|
Dos cantos de homenaje a Beiron Anderson
|
|
per Oscar Portela Correu-e: portelao@hotmail.com (no verificat!) Telèfon: 0378315516913 Adreça: Jujuy 1224. Ctes. Argentina |
22 nov 2008
|
Dos elegías en las cuales se rinde homenaje alegróricamente a la belleza del cuerpo humano,
como forma que justifica y bendice todo anatema del dolor sobre la existencia. Oscar Portela |
|
|
|
BEIRON O LA REDENCIÓN
POEMA DE OSCAR PORTELA
El corazón infiel tiembla al nombrarte. Tu nombre
Es viento huracanado y tiesa el alma del mortal
Sin lengua cantar no puede ni nombrarte
Beiron frente al templo de Apolo.
Porque tú eres más. Y ni enigmas ni pitias
Que descifren misterios -admoniciones ni destinos.
Pues tú eres mundo.
Visible eres y no destruye tu belleza
A quien la mira. Tú lo redimes.
Tú lo redimes todo.
Tu intocada hermosura
De volcán redime al mundo
De sus propias miserias.
Yo soy penuria y al mirarte
Revoco toda culpa y toda miseria.
De mi camino.
Imposible que cornucopia alguna
Se vacÃe de la abundancia que
De tu cuerpo surge. Tu belleza es lo pleno.
El mundo en su inocencia es el juego y la danza
De los contrarios que hacen del devenir un ephos.
Cada músculo tuyo cincelado para envidia de Zeus
Y el de sus hijos por invisibles manos
Trazan el mapa de la locura extática.
No hay simetrÃa que se asemeje tanto
A la tensión del arco ni hermosura
Que hiera dulcemente la mano
Que se atreva a tocarte.
Pero tú estás ahÃ. No eres eternidad ni mito.
Eres verdad y la verdad augusta
Que engalana este mudo.
Los músculos que suben o que bajan desde
Los pies hasta la frente están hechos de polvo
Y agua más son eterno ya.
No hay excesos en la armonÃa con que ciñes
El cetro que corona tu frente.
Todo es ritmo que fluye de los arcos con
Que trazaron tu osatura.
La perfección de un rostro de
Donde surgen en profusión los rasgos
De un Dios terreno.
Los ojos amielados debajo de los arcos perfectos
De negras cejas. Y los labios dinteles
Para entrar a la nave de la boca mistérica
De donde surgen flores y serpientes.
Y entrambos la nariz que mide el rostro
Y lo que distribuye todo.
Los pómulos que encetán la mirada y bajan hasta
El mentón corona del maxilar que afirma.
Aquà estoy yo. Soy Beiron.
Podéis mirarme si y desearme siempre
Pues mi nombre es deseo y mi mirada gozo.
Que los poetas tiemblen al nombrarme.
Que enmudezcan y callen.
¿Quien puede describir mi torso donde
La geometrÃa sufre el envés del misterio?
Mis caderas perfectas. Mis muslos y mis piernas talladas
Para burla del Dios por enigma del sino?
Sobre mis hombros llevo la palidez del mito.
Soy Beiron. Soy el Dios de este tiempo
Sin mirtos ni guirnaldas. Sin poetas ni liras.
No existe alguno digno de mÃ.
De mi belleza Ã?gnea.
Soy un volcan en estado de alerta.
Más toda abundancia surge de mÃ
Y es infinita mi belleza aunque efÃmera
Transformará en eterna la sustancia del tiempo.
El color de mi piel es el color del alma
De quien me ame y me cante en silencio.
No existen escribas para mà que honren mi belleza
Y se lauden de mà en medio del desierto.
Yo convivo si destruir las formas
Ni las almas terrenas.
Esta es mi casa pero soy en los tiempos de penuria
El rubà que en la frente de la ciudad caÃda
Enciende el fuego de la heredad perdida.
Soy Beiron Anderson. Amadme pues.
Que si me amáis redimo.
CANTO II
Beiron Andersson y el poeta
Por Oscar Portela
No se ha borrada nada. De mi alma desesperada
por la huÃda del Dios cuyo alimento fue
el verbo proferido hace momentos.
Por eso vuelvo. Asà fue y asà me quiero.
Retorno a ti mi Dios. Retorno a mi alma.
Retorno a la perdida Itaca y luz de Egeo
del cual nació la piel de lino
donde escribo la gesta desta aurora
que hoy despierta.
En ti se funden todos los deseos.
Naciste del espanto que es belleza.
La belleza que enciende y enceniza.
O enceguece al arúspice que ruega.
¡Oh tú mi Lucumón donde los pájaros
trinan sobre el follaje de tu pelo!.
El canto ya perdido hace segundos volverá
En pesadillas a los sueños.
Yo soy augur y auriga a un mismo tiempo.
Y tú la epifanÃa del profeta
Que esperaba hace tiempo este momento.
¿Que importan ya las tempestades y demonios?
Tú eres el Dios y yo la lira
que gime entre tus dedos.
La ajorca en tus tobillos.
La corona de mirto en tu cabeza.
Los elementos todos. Todas las armonÃas cósmicas
que elevas a nuevas sinfonÃas y latencias
tienen un nombre Beiron.
Tú eres el mar y yo solo marea.
Tu eres la tempestad yo solo un viento o una brisa
que pasa y se dispersa y este canto inaudible
de lo orféico como ofrenda.
La alborada en tus ojos resplandece.
Es lo abierto donde se encuentran solos
el poeta y su Dios cuando bendicen
lo áureo del poniente.
BaldÃa fue esta tierra y tú regaste el labradÃo
Cuando el poeta sacrificó los verbos, las imágenes.
Y la lengua truncada de los nombres con que
intenta alabarte sin hacerlo.
Si pudiera volber a la memoria que tú llevas.
Pero la muerte de la grafÃa teme
Al Dios que canto y borra ya estas huellas.
¡Mas no importa el vacÃo de la nada del aquel papiro
Que expiró en un templo porque el templo eres tú
Que renacido vuelves a toda primavera lo celeste!.
Ha llegado el momento deseado. Ya no habrá ciegos
Que no vean ni videntes que no queden ciegos
Ante la aurea visión de lo terreno.
Encarnado y sangral como un poema
te revelas al alma peregrina .
Y tú le das posada y lo bendices como bendices
todo lo que tocas con la densa hermosura de tu cuerpo.
Posado estás ahora como el pájaro que canta
sobre una rama ardida en el invierno.
Pues tu todo lo puedes.
¡Ahora mÃsmo puedes un poema!
Tú lejano y cercano. Tú infinito.
Y yo mortal que oficia
los augurios de otras primaveras.
Ya llevarás orlada una corona sobre la augusta
y soberana frente emergida de la negra melena
con que asientes a todo.
Y bendices lo frágil y deyecto.
La vuelta eterna es tu camino cierto.
Por el sendero que transitas
todo como la mar y la marean vuelven.
¿Como santificaste hoy denudo siempre el alfabeto
del amante mortal augur ciego y poeta?
¿Y al poema perdidoentre el follaje
de tus labios de almendro?
¿Porqué floreces hoy? ¿Por qué acaeces?
¿Que medidas de tiempo cuantifican
tus espacios y tiempos?
¿Porque la roza sin porque florece?
Asà floreces Beiron.
Y en estos tiempos tórridos tú marcas
la anunciación de un infinito nuevo.
El silicio que crece será cuna de otra estrella fugas
que alumbre un poema.
Pues Beiron Andersson todo lo redime.
Y esta es la profecÃa de un vidente. |
Mira també:
http://www.universoportela.com.ar http://www.lalupe.com.ar |
![](https://barcelona.indymedia.org/images/licenses/norights.gif) This work is in the public domain |