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Siempre subsistirá una guerra
16 abr 2009
Mariano Cabrero:Mientras se sigan vendiendo armas para matar a diestro y siniestro, que dejan huellas imborrables de sufrimiento sobre los supervivientes, siempre existirá un dragón de la guerra, siempre subsistirá una guerra con su dragón.
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“El espectador mirará el panorama de la vida desde su corazón, como un promontorio”.



Ortega y Gasset, Meditaciones para entender nuestro tiempo.



La unión Europea (UE) ha de cooperar con la República Popular de China en lo económico, en lo político, en lo cultural, en las costumbres chinescas..., al objeto de no perder el tren económico mundial que se avecina: el año 2010, sin duda, marcará un antes y un después en la economía de muchos países.



Mientras se sigan vendiendo armas para matar–a diestro y siniestro–, que dejan huellas imborrables de sufrimiento sobre los supervivientes, siempre existirá un dragón de la guerra, siempre subsistirá una guerra con su dragón.



Y es que en Occidente, y lo tenemos que reconocer–a la corta o a la larga–China se convertirá en uno de los actores principales en las cumbres políticas y económicas, que se celebren para la paz mundial. Los chinos quieren y desean saber de Occidente, y los occidentales desean y quieren saber de los chinos: ambos deseos, y en relación, a costumbres e idearios.



Pensamos y creemos que, al final, hemos de analizar la obligación de compartir los idealismos liberales, que establecimos después de la II Guerra Mundial–entre Europa y los Estados Unidos de América–. Y, en todo caso, sería nefasto el olvidar al Sureste Asiáticol: sobre todo, a esa China que sigue creciendo–económicamente hablando–a la velocidad del rayo. No obstante, aquéllos y ésta–que no son neófitos en la fabricación de productos manufacturados–, aprovecharán los idearios democráticos en la medida que les sean propicios y necesarios. ¿Qué mejor que establecer un triangulo económico entre China, el Continente europeo y EEUU?



(Ahora que está de moda el no arrepentirse de nada: ni los políticos cuando mienten o se equivocan, ni los economistas cuando yerran en sus pronósticos, ni los escritores cuando escriben sin contemplar la verdadera realidad de las cosas..., y todos con sus luces y sus sombras pero con más sombras que luces).



Todos sabemos que China es un coloso económico que corre sobre una plataforma ascendente irreversible y continua. Los habitantes de la República Popular China son sobre 1.300.000 millones de habitantes, muchos diría yo: que trabajan, piensan, sienten y padecen como seres humanos que son. El Gobierno dicta las normas de convivencia, y ellos han de cumplirlas a rajatabla: están viviendo en una democracia en ciernes. Ellos/as emplean una técnica de trabajo sana y convincente: “Si me lo dices, me olvido. Enséñamelo, y puede que me acuerde. Cuenta conmigo, y lo entenderé (proverbio chino). Pero el Ejecutivo chino poco (por no decir nada) cuenta con el pueblo.



Pero uno entiende que la ascensión de China no constituye–en principio–una amenaza para la paz mundial. A contrario: ineludiblemente se ha de instaurar “un mano a mano”–económicamente hablando–, entre EE.UU. y China. Norteamericanos y chinos saldrán beneficiados con un futuro bienestar y calidad de vida: todo lo anterior contribuirá a facilitar una estabilidad mundial–en cuanto a la economía de mercado libre y abierto–durante el siglo XXI. La Gran Muralla China ha de abrirse al mundo por propio interés político, y, sobre todo, económico.



China con sus pasos político-económicos, y con pies de gigante, está desarrollando un modelo de país tipo capitalista mundial: ya posee médicos, ingenieros, banqueros, investigadores, científicos, grandes magnates con fortunas inmensas...Es decir, una pléyade de profesionales que están levantando el país de “La Gran Muralla” a cotas de riqueza que llegará no fiable tarde: es el principio de una historia y, sin duda, el fin de otra.



(Si nos valemos de nuestro sentido común–el menos común de los sentidos–, comprobamos que las democracias liberales tienen más capacidad para elevar el nivel de vida de sus respectivos países que, y los siempre presentes, aquellos regímenes comunistas y dictatoriales que aún pululan por nuestro Globo Terráqueo. Siempre es bueno que seamos leales a nuestras tradiciones y valores heredados, aunque introduzcamos nuevas maneras y modos del pensamiento para ir, poco a poco, regenerando nuestras vidas e ideales. Eso sí, con respeto y complacencia para con los demás).



Bueno sería que no hubiesen más conflictos armados, que rompen los cimientos de convivencia y respeto entre los pueblos de buena voluntad: son muchos los muertos que siembran los campos, son muchas las cruces negras clavas en tierra firme–de hombres/mujeres desconocidos/as, son muchos los cuerpos mutilados en piernas y brazos–sin las dos piernas o sin los dos brazos–, que se multiplican por esos mundos de Dios.


La Coruña, 16 de abril de 2009
Mariano Cabrero Bárcena es escritor
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