arce Gómez fue trasladado al penal de máxima seguridad de Chonchocoro, después de que se hizo efectiva su deportación de Estados Unidos, donde cumplió una condena de 15 años por delitos de narcotráfico. Allí, en los tribunales norteamericanos, nadie se molestó por las masacres, por la violación de derechos humanos ni por temas como el genocidio.

El Ministro de Gobierno informó que antes de su traslado al penal, que se encuentra a 30 kilómetros de La Paz, Arce Gómez fue sometido a una “exhaustiva revisión médica debido a que existen datos de que está enfermo”.

“El ciudadano Luis Arce Gómez ha recibido un trato decente, un trato humano, el trato que él no confirió a las personas que mandaba perseguir, encarcelar y asesinar”, puntualizó.

Rada dijo que los bolivianos coronan un anhelo de justicia largamente acariciado y reconoció la labor de la justicia de Estados Unidos, que viabilizó la deportación de Arce Gómez para que cumpla la sentencia de 30 años de prisión sin derecho a indulto por los delitos de genocidio.

El ministro boliviano exhortó al Gobierno de Estados Unidos “a actuar de la misma manera” en el caso del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Sánchez Berzaín “y otras personas que huyeron de Bolivia para evitar rendir cuentas a la justicia”, todos ellos sumariados por genocidio.

Rada recordó que el “terrorismo de Estado, orquestado por Arce Gómez”, registró 93 asesinatos, 27 desapariciones forzadas y al menos 4.000 detenidos, además del asesinato en 1981 de 8 dirigentes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en la denominada masacre de la calle Harrington.

“La orden fue dada por el entonces coronel Arce Gómez, así cumplió con su macabra sentencia de que todos los bolivianos que se meten a complotar deberían andar con el testamento bajo el brazo”, recordó.

El ex ministro de la dictadura militar tendrá como compañero de prisión al ex general Luis García Meza, que dirigió el golpe militar de 1980 y que también está preso en la cárcel de máxima seguridad de Chonchocoro. Allí, en el frío altiplano y hasta el fin de sus días, el ciudadano Arce Gómez no necesitará andar con el testamento bajo el brazo, su suerte ya está sellada en una Bolivia que esta vez sí hizo justicia.
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