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Notícies :: amèrica llatina |
En el paÃs de las mujeres
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per Luis Agüero Wagner Correu-e: agenciainformativaf17@yahoo.com (no verificat!) |
25 nov 2008
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La embajadora de Estados Unidos Liliana Ayalde, la ministra de la mujer Gloria Rubín y la esposa del ministro del Interior, Desirée Masi, son el triunvirato que gobierna de facto el Paraguay del obispo Fernando Lugo. |
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La diputada Desiree Masi, esposa del ministro del Interior, Rafael Filizzola, fue la verdadera responsable de los cambios en la cúpula policial en el gobierno de Fernando Lugo.
Bastó que la esposa del ministro afirme que el comandante de la PolicÃa Nacional, Federico Acuña, debÃa ser cambiado porque no ha impulsado una reforma real en la institución policial, para que en menos de 24 horas se produzca la destitución del uniformado.
La legisladora del Partido Democrático Progresista (PDP) descalificó la gestión del jefe policial, durante los primeros 100 dÃas de gobierno del presidente Fernando Lugo, lo cual constituyó una verdadera sentencia de muerte para el comisario.
La reyerte se inició cuando Masi sugirió la idea de que el Ministerio del Interior administre el Presupuesto destinado a la PolicÃa Nacional.
Posteriormente aclaró que no es una idea suya, como muchos habÃa comentado, sino una propuesta analizada en el Congreso Nacional, aunque muchos no le creyeron..
Afirmó que si se lleva a cabo su plan, se verán pronto los resultados, y efectivamente muy pronto se vio la destitución del policÃa que osó contrariarla.
LA EMBAJADORA AYALDE
Aunque la misoginia de los paraguayos y la cultura supersticiosa del pensamiento mágico y la tradición autoritaria los llevó a votar por el obispo católico Fernando Lugo, una mujer hoy lleva los pantalones en Paraguay.
Se ha hecho evidente que la embajadora norteamericana en Paraguay, Liliana Ayalde, es el verdadero poder detrás del trono y una especie de supervisora general y pro-cónsul del gobierno imperial, que no pierde pisada al mismo obispo Fernando Lugo.
Fernando Lugo viajó ayer hasta San Pedro del Paraná en un vuelo acompañado de la embajadora de los EEUU, Liliana Ayalde, la verdadera jefa de la comitiva, quien acompañó al obispo y su grupo, integrado por los ministros de Obras, EfraÃn Alegre; de Interior, Rafael Filizzola; el comandante de la PolicÃa Nacional, Federico Acuña; y el comandante del Regimiento Escolta Presidencial, Cnel. Fredy Amarilla. Ya un tiempo atrás apareció, sin explicación satisfactoria, supervisando operativos anti-drogas en el Nordeste del paÃs.
El papel que cumple la embajadora Ayalde es un duro golpe para el machismo paraguayo, dado que en las elecciones del 20 de abril el obispo católico Fernando Lugo ganó los comicios en ancas de la misoginia, derrotando a la candidata colorada Blanca Ovelar tras una campaña fuertemente impregnada de violencia verbal contra las mujeres.
LA MINISTRA RUBÃ?N
Francisco de Quevedo y Villegas lo sentenció hace cuatro siglos que la hipocresÃa exterior, siendo pecado en lo moral, es grande virtud polÃtica. La vigencia de la frase quedó demostrada en Paraguay hace poco merced a los delirios de angel vengador de la moralidad que le rondan por la mente a miembros del gabinete del clérigo presidente de Paraguay, Fernando Lugo.
Un gran escándalo gestado en el seno del gabinete del obispo de los pobres y teólogo de la Liberación, relativo a supuestas aberraciones en la vida sexual del lÃder sandinista Daniel Ortega, impidieron que el Paraguay disfrutara el 15 de agosto de una auténtica fiesta de la izquierda latinoamericana y pusieron en evidencia ante toda la izquierda del continente la verdadera orientación del supuesto clérigo-marxista.
La credibilidad de las denuncias contra Ortega se vio empañada no sólo por las vinculaciones de la denunciante, la ministra Gloria RubÃn, con fundaciones anexas a la CIA norteamericana como el National Endowment for Democracy, sino también por lo inconexo de la denunciante - la secretaria de la mujer Gloria RubÃn- con la Nicaragua sandinista, y su falta de autoridad moral por su carácter de antigua beneficiaria del régimen anticomunista de Alfredo Stroessner.
La acusación de RubÃn recuerda las andanzas de John Edgar Hoover, fundador de la Oficina de Investigación Federal (FBI) en su carácter actual, además de su director desde mayo de 1924 a 1972. J. Edgar Hoover era en el fondo un excéntrico y reaccionario que buscaba ocultar tanto su faceta de homosexual (Todo el mundo conocÃa su permanente y fiel relación con Clyde Tolson, que duró decenios) tanto como Humberto RubÃn su pasado como animador de Stroessner.
Se cuenta que Hoover sobrevivió a la gestión de siete presidentes, que no pudieron destituirlo por el costo polÃtico que les implicaba, y sobre todo por los chantajes que realizaba en base a detalles de la vida sexual de los mismos que coleccionaba en un archivo parecido al de las grabaciones radiofónicas de radio ÑandutÃ. No en balde RubÃn sobrevivió en los presupuestos públicos y de la embajada norteamericana desde tiempos de Stroessner a Fernando Lugo, pasando por todos los presidentes de la transición.
Archivos desclasificados demuestran de forma concluyente que agentes del FBI informaban a Hoover con regularidad y detalle de la actividad sexual de los polÃticos, tanto heterosexual como homosexual. Durante la Guerra FrÃa (en la década del cincuenta), el FBI investigó con minucia la vida de polÃticos, artistas y deportistas, acopiando información sobre Pablo Picasso, John Lennon, Marilyn Monroe, Elvis Presley y hasta Lucille Ball.
La red de informantes de Hoover, similar a la de RubÃn, le permitió obtener datos sobre la vida Ãntima de muchas personalidades de la época, incluida la del propio presidente de los EE.UU. Dichos datos hablaban de infidelidades, orientación sexual, orientación partidista y en especial le interesaban a aquellos que tuvieran tendencia pro-comunistas. Compiló mucha información que ordenó guardar como "Oficial y Confidencial", capaz de destruir polÃtica, familiar y económicamente a una persona.
En el Congreso, muchos senadores y congresistas vivÃan con temor a los expedientes que Hoover tenÃa sobre ellos, o que ellos temÃan que tuviera, tal cual hoy temen los polÃticos paraguayos los archivos secretos de la ministra RubÃn.
Tanto RubÃn como Hoover dedicaron su organización a la Caza de brujas, levantando una verdadera persecución contra los izquierdistas en todos los ámbitos sociales, causando infelicidad y ruina a muchas familias inocentes de la imputación. Uno de los imputados por RubÃn, antes que Ortega, fue –qué casualidad tan casual- el ex embajador Huerta, representante de la Venezuela bolivariana en Paraguay.
Es que la lupa de RubÃn, igual que la de Hoover, sólo tiene escrúpulos morales cuando examina a sus enemigos ideológicos, aunque entre los partidarios de su signo polÃtico abunden desde adúlteros y depravados que se dedican al Chat erótico en el Parlamento, hasta pederastas, pedofÃlicos e incluso zoofilicos. Es que a la ministra le agrada la moral sólo cuando ella es la encargada de los sermones.
Hoy puede que su privilegiada posición le permita decidir quién va a la hoguera, al purgatorio y al paraÃso, pero en su juventud también fue vÃctima de acosos sexuales por parte de quien con el tiempo serÃa su marido, dado que lo conoció como jefe en su lugar de trabajo.
De todas maneras, serÃa vano empeñarse en denunciarlo, pues como ya lo dijo Groucho Marx; estamos luchando por el honor de una mujer, lo que probablemente es más de lo que ella hizo jamás. LAW |
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