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Notícies :: xarxa i llibertat |
A 29 años de la muerte del Intelectual comprometido Jean-Paul Sartre
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per Periodico El Intelectual Comprometido |
15 abr 2009
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Declaran el 15 de Abril como el Dia Internacional del Intelectual Comprometido, una iniciativa de la Universidad de Solidaridad Internacional Jean-Paul Sartre |
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La Université de Solidarité Internationale Jean-Paul Sartre & Paul Nizan-, Organizacion No Gubernamental (ONG) Internacional de carácter sartreano, cultural, existencialista humanista, independiente, libre, sin fines de lucro, fundada el 15 de Abril del 2004 (en el Aniversario del fallecimiento de nuestro filosofó frances Jean Paul Sartre París 21-6-1905 - París 15-4-1980) dirigida a promover la cultura, las bellas artes y la educación solidaria sin fronteras, a traves del compromiso de intelectuales satreanos con la defensa de los Derechos Humanos de los pueblos del mundo,comunica a la comunidad internacional a traves de su fundador y presidente el argentino Sergio Tapia, el Homenaje Internacional al Padre de la Libertad del Hombre,Jean-Paul Sartre, en el 29º Aniversario del fallecimiento del escritor, filosofo, e intelectual comprometido, fundador del existencialismo humanista.
El Homenaje Internacional a Jean-Paul Sartre, es organizado por la Universite de Solidarité Internationale Jean-Paul Sartre & Paul Nizan, a través de su Radio Universite, en un especial internacional de radio, donde se escucha la voz de Sartre, su pensamiento, su historia, su compromiso, bajo la direccion del intelectual sartreano Sergio Tapia y con la participación del Circulo Sartriano de Buenos Aires, Argentina, que se puede escuchar en linea a nivel mundial en español en el portal internacional de la Universidad sartreana de izquierda http://www.universitejeanpaulsartre.co.cc/, hemos decretado el 15 de Abril como el Dia Internacional del Intelectual comprometido a nivel mundial, en un homenaje permanente con Sartre, afirma el autor de la iniciativa, el argentino sartreano Sergio Tapia
Se podra escuchar en el Homenaje Internacional a Jean-Paul Sartre su legado, la visión de la libertad como el concepto central de la existencia humana: hay libertad porque la conciencia es aquello por lo que la nada se da, y por lo que existe la realidad, en la medida en que esta tiene sentido solo para la conciencia. La libertad es, la premisa fundamental, el concepto incondicionado sobre el que se apoya todo el pensamiento de Sartre, su compromiso contra la guerra de Vietnam , dirigiendo el Tribunal Russell contra los crímenes de Guerra, y redactando la primera sentencia historica “Un Genocidio” siendo el precursor de los tribunales internacionales de conciencia y
donde en “El existencialismo es un humanismo” Sartre señala “nuestra responsabilidad es mucho mayor de lo que suponemos, pues involucra a toda la humanidad”
Sartre, representa el compromiso de los intelectuales con la liberacion del hombre, de los pueblos, contra las injusticias y la opresión, señala el sartreano Sergio Tapia, a 29 años de su muerte, el sigue vigente, porque esta realidad es tragica, donde las guerras, destruyen y arrasan la libertad del hombre, y hoy Sartre nos convoca nuevamente para que caminemos el sendero del compromiso permanente con la defensa de la dignidad humana y como dijera el Padre de la Libertad del Hombre "El quietismo es la actitud de la gente que dice: Los demás pueden hacer lo que yo no puedo. La doctrina que yo les presento es justamente lo opuesto al quietismo, porque declara: Sólo hay realidad en la acción. Y va más lejos todavía, porque agrega: El hombre no es nada más que su proyecto, no existe más que en la medida en que se realiza, no es, por lo tanto, más que el conjunto de sus actos, nada más que su vida”
Asi mismo se lanza la Enciclopedia Sartreana Digital, la Sartrepedia, la WikiSartre de los sartreanos del mundo, como las catedras libres sartreanas, yla edicion del periodico sartreano El Intelectual Comprometido, todos proyectos de la Universidad de Solidaridad Internacional Jean-Paul Sartre & Paul Nizan, en el 29ª Aniversario de la Muerte del Padre de la Libertad del Hombre. |
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Comentaris
Re: A 29 años de la muerte del Intelectual comprometido Jean-Paul Sartre
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per Catacumbes |
15 abr 2009
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No té mausoleu al costat de Lenin? Ai las! Deu estar enterrat en la mateixa tomba que Stalin... |
Re: A 29 años de la muerte del Intelectual comprometido Jean-Paul Sartre
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per no hi estic d'acord stcugatr@hotmail.com |
15 abr 2009
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Sartre potser va ser un intel·lectual compromès a la segona part del segle XX, però no s'ha d'oblidar que durant la ocupació nazi no va fer fàstics als ocupants i va aprofitar per fer carrera professional. El 1944, va dir que mai havien estat tan lliures com sota l'ocupació nazi. |
Re: A 29 años de la muerte del Intelectual comprometido Jean-Paul Sartre
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per European Soul |
15 abr 2009
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Potser el problema radica en que el Sartre deia la veritat. Això mateix s´ho hauría pogut callar (haguès venut més) però en canvi no li va importar de dir les coses tal com eren, a pesar de ser marxista.
Ens pensem que vivim en una democràcia repleta de llibertat d´expressió i que la llibertat de premsa, de opinió i de impressió es lliure, quan això nomès es una gran fal.làcia. La ocupació nazi com totes les ocupacions tinguè la seva part negativa, pero també fou la epoca en que la intel.lectualitat europea gaudí d´una de les epoques mes glorioses i amb major calitat d´articles i de impressions, apart de la llibertat total que hi havia de edició i publicació, tret de episodis puntuals. Quan els aliats "alliberaren" França, abans de començar la caça dels centenars de milers de col.laboracionistes, als primers que es va anar a buscar varen ser els intel.lectuals,els quals figuraven des de feia anys en llistes negres sumarissímes, al.laborades dels garants de la llibertat.
LOS ALIADOS Y LOS INTELECTUALES
Es un hecho relativamente bien conocido hoy día que las listas negra contra los artistas e intelectuales europeos acusados, con razón o sin ella, de ser nazis o pro-nazis, fueron redactadas mucho antes que las listas de los criminales de guerra, exceptuando, claro es, la primera lista que incluía a los miembros del Gobierno Alemán. Dice Louis Marschalsko:
"Esos conquistadores del mundo que llegaron a la vencida Alemania procedentes de los Estados Unidos y que eran, casi todos ellos, fanáticos comunistas, compilaron esas listas y las trajeron consigo cuando llegaron como agregados de prensa y propaganda del ejército de los Estados Unidos. Pero, aunque lucían el uniformes del ejército norteamericano, no representaban el espíritu de Jefferson, sino al espíritu vengativo e intolerante del chauvinismo Judío... Esa gente solo perseguía una finalidad: destruir a la competencia intelectual de las clases sociales y las profesionales, y rebajar la intolerable superioridad del estilo de vida cristiano" [708].
Dijeron Churchill y Roosevelt que, además de la lucha en las trincheras, se estaba desarrollando otra lucha en pro de la libertad de la Humanidad y del espíritu humano. No obstante, las listas negras, la censura, la prohibición de ejercer profesiones y carreras artísticas, el amordazamiento de la Verdad y el terrorismo intelectual puro y simple fueron implantados en Europa, la creadora de casi todas las Culturas que el Mundo ha visto, no sólo por los chekistas que seguían al Ejército Rojo sino también por deseo expreso de los gobiernos de las democracias occidentales.
En esas listas negras figuraban hombres como Sauerbruch, el mayor genio médico del siglo, y Wilhelm Furtwängler, el más grande de los directores de orquesta. Junto a ellos, músicos de renombre mundial como Richard Strauss, Herbert von Karajan, CIemens Krauss, Julius Patzak, Walter Gieseking, Vasa Prihoda, Pfitzner, Paul Linke, Karl Böhm, Werner Krauss; escultores geniales como Thorak y Arno Breker, cuyas obras fueron destruidas por los bárbaros de la Libertad; actores y directores de cine, como Emil Jannings, Theo Lingen, Ulrich, Leni Riefensthal; el tenor checo Leo Slezak, que se retiró en 1934, pero que por el hecho de haber residido en Alemania y haber sido partidario de Hitler fue a parar a la cárcel; Fredl Weiss, un conocido actor cómico, que a menudo hacía bromas y chistes a costa de Hitler, debió comparecer ante Ios tribunales de los libertadores. El terrorismo de éstos no se detuvo ni ante la figura de un genio intelectual de la talla de Gerhardt Hauptmann, "sospechoso" por haber osado escribir unas líneas tristes expresando su pesar por la suerte de Dresde. A Erwin Guido Kolbenhayer se le prohibió publicar sus libros. Incluso los muertos fueron incluidos en esas listas negras, como Heinrich George, que fue capturado por los soviéticos y murió en un campo de concentración. Todos los intelectuales y artistas alemanes fueron depurados, en mayor o menor grado. La depuración alcanzó incluso a figuras del Deporte, tales como el ex-boxeador Max Schmeling, a quien se acusó falsamente de haber sido un torturador de un campo de concentración.
El líder de esa depuración de intelectuales y artistas era, en el Este de Alemania, el comunista Gerhard Eisler, compositor de la famosa marcha revolucionaria "La Internacional".
En el Oeste, junto a Eisenhower, inspirándole constantemente en esa tarea hubo, sucesivamente, tres individuos más tarde desenmascarados como cripto-comunistas [709]: Cedic Henni Belfrage, James Aaronson y Moses Kagan. Los cuatro: Eisler, Belfrage, Aaronson y Kagan pertenecían a ese "elemento extraño, parásito, extranjero en Occidente", denunciado por Yockey.
La depuración intelectual, por supuesto, no se limitó a Alemania. No era sólo Alemania el enemigo de los poderes fácticos: era Europa y lo que representaba. Así, en Italia, Gioacchino Volpe fue condenado a muerte en rebeldía; escritores como Evola, Gentile, Farinacci (ambos asesinados por los partisanos), Barracu fueron condenados, muchos años, al ostracismo.
Tremenda fue, también, la represión intelectual en Hungría. Laszlo Endre, el poeta que acabó sus días en una celda de la checa de la famosa Andrassyut escribió, en su carta de adiós que pudo llegar a Occidente: "Los Protocolos de los Sabios de Sión son auténticos" [710]. No hubo un sólo escritor o artista de cierta categoría, que hubiera ejercido su arte y su profesión antes de la Liberación que no fuera a parar a la cárcel, en el mejor de los casos. Lo mismo puede decirse de Rumania, Bulgaria y la desgraciada Polonia.
En Francia fue, tal vez, donde la depuración se cobró mayor número de víctimas, dejando Alemania aparte, naturalmente. Figuras del relieve intelectual de Charles Maurras y Henri Béraud fueron condenadas a prisión perpetua. Brasillach, el poeta exquisito, fue condenado a muerte tras un proceso inicuo. También lo fue el escritor y periodista Georges Suarez. Igual suerte corrieron Jean-Hérold-Paquis, locutor de Radio París, Jean Luchaire, redactor-jefe del periódico Temps Nouveaux, y el novelista Paul Chack. Pierre-Antoine Cousteau y Lucien Rebatet fueron condenados a muerte, pero les fue conmutada la pena por la de prisión perpetua, hasta que, tras siete años de cárcel, se beneficiaron del indulto de Vincent Auriol. Urbain Gohier obligó al tribunal a molestarse: como no podía moverse de su cama del hospital a causa de su parálisis, los magistrados se desplazaron allí y le condenaron a cadena perpetua.
Jean Drault fue condenado a treinta años de trabajos forzados por haber escrito media docena de artículos antisemitas en su juventud. Algunos escritores escaparán a los jueces: Drieu La Rochelle se suicidó el 15 de Marzo de 1945, cuando acaba de abrirse contra él una instrucción.
Louis-Ferdinand Céline, refugiado en Dinamarca, sólo será castigado a una pena ligera, por contumacia, cuando cinco años más tarde se le juzgue: cierto es que habrá debido pasar dos años en prisión en el país al que solicitó asilo. Alphonse de Chateaubriant, el antiguo director de La Gerbe, vivirá clandestinamente en Austria, donde morirá en 1951. Raymond Abellio, condenado a veinte años de trabajos forzados in absentia, será indultado en 1952, tras seis años de exilio en Suiza.
El terrorismo intelectual sería completado por la acción de un autotitulado "Comité Nacional de Escritores", a cuya cabecera figuraban Sartre y François Mauriac [711]. Jean Queval, mediocre escritor, se vengará de sus colegas infinitamente superiores a él, redactando la lista de "autores colaboracionistas", a los que, durante largo tiempo, se les vetará en periódicos, salas de redacción, editoriales e imprentas. He aquí la impresionante lista: Claude Farrère, Jean Cocteau, Paul Fort, Colette, León-Paul Fargue, Sacha Guitry, Jean Anouilh, Jacques Audiberti, Marcel Carné, Henry de Montherlant, Jean Sarment, Octave Aubry, Pierre Bénoit, André Bellesort, Jacques Boulenger, Robert Desnos, Charles Dullin, Leon Frapié, Marcel Lherbier, Jacques de La Varende, Paul Morand, Pierre Mac Orlan, Victor Margueritte, Henri Poulaille, Maurice Rostand, Henry Troyat [712], Maurice Yvain, Marcel Aymé, Marcel Berger, René Barjavel, Félicien Challaye, Luc Durtain, el editor Bernard Grasset, Pierre Hamp, Gabriel Hanotaux, La Fouchardiére, Alfred Fabre-Luce, Louis Ferdinand-Royer, Pierre Mille, Henri-Raoul Lenormand. Bertrand de Jouvenel, Jacques Roujon, Emile Roche, André Salmon, Francis Delaisi, Pierre Varenne, René Malliavin y Jacques Bénoist-Méchin.
Este ultimo, condenado a muerte, seria, luego, indultado. También fue condenado a muerte in absentia, el finísimo escritor Abel Bonnard, que encontró asilo político en España, hasta su muerte. Infinidad de periodistas, tanto de la prensa de París como de la de provincias, fueron víctimas de esa depuración intelectual, que se prolongó durante tres largos años [713].
Una periodista, o, más exactamente, una "juntaletras" que, pese a su orígen étnico, no fue molestada durante la Ocupación alemana, Madeleine Jacob, apodada "La Hiena", se destacó en su labor delatora privando del pan, y a veces de la libertad, a numerosos colegas suyos.
El sabio Alexis Carrel fue detenido y se le anunció que se le iba a juzgar por "colaboracionista y racista". Pero la Justicia no pudo cobrarse esa víctima, pues Carrel, en precario estado de salud, morirá en el hospital de la cárcel. El "pecado de racismo" no lo perdonan los inquisidores democráticos franceses. Por ese motivo será condenado a muerte y fusilado el gran etnólogo Georges Montandon. Georges Claude, una de las figuras capitales de la ciencia europea, será condenado, a los setenta y siete años de edad, a cinco de prisión. La depuración llegará a tal paroxismo de vesania y estupidez que hasta figuras tan populares como el cantor Maurice Chevalier, el actor Louis Jouvet y el boxeador Georges Carpentier serán multados por haber actuado ante los voluntarios de la División SS "Charlemangne".
Toda la intelectualidad francesa recibió un golpe tremendo del que nunca se repondría totalmente. El escritor Georges Bernanos, uno de los pocos que no fue molestado por el celo de los depuradores, tuvo la franqueza y el coraje de escribir:
"Digo que Francia jamás ha conocido un régimen tan mediocre como el que, en 1945, se ha impuesto en el país como liberador, y no ha cesado de prostituir después, o antes de ridiculizarse en su favor, la palabra "liberación ". Nunca la más baja y la más vulgar corrupción alcanzó ese grado, no de cinismo -en el que hay, aún, algún amargo desafío- sino de inconsciencia casi pueril, infantil, en el regateo de los puestos, el sofoco de los escándalos y la ostentación obscena de las mediocridades satisfechas" [714].
En Bélgica, la depuración intelectual comenzó con el asesinato del periodista Paul Colin, director del gran semanario Cassandra. Jules Lhost, editorialista del mismo periódico, fue condenado a cadena perpetua, pero, por indicación del auditor militar, fue juzgado por segunda vez y condenado a muerte en Febrero de 1945. Lo mismo le sucedió a otro periodista, Joseph Streel, director de Le Pays Réel, que fue también condenado a cadena perpetua, pero igualmente el auditor militar consiguió que se repitiera el juicio y se le condenara a muerte. El mismo caso inicuo se dio con Robert Poulet, tal vez el mejor de los novelistas belgas: cadena perpetua primero; revisión del proceso y condena a muerte, aunque consiguió el indulto.
También fueron condenados a muerte los periodistas Victor Meulenyzer y "Jam", el dibujante satírico, aunque éste último fue indultado. Otros escritores que tuvieron problemas con los depuradores fueron el célebre novelista Georges Simenon y el autor teatral y ensayista Félicien Marceau.
Un ejemplo de la intolerancia de la época nos lo suministra el caso del dibujante Hergé, el célebre creador de "Tintín", héroe de los cuentos infantiles. Bajo la ocupación alemana, dos álbumes del dibujante "Tintín en América" y "La Isla Negra", fueron prohibidos por los alemanes porque en ellos América era presentada de manera demasiado favorable [715]. Pero no por ello dejó Hergé de publicar sus dibujos en el diario Le Soir, de Bruselas. Esto fue suficiente para motivar su arresto por las milicias patrióticas.
Hergé vióse impedido de ejercer su actividad durante dos años.
En Holanda los depuradores no se perdieron en detalles: todos los periodistas que habían escrito durante la ocupación, fueron expulsados de sus periódicos, pero el número de condenados fue mínimo.
En Luxemburgo, como mencionamos en otro lugar, hubo cuatro ejecuciones. Una de las victimas fue el profesor Damien Kratzenberg, director de la "Volksdeutsche Bewegung", que no fue acusado de acto inhumano alguno, pero que había optado por la germanización del Gran Ducado en sus libros. Lo hemos dicho y lo repetimos una vez más: el delito de opinión está muy mal visto en las llamadas "democracias ".
En general, la depuración intelectual presentó caracteres similares en todos los países occidentales. Algunos casos singulares merecen, empero, una atención especial. El caso de Knut Hamsun, por ejemplo. Hamsun, Premio Nobel de Literatura, en una época en que tal premio tenía, todavía, una significación real, era generalmente reconocido como el más grande escritor escandinavo contemporáneo. Hamsun, cierto es, apoyaba al gobierno de Quisling, y era acendradamente antisoviético. En una ocasión solicitó audiencia a Hitler para solicitar la retirada de Noruega del Gauleiter Terboven, a quien execraban todos los noruegos, ya fuesen fieles al Rey exiliado, ya a Quisling. Según Sérant,
"la audiencia supuso para el escritor una amarga decepción, pues el Führer se perdió en consideraciones generales sin prestar atención a los propósitos del escritor. A pesar de esas decepcionante experiencia, no por ello dejó Hamsun de arraigarse en sus convicciones" [716].
Cuando el mundo supo la muerte de Hitler, algunos días antes de la capitulación del III Reich, Hamsun publicó el siguiente homenaje al difunto Führer:
"Yo no soy digno de elevar la voz a propósito de Hitler; su vida y sus actos no invitan a manifestar emociones. Era un guerrero; un guerrero para la Humanidad; y, para todas las naciones, el predicador del Evangelio del Derecho. Era un reformador de la más alta condición.
El Destino le ha hecho desplegar su acción en una época de brutalidad sin precedentes; esa brutalidad que, finalmente, le ha abatido. Así es como el europeo medio debe considerar a Hitler; nosotros, sus partidarios, nos inclinamos ante sus restos".
A partir del momento de la rendición alemana, Hamsun fue arrestado. Juzgado, fue condenado a treinta días de cárcel y fue declarado "indigno nacional". Al salir de la cárcel se le infligió, a sus ochenta y seis años, el ultraje de internarle en un asilo psiquiátrico. A su esposa, que nunca intervino en política, la condenaron a tres años de trabajos forzados y, a la muerte del escritor, el Estado le arrebató su pensión de viudedad.
Otro caso particularmente vergonzoso fue el de Ezra Pound, el mejor escritor norteamericano de su época y uno de los mayores genios de la Literatura contemporánea. La guerra le sorprendió en Italia, donde vivía regularmente. Habló por los micrófonos de la radio italiana, acusando a Roosevelt, a Churchill y a la Alta Finanza Internacional de haber provocado la guerra.
Pound fue hecho prisionero por sus compatriotas. No sólo fue internado, sino que conoció el suplicio. Después de haberle metido en una celda de condenado a muerte, se le encerró en una Jaula, abandonándole en medio del campo; el gentío de los alrededores, debidamente aleccionado por las células comunistas, vino a desfilar ante el, cubriéndole de injurias y de escupitajos. A continuación se le transfiere a una celda, completamente aislado, y a oscuras, permaneciendo en la misma varios meses, antes de ser repatriado a los Estados Unidos. Al llegar a su patria fue entregado a una comisión de psiquiatras que ordenaron su internamiento en un asilo. Pound, no obstante, continuaba escribiendo y sus obras bastaban para demostrar que no era lo que se pretendía que fuera. Por fin, en 1958, tras una vigorosa campaña de varios escritores, con Hemingway a la cabeza, Pound fue autorizado a abandonar el asilo.
Inglaterra, la patria del Liberalismo, también conoció la lucha contra los intelectuales y contra la Libertad de opinión. El caso más extraño fue el de John Amery. Pertenecía a la mejor sociedad británica y su padre, Lord Amery, formaba parte del gabinete Churchill en calidad de Ministro de Asuntos Indios. El joven John Amery actuó como periodista en España, en donde permaneció hasta 1940. Luego pasó a Francia, donde entró en contacto con los líderes colaboracionistas franceses Marcel Déat y Jacques Doriot. Desarrolló una serie de conferencias radiofónicas con destino a su patria, invitando al pueblo ingles a deponer a Churchill y a concluir la paz con Alemania. Luego, se alistó en la "Legión Saint George" que combatió contra los soviéticos. En su proceso, que tuvo lugar el 28 de Noviembre de 1945, Amery dijo que no reconocía a un tribunal más judío que inglés el derecho a juzgarle. En consecuencia, no respondió a ninguna de las preguntas del Tribunal ni se tomó la molestia de explicar su actitud.
Condenado a muerte, fue colgado algunas semanas más tarde. Tenía 33 años de edad. Su destino no tuvo repercusión alguna en la carrera política de su padre, que continuó siendo ministro de Indias hasta que su partido perdió las elecciones y el gabinete se disolvió.
William Joyce, al que los ingleses llamaban "Lord Haw Haw", hijo de padre irlandés y madre inglesa, había nacido en Nueva York. Desde muy joven vivió en Inglaterra y se alistó en el partido de Mosley, aunque en 1937 rompió con éste para crear un grupo disidente: el Partido Nacionalsocialista Británico. En 1939 se trasladó a Alemania y solicitó la nacionalidad alemana, que rápidamente obtuvo. Fue el comentarista principal de las emisiones de la radio alemana, con destino a Inglaterra. Nunca atacó a su anterior patria. Sólo aconsejó a sus ex-compatriotas que instaran a su gobierno a que hiciera la paz con Alemania y se uniera a ésta en la lucha contra el bolchevismo. Capturado por los ingleses al final de la guerra, fue condenado a muerte, por "traición" y colgado. Dejando de lado que no comprendemos cómo en una supuesta "democracia" puede condenarse a alguien por aconsejar que se haga la paz [717], queda el hecho de que difícilmente pueda ser "traidor" un extranjero como Joyce, naturalizado alemán.
Chuter Ede, Secretario de Estado británico para la Información manifestó que el número de ingleses acusados de traición y colaboración con el enemigo se elevaba a 125 [718]. Entre los británicos que fueron acusados de traición hay que señalar el caso del célebre novelista P.G. Wodehouse. El 15 de Junio de 1941, la B.B.C. acusaba al novelista de "haberse postrado a los pies de Hitler" y de "haber vendido su honor a cambio de una vida cómoda". Esta información suscitó una profunda indignación en el país, en el cual Wodehouse era uno de los escritores más populares. Unos pilotos de la R.A.F., no se sabe si con autorización o sin ella, partieron en misión para bombardear la casa de Wodehouse en Touquet, pero destruyeron, por error, la casa vecina.
En efecto, Wodehouse residía desde hacía varios años en Francia. En realidad, el novelista se limitó a grabar unas charlas, en las cuales contaba, con su gracia habitual, algunas de sus aventuras y, en especial las de 1940, en la Francia ocupada y, más tarde, en la Zona libre,
gobernada por el régimen de Vichy. Los alemanes difundieron esas charlas en la serie de emisiones con destino a Gran Bretaña. A Wodehouse le salvó de ir a la cárcel el apoyo masivo de sus colegas ingleses, en especial de Evelyn Waugh [719].
Otro caso que llegó a ser célebre fue el del escritor Sisley Huddleston, inglés, escritor de calidad, aunque silenciado por la critica de la post-guerra. Este inglés vivía en la Costa Azul cuando estalló la guerra y, como dice Sérant [720] "era uno de esos ingleses que hacen de Francia su segunda patria", como le sucedió a Chesterton. En 1940, tras la derrota francesa, se negó a regresar a Inglaterra. "Me parecía -escribe al evocar ese período- que eso era el fin de mi propia vida...Sin dejar de ser inglés tenía en ese momento la convicción de ser más francés que inglés". Huddleston se oponía a la política de Churchill, al que llamo asesino tras el ataque inglés contra la flota francesa en Mers-el-Kebir. Pero a Churchill le llamaron entonces asesino cuarenta millones de franceses. Por cierto que Huddleston solicitó y obtuvo la nacionalidad francesa. A la Liberación de Francia se refugió en Mónaco, pero las autoridades del Principado accedieron a la extradición hecha por las autoridades francesas. Huddleston fue condenado a cinco años de cárcel, por "simpatías hacia los ocupantes", lo cual no era cierto pues Huddleston era mas bien partidario de la política "esperista" y, en el fondo, antialemana, del Mariscal Pétain.
La psicosis de la persecución contra los intelectuales alcanzó incluso a los países neutrales.
En Suiza, por ejemplo, el periodista y escritor Georges Oltramare, fue condenado a tres años de cárcel por haber escrito en su revista ginebrina Le Pilori que el principal enemigo de Europa era el Bolchevismo. En cuanto a Frank Burri, escritor y animador del "Nationale Bewegung des Schweitz", que reclamaba unas democráticas elecciones generales en Suiza, para consultar a los cantones sobre si deseaban continuar formando parte de la Unión Helvética o bien preferían integrarse a Francia, Alemania o Italia, fue condenado a veinte años de cárcel. Esa dureza de las autoridades judiciales suizas contrastó poderosamente con la magnanimidad mostrada hacia el otro bando. Por ejemplo, las autoridades del Cantón de los Grisones amnistiaron al israelita David Frankfurter, convicto y confeso del asesinato de Wilhelm Gustloff, el Presidente de la Asociación de Alemanes Residentes en Suiza. Para un asesino, la amnistía. Para un escritor, la cárcel. Y esto, en un país "neutral" [721].
NOTAS
[708] Louis Marschalsko: "World Conquerors".
[709] Louis Marschalsko: "World Conquerors".
[710] Ibid. ld. Op. Cit
[711] Tanto Mauriac como Sartre solicitaron y obtuvieron el favor de las autoridades ocupantes, pero tuvieron la habilidad de olfatear a tiempo el cambio bélico-político en 1943. (N. del A.).
[712] Troyat era judío. Era lo que quedaba por ver; un judío pro-nazi (!!!).(N. del A.)
[713] Todavía en 1960, al escritor rumano Vintila Horia, al que un jurado literario había concedido el " Premio Goncourt", se le retiró dicho premio porque el " Comité France-Israel " desarchivó unos artículos escritos por él, veinte años antes, y juzgados antisemitas. (N. del A.).
[714] "L´intransigeant", Paria, 13-III-1948.
[715] Culpable de esa orden ridicula fue el Jefe de las tropas de ocupación. General Von Falkenhausen que, en cambio, tuvo mucha, manga ancha con los pistoleros de la "resistencia". Es curioso, pero innegable; donde la ocupación era dirigida por elementos del N.S.D.A.P. habían menos problemas que cuando era un general hiper-nacionalista, con monóculo, quien se ocupaba de esas funciones. (N. del A.)
[716] Paul Sérant: "El destino de los vencidos", pág. 301
[717] Numerosos periodistas y casi la mitad de senadores de los Estados Unidos aconsejaron hace pocos años que se hiciera la paz en el Viet-Nam y -que sepamos- ninguno de ellos fue ahorcado. (N. del A.)
[718] "The Times", Londres, 11-IV-1946
[719] Durante varios años, no obstante, a Wodehouse se le hizo el " black out " más completo. Sus libros fueron retirados de las bibliotecas públicas y dejaron de editarse sus obras. Wodehouse se fue a residir a los Estados Unidos donde culminó una fecundísima labor literaria. (N. del A.)
[720] Paul Sérant: " El destino de los vencidos", pág. 233-234.
[721] Durante la guerra, Suiza había acogido liberalmente a los refugiados antinazis y antifascistas, y a unos 25.000 israelitas de todas las nacionalidades. A comienzos de 1945 los europeos amenazados por la depuración antifascista creyeron que podrían beneficiarse de esa misma hospitalidad. Se equivocaron. A la Sra. Mussolini le fui negada la entrada. También a Jean Herold-Paquis, que fue entregado a los franceses, a sabiendas de que le iban a fusilar. (N. del A.). |
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