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Notícies :: corrupció i poder : criminalització i repressió : amèrica llatina
Lecciones polìticas del golpe de Estado en Chile
06 oct 2008
Declaración de la Cuarta Internacional, 18 de septiembre de 1973
La detención del General Augusto Pinochet, un cuarto de siglo después del golpe que elevó su dictadura militar fascista al poder, ha sacado a flote críticas cuestiones políticas e históricas. El derrocamiento del gobierno Unidad Popular de Salvador Allende y el exterminio de decenas de miles de trabajadores, campesinos e intelectuales de izquierda, fué un acontecimiento que modificó profundamente el curso de desarrollo, no solo de Latinoamérica sino de todo el mundo.
La derrota de la clase obrera chilena fué una de las más trágicas y sangrientas que tuvieron lugar entre 1965 y 1975, comenzando por el golpe que elevó al poder al dictador Suharto en Indonesia. Esa década se caracterizó por enormes levantamientos de la clase obrera en muchas partes del mundo.
Los Estados Unidos sufrió una sacudida debido a protestas estudiantiles, disturbios urbanos donde intervinieron las secciones más oprimidas de la clase obrera y huelgas industriales en las cuales participaron millones de trabajadores. A consecuencia de la derrota de los EEUU en la guerra de Vietnam, la crisis política culminó en la caída del gobierno Nixon en 1974.
La huelga general en Francia entre Mayo y Junio de 1968 estremeció el gobierno de De Gaulle hasta el punto de desestabilizarlo. En Alemania, la ofensiva de la clase obrera elevó a los Social Demócratas al poder en 1969 por primera vez desde que se fundó la Republica Federal Alemana. Italia se vió estremecida por la huelga de 1969, la cual se recuerda como el "Otoño caliente". La huelga de los mineros ingleses, a principios de 1974, obligó al gobierno conservador de Heath a dimitir. Durante el mismo año cayeron las dictaduras fascistas de Portugal y Grecia. En Latinoamérica, especialmente en Bolivia, Chile y Argentina, la toma del poder por la clase obrera estaba a la orden del día.
La burguesía internacional contaba con el apoyo de las burocracias sindicalistas, sobre todo la del régimen de la Unión Soviética y sus partidos "comunistas" alrededor del mundo, así como también la de los partidos social demócratas y los sindicatos reformistas, para suprimir a la clase obrera, subordinarla a los partidos y dirigentes burgueses liberales y proporcionar a los gobernantes capitalistas la oportunidad de estabilizar sus gobiernos. El stalinismo y la Social Democracia, a su vez, recibieron apoyo de los grupos revisionistas dirigidos por Michel Pablo y Ernest Mandel que habían abandonado el programa y los principios de la Cuarta Internacional.
En algunos casos, como en el Sudán y Bolivia en 1971 y en Chile en 1973, el método para suprimir a la clase obrera fué el golpe militar y la represión en masa. En Europa, los gobiernos Social Demócratas disolvieron el movimiento obrero mientras en los Estados Unidos la burocracia A.F.L.- C.I.O. mantuvo a la clase obrera atada al Partido Demócrata, permitiendo a la clase gobernante estadounidense preparar su ofensiva anti-obrera, la cual empezó en serio con la elección de Reagan.
Los acontecimientos de Chile, desde la elección de Allende en 1970 hasta el golpe en 1973, marcaron la culminación de un período de levantamientos de la clase obrera. Una revolución Estado llevada a cabo por una clase obrera altamente organizada y militante era completamente posible y ese resultado habría alterado profundamente el subsiguiente curso de la lucha de clases a nivel mundial. El terrible desenlace en Chile no fué inevitable ni inexplicable. Fué consecuencia de la política determinada que llevaron a cabo Allende, el Partido Comunista de Chile y sus aliados internacionales, entre ellos Fidel Castro, cuya intervención fué particularmente prominente y destructiva.
A los pocos días del golpe de estado de Pinochet, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, el movimiento Trotskista mundial, publicó una declaración analizando el significado de los acontecimientos en Chile, la dinámica social y política que culminó en la derrota de los trabajadores y las lecciones políticas más importantes para la clase obrera internacional. El World Socialist Web Site publica aquí, en forma resumida, esta declaración del CICI. Este análisis elaborado hace 25 años conserva su validez y contribuirá a la educación política de nuevas generaciones de trabajadores, jóvenes e intelectuales que han crecido bajo la sombra de esa experiencia crucial sin haber tenido la oportunidad de estudiar y comprender sus lecciones políticas permanentes.
* * *
Defended la clase obrera chilena
El Stalinismo y la contrarrevolución
"Defended vuestros derechos democráticos, no a través del Frente Popular y el parlamento, sino a través del derrocamiento del estado capitalista y estableciendo un gobierno obrero. No confiar en el stalinismo, la social-democracia, el centrismo, el revisionismo o la burguesía liberal. Construid un partido revolucionario de la Cuarta Internacional cuyo programa será la revolución permanente."
Estas son las lecciones que se estan escribiendo con la sangre del heróico proletariado chileno al cobrarlo en vidas los tanques y los pelotones de ejecución, mientras los líderes Estados y burgueses liberales buscan entre las barracas un general benévolo o se preparan para hacer las paces con los nuevos amos de Chile.
La clase obrera nunca olvidará la sin igual pero ejemplar resistencia de los trabajadores chilenos, quienes mostraron, no por última vez, que son la única fuerza revolucionaria de Chile capaz de confrontar al imperialismo y a los capitalistas nativos. Pero tampoco olvidará la cobardía política y la traición de los líderes stalinistas y Estados, la cual permitió a la burguesía chilena seguir el ejemplo de Indonesia, Grecia, Bolivia y el Sudán.
Esos acontecimientos demuestran, de la manera más sangrienta, la crisis de liderazgo en la clase obrera y los enormes peligros que confronta, como consecuencia del hundimiento del sistema monetario mundial y las medidas que puso en práctica Richard Nixon el 15 de Agosto de 1971.
Se ha comprobado una vez más que el stalinismo es el defensor más perseverante de la propiedad burguesa y del estado burgués y el enemigo más pernicioso de la clase obrera en su lucha por la defensa de los derechos democráticos.
Desde el comienzo del régimen de Salvador Allende en Noviembre de 1970, toda la influencia de la burocracia moscovita se utilizó para reforzar la débil y reaccionaria burguesía chilena y desorientar a la clase obrera a través del aparato del Partido Comunista Chileno.
Si en 1970--71 los militares no pudieron tomar el poder y tuvieron que esperar tres años para ejecutar sus planes, podemos decir categóricamente que fué debido a que ello requería la planificada y sistemática desorientación política de la clase obrera, lo cual el stalinismo llevó a cabo antes de crear las condiciones para el golpe. El arma ideológica principal de los stalinistas chilenos para preparar las condiciones para el golpe fué la teoría Menchevique de revolución "en dos etapas" y el concepto infructuoso de "un camino pacífico y parlamentario hacia el socialismo" a través de frentes populares que desarmaron a la clase obrera e impedieron su movilización en el momento decisivo.
No tomando en cuenta las consecuencias de la crisis económica y monetaria mundial que en primer lugar facilitaron la subida de Allende al poder, minimizando deliberadamente la reaccionaria naturaleza clasista del estado capitalista y al mismo tiempo exagerando y tergiversando la inclinación reformista de una pequeña sección de la burguesía chilena, el stalinismo chileno fué el verdugo de la revolución chilena.
La derrota no fué inevitable
La defensa de la clase obrera chilena no es posible sin desenmascarar las mentiras, verdades parciales y tergiversaciones totales a las cuales recurrieron los stalinistas ingleses y europeos para encubrir las causas de la derrota y minimizar la magnitud de sus consecuencias.
Los stalinistas europeos hicieron la mayor contribución al engañar a los trabajadores chilenos, apoyaron sin sentido crítico todos los retrocesos reformistas de Allende y ahora intentan presentar los acontecimientos que sucedieron en Chile como trágicos pero históricamente inevitables. Lo último que esos burócratas reformistas desean es un análisis sincero de los acontecimientos de Chile.
El miedo y desprecio de los stalinistas hacia la clase obrera son tan considerables que no se atreverán a hacer la más ligera crítica de su política. Al contrario, la derrota chilena les animará a continuar "el camino pacífico" más enérgicamente…
Cada fase de la catástrofe chilena estuvo determinada por la crisis de dirigencia de la clase obrera y el desastroso programa del stalinismo y de la Social Democracia chilena. Ese programa se expresaba en su rotunda negativa de expropiar a los capitalistas chilenos y en su completa postración ante el estado capitalista disfrazada como defensa de los "100 años de democracia parlamentaria en Chile"…
Las lecciones de Chile son universales y se pueden aplicar con gran pertinencia a países como Italia y Francia, donde el stalinismo domina el movimiento obrero y utiliza su reaccionaria doctrina de "coexistencia pacífica" y "democracia avanzada" para apaciguar a las masas y permitir que el fascismo y el estado capitalista preparen sus ataques.
Toda la historia de Latinoamérica en el Siglo XX, así como también la rica experiencia del movimiento obrero europeo desde la Comuna de Paris, ha mostrado con despiadada claridad que el estado capitalista no es neutral, sino que representa los deseos e intereses de la clase gobernante, una maquinaria creada para que una clase oprima a la otra. La única función del estado es defender las relaciones de propiedad capitalista.
En la época de decadencia del capitalismo-imperialismo, el conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones de propiedad se ha intensificado enormemente y al mismo tiempo la función del estado interviniendo en la vida económica y social de cada país está intensificándose. El aparato de represión "las fuerzas armadas", como Engels definiera la maquinaria estatal, crece enormemente a un tamaño exorbitante y el ataque contra los derechos democráticos básicos se convierte en una característica omnipresente del gobierno capitalista. Si la clase obrera no consigue crear un partido revolucionario para derrocar el estado capitalista, entonces la transición al fascismo y al bonapartismo es inevitable.
Estas son las lecciones de Alemania, Italia y España en los años 30… Este es el deber principal que confrontaba la coalición Allende en 1970, pero Allende y los stalinistas la eludieron constantemente.
La función del Ejército
Ningún régimen popular podría coexistir con las fuerzas armadas chilenas, las cuales están dirigidas por los representantes más reaccionarios de los capitalistas y los terratenientes. Cada uno de sus líderes fué entrenado por la CIA como reaccionario profesional.
En vez de disolver el congreso, el senado y las fuerzas armadas y crear en su lugar una milicia popular basada en comités de obreros y campesinos pobres, los stalinistas chilenos fueron los principales defensores de la " ley y el orden" burgués a través del Frente Popular.
En un reciente seminario organizado por la revista World Marxist Review, el portavoz de los stalinistas chilenos, Banchero, declaró abiertamente la actitud de su partido hacia el estado: "Una característica inequívoca de los procesos revolucionarios en Chile es que comenzaron y continúan dentro del marco de las instituciones burguesas del pasado…en Chile, donde está en camino una revolución democrática popular anti-imperialista, anti-monopolista y anti-feudal , hemos mantenido esencialmente la vieja maquinaria estatal. Las oficinas del gobierno están dirigidas por viejos oficiales… La administración ejerce sus funciones bajo la tutela y control del gobierno popular.
"Las fuerzas armadas observan su estatuto de institución profesional, no toman parte en el debate político y se someten al poder civil constituído legalmente. Se han desarrollado lazos de cooperación y respeto mutuo entre el ejército y la clase obrera en el nombre de convertir a Chile en un país democrático, libre y desarrollado.
"Los elementos ultra-izquierdistas exigen que el socialismo se "introduja" inmediatamente. Pero sostenemos que, la clase obrera de todas formas logrará el poder completo gradualmente. Ello coincidirá con nuestra adquisición del control de la maquinaria estatal y entonces empezaremos a transformarla en interés del futuro desarrollo de la revolución".
El Británico Idris Cox, que precedió a Banchero, también predicó acerca del "camino pacifico".
"En Inglaterra, la pregunta se plantea a menudo, pero principalmente por elementos ultra-izquierdistas, si podemos lograr nuestro objetivo sin utilizar la fuerza armando a las masas o es necesaria la guerra civil. Nadie puede garantizar que eso no sucederá, pero nuestra opinión es que al cambiar la balanza de fuerzas en el mundo y debilitarse la posición de la clase gobernante británica, no es probable que use las fuerzas armadas para desafiar los resultados de unas elecciones democráticas".
Pablo Neruda, el poeta y embajador de Chile en París, expresó la apología de Cox sucintamente : "Refiriéndonos al ejército, lo amamos. Es el pueblo en uniforme."…
No hay que buscar a los verdaderos autores de esta estrategia reformista en Inglaterra o en Chile, sino en el centro burocrático de Moscú. Ellos han sido los campeones, en interés de la política interior y exterior de la burocracia soviética, no solo del "camino pacífico" sino, más importante aún, de una nueva y orientación más flexible hacia las fuerzas armadas en América Latina.
Durante varias generaciones, ha sido una tradición de los estados latinoamericanos, é incluso de algunas secciones stalinistas el tratar al ejército con enemistad y sospecha, pero esa actitud está en conflicto con la política de la burocracia de la Unión Soviética, la cual reconoce y comercia con cualquier dictador militar, sea Franco en España, Papadopoulos en Grecia o Lol Nol en Cambodia. Por eso, durante el pasado reciente, los teóricos soviéticos han estado ocupados entrenando a sus colegas latinoamericanos para que colaboren con el ejército.
Para hacer esto, han intentado ocultar el carácter clasista del ejército y su función esencialmente represiva. En el número de Noviembre de 1970 de la revista Comment, cierto Dr. Shuglolvsky escribió un largo artículo explicando detalladamente y de una forma definitiva la nueva línea que tuvo su sangriento desenlace en Chile…
"En la opinión de los Partidos Comunistas, las fuerzas sanas de los ejércitos deben tener una función importante en los movimientos de liberación, efectuando profundos cambios sociales. Los comunistas se oponen al vulgar anti-militarismo y a cualquier manifestación de sectarismo (¡!) en relación al militarismo porque ello simplemente estimula la reacción."
Aúnque este artículo se presenta como análisis teórico, es una clara intrucción para los escépticos dentro del PC. De la misma manera, hay que recordar que Stalin en 1920 dió intrucciones a los comunistas chinos que se sometieran al ejército Kuomintang de Chiang Kai-shek porque éste era moderno, progresista e incluso revolucionario. Esta teoría burocrática condujo directamente a la mayor matanza de comunistas jamás vista en China--la masacre de Shangai.
Capitulación ante la derecha
En Chile, esta cuestión tenía un significado adicional debido al hecho que el congreso y el senado estaban dominados por los derechistas, el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Nacionalista, los cuales estaban decididos a derrocar a Allende.
Los Demócratas Cristianos, dirigidos por Eduardo Frei, candidato propuesto por la CIA, utilizó al máximo la fraudulenta legitimidad que le fué otorgada contra el congreso y el senado presidenciados por Allende para detener y obstruír su legislación reformista y al mismo tiempo preparar un plan de ataque. En este plan, sus aliados principales fueron los s, quienes apoyaron incondicionalmente la consistente negativa de Allende de formar una milicia obrera. En la cumbre de la crisis del gobierno en Septiembre de 1972 Allende puso en claro su determinación de acabar con la oposición de extrema izquierda a sus reformas fabianas y rechazó expresamente la idea de una milicia popular.
"No habrá otras fuerzas armadas que las estipuladas en la Constitución. Es decir, el ejército, las fuerzas navales y las fuerzas aéreas. Eliminaré cualquier otra que aparezca."
En la escala de la historia, las exiguas reformas de Allende, que crearon grandes esperanzas en los trabajadores, los campesinos y la clase media, pesan menos que la traición de esas aspiraciones que fué llevada a cabo a través de un forzado respeto a la legalidad constitucional.
Así, los reaccionarios en la oposición pudieron integrar sus planes más efectivamente con los "gorilas" del Ejército, los acreedores del exterior y los monopolios expropiados. Usando su mayoría constitucional en las dos cámaras y aprovechándose de la creciente desilusión de las masas ante la incapacidad de Allende en detener la inflación, la oposición puso en práctica la primera parte de su plan: obligar a los ministros radicales a dimitir y reemplazarlos por oficiales. Después de las elecciones de enero de 1972, Allende se vió obligado a dar de baja a su Estado Ministro del Interior, mientras sus planes de reformar dos cámaras fué bloqueado por la oposición.
En Junio de 1972, la situación estaba más tensa y las conversaciones secretas entre el gobierno y la oposición produjeron otra crisis en la cámara cuando Allende despidió a su Ministro de Economía izquierdista, Pedro Vuskovic, y abandonó los planes de nacionalización. Esto previsiblemente tuvo todo el apoyo de los s, quienes, igual que en España en 1938, se convirtieron en la extrema derecha de la coalición. Los stalinistas acusaron a Vuskovic de "destruír la confianza de los capitalistas." Al mismo tiempo fueron partidarios de un "diálogo" con los Demócrata Cristianos y, en vez de la nacionalización, aceptaron el sospechoso programa de la oposición para la "participación obrera".
El líder sindicalista Figuero recibió con agrado este plan corporatista con entusiamo: "La participación NO debe expresarse en la propiedad de la compañía por sus trabajadores sino en un papel eficaz y activo de gestión y planificación." Esta exhortación estaba combinada con una intención organizada para aumentar la productividad e introducir el "trabajo voluntario". (Publicado en la Workers Press el 1 de Abril de 1972).
En Agosto de 1972, el "camino pacífico" sufrió un golpe repentino cuando los tenderos se enfrentaron a la policía en Santiago. Los stalinistas usaron esto inmediatamente como pretexto para exigir que se proscribieran los grupos de extrema izquierda como el MIR en el Sur, con el ridículo pretexto de que las acciones de los grupos de izquierda "crearían las condiciones para la intervención militar."
La enorme hostilidad de los stalinistas hacia cualquier grupo de la izquierda que no aceptara el programa de Allende tuvo una expresión bestial en Agosto de 1972 cuando miembros stalinistas de la policía atacaron una oficina del MIR (izquierdista) en las afueras de Santiago y mataron a cinco campesinos.
A finales de 1972, la reacción estaba preparada para su segunda fase. La primera operación fué la huelga de los propietarios de camiones en el Sur contra la nacionalización. En cuatro semanas, Allende no solo capituló ante la reacción, sino que también aceptó la introducción tres generales en su cámara y por segunda vez despidió a otro Ministro del Interior. El nombramiento más destacado fué el del General Morio Prats, jefe de las fuerzas armadas y notable reaccionario anti-clase obrera. El Ministro del Interior, Del Canto, fué expulsado porque permitió a los trabajadores "ocupar ilegalmente" industrias privadas. El cambio hacia la derecha era inexorable.
Esto no fué solo una señal de victoria para los reaccionarios, sino un avance significante para los stalinistas, quienes lucharon todo el tiempo contra la ocupación de fábricas y la incautación de tierras y se opusieron implacablemente a cualquier lucha que no estuviera controlada por ellos o por Allende.
La maquinaria de mentiras se puso a trabajar en todo el mundo para tergiversar el significado de esos cambios siniestros. Comment (Noviembre de 1972), el periódico del PC Británico, no dudó en defender a Allende y a Prats:
"¿No es esto una señal de debilidad? ¿O una rendición? ¿O una traición?…la entrada de esos oficiales en el gobierno, por extraño que parezca, es una indicación que la derecha ha sido sobremaniobrada y derrotada en un combate de clases."
De la misma manera que Sukarno en Indonesia intentó balancear la izquierda con la derecha en su condenado Consejo, Allende premió al Figuero con el puesto de Ministro del Trabajo..
La insoluble crisis económica
Detrás de las crecientes intrigas de la oposición, la arrogancia de los generales, las escalantes vacilaciones de Allende y la capitulación de los stalinistas durante 1972-73, yacía la insoluble crisis del capitalismo chileno y mundial.
Cuando Allende subió al poder, Chile estaba en la agonía de una gran crisis económica y financiera, la cual se ha exacerbado considerablemente desde entonces. Las reservas del Banco Central habían bajado de $500 a $280 millones y en Abril 1972 se calculaba que no había más de $60 millones. Al mismo tiempo la deuda al exterior excedía los 3.000 millones, de los cuales la mayor parte estaba bajo escrutinio de los bancos centrales europeos.
Debido a su incapacidad de rechazar esa enorme deuda nacional y a la continua disminución del precio de exportación del cobre, Allende tuvo que devaluar el escudo chileno cuatro veces en dos años. Sólo el pago de la deuda externa alcanzaba casi los 300 millones al año. El hundimiento del acuerdo Bretton Woods y la reducción de la ayuda al extranjero por los Estados Unidos eliminó todas las esperanzas de la economía capitalista chilena llegar a ser solvente. El compromiso de Allende y los stalinistas con los acreedores extranjeros suministró el estímulo a la reacción nativa para dar más ímpetu a la lucha para detener la nacionalización y prepararse abiertamente para la contrarrevolución.
Las manifestaciones de obreros y estudiantes contra la derecha fueron censuradas por los stalinistas mientras Allende se ocupaba en alabar a los odiados Carabineros, la élite de la policía usada para atacar a los trabajadores y ocupantes ilegales de edificios.
Las palabras de Allende expresan claramente la perplejidad -y también la impotencia- del doctor pequeño burgués ante la maquinaria del estado capitalista y su completa falta de confianza en la clase obrera.
"Por algo el lema de los carabineros es" Orden y Patria". Orden, basado en la autoridad moral, cumpliendo correctamente los deberes, que de ninguna manera supone el negar la jerarquía. En efecto, ustedes tienen un sentido de disciplina y jerarquía que crece sobre el concepto que este gobierno tiene disciplina social y el uso de la fuerza pública". (Workers Press, 11 de Mayo de 1972). Fue precisamente este "sentido de disciplina y jerarquía" lo que condujo al presidente de la guardia de carabineros a rendirse cuando sucedió el golpe militar.
En Septiembre de 1972, Allende descartó cualquier expectativa de golpe militar : "Creo que mi gobierno es la mejor garantía para la paz. Aquí hay elecciones y libertad. Noventa por ciento de los chilenos no quieren una confrontación armada."
Sin embargo, el otro diez por ciento no compartía las ilusiones stalinistas de Allende. Nuevos grupos, como el frente semi-fascista "Patria y Libertad", comenzaron a armarse abiertamente contra el régimen mientras los terratenientes en el Sur formaban ejércitos privados para imponer "justicia" sobre los campesinos. Además, bajo lo estipulado en el acuerdo de Octubre de 1972 con la oposición, Allende concedió un arma invaluable a la reacción separando las 155 emisoras de radio de Chile y evitando su conexión con la red de comunicaciones estatal.
Para 1973, la política de "moderación y reconciliación" de los stalinistas había desilusionado a los trabajadores de la industria y, por primera vez, los mineros del cobre comenzaron a hacer huelgas por aumento de sueldo. Esto fué una señal importante de la crisis, pero bajo recomendación de los ministros stalinistas, Allende atacó a la clase obrera de la manera más depravada.
A su retorno de Moscú en Enero de 1973, Allende atacó a los mineros del cobre en huelga catalogándolos como "verdaderos banqueros monopolistas que exigen dinero para sus bolsillos sin ninguna consideración por la situación económica del país."
En el mismo discurso, Allende reveló que la deuda al exterior había aumentado en dos años de $3.000 millones a $4,020 millones y admitió además que el parlamento debería disolverse pronto. Este fué el precio del "camino pacífico."
Aquí también mostraron su mano los stalinistas. Cuando los mineros de la gran mina de cobre El Teniente, que estaba nacionalizada, se pusieron en huelga por aumento de sueldo durante 70 días, los stalinistas se opusieron a las propuestas de Allende como "vacilación" y "completamente inadmisibles" y animaron al gobierno a usar cañones de agua y gases lacrimógenos contra los mineros. La provincia de O'Higgins-la zona en huelga- fué puesta bajo control militar.
Al mismo tiempo, Allende hizo una propuesta de traer de nuevo a los generales que dimitieron de su puesto en Marzo de 1973. El propósito de esta acción estaba claro: Allende y los stalinistas querían utilizar el ejército contra la clase obrera, incluso cuando los dirigentes del partido estaban convencidos de que la oposición estaba preparando el golpe para ¡Agosto o Septiembre!
En Junio de 1973, la derecha hizo su primer intento de sublevación después de la huelga del cobre. Este intento del Segundo Regimiento Armado falló, pero demostró lo vulnerable que era el régimen a un golpe militar.
Este ataque estimuló a la clase obrera a entrar en acción, a ocupar fábricas y a fortalecer las asambleas de trabajadores que estaban brotando por todas partes entre Octubre y Noviembre de 1972.
La reacción del líder Chileno, Luis Corvalán, al golpe fracasado del 29 de Junio atestiguó el pánico de estos traidores cuando vieron que el futuro del gobierno de Allende estaba predestinado al fracaso. La complacencia y la euforia habían desaparecido, pero en cambio quedaba una parálisis de terror ante el Ejército: "La sublevación ha sido detenida rápidamente, gracias a la instantánea determinación del Comandante en jefe del Ejército y la lealtad de las Fuerzas armadas y la policía…Continuamos apoyando el carácter absolutamente profesional de las instituciones armadas. Sus enemigos no están en el pueblo, sino en el campo reaccionario" (Marxismo Today, Septiembre de 1973).
Incluso a estas horas tan tarde, la situación se podía haber cambiado con un liderazgo resuelto y categórico…Sin embargo, los stalinistas chilenos siguieron un curso que no era solamente falso, sino peor aún, contradictorio. Según escribió Corvalán: "La consigna patriótica y revolucionaria debe ser: ¡No a la guerra civil! No al fascismo." Pero el fascismo es guerra civil contra los trabajadores y el sistema capitalista lleva en sus entrañas el gran peligro de guerra civil contra la clase obrera. Renunciando a la guerra civil y dejando la lucha en manos de los reaccionarios oficiales burgueses, el stalinismo chileno facilitó y aceleró la derrota de los trabajadores.
Pero los trabajadores chilenos todavía iban a recibir un golpe siniestro. En su desesperada búsqueda por aliados, los stalinistas chilenos empezaron a hacer llamadas oportunitas a los fascistas y a los partidos nacionalistas extremistas. Corvalán le rogó desvergonzadamente a los partidarios de Pablo H. Rodriguez, el fascista, que aceptaran un "diálogo" para evitar la guerra civil, para "unir nuestro país, para eliminar las divisiones artificiales entre los chilenos, quienes tienen un interés común". Los fascistas previsiblemente trataron las súplicas de Corvalán con desprecio e irrisión…y se concentraron en prepararse para la guerra civil.
Según los trabajadores perdían la confianza en el régimen y empezaban a organizarse en su propia defensa, la derecha emprendió sus preparaciones y comenzó a hablar abiertamente de repetir "los sucesos de Indonesia". El principal diario burgués de Chile, El Mercurio, escribió jactanciosamente el 27 de Julio acerca de la "espontánea y horrible" masacre en Indonesia, la cual, en su opinión, "no era tan horrible" porque había hecho de Indonesia "una de las principales naciones del Sur de Asia donde se ha estabilizado la economía y predomina el orden."
El presidente anterior, Frei, llamó abiertamente a machacar las "milicias obreras" que se estaban formando en las fábricas. Ante esta situación, solo una acción resuelta del gobierno armando a los obreros, disolviendo el ejército y poniendo en alerta a toda la clase obrera y preparandola para la lucha podría haber prevenido el golpe o lo habría abortado. El gobierno y los stalinistas hicieron lo contrario.
Durante la crisis de Octubre de 1972, se reactivó una "ley de control de armas" para impedir el rearmamiento de los trabajadores. En las fuerzas navales y en el ejército, los oficiales derechistas se aprovecharon de la apatía, pasividad e indiferencia de los para arengar y adoctrinar las tropas y prepararlas para la insurrección. Los fervientes llamados al ejército de Allende sólo sirvieron para aumentar la determinación de los generales en terminar rápida e implacablemente con el experimento del "camino pacífico."
El ataque final al palacio presidencial el 11 de Septiembre fué la culminación de un plan que fué concebido gracias al consentimiento del gobierno y del Partido Comunista. Igual que Hitler y Franco, el General Pinochet venció por ausencia de su adversario, gracias a la traición del stalinismo.
La pequeña burguesía y la reacción
Una pregunta final debe ser dirigida a los stalinistas:¿por qué ningún líder se atreve a responder las preguntas vitales que plantea la derrota? ¿Por qué la clase media, y con ella los soldados rasos, se sublevó tan violentamente contra el régimen? Si el "camino pacífico" y el "respeto a la legalidad" son la única garantía para ganarse a la clase media, ¿por qué fallaron tan desastrosamente en Chile?
Echar la culpa de esto a las intrigas de la CIA o a la tendencia de la clase media a apoyar los regímenes militares, como dan a entender los stalinistas, es injuriar el marxismo y ocultar la traición del Frente Popular. Según Trotsky escribió en ¿Adónde Francia? (1934):
"La pequeña burguesía se distingue por su dependencia económica y su heterogeneidad social. Su capa más alta está ligada directamente a la gran burguesía. Su capa más baja se mezcla con el proletariado e incluso desciende al estado de lumpen-proletariado. Conforme a su situación económica, la pequeña burguesía no tiene política propia. Siempre oscila entre los capitalistas y los trabajadores. Su alta capa la empuja hacia la derecha, mientras su baja capa, oprimida y explotada, bajo ciertas condiciones puede virar repentinamente hacia la izquierda."
Trotsky continúa con que en períodos de crisis aguda y en la ausencia de una dirección revolucionaria, "la pequeña burguesía comienza a perder la paciencia. Adopta una actitud más y más hostil hacia su propia capa alta. Se convence de la bancarrota y perfidia de su dirigencia política…Es precisamente esta desilusión de la pequeña burguesía, su impaciencia, su desesperación, lo que explota el fascismo…Los fascistas muestran franqueza, salen a la calle, atacan a la policía, y tratan de botar a los parlamentarios por la fuerza. Eso le causa impresión a la desesperanzada pequeña burguesía."
Las palabras de Trotsky describen exactamente la actitud de la pequeña burguesía bajo el gobierno de Allende…La pequeña burguesía fué la primera víctima de la coalición política que intentó apaciguar la clase obrera con subsidios, mientras prometía un aumento de la productividad a los capitalistas de la industria, deteniendo drásticamente la nacionalización y negándose a rechazar la gran carga de la deuda externa que fué contraída por el gobierno anterior pro-EEUU de Frei.
El descenso neto del poder adquisitivo y la disminución en el consumo afectó principalmente a las capas bajas de la pequeña burguesía…Los grandes capitalistas querían una gran devaluación del escudo o una congelación de sueldos por completo. Esto estaba también relacionado a desviar los dólares importados de los productos alimenticios y dirigirlos hacia las posesiones del capital. Por otro lado, los trabajadores querían más nacionalización, control obrero y acabar con el fraude parlamentario.
Allende y los stalinistas rechazaron ambas alternativas y se vieron atrapados en sus propias contradicciones. Era solo cuestión de tiempo antes de que los imperialistas y la junta atacaran. Sugerimos este párrafo de Lenín como epitafio al gobierno de Allende:
"El proletariado no puede lograr la victoria si no atrae a la mayoría de la población a su lado. Pero limitar la victoria a obtener una mayoría de votos en las elecciones controladas por la burguesía o ponerlo como condición es una estupidez exorbitante o un engaño absoluto para los trabajadores. Para ganar la mayoría de la población a su lado, el proletariado debe en primer lugar derrocar la burguesía y tomar el poder. Segundo, debe establecer el poder de los soviets y acabar de destruír el viejo aparato de estado, lo cual inmediatamente debilita el dominio, prestigio e influencia de la burguesía y la pequeña burguesía comprometida sobre la clase obrera no proletaria. Tercero, el proletariado debe destruir completamente la influencia de la burguesía y la pequeña burguesía sobre las masas no proletarias y satisfacer sus necesidades económicas de una manera revolucionaria a expensas de los explotadores."
Construíd el Partido Revolucionario
Para defender a la clase obrera chilena es necesario asimilar las lecciones vitales de ese período y construír un nueva dirigencia revolucionaria basada en los principios de Lenín y Trotsky.
Mientras es cierto que el stalinismo desempeñó el papel principal en la derrota chilena, es imposible analizarlo sin contar con el papel de los centristas y revisionistas que fueron, queriendo o sin querer, cómplices del stalinismo.
Los centristas del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), que contaban con apoyo considerable entre los campesinos sin tierra del Sur, no adoptaron una actitud principista hacia Allende y crearon gran confusión entre los campesinos. Su política de "apoyo crítico" a Allende en la práctica significó capitulación ante el Frente Popular. Igual que el POUM en Cataluña en la Guerra Civil española, este grupo retiró su oposición a Allende en las elecciones al Congreso en Marzo de 1973, precisamente cuando un audaz desafío a los stalinistas y Estados y una llamada a formar un gobierno de trabajadores y campesinos habría atraído a la mayoría de los trabajadores y campesinos pobres.
Los revisionistas del Secretariado Unificado jugaron un papel todavía más ignominioso. El Militante (el diario del Socialist Workers Party en los Estados Unidos) en su edición del 4 de Septiembre de 1973, se lamentaba: "Pero no hay todavía un partido que pueda tomar este ejemplo (control popular de producción) y extenderlo a través de los cordones (asambleas de obreros) y a través del país."
¿Por qué no le dice el SWP a sus lectores lo que sucedió al POR (Partido Obrero Revolucionario de Chile), la sección del Secretariado Unido, que abandonó al Comité Internacional y se unió al Secretariado Unido apoyando las teorías revisionistas de Mandel y Hansen, las teorías que liquidaron el Trotskismo en Latinoamérica y lo sustituyeron por las ideas y métodos de Guevara y Castro? ¿Por qué no recuerda el SWP que él mismo fué el principal protagonista de esa línea política?
¿No es un hecho que el partido trotskista no fué destruído en Chile por el stalinismo o una junta militar, sino por la aplicación conciente de la teoría revisionista de que las revoluciones se pueden hacer con éxito sin construír un partido marxista?
De todas formas, la derrota chilena no cambiará nada en el Secretariado revisionista. En vez de aprender las lecciones, estos acontecimientos los acerca más a la burocracia, a la burguesía nacional y al imperialismo. Por eso los revisionistas del Grupo Marxista Internacional en Inglaterra, por ejemplo, no dudan en unirse a los stalinistas campeones del Frente Popular en una manifestación contra la junta chilena - y por el Frente Popular en Chile.
Ciertamente, el revisionismo ha alcanzado un nuevo estado de degeneración. Marchando con el Frente Popular, han apoyado las preparaciones contrarrevolucionarias del stalinismo y la burguesía. Luchar contra el stalinismo y el castrismo es destruír políticamente al revisionismo.
El Comité Internacional llama a la máxima solidaridad con la clase obrera internacional para boicotear el comércio marítimo de Chile, exigir la liberación de todos los prisioneros políticos y que paren las ejecuciones por la junta. Al mismo tiempo, exigimos al gobierno de la URSS y a los regímenes de Europa Oriental que rompan las relaciones diplomáticas con la junta chilena y le brinden toda la ayuda posible a los trabajadores combatientes de Chile.
·     ¡Abajo la junta militar de Chile!
·     ¡Abajo el Frente Popular!
·     ¡Abajo el stalinismo!
·     ¡Vivan los trabajadores chilenos!
·     ¡Construíd secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional!
Mira també:
http://www.transicao.org/noticia.php?id=998
http://www.wsws.org

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Comentaris

Re: Lecciones polìticas del golpe de Estado en Chile
06 oct 2008
Como nos muestra este documento, trotskismo es colaboracionismo.

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