Son numerosas las desventajas de ser un escritor sobre el que a menudo escriben. Comencé con una llamada entusiasta a mi madre, de 81 años; esperaba compartir mi entusiasmo por un trabajo en el exterior. “Hola mamá…â€?. “Ya séâ€?, dice, “Estás en Júpiter, está en todo el Internet. ¡Dicen que estás retozando con el presidente del planeta! ¡Dicen que es anti-Tierra! Sean, ¿por qué tu cabello sale tan grande en las fotos?â€?. Pensé: “¿Falta de gravedad?â€?. “¡Eso fue lo que dijo Hannity1!â€?, dijo mi madre. Parece que las pelÃculas estadounidenses son muy populares en lugares lejanos, y uno debe bailar un poco para evitar historias más hiladas que la verdad que uno intenta contar. Sin embargo, también hay grandes ventajas.
He pasado gran parte de mis 48 años expuesto al ojo público en diferentes grados y en muchas ocasiones me he sentado en la fila del frente de la cultura popular y polÃtica. Puedo hablar de primera mano, y hasta he sido testigo, de medios a menudo mentirosos, imprudentes y satanizadores. SÃ, en muchos casos, el humo serÃa una señal precisa de fuego, pero el hecho es que nuestros más respetados medios impresos y televisivos son, en parte, fabricadores conscientes de engaños. En un caso, tengo evidencia fotográfica. Apareció ampliamente en las noticias que habÃa comisionado a mi propio fotógrafo para autopromocionar mi participación en Nueva Orleáns junto a muchos otros voluntarios tras la desgracia de Katrina. Sencillamente, eso no sucedió asÃ. Si bien la noción de autopromoción no se me ocurrió, más tarde lamenté no haber tomado algunas fotos de la devastación que vi. Probablemente llevaré a alguien conmigo para documentar la próxima cagada de los medios o del gobierno. Mientras tanto, reto a cualquiera a buscar las pocas fotos que fueron tomadas por los foto-reporteros que se han tropezado conmigo, y a encontrar una sola que haya pasado la prueba de mi escrutinio narcisista. Pero un beneficio mayor a la perspectiva ofrecida por este espectador sentado en la fila del frente es que ser una figura pública, que incluye una mente abierta a las cualidades de otros paÃses, puede brindar un acceso impresionante.
¿Quién lo hubiese pensado? Ahà estaba yo con el cabello más largo del planeta. Oh yeah. Un cabello largo, largo. Eso pasa en el trópico, crece, y crece bastante. Y ahà estaba yo con mi largo cabello estadounidense buscando la fe en la democracia de mi paÃs en el lugar más inverosÃmil. Sentado en el Salón de Protocolo en el Palacio de Convención del distrito Miramar en La Habana, todo lo que tenÃa que hacer era decirle al hombre con gafas sentado en la silla frente a mi en traje militar que estas palabras no serÃan publicadas hasta después de las elecciones estadounidenses. Y con eso, en la primera entrevista concedida a un periodista extranjero desde el comienzo de la Revolución Cubana de 1957, el presidente Raúl Castro sonrió calidamente y simplemente dijo: “Queremos a Obamaâ€?. Su renuencia inicial se debió a la preocupación de que el apoyo de un Presidente cubano podrÃa ir en detrimento de la candidatura de Obama. Y aquà es donde entra la fe: si bien Obama podrÃa convertirse en el décimo primer Presidente estadounidense en la larga historia del reino de los hermanos Castro, a pesar de las relaciones tumultuosas entre Estados Unidos y Cuba desde lo que Henry Cabot Lodge llamó “la amplia polÃticaâ€?, como una justificación de las violaciones estadounidenses a la enmienda Teller a finales del siglo XVIII; a pesar de los múltiples intentos de asesinatos de la CIA contra Fidel, su hermano mayor, las tácticas de desestabilización de Robert F. Kennedy y la BahÃa de Cochinos, la Enmienda Platt con la toma de la BahÃa de Guantánamo, e incluso a pesar de un embargo (de hecho, es un bloqueo) interminable e injustificado de Estados Unidos contra Cuba, aquà estamos en 2008, y Raúl Castro dijo que si el pueblo estadounidense, que hoy apoya al candidato Barack Obama, continúa apoyando al presidente Barack Obama, entonces “se podrÃan lograr avances importantes y productivos en Cuba y el mundoâ€?.
En lo que pensaba serÃa una breve entrevista, saqué de mi bolsillo los restos cada vez más reducidos de mi pequeña libreta de notas. Una vez más, Castro sonrió y me pasó una nueva libreta. PasarÃamos juntos las próximas siete horas.
Dos semanas antes
Luego de haber pasado varios canales, vi en CNN la disertación de Glenn Beck sobre el colapso de Wall Street. Según el autoproclamado “pensadorâ€?, no hubo peros ni condiciones al respecto. El fracaso de Wall Street “no fue un fracaso del capitalismo de libre mercadoâ€?, sino más bien de la “avariciaâ€?. Recuerdo a un grupo de “pensadoresâ€? negros y blancos en mis dÃas de escuela que utilizaban un discurso superficial en para llamar la atención. Y al igual que ellos, Glennie ignoraba la manera de atraer la máxima atención. El capitalismo de libre mercado y la avaricia en las manos de los humanos son, de hecho, un matrimonio que no puede escaparse del demonio. Son un solo cuerpo. Podemos decir que Ronald Reagan marcó el final de la era Roosevelt, y quizás, que Barack Obama podrÃa marcar el fin de la era Reagan. Pero históricamente, nuestro sistema ha sido un columpio, llegamos hasta arriba y luego bajamos, casi colocando los pies sobre la tierra, luego nos columpiamos hacia arriba otra vez de cara al viento, pero cuando bajamos nunca lo hacemos lo suficiente como para recoger a los hombres y mujeres en el piso. Es un ciclo humano sujeto a un ciclo monetario. Pero con la explosión poblacional mundial, parece que ponemos la cadena y el asiento más alto en cada ciclo. Cada vez se quedan más personas debajo del columpio. En los últimos dÃas de la campaña presidencial de este año, la protesta de la derecha y el llamado de la izquierda han rejuvenecido los miedos, las posibilidades, los valores y la necesidad de considerar aspectos del socialismo.
Como estadounidenses, somos ciudadanos de una sociedad compleja, y la aspiración, al menos, es pensar con la complejidad que la iguale. En el mejor de los tiempos, en mi vida como estadounidense, ha habido muchos Estados Unidos. Está el Estados Unidos de la elite rica y corporativa, un Estados Unidos de las clases media y media baja, y los millones de pobres, plagados de desempleo, educación inadecuada, salud inadecuada o inexistente, prejuicios raciales, y una filosofÃa económica de gotera, donde lo que gotea cae y se recicla antes de llegar al fondo. Es lo que, en mi primera reunión con el presidente de Venezuela Hugo Chávez, el describió como “una sociedad insostenibleâ€?. ¿DeberÃa nuestro paÃs temer al socialismo mientras avocamos ciegamente por el capitalismo? ¿Existen modelos de economÃas sustentables? ¿Preferimos la insustentabilidad para cambiar, si cualquier aspecto de ese cambio puede ser definido como “socialistaâ€??
Un 11 de septiembre, dÃa martes, Estados Unidos financió el golpe que derrocó y asesinó al lÃder socialista democráticamente electo de Chile, Salvador Allende, en 1973. Y nuestro ilustre secretario de Estado, Henry Kissinger, celebró “la victoriaâ€? instalando al general Augusto Pinochet. Este ha sido nuestro patrón desde principios del siglo XIX para intentar satanizar a los lÃderes socialistas, desestabilizar paÃses socialistas, y ejercer la voluntad de la banca estadounidense y de los intereses sobre la materia prima de esos paÃses (Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Chile, y más notablemente, Cuba). Pero quizá más que nunca, es del propio interés de Estados Unidos reeducarse y colaborar, ya que las caras humanas del socialismo se reflejan cada vez más en nosotros.
Pero he aquà la cuestión: No soy socialista. O al menos no completamente. Como estadounidense, tengo algo de Al Capone en mi. Me gusta la idea del logro individual. Pero no en contra de un contexto de opresión desesperanzada.
El guionista David Mamet planteó una noción en un monologo pronunciado por el personaje de Al Capone en su guión para Los Intocables:
Un hombre se convierte en preeminente; se espera de él que tenga entusiasmo. Entusiasmo. ¿Cuál es el mÃo? ¿Qué me llama la atención? ¿Qué me da felicidad? El béisbol.
Un hombre se para solo en el home. ¿Es el tiempo para qué? Para el logro individual. Ahà está solo, pero en el campo ¿qué es? Es parte de un equipo.
Mira, lanza, atrapa, corre, es parte de un equipo. Batea solo todo el dÃa: Babe Ruth, Ty Cobb, y asÃ. Si su equipo no fildea… ¿Me entienden? ¿Qué es él? Nadie. Un dÃa soleado, las gradas están llenas de fanáticos. ¿Qué tiene que decir? ¡Saldré ahà solo, pero no llegaré a ningún lado a menos que el equipo gane!
Entusiasmo. Soy entusiasta por explorar el socialismo. El logro personal. Bueno, en este caso, espero lograr el interés continúo de los lectores.
El principio
En 2005, en un viaje de navidad a Cuba bajo los auspicios del turismo religioso, mi esposa, nuestros hijos y yo fuimos recibidos en una reunión de medianoche con el entonces presidente Fidel Castro y el gran novelista colombiano y premio Nobel Gabriel GarcÃa Márquez. Antes de nuestra salida de Estados Unidos, me senté con mis hijos a ver documentales sobre la Revolución Cubana. En particular, mi hija se habÃa ofendido por la historia de opresión hacia los homosexuales en Cuba, y habÃa dejado claro a su padre que si le ofrecÃan la oportunidad de reunirse directamente con Castro, se negarÃa. Márquez nos invitó a su casa. Entramos y ahÃ, solo en la sala, estaba sentado Fidel Castro. Tras la sorpresa de la reunión, mi hija educada y de 14 años tomó su lugar en la sala y espero su turno para atacar.
Fidel me agarró por el brazo y me sentó a su lado. Comenzó la conversación preguntándole a mi hijo, entonces de 12 años, sobre el plan de estudios en su escuela pública. ¿SabÃa cuán lejos estaba la Tierra del sol? ¿SabÃa la diferencia entre kilovatio y voltaje? El interrogatorio siguió por media hora, y el porte de Castro era el de un abuelo estricto, escondiendo su afectuosa sonrisa detrás de sus labios mientras demandaba conocimiento con curiosidad. Me pareció que podÃa sentir la conducta frÃa de mi hija. Y justo en el momento apropiado, todavÃa sin una palabra de ella, le preguntó qué le molestaba. Ella respondió: “¿Por qué no le ofrece los mismos derechos humanos de los heterosexuales a los homosexuales en Cuba? ¿Por qué los ha perseguido?â€? Estaba lista para la pelea, pero ninguna pelea estaba próxima. Ni siquiera una señal de defensa. Castro no parecÃa impresionado por la pregunta, y pacientemente explicó que la homofobia no habÃa sido inventada en Cuba, pero tenÃa profundas raÃces culturales, y que él y la Revolución tenÃan muchos errores como resultado. Pero que habÃa una evolución en el proceso de cambio. Y que a pesar de que todavÃa se cometen errores, ha habido un crecimiento tremendo. (En 1979, Cuba abolió las leyes anti-sodomitas. Hoy en Cuba, la afirmación de las uniones de un mismo sexo está programada para 2009, sobrepasando asà las reformas sociales de Estados Unidos, y las cirugÃas de cambio de sexo son bienvenidas en el servicio de salud pública). Desarmó a mi hija y habÃa llegado mi turno.
Castro habÃa leÃdo artÃculos que yo habÃa publicado en San Francisco Chronicle productos de mis viajes a Irak y Afganistán. Hablamos por tres horas o más, y la pasión de esta figura dinámica de la historia habÃa intensificado mi creciente interés en la historia de América Latina. Antes de partir, nos tomamos algunas fotos juntos, y con Fidel parado en su traje de faena y gorra verdes, un brazo alrededor de mi hijo y el otro alrededor de mi hija, todos sonrientes. Dije: “Comandante, cuando la gente vea esta foto, van a bromear diciendo que estoy criando a mis hijos para que sean revolucionariosâ€?. Me respondió: “Esa es la segunda mejor cosa que puedes hacer. La primera es que se pongan las batas blancas de doctoresâ€?. Decidà no hablar sobre esta reunión hasta que el misterio de mi interés se aclarara.
Ese año, en agosto de 2005, Pat Robertson, durante su programa 700 Club, expresó su voluntad y dijo que Estados Unidos deberÃa asesinar a un Jefe de Estado democráticamente electo, Hugo Chávez en Venezuela. Pensé, ¡por fin! Robertson puso una soga sobre su cuello, se paró de su enclenque silla y su propio odio lo sacó de la jugada. Pero me equivoqué. Los comentarios del evangelista con vÃnculos cercanos con la Administración Bush crearon un escándalo internacional. Aquà en casa fue una historia de dos o tres dÃas recordada y enmarcada como si sólo hubiese sido una simple y tolerable metida de pata polÃtica. Aunque no redujo el rating de Robertson, al menos sà transmitió la voluntad de los medios estadounidenses para satanizar a enemigos percibidos (énfasis en percibidos). Y aunque los comentarios de Robertson fueron tan ridÃculamente obscenos como para provocar mucho apoyo público en Estados Unidos, proyectan una luz brillante sobre la vulnerabilidad de un público estadounidense que invierte creencia en la satanización infundada de los medios contra lÃderes extranjeros, particularmente contra aquellos en paÃses con enormes reservas petroleras, o con propiedades geográficamente estratégicas. A pesar de los recientes y devastadores tropiezos de la Administración Bush en Irak, principalmente debidos a la complicidad e ineptitud de la prensa estadounidense (de derecha e izquierda) que vendió una imagen de Hussein en posesión de armas de destrucción masiva, y la ficción de sus vÃnculos con Al Qaeda, nuestro paÃs se ha vuelto tan temeroso como para aceptar cualquier oportunidad de identificar, sin evidencia, “amenazasâ€? fuera de nuestras fronteras. Asà ha sido transformada nuestra credulidad y desesperación para ventilar nuestra propia hostilidad interna. TodavÃa éramos peones en el juego, dispuestos a ser explotados bajo presión.
Lo que es mucho más perturbador es que la retórica de ataques infundados no se limita a los jefes de Estado extranjeros, y tampoco se limita a las voces de los mordaces predicadores y expertos. La gobernadora Sarah Palin, candidata republicana a la Vicepresidencia, pasó los meses finales de la campaña en un llamado a las armas virtual de sociopatas en sus ataques verbales contra el candidato demócrata Barack Obama. Calificar el contacto de Obama con Bill Ayers de “andar con terroristas� es igual a decir que Paralax Corporation utiliza una especie de pesca de arrastre para juntar y provocar a todos los psicópatas homicidas y romper sus cadenas.
Mi hermano
Fernando Sulichin es un productor fÃlmico argentino independiente. Lo conocà a finales de los ochenta en ParÃs gracias al director Spike Lee. Fernando y yo nos mantuvimos en contacto y a finales de 2006 me llamó desde Caracas, donde estaba adelantando trabajos para un documental que Oliver Stone iba a dirigir. Después de una breve conversación, Fernando pudo asegurarme que tendrÃa acceso al presidente Chávez si iba a Caracas. Me subà al próximo avión.
Cuando aterricé en Caracas, fui recibido por asistentes de Andrés Izarra, presidente de Telesur, la televisora suramericana que sigue el modelo de CNN. Andrés Izarra habÃa sido anteriormente Director de Programación de Radio Caracas Televisión (RCTV), pero en 2002 los partidos de oposición y el Departamento de Defensa estadounidense financiaron un intento de golpe contra la Administración de Chávez. RCTV, al igual que los demás medios en radio, impresos y televisión, era objetivo primario de los agentes golpistas. Las estaciones fueron tomadas, y cuando Izarra recibió ordenes de no transmitir la respuesta chavista, renunció en protesta. Esta acción luego llevarÃa a un Chávez reinstalado a nombrar a Izarra ministro de Comunicación de su gobierno. Su inminente matrimonio con una mujer de la parte opositora generó suficiente escrutinio para que fuese obligado a renunciar a su puesto de Ministro, y tomara control de Telesur. A principios de este año, fue reinstalado como Ministro de Comunicación.
Los asistentes me dejaron en el Hotel Caracas Palace, frente a la plaza Altamira. En la plaza, habÃa manifestantes, cerca de 200 obscenidades fuertes gritadas y eslóganes antichavistas frente a las cámaras de los medios. Se reportó ampliamente que el presidente Chávez habÃa “cerradoâ€? RCTV, canal que se habÃa convertido en la primera televisora de oposición en Caracas. Esta acción fue vendida como evidencia de las polÃticas de censura de un gobierno totalitario contra la libertad de expresión y prensa, y que produjo la ira de los defensores de la libertad de prensa locales y extranjeros, incluyendo a Reporteros Sin Fronteras. De hecho, RCTV, como todas las televisoras, tenÃa una concesión limitada. Como una televisora que diariamente alentaba un golpe y hasta el asesinato del presidente Chávez desde su elección en 1998, el gobierno simplemente decidió no renovar esa concesión en particular. Incluso, en 2002 un golpe contra Chávez tuvo lugar. Fue planeado por los magnates petroleros y de los medios, con financiamiento adicional de organizaciones estadounidenses como USAID y NED. Documentos oficiales absolven a la CIA de cualquier participación, pero confirman que dirigieron fondos en apoyo al golpe para “la promoción de la democraciaâ€? por orden de, y en consulta con el Departamento de Defensa estadounidense. Faltan sólo minutos para ver la verdad de la historia, y conciente de que en Estados Unidos, si productores, directores de programas y anclas promueven el asesinato de nuestro Presidente, no sólo serÃan sacados del aire, sino que además hubiesen sido enviados a correccionales federales.
Eran los once de la noche. Los asistentes de Izarra me advirtieron que Caracas no era una ciudad en la que un estadounidense solo se aventurara a esa hora, y que deberÃa esperar hasta mañana para salir a caminar. Fui a mi habitación del hotel y encendà el televisor. Coincidencialmente, estaba Bill O'Reilly transmitiendo desde Fox en Estados Unidos, condenando al “dictadorâ€? venezolano. Como era mi hábito, cambié los canales, pero no antes de pensar: “Vaya… creà que Chávez censuraba este tipo de cosasâ€?. Dos canales más adelante, estaba la estación de noticias venezolana transmitiendo en vivo desde el lugar de la manifestación frente al hotel. Manifestantes sin máscaras gritaban a la cámara “¡Chávez es un cerdo!â€?. Aparentemente este tipo de discurso era permitido sin temer al arresto. Apagué el televisor y dejé que la libertad de expresión se colara por la ventana y me pusiera a dormir.
Amanecer y teléfonos celulares
Eduardo Rothe es un foto-reportero que ganó el Premio Nacional de Periodismo por su cobertura de la guerra de Vietnam. Fernando habÃa hablado con él para que me ayudara a salir por ahà y ver algunos puntos de interés mientras mataba el primer dÃa esperando la llegada de Fernando. Eduardo se apareció con un conductor y un vehÃculo 4x4. A pesar de que han pasado varios años desde sus retorcijones de estómago en las selvas de Vietnam, Eduardo todavÃa llena el arquetipo del periodista rudo y que se ensucia hasta los pies. La barriga creció un poco y el cabello se tornó gris, pero parecÃa estar listo como nunca estuvo. Me hizo pasar a la parte trasera del vehÃculo y saltó al asiento al lado del conductor. Le pedà que me llevara a la selva más cercana. Pareció gustarle la idea, e instruyó al conductor con aplomo. Fue entonces cuando me incliné hacia los dos asientos delanteros para ver la ciudad a través del parabrisas, y me percaté de las armas en las cinturas de los dos hombres. A pesar del cliché de que una sociedad armada es una sociedad educada, Caracas, evidentemente, habÃa perdido el memo. La taza de homicidios y secuestros estaba en niveles record. Cuando Ãbamos hacia la montaña, pasamos una gran instalación hospitalaria, el Hospital Cardiológico Infantil, cuya única misión es ofrecer servicios de cardiologÃa pediátrica. Virtualmente cualquier niño o niña de Venezuela y en América Latina recibe tratamiento gratis ahÃ. Chávez habÃa inaugurado el centro en agosto. Pensé, que descarado este tipo llamado Chávez. ¿Cómo se atreve a ofrecer cuidado a los niños y niñas? ¿Será que instituciones como esta son la fuente de la hostilidad de Pat Robertson? Si el gobierno pone doctores a la disposición de ellos, ¿qué podrÃa pasar con la gloria de Dios y el triunfo de las caridades cristianas? Ahora lo entiendo.
Salimos de la ciudad a través de las montañas y hacia la costa. Casi cinco horas después, estábamos en Caruao, donde seguà a Eduardo hacia una granja de cochinos, y luego del camino adyacente a los cochinos, hacia la selva. Cruzamos algunos arroyos angostos, y luego escalamos casi dos kilómetros de colinas de la selva hasta llegar al Pozo del Cura, una cascada y pozo para nadar. No se comparaba con el Salto Angel, ubicado al sureste del paÃs. Pero después del calor y sudor de un viaje de cinco horas, seguido de una hora de caminata, parecÃa un beso de Dios para mÃ. Me desvestà y salté. Cuando Ãbamos de regreso, nos detuvimos por pollo y plátanos, que pasamos con ron cubano en un restaurante al aire libre y rodeado de selva y miles de especies de aves.
Cuando regresé al hotel, estaba exhausto. TenÃa una copia de la Constitución venezolana, y un documental irlandés sobre Chávez y el golpe de 2002 llamado La revolución no será televisada. Exhausto como estaba, puse el DVD pensando que verÃa solo un pedazo, me quedarÃa dormido y recogerÃa mis pedazos en la mañana. Pero me cautivó. La verdad de lo que sucedió en Venezuela en 2002 no tenÃa ningún parecido a los reportajes de la prensa estadounidense. Los manifestantes chavistas y antichavistas fueron llevados a un conflicto en las afueras del Palacio de Miraflores por organizadores de oposición. Se reportó que los seguidores de Chávez habÃan abierto fuego contra civiles, cuando, de hecho, fueron francotiradores de la oposición quienes habÃan iniciado un tiroteo que dejó 19 muertos y 60 heridos. El Palacio habÃa sido invadido, Chávez hecho rehén a la fuerza y sacado de la capital en avión por los conspiradores. En las siguientes 48 horas, 12 personas fueron asesinadas en redadas de la policÃa y en manifestaciones esparcidas por toda la ciudad. Mientras tanto, en Estados Unidos, funcionarios de la Administración Bush aparecieron en CNN alabando lo que prematuramente asumieron que habÃa sido un golpe de Estado exitoso. Pero cuando en los barrios se enteraron de lo que estaba sucediendo, cientos de miles de venezolanos pobres salieron a la calle para exigir el regreso de Chávez sano y salvo. No se lo negarÃan. Chávez regresó al poder rápidamente. Me sentà tan estimulado viendo el documental que antes de ir a dormir esa noche, leà la Constitución venezolana de cabo a rabo dos veces.
Desperté temprano la mañana siguiente y di un paseo a pie. Caracas reposa dramáticamente al pie del Ã?vila. Bloques y edificios van de un moderno y brillante horizonte metropolitano al mal estado. Si bien fui prevenido de sus riesgos potenciales, esta ciudad, ubicada a veinte minutos de su costa caribeña, se siente tan hospitalaria como cualquier gran ciudad en Estados Unidos. Caminé hasta que las santamarÃas fueron levantadas, entré a la tienda por departamentos más cercana, y compré algunos monos con la idea de poder trotar en la tarde. Estaba esperando a Fernando Sulichin que llegarÃa de las Filipinas a las 11:00 a.m., asà que regresé al hotel atravesando las calles de Caracas. Encontré a Fernando en el café, derrotando el jet lag con un gran vaso del mejor café venezolano.
La sonrisa maliciosa de Fernando tomó un último sorbo y me saludó: “Mi hermanoâ€?. Me senté, ordené un café y me dio el itinerario básico. Llegué a saber que los itinerarios sujetos al acceso a un Jefe de Estado pueden ser algo inconstantes, asà que escuché: “Hermano, la mayor parte de este dÃa, descansaremos. Tengo que descansar. He estado lidiando con un loco director vietnamita en las Filipinas. Al Qaeda amenaza con secuestrar a nuestro actor principal y voy a tener que dejarte mañana al mediodÃa para regresarâ€?. No era una historia impactante de la filmación caótica de una pelÃcula. ParecÃa que Fernando siempre estaba involucrado en filmaciones caóticas. El argentino mitad judÃo una vez tuvo que convertirse al Islam con cuatro meses de estudio en Arabia Saudita para obtener la aprobación de Spike Lee y utilizar la Meca como una locación para filmar. También habÃa trabajado con Oliver Stone en un documental sobre Fidel Castro, y una vez en Ramallah, en medio de una incursión israelÃ, en su intento por entrevistar a Yasser Arafat. Fernando es un hombre colorido. Luego de un descanso, me sugirió hacer un poco de ejercicio en el gimnasio del hotel, y luego cenarÃamos con Andrés Izarra, su esposa y algunos amigos. Me dijo que el presidente Chávez estaba al tanto de mi presencia en Caracas y que una reunión podÃa darse en cualquier momento, y que deberÃa estar listo para eso. Fui a mi cuarto y revisé algunos periódicos en idioma español, luego tomé una siesta.
Cuando desperté, salà a trotar. Corrà kilómetros, esquivando autos y motos, enviando mensajes a amigos en Europa y buscando señales del mundo hitleriano descrito en la prensa estadounidense. En lugar de eso, me encontré en un lugar no muy diferente al centro de Los Angeles en hora pico. Cuando regresé al hotel encontré a Fernando ya descansado, en una caminadora y sudando. “¡Hermano!â€? Me senté en un banco, agarré unas pesas y jugué con ellas un rato. Después de que nos bañamos, Andrés, su esposa Isabel, y otros amigos nos recogieron a Fernando y a mà en el hotel. En este punto, deberÃa reiterar una pequeña diferencia entre Caracas y Los Angeles. Virtualmente TODOS los conductores, incluyendo los que nos recogieron en el aeropuerto la noche anterior, y los que nos llevan al restaurante, manejan con armas pequeñas o armas de combate compactas a su lado. Subimos al Ã?vila, y a un restaurante desde donde se podÃa ver Caracas, y las 68 millones de luces fluorescentes que habÃan reemplazado a los bombillos incandescentes, en cumplimiento del Protocolo de Kyoto, iluminaban la vista. Desde esa posición, uno puede imaginar a salvo esta ciudad en momentos más difÃciles, explotando en fuegos, disturbios y armas. En febrero de 1989, la administración de Pérez elevó el precio de la gasolina, y el aumento resultante en los precios del transporte público desató disturbios y saqueos en lo que se conoció como el Caracazo. El presidente Pérez ordenó a sus tropas salir a la calle. Abrieron fuego y asesinaron a cientos de civiles de esa ciudad, y por ello, abrieron la puerta para la Revolución Bolivariana de un joven teniente coronel que se convertirÃa en Presidente.
Andrés ordenó una comida deleitable, y media hora después de comenzar a cenar, sonó su celular. Se paró de la mesa y conversó en privado por unos minutos, luego me llamó. SabÃa quien estaba en el teléfono. SabÃa que solo podÃa ser el presidente Chávez. Odio hablar por celular. Siempre me toca recibir una llamada con estática. En este caso, la estática serÃa las limitaciones de mi mal español y su inglés chapurreado: “Holaâ€?, dije. Pausa. “Hola, Sinâ€?. Su voz era alta y cálida. “Señor presidenteâ€?, dije. “Hola, Sin. Disculpa que mi inglés es muy malo. Es un honor tenerte en Venezuela. Vi Mystic River. Muy buenaâ€?. “Gracias señor Presidente. Estoy muy feliz de estar aquà y espero reunirme con ustedâ€?. Preguntó si hablaba español y le respondà con lo poco que tenÃa. SabÃa que se habÃa dado cuenta de que era mejor hablar en inglés. Me preguntó si podÃamos reunirnos la mañana siguiente. Le dije que sÃ, y le di el teléfono a Andrés, quien obtendrÃa los pormenores.
Después de cenar, fuimos a 360°, un lugar de reunión y fiesta predominantemente de oposición. En conversaciones muy generales, estaba comenzando a ver realmente el paÃs. Un enorme porcentaje de la población de Venezuela vive por debajo de la lÃnea de la pobreza, y la esperanza, salud, educación e inspiración de activismo brindados por la Presidencia de Chávez no tenÃa precedentes en la mayorÃa de sus vidas. Para ellos, él era un héroe. Era amado. Pero para la mayorÃa de las personas en 360°, era un socialista peligroso; o peor; un tirano militarista. No era extraño que una persona rica en Venezuela dijera en voz alta que deberÃan asesinar a Chávez. En todas estas conversaciones, le pregunté a cada persona por la fuente de sus improperios. En cada caso, las respuestas eran regurgitaciones de los ataques de descrédito de los medios estadounidenses, o generalizaciones reducidas como “dictadorâ€?, “totalitarioâ€?, o “autoritarioâ€?.
El hombre fue elegido. La elección fue presenciada y alabada por observadores internacionales, incluyendo al ex presidente de Estados Unidos James Carter. Después de su elección, inició un referendo para una nueva Constitución que ganó un apoyo abrumador. En un proceso riguroso de un año, una Asamblea Constitucional fue formada en todo el paÃs, y elegida, no solo por los partidos, sino por todos los sectores. La Constitución fue, en efecto, redactada por un foro público. En la siguiente fase, informaron a todas las personas sobre su contenido. Se celebró una elección y entró en vigencia. Chávez es un hombre que, entre sus primeras acciones como Presidente, retiró a todo el personal venezolano de la Escuela de las Américas, el campo de entrenamiento en tortura y asesinatos (creada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos), donde los agentes del régimen de Pinochet eran entrenados para introducir ratas vivas y electrodos en los genitales femeninos. Actualmente está ubicada en Fort Benning, Georgia, bajo el nombre maquillado de Instituto para la Cooperación en Seguridad del Hemisferio Occidental. ¿Por qué diablos las personas en este nightclub están tan iracundas? ¿Cuán malvado hay que ser para ser amado en este antro? Pero al final de la noche, ya habÃa juntado la esencia de las tres principales quejas contra Chávez. Primero, estaba el asunto de la reasignación de tierras. Segundo, la nacionalización del petróleo. Y tercero, bajo la forma de ataques a la libertad de expresión, estaba la gran decepción de que con la caÃda de RCTV, las novelas de la noche también iban a terminar. TodavÃa ni siquiera habÃa conocido a Chávez y estos ataques vacÃos me estaban enfureciendo. ¡Maldita sea, querÃa ser Al Capone! Estas expresiones abusivas eran el eco del lobby derechista cubano en Florida, que se habÃa convertido en una militancia tan infundada que los hace separar a Elian González de su padre biológico, participar con la Administración Bush en el encubrimiento de terroristas como Posada Carriles, implicado en el bombardeo de un avión civil, arrestado bajo cargos de inmigración, metido a hurtadillas en Estados Unidos, y quien admitió su papel en el bombardeo de un hotel en La Habana en 1997 que dejó a un turista italiano muerto. Estados Unidos levantó los cargos en su contra, y hoy, se sienta en el restaurante Versailles de Miami, bebe café expreso cubano e intenta ligar con mujeres vestidas con pieles y diamantes. Es como una mala pelÃcula de Andy GarcÃa con una canción de Gloria Estefan mientras pasan los tÃtulos. (Me gusta la actuación de Andy GarcÃa, y es un hombre agradable en persona; y Estefan parece ser una dama fenomenal. ¿Pero que estos dos profesionales cubano-estadounidenses se sumen para separar a un niño de su padre? La polÃtica jode incluso las cabezas de buenos seres humanos).
Antes de irnos del bar esa noche, pude concertar una reunión para la noche del dÃa siguiente con dos contratistas surafricanos, empleados por el gobierno de Chávez para ayudar en la lucha antidrogas. Ya contaré eso.
Hugo y yo
La mañana siguiente Andrés nos recogió a Fernando y a mà para ir al palacio presidencial a reunirnos con Chávez. Caminamos hacia su oficina externa, las paredes estaban llenas de pinturas impresionistas. HabÃa un retrato de Fidel Castro y otro de la vista de la ventana del palacio mostrando al Cuartel San Carlos, la prisión militar en la cual habÃa sido detenido, luego de la intentona de golpe en 1992 para derrocar al presidente Carlos Andrés Pérez. Mi vista se fue a la firma del artista de la pintura. Una palabra: Chávez. No sabÃa que pintara y nunca supondrÃa que un polÃtico pudiese hacerlo tan bien. Los hombres de razón pocas veces son hombres de romance, asà como los hombres de religión (tal como lo es Chávez) pocas veces son hombres de dicha razón. Un acertijo de su personalidad que será explotado por muchos años. Cuando miraba en la verdadera ventana la verdadera prisión representada en la pintura, el presidente Chávez entró en la sala. Era un oso de hombre (los osos marrones y los pardos son idénticos en cuanto a género y especies; los marrones son un poco más pequeños. Chávez es un oso marrón), cuyos ojos se entrecerraron y amplia sonrisa brotó mientras me saludaba. Después de dar una breve descripción de sus de sus pinturas, nos llevó a un jardÃn adyacente en una terraza fuera de su oficina. Nos sentamos durante tres horas en una mesa bajo unas enredaderas.
Al igual que Fidel Castro, Chávez es un agradable gran anecdotista y estudioso de la historia. Pasó sus años de prisión leyendo y reuniéndose con personajes del exterior, parecÃa gustarle preceder la explicación de donde estamos ahora con una amplia conversación sobre donde hemos estado no solo en Venezuela y Latinoamerica, sino en Estados Unidos y el mundo. Sus ojos se agrandaron y su voz se volvió apasionada al hablar de Simón BolÃvar, “un hombre que veÃa continentes y pensaba en siglosâ€?. Habló de la historia de sangre mezclada y relaciones raciales en Venezuela. Chávez es negro, y el racismo es un complemento del antagonismo de la oposición. Mientras nuestra conversación comienza a dar un giro hacia el tema de las relaciones Venezuela-EEUU, su tono cambia a algo entre indignación medida y humor. Solo han pasado dos meses y medio desde su enérgica aparición en las Naciones Unidas, donde afirmó, al oler el azufre en el aire, que el presidente Bush (quien justo el dÃa anterior se habÃa parado en el mismo podio) era el gran Satán, “el diabloâ€?. Le pregunté que si habÃa considerado que eso podrÃa percibirse como un ataque al pueblo estadounidense. Estaba animado e impenitente y me dijo que nunca escribe o planifica sus discursos, solo dice lo que le viene a la mente. De manera que le pregunté qué tenÃa en mente cuando lo estaban fotografiando abrazado con Mahmoud Ahmedinejad en su última visita de Estado a Venezuela. El Presidente responde las preguntas muy directamente: “Nuestra relación con Irán es totalmente transparente. Hay muchas cosas con las que el presidente Ahmedinejad y yo no estamos de acuerdo, pero también hay otras que compartimos. Venezuela depende extremadamente de las tecnologÃas de perforación y refinación de Irán. Somos dos de los cinco paÃses petroleros más ricos del mundo. Tenemos una relación muy productiva, y muy necesaria para el pueblo venezolano. El gobierno estadounidense ha sido extremadamente arrogante, y esas relaciones son muy importantes para mantener un equilibrio de poder como un tapón al imperio estadounidenseâ€?.
La obsesión de Chávez con el poder de Estados Unidos le permite ganarse enemigos en ese paÃs. Es un ejercicio necesario si quiere dejar una cultura latinoamericana sostenida e independiente por todo el continente. El rol de liderazgo viene a Chávez como resultado de los tres componentes primarios: primero, sus enérgicas habilidades de oratoria; segundo, el movimiento que se ha expandido por toda Latinoamerica que abarca a lÃderes de izquierda (Kirchner en Argentina, Lula en Brasil, Ortega en Nicaragua); y tercero, la producción petrolera venezolana (irónicamente, Chávez disfrutó de un mayor aumento de poder cuando superó un paro promovido por la elite petrolera del paÃs). Construyó alianzas como Petrocaribe, Petrosur y Petroandina, a través de las cuales ofreció cientos de miles de barriles de petróleo a paÃses de la región con “financiamiento flexibleâ€?.
No habÃa escuchado de Chávez que la reforma agraria era un tema que en repetidas oportunidades habÃa sido utilizado para justificar la intervención militar y económica estadounidense en Latinoamerica. Heredó un paÃs donde el 80% de la población no tenÃa nada y el 20%, representado por la adinerada oligarquÃa, habÃa cocinado el mismo guiso de capitalismo y codicia que experimentarÃamos este año en manos de Wall Street y prestamistas de subprime. Ciertamente el lÃder venezolano habÃa redistribuido gran parte de las tierras ociosas de la clase pudiente para que fuesen sembradas, y alimentadas, por un paÃs que se estaba muriendo rápidamente. Resulta irónico que la administración Bush y gran parte de los medios estadounidenses identifiquen este hecho como la amenaza y el lado oscuro del socialismo, o el totalitarismo, mientras que nuestro propio paÃs mantiene los derechos de gobierno de un vasto imperio. Y mientras es fácil citar la imposición de un dominio eminente a través de la ampliación de las autopistas, o en numerosos casos que muestran los abusos, no pude encontrar un solo caso en el que su intención en EEUU fuera la de alimentar a los hambrientos o la de tratar a los enfermos. Chávez también ha extendido los intereses del Estado en financiar la revolución con el dinero del petróleo, mientras que aquà en casa, Exxon alimenta sus beneficios desde las afueras de las costas de Louisiana. Va dejando atrás un medio ambiente taladrado y al Estado no le deja nada a cambio. Le pregunté a Chávez cuál era su prioridad en cuanto a unas relaciones productivas con Estados Unidos y dijo: “El trabajo más arduo que me toca durante los próximos dos años es permanecer vivoâ€?. En ese momento Fernando se disculpó por tener que irse debido a un vuelo hacia su propio peligro potencial en Filipinas.
Después del almuerzo, entré en el asiento trasero del auto del Presidente. Sólo Hugo y yo en un convoy de autos negros. Recordé un juego que mi hermano mayor, Michael, y yo solÃamos jugar de jóvenes. Él solÃa cerrar el pasillo que llevaba a las habitaciones y con voz intimidatoria decÃa “imagina que soy un revolucionario. No puedo dejarte pasarâ€?. Pensando en lo que Michael podrÃa decir hoy, me sumergà en mà propia risa. Chávez me preguntó por mis hijos y por qué no los habÃa traÃdo. Me dijo que la próxima vez que viniera “tienes que traerlos. Hay mucha historia y cosas bellas que ver en Venezuelaâ€?. Con eso, sacó su celular y buscó en la galerÃa fotográfica fotos de sus hijas y me las mostró orgulloso. Sumergido en sus pensamientos y los ojos casi aguados, besó la pantalla. Para entonces yo tenÃa 45 y Chávez 51. Me sentà igual esperando ver a mis hijos. Chávez respondió mi pregunta de minutos atrás. “No apruebo el terrorismo de ningún tipo. Nunca bombardearÃa o secuestrarÃa a nadie. Y no lo apruebo viniendo de nadie, incluyendo Estados Unidos. Asà que debemos trabajar juntos con un sentido absoluto de soberanÃaâ€?. Continuamos nuestro camino a una sala de conciertos a ver a la Orquesta Sinfónica Juvenil. Antes del concierto, se presentó a la audiencia un grupo de jóvenes estudiantes estadounidenses. Miré a mis jóvenes compatriotas y nos saludamos. Justo después, la ovación se unió con las cuerdas, los metales resoplaron, y los timpani estremecieron la sala. Como a las tres en punto de la tarde, Chávez y yo nos separamos hasta la mañana siguiente, donde me unà a él en un vuelo que nos llevó a los Andes, donde inauguró un laboratorio de pesticidas en lo alto de las montañas.
Hasta este punto, habÃa pasado mi tiempo en la selva, un cuarto de hotel, un palacio, cenas de alta sociedad, un pequeño paseo por la ciudad, un concierto sinfónico y muchos paseos en auto con pistolas. Mientras uno recorre Caracas los cerros llenos de barrios se hacen presentes. Yo me enganché con dos monjas que me llevaron a un tour por Carapita. SÃ, señor, a lo más profundo. Imaginen, Cite Soleil en HaitÃ, techos de zinc, paredes de barro, desnutrición, diarrea, diabetes, asma, drogadicción, hipertensión, meningitis, dengue; el infierno. Ahora, piensen de nuevo, porque, a pesar de las plagas, la pobreza y la muerte, estos barrios dieron un vuelco desde la llegada de Chávez. A través del programa petróleo por doctores con la Cuba de Fidel, se han construido clÃnicas por toda Venezuela. Desde las siete de la mañana hasta las siete de la noche, cualquier vecino del barrio puede acudir sin previa cita y recibir atención médica gratuita de parte de los médicos cubanos. Hay 20.000 galenos cubanos en el paÃs, quienes trabajan y viven in-situ, tomando turnos cuya mitad administran atendiendo a los pobres tanto en las clÃnicas como en sus domicilios gracias a la actividad de puerta en puerta que realizan en el barrio. La otra mitad del tiempo la invierten formando médicos venezolanos para el futuro reemplazo.
Para las generaciones que antecedieron a Chávez, gobiernos que pasaron de las manos de un grupo de tÃteres corruptos de Estados Unidos a otro, esta gente vivÃa sin un equivalente a seguro social o una cédula de identidad. En esencia, hasta la llegada de Chávez estas personas no existÃan. El intento de privatizar escuelas de elite, dejó con menos trabajo a los maestros y menos igualdad de oportunidades a la educación. Todo eso ha cambiado. Se han formado brigadas médicas, sociales y energéticas por todo el paÃs, y ahora cada comunidad tiene consejos autónomos y un banco a través del cual pueden financiar las necesidades particulares de su área.
Mientras más alto se sube a los barrios, hay más gente pobre, pero ahora todos ellos tienen acceso a servicios médicos y educación de calidad. Caminamos previamente anunciados hacia una escuela de niñas. Las nuevas escuelas bolivarianas se diferencian de las existentes antes de la revolución más por sus creÃbles planes de estudio que por asuntos de adoctrinamiento. En la Venezuela previa a Chávez los centros de estudio cerraban al mediodÃa, luego de cumplir lo que simbólicamente representaba un dÃa de aprendizaje, pero hoy los niños reciben desayuno y almuerzo, y cumplen una jornada escolar muy similar a la nuestra en Estados Unidos. Un amplio plan de estudios, maestros bien preparados, con programas de deportes, música y danza. Se van a las tres en punto de la tarde con sus libros y tareas.
La directora del plantel preparó mi espontánea vista para mostrarme cerca de 10 jovencitas que en ese momento estaban en una práctica de danza. Cada una sacó una silla, perplejas por la invasión de este extranjero. Les hice preguntas simples: “¿Les gusta la escuela? ¿Qué materia les gusta más? ¿Enserio? ¿Y por qué?â€? Todo aquel que haya viajado a paÃses del tercer mundo ha visto los ojos de la juventud hambrienta de educación. Estas niñas han estados hambrientas durante mucho tiempo. Los padres de sus padres nunca habÃan sido alimentados, estaban en un banquete virtual. La emoción era notoria. Le pregunté a una chica de ojos brillantes en particular, de 13 años, que si la educación que estaba recibiendo le garantizarÃa una forma de salir del barrio. De repente, la inocencia de esos ojos se acongojó. Me miró directo a los ojos y me dijo: “lo más importante la oportunidad que esto me da para convertirme en una mejor personaâ€?. Le pregunté qué sentÃa por el presidente Chávez y su entusiasmo por él fue notable. Muchas me entretuvieron con las historias de cambio que, de manera muy real, les produjeron lágrimas de alegrÃa. La esperanza que él habÃa traÃdo a sus padres, a ellas, el activismo, la identidad y el auto-respeto que ninguna nación desarrollada del mundo tendrÃa la suerte de compartir. Pero, ¿estaba observando una revolución optimista de cambio sustentable y posible, o simplemente el culto a la personalidad?
Más piano-titiriteros
De lo sublime a lo ridÃculo, ahora eran las 2:00 a.m. Encendà un cigarrillo, aspiré un poco, me sacudà las cenizas y entré al bar. Abajo la música estaba alta, era una combinación de música house y salsa. ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! El rimo estremecÃa el piso y me producÃa cosquilleo en los pies. Subà las escaleras de atrás y allà estaban esperándome en la mesa superior los dos contratistas con los que habÃa quedado reunirme la noche anterior. Gran revelación: no soy un gran “contratistaâ€?. Me levantaron unos empleados iraquÃes de la compañÃa contratista militar DynCorp una oscura noche en un callejón de Bagdad, y dormà al lado de unos muchachos de la Blackwater2 y de sus armas en la inundación de Nueva Orleáns. Es solo esta pequeña cosa que tengo sobre lo que los militares apolÃticos pueden hacer por las ganancias. Llámenlo fastidio, llámenlo como quieran, pero una fuente es una fuente. Intercambiamos saludos a través de gruñidos. Me senté y pedà un trago de Jhonny Walker. De forma patética, pude haber querido ser uno de esos muchachos por un momento. Ellos pidieron un agua mineral con gas y comenzó todo. Yo era Al capone, maldición, y ellos eran un par de John Wayne mariquitas tomando agua Perrier.
“¿Qué es lo que me tienes?�
Desinteresadamente, se convirtieron en una pareja de caballeros, aunque eran surafricanos. Su trabajo en Venezuela era prácticamente logÃstico; uno organizaba el patrullaje de rÃos por parte de su compañÃa, contratada por el Gobierno venezolano para ayudar en la lucha antidrogas. El otro realizaba patrullajes en la selva fronteriza con Colombia. Hablamos sobre muchas cosas y sobre muchas partes del mundo, tal como solÃa hacer cuando tomaba Johnny Walker Black. Pero lo sorprendente es que a ninguno de los dos le agrada Chávez en lo más mÃnimo.
Sin importar la tendencia polÃtica que pudieran tener, estaban bien lejos de mi visión periférica. Solo que Chávez no era de la clase de amigos que tienen. Me dijeron lo siguiente: Les diré algo sobre Chávez. De todos los paÃses para los que hemos trabajado, este Gobierno es hasta ahora el más serio sobre la lucha antidroga. “Dije: “¿cuáles son las malas noticias?â€? Y él respondió: “Chávez no dura un añoâ€?. ¿Qué quieres decir? Le dije: “Él es demasiado radical y lo hemos visto anteriormenteâ€?. “Qué es lo que han visto ustedes anteriormente? “Ellos lo van a matarâ€? “¿Ellos? Pregunté. Se sentó en la mesa, se tomó un trago de Johnny Walker Black, sonrió, me señaló y dijo, el estadounidense en la mesa.
La mañana siguiente, entré al avión presidencial a las 8 en punto y me mostraron la cabina que estaba llena de un variado grupo vestidos con trajes color piel y con tantos idiomas como la misma ONU. Un bar de Rick repleto de polacos, canadienses, belgas y una linda flor de Burkina Faso. HabÃa turbantes, fezzes y funkadelics, todos con una cosa en común. Representaban los paÃses firmantes del Protocolo de Kyoto. En el avión también habÃa miembros del Comité de Prensa Internacional. Y hoy, Chávez iba a mostrar la nueva joya preciada del protocolo de adhesión de Venezuela.
Me di cuenta que el asiento del otro lado estaba reservado para el Presidente de Venezuela. Miré por la ventana del avión me puse a escuchar la grabación de la reunión del contratista realizada la noche anterior en mi cabeza. Vi los francotiradores boinaroja ubicados en los techos de alejados hangares, soldados en la pista cuyos ojos buscaban el perÃmetro, perros antidrogas y máquinas de rayos x que revisaban cada artÃculo de los pasajeros. Vi como revisaban mi bolso y tuve un momento de horror porque recordé que una vez me pararon en Miami. Pero el bolso pasó si problemas. ¡Uff!
Y luego vino el convoy. Tres o cuatro vehÃculos fuertemente armado y el carro del Presidente. Los soldados se mueven y comienzan la formación. Los jefes de seguridad abren la puerta del sedán negro, Chávez sale del carro se dirige a la banda y aborda el avión. Luego de saludar a cada uno de sus invitados, se sienta en el lado opuesto al mÃo, se pone el cinturón de seguridad y me pregunta cómo pasé la noche. Le digo que me fue fácil conseguir personas que me hablaran de Venezuela y del Presidente. Y le dije que “el en general la opiniones era… bueno… extremasâ€?. El oso marrón se rÃe y repite mi respuesta de manera que todos escucharan. El encanto de su risa es contagioso, y lo es tanto para la unidad de sus partidarios como para su indiferencia por sus detractores. Los motores del avión rugieron y aquà vamos.
Es aproximadamente una hora de vuelo desde Caracas a La FrÃa, en las profundidades de las montañas andinas. No fue sino hasta mitad del vuelo que reconocà a un de los diplomáticos. Era Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional de Cuba. Nos habÃamos reunido y ceno en mi primer viaje a Cuba dos años antes. Un hombre agraciado cuyo firme romance con el habano habÃa mantenido el hábito del mismo Fidel. Se sentó junto a Chávez y hablamos durante todo el viaje.
Cubriendo el viaje para the New York Times, Simón Romero escribió sobre las predicciones de Chávez después del vuelo con respecto a la crisis financiera de Estados Unidos, “lo que pudo causar una implosiónâ€?. Esto fue el 3 de agosto de 2006. Eché un vistazo y pude ver que era un área bastante alejada. El cielo estaba gris y parecÃa que iba a llover. La pista estaba llena de soldados, vehÃculos armados y un convoy esperando. Pero esta vez no habÃa carros brillosos sino vehÃculos Tiuna todo terreno, el equivalente venezolano a un Humvee descapotado. Aquà es cuando el dÃa se convierte en zúrrela. Acompañé a Chávez hasta la banda y me guió hacia uno de los Tiuna. ParecÃa que cualquier plan de las fuerzas de seguridad tengan para él, o al menos le hubieran diseñado, fuese a ser ajustado.
El propio Chávez saltó a la silla del conductor y me indicó ponerme en la silla de atrás. El resto de los asientos rápidamente se llenaron con soldados y personal, y nos fuimos a aquella selva montañosa. Los equipos de seguridad adicionales, diplomáticos y prensa corrieron desordenadamente a unos vehÃculos, adaptándose al antojo de Chávez. Me miró y me guiñó el ojo, disfrutó esa clase de cosas. A mi lado se sentó el gobernador del estado Táchira, Ronald Blanco, quien estuvo en prisión junto con el lÃder venezolano en 1992. Chávez nos presentó y nos dimos las manos, el gobernador Blanco se sonrió, parecido al propio Presidente y dijo: “Estás ahora en el estado más peligroso de Venezuelaâ€?.
Durante las próximas cinco horas, manejamos montaña adentro por una carretera paralela a la frontera colombiana, unos 15 kilómetros al sur. Unos helicópteros militares estaban volando sobre nosotros como parte del sistema de seguridad de Chávez. Por un lado, los helicópteros cambiaron de dirección hacia el lado colombiano de la carretera. ParecÃan estar sobrevolando un matorral cercano y bajando altitud. El sonido de la hélice iba y venia, supuse que era una agitación subconsciente. Encendà un cigarrillo. Chávez también notó el curioso movimiento del helicóptero, se volteó hacia mà con una ceja levantada como diciéndome “nunca se sabeâ€?. Le ofrecà mi cigarrillo y le dio una fumada furtiva (a pesar de que no es fumador), asentó de forma conspirativa y regresó la vista a la carretera.
En cada pueblo de la vÃa, cientos de personas esperaban la llegada de Chávez. En cada pueblo, pandemónium, los pobres de esos pueblos montañosos lloraban alrededor del convoy para ver a su amado Presidente. Chávez se paraba a cada momento, se salÃa del carro, abrazaba a las adultas mayores, a los niños, a los agricultores, campesinos. Esos eran los campesinos (100% chavistas). Mientras muchos periodistas habÃan informado de arreglos como los de este pequeño viaje y la beatle-manÃa que los rodea con un cÃnico efecto, no quedaba duda ninguna duda, de la pasión de su gratitud por las reformas de Chávez y las mejoras a sus vidas. CrecÃa la evidencia. Mientras en el exterior Venezuela no habÃa mostrado mejoras radicales en la última década, el simple hecho de que estuviesen abordando la pobreza ofrecÃa una gran esperanza. Pero va más allá, los conservadores estadounidenses estiman que en ese paÃs suramericano la pobreza se ha reducido en un 20% con el gobierno de Chávez, mientras que otros analistas objetivos colocan esas cifras entre 35 y 40%. El hombre heredó una zona de emergencia y, hasta la fecha, sus reformas han hecho mejoras radicales. Y asà se pasó el dÃa, manejando, deteniéndose, manejando, deteniéndose, soldados posicionados cada dos kilómetros, moviéndose, con los fusiles apuntando a la selva y la montañosa frontera colombiana extendida con paramilitares, guerrillas, contratistas y operativos de la CIA. Una seguridad simbólica para un presidente populista (un hombre del pueblo no puede ser protegido. Ninguno de los que se encontraba en esas multitudes ciertamente pudiese haberle quitado la vida).
Llegamos a la cima de la montaña de Pueblo Encima, Chávez se sube a una plataforma ante una multitud que lo esperaba en el laboratorio de bioinsumos Cipriano Castro. En estas nuevas instalaciones, las cuales iba inaugurar, se desarrollan pesticidas orgánicos. Previa a la llegada de esta tecnologÃa, el agua de la lluvia y de los sistemas de riego contaminada con pesticidas sintéticos tóxicos se hacÃa camino a través de los afluentes y de los pueblos de la montaña que habÃamos visitado. Esto trajo como consecuencia que los Ãndices de cáncer se incrementaran a proporciones genocidas. Al declarar una nueva era de pesticidas orgánicos y celebrar la culminación del laboratorio Cipriano Castro, Chávez declaró: “Ahora estamos ante una vista de esperanza, donde lo que antes habÃa sido simplemente… una montaña de vÃborasâ€?.
Una montaña de vÃboras. La frase dio vueltas en mi cabeza en mi viaje de regreso a Estados Unidos. Muchos venezolanos a bordo habÃan leÃdo sobre mi visita a Venezuela y me buscaban conversación. En general, los venezolanos que pueden pagarse un pasaje aéreo a Estados Unidos no apoyan a Chávez. Más de tres veces durante el vuelo me preguntaron cuánto dinero me pagó el régimen chavista para promover las reformas de Chávez. De nuevo, estas presunciones sólo pueden haber sido iniciadas por los medios opositores y estadounidenses, pues en ningún momento he promovido algo. De hecho, Chávez me habÃa elogiado enormemente en público, a lo que correspondà de manera menos pública con simpatÃa, pero nada que pudiera ser interpretado abiertamente como propaganda. Estaba ahà para aprender algo. “¿Dinero?â€?, pensé. Es el pensamiento detestable con el que atacan. Pero era más que eso. Es un pensamiento aprendido y ellos parecen creer ciertamente que el único incentivo que puede haber para apoyar a Chávez es el dinero. Es irónico, pues el dinero era lo de que sus más vehementes partidarios carecÃan.
Alias de una dama sexy (FOX)
De vuelta a EEUU, en mi cama, en mi casa y sufriendo un poco del cansancio propio del viaje, comienzo a pasar por los canales cuando llego a Fox News. Sólo pasan 20 segundos o algo asà antes de que escuche un comentario retorcido sobre mi viaje “pro-Chávezâ€? a Venezuela. Esta gente es agotadora. Mis ojos comienzan a torcerse y en la esquina de la pantalla la palabra “Foxâ€? comienza a transformarse. Veo la “Fâ€? inclinarse en el sentido de las agujas del reloj en un ángulo de 45°, una “Fâ€? más pequeña aparece en el centro de la “Oâ€? y cada una de las cuatro puntas de la “Xâ€? se extiende en un garabato en forma de serpiente. Como un grafiti jeroglÃfico para nuestra propia montaña de serpientes.
Salto por los canales un poco más. Es temporada de campaña y, evidentemente, temporada de brujas, ya que ciertos Demócratas en el Senado acaban de votar junto a George Bush para reconocer a la Guardia Revolucionaria Iranà como una organización terrorista, dándole al gobierno de Bush carta blanca para bombardear a Irán hasta perder el sentido. Pongo el televisor en silencio mientras reviso los mensajes telefónicos de una semana que no habÃa podido revisar mientras estuve en Venezuela. Un amigo, el actor y activista Peter Coyote, estaba apoyando la campaña del senador John Edwards. Aunque él sabÃa que yo estaba apoyando al candidato Kucinich (quien es un congresista por Cleveland), Peter me habÃa dejado un mensaje diciendo que Edwards estarÃa en el área de San Francisco en los siguientes dÃas y que querÃa arreglar una reunión entre el senador y mi persona. Dos dÃas después, me encontraba sentado con un pequeño grupo de partidarios del senador en una mesa de un café, al tiempo que el senador Edwards se quitaba la chaqueta, se aflojaba la corbata, se arremangaba las mangas y comenzaba a hablar, explicando con detalle una plataforma de campaña que estaba polÃticamente plagada de un hecho simple: “No hay dinero del PAC (Comité de Acción PolÃtica o Political Action Committee) involucrado en la pobrezaâ€? me dijo. Para ese momento, Edwards era el único candidato Democrático con un enfoque serio en este asunto. Era cándido y muy impresionante. Al final de la reunión y entendiendo el valor de su voz, me comprometà a dar apoyo financiero a la campaña de Edwards, pero manteniendo mi posición de refrendo para con el congresista Dennis Kucinich. Más adelante -y, para mi, públicamente irrelevante-, las revelaciones sobre la vida personal del senador, sacadas a la luz por las serpientes de los medios de comunicación norteamericanos y compañÃa, y, luego, por la montaña de Murdoch, silenciaron la singular voz del candidato.
Como va Alaska, también va Delaware
Es octubre del 2008, el senador Joe Biden fue seleccionado como el candidato a la vicepresidencia del próximamente Presidente Electo, Barack Obama. La elección de Biden me acaba de hacer ganar una apuesta de 2.000 dólares que hice con el analista polÃtico Lawrence O’Donnell dos meses antes de esta elección. Asà que, en efecto, estoy viendo a mi perro en la carrera, mientras veo la concentración de partidarios de Biden en la televisión. He amado la jerga callejera de Biden cada vez que he estado de acuerdo con él a través de los años; pero, cuando escucho la misma voz de autoridad, sea con propósitos polÃticos o en verdadera oposición a mis principios, me provoca bofetearlo (y creo que mis amigos sienten lo mismo por mi). Pero ahà estaba él, hablando sobre energÃa, y estas son las palabras que escuché: “No podemos seguir siendo energéticamente dependientes de un dictador de Arabia Saudita o de Venezuelaâ€?. Bueno, yo sé que el de Arabia Saudita lo es, pero habiendo estado en Venezuela, me pregunto sin asombro sobre quién estaba refiriéndose el senador Biden. Aunque algunas irregularidades de interés han ocurrido antes y lo harán de nuevo en el futuro, el proceso de elección en Venezuela es uno de los más transparentes e internacionalmente validados en el mundo. Maldición, Joe. ¡Maldición! ¿Qué clase de “dictadorâ€? propone reformas constitucionales sobre lÃmites de mandato –nada diferentes a las que acaba de proponer el condenado Alcalde de Nueva York- y pierde? ¿Qué clase de dictador es ese, Joe? Los dictadores no pierden y no aceptan la derrota con la gracia con la que lo hizo Chávez. Con esto no quiero decir que no hay razones para tener serias preocupaciones y consideraciones. Chávez es un maestro de los medios. Sus reformas han encontrado resultados desiguales. Mientras algunas de sus cooperativas prosperan, otras están en caos debido a una sobre-dependencia a los contractos gubernamentales, a la incompetencia gubernamental burocrática o a la falta de habilidades básicas de mercadeo. Y el crimen es excesivo. Asà que es una jugada débil el hecho de que Chávez señale la derrota de su referendo sobre su perÃodo de mandato como la clave de la escalada de la criminalidad. En el perÃodo inmediatamente posterior al rechazado referendo, Chávez desplegó carteles en todas las calles de Venezuela afirmando que era “Por Ahoraâ€?. Si estas palabras se revelan como una amenaza intencionada, en un movimiento hacia el totalitarismo, tanto Chávez como Venezuela se autodestruirán. Pero, si el “Por Ahoraâ€? es una promesa de un lÃder comprometido de ejercer la voluntad de su pueblo, su experimento socialista podrÃa dar frutos globales. Pero “por ahoraâ€?, como ellos dicen, las palabras de Biden eran el tipo de retórica que nos habÃa conducido recientemente a una guerra costosa, tanto en lo monetario como en cuanto a la pérdida de vidas, la cual al tiempo que derrotaba a un pendejo homicida en Irak, también derrocaba los principios más dinámicos sobre los cuales los Estados Unidos se habÃan fundado, aumentaba las reclutas para Al-Qaeda y desmantelaba al ejército estadounidense. Es momento de elegir nuestras palabras con prudencia y cuidado.
En una conversación telefónica con la División de las Américas, el Director de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, me dijo “Chávez no es un dictador y Venezuela es una democracia, aunque nosotros creemos que una democracia débil. No matan a las personas por disentir ni mantienen prisioneros polÃticos. Es un sistema multipartidista y el poder está, hasta cierto punto, disperso. Condenamos categóricamente el intento de golpe de 2002â€?. Pero las noticias sobre Venezuela no eran todas buenas. Continuó diciendo “Desde entonces, las acciones de Chávez nos han causado preocupación. En el perÃodo inmediatamente posterior al intento de golpe, la Corte Suprema hizo fallos escandalosos, donde los generales que habÃan ejecutado el golpe no eran criminalmente responsables. En ese momento, la Corte Suprema era extremadamente imprevisible. De los veinte magistrados, la mitad era pro-Chávez y la otra mitad de la oposición. Pero, lo que Chávez hizo fue comenzar una serie de reformas con la designación de doce jueces nuevos adicionales. Desde ese momento, las decisiones de la corte han favorecido a Chávez casi universalmente. Esto no presta atención a los estándares de derechos humanos internacionalesâ€?. Chávez expulsó a la HRW de Venezuela el 18 de septiembre de este año. Sobre esta expulsión, Chávez presuntamente ha dicho “Estos eran extranjeros que vinieron a Venezuela a insultar a nuestro paÃsâ€?. En la tarde que llevó a su expulsión, Human Rights Watch sostuvo una conferencia de prensa en Caracas e informó sobre sus hallazgos en relación al sistema judicial y sobre lo que ellos consideraban que era un poder excesivo del gobierno sobre los medios televisivos y radiales. Vivanco comparó el sesgo de la televisión pro-Chávez con la veneración de Fox TV hacÃa el gobierno de Bush. Asimismo, Vivanco añadió que “En general, las ONG que están funcionando en Venezuela lo hacen en un ambiente de acoso y hostigamientoâ€?. Mientras tanto, hasta el dÃa de hoy, los tres principales periódicos en Venezuela están dirigidos por la oposición y son claramente antichavistas.
Asà como Pat Robertson me llevó a Venezuela la primera vez, y el bombardeo de las Oficinas Centrales de la ONU en Bagdad en el verano de 2003 me llevaron a esa ciudad la segunda vez, Joe Biden, el senador de Delaware, podrÃa haberme comprado mi pasaje a Venezuela la semana siguiente. Si vamos al caso, creo que me gustarÃa ver lo que está pasando en Cuba desde la transferencia de poder de Fidel a su hermano Raúl. Tal vez pueda obtener un pasaje de dos destinos por el precio de uno.
¿Hola Fernando, como está?
QuerÃa dejarme de pendejadas. Ya habÃa digerido mis visitas previas a Venezuela y Cuba y el tiempo compartido con Chávez y Fidel Castro. Me he vuelto cada vez más intolerante a la propaganda. Aunque el propio Chávez tiene una inclinación por la retórica, nunca ha sido una causa para la guerra. Esta vez me atrevà a decirles a unos amigos en privado: “Es verdad, Chávez podrÃa no ser un buen hombre, pero bien podrÃa ser un gran hombreâ€?. Entre las personas a las que les dije esto se encontraban el historiador y autor Profesor Douglas Brinkley y el escritor y columnista de la revista Vanity Fair, Christopher Hitchens. Como ambos habÃan expresado su interés de acompañarme en cualquier viaje subsiguiente a Venezuela, y, particularmente, porque querÃa una transversalidad de voces discutiendo sobre Chávez y Venezuela con el pueblo norteamericano, estos dos eran complementos perfectos: Brinkley, un notable y firme pensador, cuyo código de ética como historiador qu |