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Trastorno. Una obra de Thomas Bernhard...
16 set 2008
Un médico rural y su hijo realizan diversas visitas para atender a pacientes de toda la comarca, culminando este recorrido con la visita al príncipe Saurau, quién vive recluido en su castillo. Y será este personaje quien ocupe mayor número de páginas en la novela, a través de un largo monólogo...
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En esta novela se encuentran todas las características identificables, si se ha leído algo más de su autor, propias de Bernhard, del mundo de Bernhard (Thomas).

Se puede decir que Trastorno está dividida en dos partes no sólo estructurales:

En la primera, la narración que nos hace el hijo del médico, no sin otras intervenciones o diálogos, aunque siempre bajo el registro, por así decirlo, de este narrador principal (técnica que desarrolla Bernhard en novelas posteriores). Asistimos, casi a modo de aperitivo, a la historia familiar del médico así como a la de diferentes habitantes del lugar o pacientes que atiende. De esta forma va mostrándonos, en primer lugar el ENTORNO, siempre ligado a sus personajes, siempre presente, ACECHANDO. Entorno natural y OPRESOR (HOSTIL), en el que su papel NO es UNICAMENTE METAFORICO, sino que condiciona la vida de sus habitantes. Dibuja personajes atrapados en dicho entorno, pero que no sólo es geográfico o físico sino interior, por lo que no hay posible escapatoria.

A todo esto se le une las relaciones entre unos y otros, especialmente entre padres e hijos o entre miembros de una misma familia, donde curiosamente, la mujer es casi siempre un personaje secundario, sumiso, a la merced como todos, de ese entorno pero además del padre, del marido...
Y estas relaciones se caracterizan especialmente por la INCOMUNICACION, representada sobre todo por el personaje del médico y su hijo, y que se pone de manifiesto en la narración, de manera extraordinaria, muy hábil, a través de la relación con terceras personas e incluso en ciertas ocasiones a través del discurso del príncipe.
Entre el médico y su hijo pareciera que existen intentos de acercamiento pero que sin embargo no hacen más que mostrar de manera más clara ese abismo que existe entre ellos. Están ATRAPADOS, por su entorno, SU HISTORIA...y salpica de una generación a otra, como si el factor hereditario fuera una pieza más de todo ese engranaje que los mantiene atrapados.
Casi se asiste a la historia de los demás personajes como espejo de ellos mismos, O QUIZAS TODOS SON REFLEJOS LOS UNOS DE LOS OTROS.

La que sería la segunda parte, es la dedicada al príncipe, donde se mantiene al hijo del médico como narrador, pero ya en un segundo plano debido al largo monólogo del príncipe en primera persona. Durante todo su discurso va exponiendo las causas de su reclutamiento en el castillo y las de su perturbación. Monólogo que muestra a un personaje por momentos brillante e inteligente y por momentos delirante, cómico y absurdo, poniendo como si de la guinda del pastel se tratara, a este personaje, a este monólogo, como repaso hurgador a todo lo expuesto desde la primera página. Una guinda que casi es de mayor tamaño que el pastel...

Aunque no por muy usada, es menos válida esta frase, pero Bernhard es de esos escritores que odias o amas, dudo que existan lectores que se encuentren en un (real) término medio, porque Bernhard puede ser cualquier cosa MENOS INSULSO Y MEDIOCRE, imposible que pase por un escritor más en el panorama literario. Era un escritor (y una persona) provocador y no únicamente por su original forma de narrar, inteligente, intensa pero no agotadora, que va bombardeándo(te) con ideas, opiniones, preguntas...
Su visión, el contenido, es desgarrador, pesimista, muy crítico, que sin embargo, aunque no lo parezca, no de una manera explícita, no deja la sensación de que todo está perdido, y esto quizás, este punto, es lo más perturbador, lo más contradictorio en el ejercicio de comprender qué nos está contando.

La “cárcel� en la que sitúa a sus personajes parece indestructible y a su vez, estos personajes parecieran aceptarlo, pero no por ello entenderlo, por lo que parecen continuamente inmersos en la BUSQUEDA DE UNA SALIDA O ESACAPATORIA. Pero esa cárcel es la propia naturaleza que los rodea, el país, el clima..TODO, así como la propia naturaleza humana, ellos mismos, su familia...por tanto ¿ es posible huir de todo eso ?

En esta obra, por lo que creo, se caracteriza, a diferencia de otras, en que no da resoluciones tajantes, no al menos en sus personajes principales, aun incluso bajo esa clara previsión que parece mostrar.

Supongo que al tratarse de la segunda novela que escribió y al compararla con las que le siguieron, esta me parece casi un muestrario de lo que iba a seguir. La primera parte es casi un baile de personajes, la paleta de colores al completo, para seguidamente, en el personaje del príncipe, condensar toda la gama, uniendo, luego separando, haciendo distintas mezclas pero nunca llegando a una tonalidad exacta a modo de respuesta, o con carácter resolutivo. Y ahí radica en mi opinión, la genialidad de esta novela, deja un amplio espacio al lector, diría que termina “borracho� de colores, en los que no sabe si es capaz de distinguirlos, si el autor quiere mostrarle los colores que existen, cada cual con identidad propia, aunque oculta, o si en su defecto, está diciéndonos que sólo existe la unión de todos ellos y que dan lugar al negro, y que dicha unión, como interrelación inevitable (individuo-entorno-naturaleza...) es destructiva, oscura, que es IMPOSIBLE aislar un SOLO color, así como de nada sirve a sus personajes, en este caso al príncipe por ejemplo, aislarse, o huir o enviar a otro lugar a sus descendientes o hijos para cambiar su suerte o destino, y sin embargo lo intentan...pero curiosamente ellos mismos, a su vez, los mantienen atrapados.

Bernhard tiene la cualidad de hacer pensar al lector, de sumergirlo en su mundo donde las formas están siempre ligadas al fondo y te atrapan, te hace ser algo más que un simple observador, de leer una historia. Te inmiscuyes de manera que intentas encontrar tu propio asidero ante el panorama que te muestra para luego él, arrebatártelo y mostrarte que NO SON VALIDOS LOS ENGAÑABOBOS. Yo diría que a grosso modo muestra dos tipos de personajes, los claramente condenados y los que huyen o se aíslan aunque igualmente terminen condenados. Como si la vida se redujera a eso para los más optimistas, al incansable intento de cambiar su naturaleza, la exterior y la interior, víctimas de un trastorno al que se intenta regular, poner orden, durante toda la vida.

Pero NO veo a Bernhard DANDO LECCIONES A NADIE, tan SOLO PLANTEAMIENTOS,su planteamiento, luego deja que cada lector vaya disgregando, labor que sólo ofrecen los grandes escritores.

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