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Piden hasta ocho años por vender material nazi en una librería de Barcelona
02 mar 2009
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Font: Diario Que
( http://www.que.es/barcelona/200903021102-piden-ocho-anos-vender-material )

La Audiencia de Barcelona acoge a partir de hoy el juicio contra los responsables de la desaparecida Librería Kalki de la capital catalana y de una editorial de Molins de Rei por comercializar libros y productos de ideología nazi. Los cinco acusados se enfrentan a penas de entre cinco y ocho años de cárcel y multas de hasta 27.000 euros.

En su escrito de acusación, el fiscal sostiene que, enero y julio de 2003, los procesados vendieron, a través de la librería --en la calle Argenter del barrio de Sant Pere-- y de su página web, todo tipo de publicaciones en las que se niega el genocidio sufrido por los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

Algunos de los libros también incitan a la discriminación, la exclusión y la eliminación de distintos grupos raciales, y exaltan y justifican los regímenes fascistas totalitarios basados en la supremacía de la raza aria. La venta de este tipo de libros constituye, para el fiscal, un delito continuado de difusión de ideas genocidas y otro contra los derechos fundamentales y las libertades públicas.

El fiscal pide que se condene al responsable de la Librería Kalki, Óscar P.G., al propietario de la editorial, Juan Antonio L.S., y al presidente del Círculo de Estudios Indoeuropeos (CEI) --una asociación de ideología neonazi camuflada como ente cultural sin ánimo de lucro--, Ramon B.P., a cinco años de prisión por esos dos delitos, así como a una multa de 7.200 euros para el primero y de 10.800 euros para los otros dos.

Carlos G.S., que en mayo de 2004 también fue detenido como integrante de la cúpula del CEI --cuya delegación catalana era presidida por Óscar P.G.--, se enfrenta a una pena de cuatro años de cárcel y una multa de 7.200 euros por los mismos delitos.

Además, el fiscal pide que se condene a Óscar P.G. y Carlos G.S. a un año y medio de cárcel y una multa de 9.600 euros por un delito de asociación ilícita, y a Ramon B.P., a tres años de prisión y 16.200 euros de multa. El fiscal pide que se absuelva a un quinto acusado, Juan Carlos G.M.

Las investigaciones empezaron a finales de 2002 tras tener conocimiento de que, a través de la librería y de la editorial, se distribuía este tipo de material. La citada librería vendía los libros editados por la empresa editorial, por lo que los Mossos establecieron un vínculo profesional y comercial entre los dos detenidos.

En los registros practicados, los agentes intervinieron 10.000 libros, cintas de vídeo, revistas, publicaciones en otras lenguas, "fanzines" y esvásticas. La mayoría de las publicaciones se distribuían en Europa, sobre todo en Francia y Portugal, así como en Sudamérica, principalmente en Chile.

El juicio que empieza hoy es el segundo que se celebra por la comercialización de material de ideología nazi en una librería catalana. El primero en sentarse en el banquillo de los acusados por este tema fue el propietario de la Librería Europa del barrio de Gràcia de Barcelona, Pedro Varela, quien fue condenado a siete meses de cárcel después de que el Tribunal Constitucional le rebajara la pena.
Mira també:
http://www.nodo50.org/rosadefoc/articles.php?cat_id=1
http://www.nodo50.org/rosadefoc/readarticle.php?article_id=52

This work is in the public domain

Comentaris

Re: Piden hasta ocho años por vender material nazi en una librería de Barcelona
02 mar 2009
http://www.libertaddigital.com/sociedad/piden-hasta-ocho-anos-por-vender/

PD: Ojo amb l'anunci de "Por qué dejé la izquierda"
Re: Piden hasta ocho años por vender material nazi en una librería de Barcelona
02 mar 2009
em "mein kampf" el vaig comprar jo al mercat de Sant Antoni o fa massa. Quina democracia es aquesta?
Re: Piden hasta ocho años por vender material nazi en una librería de Barcelona
02 mar 2009
Y para cuando el cierre de la libreria Europa!???
PANDILLA DE IPOCRITAS!f
Re: Piden hasta ocho años por vender material nazi en una librería de Barcelona
02 mar 2009
Quina mena de democràcia és aquesta dius ?

La Democràcia és un sistema de valors que es va implantar tallant caps i ensenyant-los ensangonats a un públic histèric i amb sed de venjança. Que et pensaves que ser democrata es igual a ser hippie ? la Democràcia no és tolerant amb tot ...

Apa ara els antidemocrates ja em podeu criticar jejjejje
Re: Piden hasta ocho años por vender material nazi en una librería de Barcelona
02 mar 2009
Doncs jo crec que el Meimp Kampf s'hauría de poguè comprar i estar disponible a les biblioteques públiques. M'he llegit algun fragment i diu grans animalades, però s'ha d'entendre el context perquè va triomfar el nazisme: Un país destrosat per la Gran Guerra i humiliat per les potències vencedores a pagar, reduïr el seu territori i el seu exèrcit. Amb això no justifico el nazisme ni tampoc que el poble alemany votés el NSDAP (tot i que s'ha de dir que no va treure majoria absoluta). És important conèixer-ho tot fins i tot les ments dels personatges més sinistres, si volem evitar que torni a pasar. No hem de tenir por, només el coneixement ens farà lliures! Nazis mai més!

Visca l'anarquia!
Re: Piden hasta ocho años por vender material nazi en una librería de Barcelona
02 mar 2009
"Un país destrosat per la Gran Guerra i humiliat per les potències vencedores a pagar, reduïr el seu territori i el seu exèrcit."

Ep ! Segur que ets anarquista tu ?
Re: Piden hasta ocho años por vender material nazi en una librería de Barcelona
02 mar 2009
El nacionalsocialisme va vèncer perquè el poble ja n´estava fins als collons de tanta opressió dels vencedors(no sabíen el que els vindría després de 1945)no va vindre per racisme, encara que llavors la majoría de la gent es consciencià amb l´ ideal racista. 12 anys de fidelitat de milions de alemanys que lluitaren fins al final sense haver-hi apenes dissidencia de cap tipus(els que van fer l´atemptat a Hitler no eren comunistes ni anarkos, eren aristòcrates de dretes, catòlics i adinerats)i els milions de voluntaris que a tota Europa s´allistaren per defensar el Tercer Reich no s´explica ni amb dos frases ni de la manera tant simplista que tots parleu d´aquesta epoca històrica. Si sapiguesseu alguna cosa més del Nacionalsocialisme sabrieu que els ideals nazis apart del Mein Kampf on es reflectiren plenament i s´aplicaren fóu sobre la obra de Gottfried Feder, i com no, dels escrits de gent com el Walter Darré, el Julius Streicher o el Alfred Rosemberg per posar alguns exemples. Un oviment tant ampli i amb tants milions de seguidors no era tot homogeni i idèntic sinò absolutament heterogeni i carregat de faccions, de tendències i això explica les purgues internes, els exilis de gent del NSDAP, la lluita dels nacional revolucionaris, el moviment Wanderwogell o la segona revolució que preconitzaven les SA.
Si voleu saber les causes que portaren al Nacional Socialisme al poder teniu que partir des del Tractat de Versalles, allò fóu el principi. Aqui us poso un text bastant aclaridor de les causes i el perquè de tot o de quasi tot.
VERSALLES
El Tratado de Versalles es un dictado
de odio y de latrocinio.

STALIN

Cuando el 11 de noviembre de 1918 se firmó el Armisticio en Compiégne fue con la condición explícitamente aceptada por los países Aliados de que, en el subsiguiente tratado de paz se aplicarían los catorce puntos de Wilson, solemnemente proclamados como finalidad de guerra de los Estados de la Entente.
Las circunstancias bajo las cuales el Armisticio fue firmado deben ser tenidas muy en cuenta. El Alto Mando alemán no solicitó el Armisticio por que sus ejércitos hubieran sido derrotados. En el transcurso de los cuatro años que duró la guerra, las tropas alemanas y austrohúngaras lucharon siempre en territorio extranjero; en Bélgica, Francia, Italia, Serbia, Rumania, Grecia. Rusia... Los Ejércitos Centrales nunca fueron vencidos en el campo de batalla, ni siquiera en Verdún, donde la heroica resistencia de los franceses hizo fracasar la ofensiva de Von Falkenhayn, pero sin que en el contraataque que siguió pudieran los galos obtener ventaja alguna. El Gobierno alemán solicitó el Armisticio por que los grupos "espartakistas" y comunistas de Rosa Luxembourg y Liebknecht estaban convirtiendo la retaguardia alemana en un campo de batalla y amenazaban con desatar una revolución generalizada del mismo tipo que la sobrevenida en Rusia un año atrás. Por otra parte, la entrada en guerra de los Estados Unidos convertía en problemática una rápida victoria germánica, y una victoria rápida era imprescindible si se quería evitar que la amenaza bolchevique interior degenerara en un cáncer imposible de controlar. Berlín pidió el Armisticio sobre la base del programa de Wilson, esto es, de una «paz sin vencedores ni vencidos», para poder dedicar todo el peso de su esfuerzo contra el bolchevismo interior y el que se insinuaba, amenazador, en las fronteras orientales del Reich.
El Armisticio fue firmado como preludio de una paz negociada. Es extremadamente importante tener bien presente este hecho, porque un Armisticio acordado en tales condiciones es muy diferente de una rendición incondicional.
«La guerra no debe terminarse con un acto de venganza. Ninguna nación, ningún pueblo deben ser robados o castigados. Ninguna anexión, ninguna contribución, ninguna indemnización.» Éstas sabias y generosas fórmulas, que hicieron que el ingenuo Estado Mayor alemán depusiera las armas, creyendo en la palabra de honor y en las promesas de los estadistas aliados, promesas ratificadas bajo firma en el Armisticio de Compiégne, constituyeron, sin duda alguna, el mayor crimen político de la Historia de Europa y prepararon con matemática certeza, la siguiente conflagración mundial.
Bien sabido es que el vencedor se arroga todos los derechos y que dicta la paz. A pesar de todas las fórmulas altisonantes, eslóganes más o menos manidos para narcotizar incautos y reclutar carne de cañón, los "tratados" de paz no son más que la continuación de la guerra por medios diplomáticos, y su finalidad no es determinada por una especie de «justicia inmanente», sino por el objetivo perseguido por las potencias vencedoras.
No obstante, conviene recordar que, en 1871, al final de la guerra francoprusiana, que terminó con la más completa derrota francesa, el canciller Bismarck no exigió más que la devolución de AlsaciaLorena y una módica reparación de guerra. Alemania no le robó ningún territorio a Francia (1) ni creó, a su alrededor, un «cordón sanitario» de estados artificiales y hostiles, ni la forzó a «reconocer», bajo el chantaje del bloqueo por hambre, su «exclusiva culpabilidad» en el desencadenamiento de la guerra. Alemania no atentó contra el rico e indefenso imperio colonial francés; antes bien, aún facilitó a Francia la posibilidad de una expansión colonial a fin de que se resarciera de sus pérdidas en Europa y recompusiera su prestigio de gran potencia... Sesenta años atrás, cuando el primer Napoleón fue derrotado por una coalición de la que las germánicas Prusia y Austria formaban parte preponderante, Metternich fue el mejor abogado de Talleyrand frente a las exigencias inglesas, y Francia, inerme y a merced de una poderosa coalición de vencedores, fue respetada en la integridad de su territorio metropolitano. Pero la xenófoba actitud de los políticos de París, rencorosos hasta el ridículo, contribuyó poderosamente, en 1918 - con el apoyo de una Inglaterra antieuropea y una Norteamérica desconocedora de los problemas de nuestro continente - a la eclosión del llamado «Tratado de Versalles», uno de los documentos más inicuos que fueron jamás rubricados por representantes de naciones civilizadas.


EL CHANTAJE DEL BLOQUEO POR HAMBRE


En el Armisticio de Compiégne los vencedores estipularon que el Tratado de Paz debería firmarse dentro de un plazo de treinta y seis días, notoriamente insuficiente para resolver todos los problemas planteados. Cada prolongación del estado de Armisticio debía ser comprada por Alemania con nuevas concesiones: entregas de carbón, de material ferroviario, de productos alimenticios, de patentes de invención, de maquinaria... Entre tanto, los revolucionarios de Alemania alentados y subvencionados desde fuera desencadenan una serie de revueltas que obligan a la Wehrmacht a dedicarles toda su atención. Puede afirmarse que, sin la acción de los bolcheviques a finales de 1918, y en vista del engaño que se insinuaba, el Estado Mayor alemán habría continuado las hostilidades. En Compiégne, Alemania había firmado un Armisticio sobre la base de los puntos de Wilson, es decir, prácticamente, una pazempate. Pero entre Compiégne y Versalles, la Entente falta a sus compromisos, se aprovecha - alentándola óde la Revolución bolchevique en Alemania, y del tiempo ganado, que permite la llegada de nuevos contingentes norteamericanos a Francia, y modifica fundamentalmente la situación a su favor. En noviembre de 1918, cuando se firma el Armisticio de Compiégne, el Ejército alemán invicto, puede oponerse a una abusiva explotación de la victoria aliada. Pero en febrero de 1919, la Wehrmacht debe luchar en el frente interior contra los rojos y, por otra parte, la Entente ha ganado un tiempo precioso. Londres y París - y ciertas fuerzas internacionales que se mueven entre bastidores - explotarán el nuevo estado de cosas.
El chantaje aparece crudo y descarnado cuando Inglaterra y Francia deciden iniciar el bloqueo por hambre para apoyar sus exigencias, cada vez más desorbitadas. Winston Churchill, primer Lord del Almirantazgo, declara:
«Continuemos practicando el bloqueo por hambre con todo su rigor. Alemania está a punto de perecer de hambre. Dentro de muy pocos días estará en pleno colapso... entonces será el momento de tratar con ella» (2).
Unos días después, Alemania debe entregar toda su flota mercante a Inglaterra. La flota de guerra seguiría unos días después. Francia, por su parte exige el desmantelamiento de centenares de fábricas, y destruye todo lo que no puede llevarse.
En vano el mariscal Haig, comandante supremo de las fuerzas británicas aconseja poner fin a los abusos y no herir sin necesidad la dignidad del pueblo alemán. Lloyd George, Churchill y su «clique» le recuerdan que sus deberes de militar terminaron con el «alto el fuego». Ahora la palabra es de los políticos, que incluso empiezan a pelearse entre ellos por el derecho a la mayor cantidad posible de despojos del vencido. Es imposible imaginar una más cínica violación de unos acuerdos rubricados solemnemente. La Cruzada del Derecho y la Democracia se ha transformado en un Patio de Monipodio. Los acuerdos de Compiégne ya no cuentan para nada. Clemenceau proclamará, sin ambages: «Los acuerdos pasan, pero las naciones quedan».
Pero hay que adoptar una apariencia de legalidad. Hay que convencer al hombre de la calle de que, siendo Alemania culpable de la guerra, justo es que sobre sus hombros caigan todas las cargas de la misma. Por eso en el «tratado» se incluye una cláusula que dice: «Las potencias aliadas declaran, y el Gobierno alemán solemnemente admite, que la culpabilidad total en el desencadenamiento de la guerra incumbe a Alemania».
El conde BrockdorffRantzau, jefe de la Delegación alemana en Versalles, abandona su puesto, alegando que su concepto del honor le impide apoyar, con su firma, una tal enormidad.
Pero nuevamente Inglaterra y Francia amenazan con una reanudación del bloqueo y la ocupación «sine die» de territorios que, incumpliendo los acuerdos del Armisticio de Compiégne, han invadido, sobre todo en Renania y Baviera.
Von Haniel, sustituto de Brockdorff Rantzau, anuncia que «Alemania se doblegará a todas las exigencias de sus enemigos: algunas de las cláusulas del Tratado sólo han sido incluidas para humillar a Alemania y a su pueblo. Nos inclinamos ante la violencia de que somos objeto por que después de todo lo que hemos sufrido, no disponemos ya de ningún medio para contestar. Pero este abuso de la fuerza no puede empañar el honor de Alemania».
Ciertos juristas de ocasión se rasgarán, años más tarde, sus democráticas vestiduras cuando Hitler, solemnemente, declare nula la cláusula de la culpabilidad exclusiva de Alemania en la primera hecatombe mundial.

EL «DIKTAT»

El 28 de junio de 1919, forzada por el chantaje del hambre y la ocupación militar extranjera, Alemania ponía su firma al pie del Tratado de Versalles. Otros cuatro «diktats» eran impuestos a Turquía, Hungría, Austria y Bulgaria: los de Sévres, Trianon, Saint Germain y Neuilly.
Los vencedores no sólo incumplieron su palabra, empeñada en Compiegne, sino también el preámbulo y articulado del Pacto de la Sociedad de Naciones, redactado el 28 de abril de 1919. A pesar de que los países de la Entente se habían comprometido a «no llevar a cabo una política de anexiones» y habían solemnemente declarado que «ningún territorio será separado de otro si no es con la expresa voluntad y aquiescencia de sus habitantes».


a) Francia se anexionó el Reichland (Alsacia Lorena) con 14.500 km.2 y 1.950.000 habitantes.

b) Bélgica se incorporó las comarcas de Eupen, Moresnet, Malmedy y St. Vith, con 1300 km.2 y 130.000 habitantes.

c) El territorio de Memel (2.150 km.2 y 141.000 habitantes) fue separado del Reich y administrado por Francia como territorio autónomo, hasta que en 1924 la Sociedad de las Naciones se lo atribuyó a Lituania.

d) Dinamarca se anexionó el Schleswig del Norte, con 4.200 km.2 y 75.000 habitantes.

e) Polonia, estado inexistente desde 1795, fue resucitada por Clemenceau, con la única finalidad de completar el cerco de Alemania con países hostiles a ella. Con el único objeto de fortalecer al «gendarme» polaco, se le regalaron territorios tan indiscutiblemente germánicos como Sudaneu (550 km.2 y 30.000 habitantes); Posen (26.000 km.2 y 1.900.000 habitantes); Alta Silesia, riquísima región minera (3.300 km.2 y un millón de habitantes); Soldau (500 km.2 y 35.000 habitantes); más una porción de la Prusia Occidental, con el control efectivo de la teóricamente «Ciudad Libre» de Dantzig (17.700 km.2 y 1.300.000 habitantes).

f) Checoslovaquia, otra invención de los versallescos aprendices de brujos, recibió el territorio de los Sudetes (unos 15.000 km.2) que contenía unos 3.200.000 alemanes.

g) El territorio del Saar fue colocado bajo administración francesa, con la condición de que, al cabo de «un cierto tiempo», se consultaría democráticamente a los habitantes sobre si deseaban formar parte de la República francesa o bien preferían reincorporarse al Reich. Francia explotaría esa rica región minera durante catorce años. En 1933, la inmensa mayoría de los votantes se decidieron por el retorno a la soberanía alemana, pese a las medidas policiacas arbitradas por París para tratar de quedarse con el Saar por el cómodo sistema de la prescripción histórica.

h) La Renania fue ocupada, unilateralmente, por tropas francesas, desde diciembre de 1918 hasta mediados de 1920 y, posteriormente, otra vez, en 1923, en dos incursiones de rapiña y saqueo que fueron calificadas por Sir John Simon, ministro británico de Asuntos Exteriores, de piratería. El «diktat» autorizaba a Francia a estacionar tropas en Renania durante tres años, para controlar la producción de acero y, a la vez, como garantía del pago de las reparaciones de guerra.

i) Basándose en el tan cacareado «derecho de los pueblos a disponer de sí mismos», la antigua monarquía de Austria Hungría, piedra básica de centroeuropea, fue desmembrada, si bien en ningún caso se consultó a las poblaciones interesadas sobre la orientación que deseaban dar a su destino. Violando, por enésima vez, sus propios principios y promesas, incumpliendo el articulado del Pacto de la Sociedad de Naciones, creado por ellos mismos, los estadistas democráticos se sacaron de su manga de prestidigitadores un nuevo naipe: Yugoslavia, que englobó los territorios de Montenegro, Croacia, Eslovenia, Bosnia, el Bánato - arrebatado a Hungría ó, Macedonia Occidental, Herzegovina, Serbia (3), la Estiria del Sur y porciones de Carintia y Carniola, con una población germánica de casi doscientos mil habitantes y una extensión de 2500 km.2

j) Para contentar al aliado italiano, se le concedieron los dos puertos austrohúngaros del Adriático, Fiume y Trieste, atropellando, una vez más, el derecho de la libre disposición de los pueblos.

k) El Tirol del Sur, con mayoría de población austroalemana, fue atribuido a Italia.

l) Tracia fue arrebatada a Bulgaria en beneficio de Grecia.

m) A pesar de su mayoría de población magiar, y en contra del deseo expreso de ésta (manifestado en la Dieta de Carlsberg, de 1º de diciembre de 1918), Transilvania fue adjudicada a Rumania. Sin consultar al «pueblo soberano» le fueron, también, atribuidas a Rumania la Besarabia y la Bukovina, así como los dos tercios del Bánato (el tercio restante fue para Yugoslavia).

n) El imperio otomano fue reducido a su núcleo de Anatolia, más Estambul y una pequeña área anexa, en el continente europeo.

o) Para contentar al aliado griego, se le adjudicó el territorio de Argyro Castro, en Albania, más como Italia consideraba que sus hazañas en la Cruzada del Derecho y la Democracia no habían sido suficientemente bien pagadas en el Adriático, los albaneses debieron cederles - huelga decir, que sin consulta popular - el territorio de Vallona.

p) A pesar de que Lituania, Letonia y Estonia eran países que habían sido paulatinamente ganados para Europa merced al concurso del genio germánico que en diversas ocasiones neutralizó la influencia eslava que amenazaba desbordarse en el Báltico, y sin tener en cuenta que el Tratado de Brest Litovsk la Dieta de Wilna reconocían a Lituania y Letonia como parte integrante del Reich, el Tratado de Versalles decidió, unilateralmente, la independencia de esas tres inviables repúblicas del Báltico.

q) Eslovaquia, a pesar del deseo notorio de sus habitantes de obtener la independencia nacional, había sido incluida, por fuerza, en el "Estado checoslovaco", cuya población checa, que representaba algo más del tercio del total, dominaba a los dos tercios restantes - apoyándose en las cláusulas de Versallesó, compuestos de alemanes, eslovacos, ucranianos y húngaros.


Estas son, a grandes rasgos, las alteraciones territoriales promovidas por el Tratado de Versalles y sus anexos. La fisonomía de Europa fue desfigurada por una buena treintena de golpes de bisturí, que crearon otros puntos de fricción entre la mayor parte de los países del Viejo Continente. Por otra parte, la balcanización general - siete nuevos estados independientesó añadía una pincelada más al cuadro del desorden el desconcierto generales. Se crearon "ex nihilo" nuevas naciones, como Checoslovaquia y Yugoslavia. Se resucitaron otras, como Polonia, Lituania, Letonia y Estonia... pero se olvidaron viejas naciones auténticas, como Ucrania, Macedonia, Eslovaquia y Croacia. . . En algunos casos, y en un intento de cubrir las apariencias, los vencedores pretendieron justificar sus anexiones mediante la celebración de plebiscitos falaces. En la Alta Silesia, por ejemplo, se procedió a la expulsión de los alemanes de aquella región, y luego se consultó a los componentes de la minoría polaca y a las tropas de ocupación de Pilssudski si deseaban integrarse en el nuevo Estado polaco. En el Schleswig, los partidarios de continuar formando parte del Reich obtuvieron la victoria en las elecciones - controladas por tropas coloniales francesas - por 97.000 votos contra 69.000. Entonces, a propuesta de Clemenceau, la Comisión de Embajadores encargada de la interpretación de los resultados del escrutinio trazó, arbitrariamente, dos zonas: Norte y Sur, adjudicando la segunda a Alemania y la primera a Dinamarca.
La vieja política francesa, consistente en crear estados imaginarios e inviables alrededor de Alemania, tuvo su culminación en Versalles: aparte de desenterrar al viejo fantasma polaco y de inventarse dos mons
truos de la geopolítica Checoslovaquia Y Yugoslavia, a los que se cebaba con extensos territorios de población con mayoría germánica, Francia se instalaba en la orilla izquierda del Rin, con las miras puestas en el Saar y la Renania, y se entregaban más tierras alemanas a Dinamarca y Bélgica, transformándolas "volens nolens", en enemigas naturales de Alemania. Holanda debía, igualmente, formar parte del anillo antialemán, según los planes de Clemenceau. En efecto, el viejo "Tigre", tan generoso con las posesiones de los demás, quería entregar la comarca de Ems a los holandeses, pero éstos renunciaron a ese «regalo envenenado».
A pesar de que Inglaterra y Francia «no hacían una guerra de anexiones» - según frase del Premier Asquith - se repartieron el imperio colonial alemán y las posesiones otomanas en Africa y el Oriente Medio, sin preocuparse poco ni mucho de consultar democráticamente a los colonos blancos ni a las poblaciones indígenas interesadas. Diversos estadistas británicos, Asquith, Chamberlain, Bonar Law y Lloyd George entre otros habían públicamente prometido que Inglaterra no dirigía una guerra de conquistas. Lord Asquith había declarado, en la Cámara de los Comunes: «No deseamos aumentar la carga de nuestro imperio, ni en superficie territorial, ni en responsabilidades» (4).
El despojo de las colonias alemanas representaba una nueva violación de los acuerdos del Armisticio y, concretamente, del 2º punto de Wilson, en que se estatuía que «pueblos y provincias no deben pasar de una soberanía a otra como apuestas que se pierden o se ganan sobre una mesa de juego, en la cual se ventila el equilibrio de los poderes interiores».
He aquí cómo Inglaterra «aumentó las cargas de su imperio en superficie territorial y en responsabilidades», faltando para ello a su palabra empeñada:


a) Africa del Sudoeste alemana, atribuida en calidad de mandato a la Unión Sudafricana, entonces miembro de la Commonwealth. Territorio de 822.876 km.2, Con riqueza ganadera y yacimientos de oro, diamantes, cobre y uranio.

b) Africa Oriental alemana (la actual Tanganyika), con 935.000 km.2 y una población indígena de 5.500.000 habitantes. Pasó bajo soberanía británica en calidad de mandato.

c) Togo Meridional y Camerún del Sur, con un total de 280.000 km.2 Territorios colocados bajo tutela británica por decisión de la Sociedad de Naciones.

d) Nueva Guinea alemana, más los archipiélagos vecinos, Bismarck, Salomón, Nueva Hannover, Bougainville, Lincoln e Islas del Káiser, atribuidos, en calidad de mandato, a Australia, miembro del Reino Unido. Extensión total de éstos territorios: 240.000 km2

e) Archipiélago de la Samoa, anexionado por la Gran Bretaña, en calidad de mandato de Nueva Zelanda, 2.700 km.2

f) Egipto, arrebatado a la soberanía otomana y colocado bajo tutela británica: 995.000 km.2

g) Chipre, igualmente sustraído al imperio otomano; 9.300 km.2

h) Palestina, anexionada en calidad de mandato: 23.500 km.2

i) Mesopotamia (Irak), arrebatada, como Palestina, al imperio otomano, y declarada mandato del Reino Unido, 375.000 km.2


En conjunto, pues, el imperio británico, abanderado de la democracia y defensor patentado del Derecho Internacional, «aumentó las cargas y responsabilidades de su imperio «con 3.700.000 km2 de territorios, de los cuales 2.280.500 fueron arrebatados a Alemania y 1.419.500 a Turquía.
El imperio francés, por su parte, se avino a aumentar, también, las «cargas» de su imperio en 681.500 km.2, de los cuales 485.000 procedían del despojo del Camerún y el Togo, arrebatados a Alemania, y los otros 196.500 del Líbano y Siria, anteriormente partes integrantes del imperio Otomano
La liquidación del imperio colonial alemán se consumó con la entrega del archipiélago de las Carolinas así como la región de Shantung, en China continental al Japón, y del territorio de Ruanda Urundi, en el Africa Central, a Bélgica.
Mencionemos que ni una sola de esas anexiones se realizó previa consulta democrática de las poblaciones interesadas, a las que se trató «como apuestas que se pierden o se ganan sobre una mesa de juego». Al igual que en el caso de las modificaciones territoriales europeas, la liquidación de los imperios coloniales alemán y otomano se llevó a cabo pisoteando los principios por los cuales los Aliados decían haber hecho la guerra y se habían comprometido a respetar.
El punto IV de Wilson, referente al desarme general, fue incorporado al Tratado de Versalles, pero en la práctica, sólo se aplicó a los vencidos. Al Reich se le autorizaba un Ejército de cien mil hombres, sin aviación, prácticamente sin flota de guerra, y sin armas pesadas. El Ejército alemán representaba, así, una décima parte del Ejército polaco. Por su parte, Francia se negó al desarme y los demás países democráticos, sin negarse oficialmente a ello, no sólo no desarmaron, sino que aún incrementaron su potencial bélico, y continuaron guerreando alegremente en los Balcanes, en Rusia, en Ucrania, en el Lejano Oriente, en Palestina y, en general, allí donde les convino.
Alemania, sola y desarmada en medio de un anillo de estados hostiles. Con el peligro bolchevique en el Este, y otro, de la misma naturaleza, y más peligroso, si cabe, dentro de casa. Con una Polonia xenófoba y envalentonada a un lado, y un Ejército de ocupación francés en el otro. No era esto lo convenido cuando el «alto el fuego»; no era esto la expresión de los «nobles ideales» por los cuales docenas de pueblos habían sido arrastrados a la guerra...
Esto no era una «paz sin vencedores ni vencidos» (5), como tampoco era una «paz sin contribuciones ni indemnizaciones» según se había convenido en Compiégne. Se obligó a Alemania a cargar con los gastos de reconstrucción de las regiones que había ocupado militarmente en Francia, Bélgica y Rumania. Esto, más o menos, podía defenderse. Lo que ya no podía defenderse tanto es que se incluyeran, en las reparaciones, los daños causados por los propios franceses en Alsacia Lorena. Y lo que ya no tenía ninguna justificación, moral o jurídica, era que se hicieran pagar al Reich los daños de guerra sufridos por las poblaciones civiles de las regiones no ocupadas. Esto era un abuso. Pero, no contentos con el abuso repetido, los democráticos campeones de la libertad y de la propiedad privada forzaron a Alemania a pagar los gastos de las tropas de ocupación en su propio territorio. El alemán tenía que trabajar para poder pagar el sueldo del senegalés que se hospedaba en su casa (6).
En Versalles no se fijó la suma total de las reparaciones que Alemania debía pagar, sino que se encomendó esa misión a una conferencia ulterior. Mientras economistas y expertos calculaban sabiamente lo que Alemania podría pagar en los siguientes cuarenta o cincuenta años, la sórdida cuestión de las reparaciones se convirtió en un arma electoral, en una subasta política. En Inglaterra Bonar Law prometió a sus electores que, si tenían el supremo acierto de votar por él, se harían pagar a Alemania no menos de cuatrocientos mil millones de marcos oro. Inmediatamente Lloyd George anunció que si el electorado tenía el buen gusto de votar por él, Alemania debería pagar cuatrocientos ochenta mil millones de marcos. Esto obligó a Bonar Law a subir hasta el medio billón. En Francia, Loucheur pujó hasta los ochocientos mil millones. Naturalmente, esa subasta sólo podía terminar con la victoria del bien conocido genio financiero judío: "Le boche payera tout», dijo Simon Klotz, ministro de Finanzas con Poincaré".
Las promesas de Wilson, las convenciones de Compiégne, y el articulado de la Sociedad de Naciones fueron arrojados a la basura. El hecho de no avenirse a fijar la cantidad que se exigiría a Alemania es la mayor prueba de las verdaderas intenciones de los vencedores. Así se reservaban el «derecho» de aplicar más sanciones a los vencidos en el caso de que éstos no cumplieran, o no pudieran cumplir, lo «pactado». Y «lo pactado» era cualquier cifra demencial que pudiera ocurrírsele a un «defensor del derecho» en plena campaña electoral. Francia fue quien, más que nadie, impidió se fijara una cifra concreta. Sus intenciones las revelaría con arrolladora franqueza Poincaré:
«Lamentaría sinceramente que Alemania pagara. Prefiero la ocupación y la conquista a embolsar el dinero de las reparaciones» (7).
Por fin, el 27 de abril de 1921, la comisión de reparaciones fijó, mayestáticamente, la cifra que Alemania debía pagar: 137.600.000.000 de marcos oro. La negativa alemana a aceptar tal astronómica cifra fue contestada con un ultimátum de Londres, el 5 de mayo de 1921, según el cual, si el Reich no reconocía esa deuda, la flota anglofrancesa reanudaría el bloqueo de Alemania, y la permanencia de los ejércitos de ocupación en suelo alemán se prolongaría sine die.
Peter Kleist escribe, a propósito de las sedicentes reparaciones de guerra:
«La suma de 132.000000.000 de marcos oro, más los 5.600 millones para pagar las deudas de guerra belgas, representaba, en total, el cuádruplo de las reservas de oro mundiales. Se correspondía, aproximadamente, con la totalidad de los bienes alemanes del año 1914. Era treinta y cuatro veces mayor que las contribuciones francesas del año 1871» (8) y eso que el Canciller de Hierro nunca pretendió que hacía la guerra "por el derecho" o "por la democracia", sino que se limitó a responder a la declaración de ruptura de hostilidades por Napoleón III. Bismarck, el difamado canciller, se limitó a recuperar la Alsacia y la Lorena y a imponer a su inerme enemigo la razonable contribución de guerra de 4.000 millones de marcos oro, que Francia pudo, con relativa facilidad, pagar en tres años,
Las incautaciones de las flotas mercante y de guerra de Alemania no se dedujeron - como hubiera sido lo lógico - de la cifra de 132.000 millones. Tampoco se tuvieron en cuenta, en el cómputo total, el valor de las patentes robadas a Alemania, ni los 11.000 millones de marcos correspondientes al valor de los bienes alemanes en el extranjero, confiscados por los vencedores ni los centenares de industrias desmanteladas por los franceses, ni el pillaje, sistemáticamente organizado, de obras de arte. Todo esto fue englobado bajo el aleatorio subtítulo de «reparaciones especiales» y pasado a beneficio de inventario.
Se obligó a Alemania a aceptar el control de la navegación fluvial en sus grandes ríos, Oder, Elba, Wesser y Rin, lo que estaba en contradicción con los principios de la recién fundada Sociedad de Naciones, que preveían la plena soberanía de cada nación dentro de su propio territorio.
Mírese por el ángulo que se quiera, el llamado "Tratado de Versalles" es indefendible, moral y jurídicamente hablando. El hecho de haberse impuesto mediante el chantaje del bloqueo por hambre, de haberse redactado quebrantando todas y cada una de las solemnes promesas anteriores y violando los principios de la Sociedad de Naciones, creada por los propios vencedores lo tacha de invalidez.
Re: Piden hasta ocho años por vender material nazi en una librería de Barcelona
02 mar 2009
NOTAS

1) Los territorios de Alsacia y Lorena habían sido anexados por Francia. haciendo caso omiso de todos los tratados anteriores, después de 800 años de formar parte de estados germánicos.
He aquí los nombres, tan franceses, de las poblaciones alsacianas de más de cinco mil habitantes: Strasbourg, Mulhausen, Reichshoffen, Pechelbronn, Wissenbou Thann, Savern Haguenau Huningen. Pablsboutg. Colmar, Altkirch, Sohirmeck, Schiltigheim Gtxebwiller, Brischen, Rrumath, Munster. Bitche, Merlebach, Niederbronn, Saarabbe. (N. del A).

(2) Declaración ante la Cámara de los Comunes, 3-III-1919.

(3) La defensa de Serbia fue el pretexto oficial de la Entente para «su» guerra. Y, vencedoras las democracias, Serbia pierde su libertad, al ser integrada, por fuerza, en el amorfo conglomerado yugoslavo. También en 1939 se haría la guerra por Polonia y, al llegar la Victoria, los polacos se convertirían en satélites soviéticos. (N. del A.)

(4) Declaración ante la Cámara de los Comunes, 2-X-1915.

(5) Mensaje de Woodrow Wilson al Senado, el 21-1-1917.

(6) Los bien conocidos abusos de las tropas coloniales francesas, benévolamente tolerados, cuando no fomentados, por las autoridades Aliadas de ocupación, fueron reconocidos por la prensa francesa de la época, con las publicaciones izquierdistas en cabeza. (N. del A).

(7) Conferencia de Prensa del 27-Vll-1922.

(8) Peter v. Kleist Auch Du warst dabei!
Re: Piden hasta ocho años por vender material nazi en una librería de Barcelona
02 mar 2009
Com diuen "al meu pueblo":

o follamos todos, o la p* al río.

Al marge de sexismes gratuïts...
llibertat d'expressió per tothom, o per ningú.
Si tan segurs estem de poder vèncer als cabrons, no hem de tenir por. Penso.

Salut i llibertat.
Re: Piden hasta ocho años por vender material nazi en una librería de Barcelona
03 mar 2009
Ediciones Nueva República, una editorial necesaria.

Cuando una persona conscientemente y por iniciativa propia elige el camino de la Alternativa Nacional y Social, sabe que debe de asumir, entre otras, ciertas consecuencias:


“Problemas en sus entornos familiares y de amistad, problemas en su trabajo, y sobretodo, deberá de asumir ser tratado como un paria por los medios de comunicación. Ver como su nombre es insultado y menospreciado; observar como se escriben hechos falsos sobre uno y que no hay muchas posibilidades de defenderse; leer mentiras, tergiversaciones y manipulaciones sobre sus actos…”

Por suerte, todos estos hechos se asumen y se convive con ellos, dándole la importancia que se merecen, pero no hay que olvidar que todas estas difamaciones llegan a mucha más gente que a la que uno puede llegar para aportar su verdad.

Ahora que ya va a empezar el juicio contra Ediciones Nueva República, ahora que ya ha empezado el circo mediático donde se pueden leer fábulas propias de cine de terror de serie B, conviene reivindicar la verdad y con ella la labor de ENR y su aportación al espacio cultural del Área, en particular, y a la cultura, en general.

Sin lugar a dudas, durante los siete años en que ENR actúa abiertamente como editorial, concretamente desde el año 2002, -aunque con anterioridad ya existía y había editado algunos libros-, el trabajo realizado ha sido más que considerable. En efecto, en un momento en que pocas editoriales se atrevían a arriesgar sus escasos medios; en unas circunstancias donde las dificultades legales se ponían aun más de manifiesto; y en definitiva, en unos tiempos en que era una locura apostar por una actividad que estaba arrinconada por la mayoría de militantes, ENR se propuso ser una editorial de referencia.

En el año 2003, como ya es de todos sabido, se produjo la tristemente conocida “Operación Reich”, ENR recibía un gran golpe a su joven y débil estructura, un golpe a todas luces –diga lo que diga la justicia- injusto, de cariz político y destinado a hundir la editorial. Con la fe puesta en seguir en su objetivo, ENR, decidió continuar su proyecto, una continuidad que fue posible gracias al respaldo de mi familia y de algunos –aunque escasos- camaradas.A día de hoy, un centenar de libros editados, doce números de la revista Nihil Obstat y seis cd’s de música, son el resultado que avala el trabajo editorial de ENR. Autores como José Luis Jerez Riesco, Erik Norling, Alberto Buela, Alain de Benoist, Jean Mabire, Eduardo López Pascual, José Luis Ontiveros, Tomislav Sunic, Joaquim Bochaca… son algunos de los historiadores, filósofos y escritores que han publicado con nosotros.

Seguramente, y como es lógico, el trabajo de ENR puede no haber gustado a todos; probablemente hemos cometido errores y equivocaciones -¿quién es el que hace y nos los comete-; es posible que aunque siempre hayamos afirmado que entre ENR y el MSR no existía ninguna vinculación, haya quien siga sin creérselo; seguramente habrá a quien le haya podido molestar la edición de un determinado libro, y a otros otro, pero lo cierto es que la variedad de miras y de ideas existentes en el Área ha quedado plasmada en la variedad de nuestros títulos y autores.


Siempre he dicho que los balances se deben de hacer al final de las etapas, y por ello a ENR se la tendrá que juzgar por lo realizado al final de su andadura.

ENR es, creo, una pieza fundamental y necesaria en el engranaje cultural y formativo del Área. Quizás los jueces del estado democrático decidan que hay que poner fin a esta pequeña estructura editorial. Sería tan solo la puntilla a una actividad del todo poco valorada, criticada u olvidada e irrelevante para muchos camaradas. Pero nuestra voluntad es la de seguir estando ahí, aguijoneando al Pensamiento Único, por ello, es justo, siempre y más en estos momentos, agradecer a todos los que de buena fe han colaborado y colaboran con ENR, a todos aquellos pocos que en ese lejano, pero tan próximo, 2003 nos ayudaron desinteresadamente, agradecer a todos aquellos lectores que siempre han sido fieles a nuestras novedades, y agradecer, también, a quienes en las últimas semanas –con la crisis que nos cae- han colaborado con ENR realizando pedidos de libros con el fin de ayudarnos económicamente para poder hacer frente a todo el proceso judicial. Han sido pocos, muy pocos, pero su gesto, que les honra, nos anima, nos hace fuertes y nos da vida para intentar seguir nuestro camino.

Apoyar a ENR no es apoyar a Juan Antonio Llopart, es apoyar a una editorial perseguida, es apoyar la formación de militantes, es apoyar la existencia de un espacio de libertad en el gran espacio de la mentira, es en definitiva, apoyar a una parte de la red cultural del Área, y apoyar la cultura en general.

ENR esta cargada de proyectos y de libros pendientes de editar. ENR molesta y por eso nos quieren silenciar. El Pensamiento Único nos persigue con más saña que a cualquier asesino, nos tratan como delincuentes por publicar libros y quieren ahogarnos económicamente para que nos veamos obligados a ceder en nuestro empeño. Por ello, con vuestro apoyo seguiremos haciendo frente a sus mentiras, a sus leyes y a sus lacayos, seguiremos defendiendo con la palabra, los hechos y los libros la alternativa Nacional y Social, la Alternativa que, más tarde o más pronto, instaurará la verdad y con ella la dignidad, la justicia y la libertad de todos nosotros.

Hoy los libros son nuestra mejor arma ¡empúñala!

Juan Antonio Llopart
Re: Piden hasta ocho años por vender material nazi en una librería de Barcelona
04 mar 2009
eso no es censura?

PD nazi tu padre (x si acaso)
Re: Piden hasta ocho años por vender material nazi en una librería de Barcelona
04 mar 2009
Em sembla que ningú ha reflexionat mínimament sobre el què he dit ...

La democràcia no és tolerància amb tot, idiotes.
Sindicat Terrassa