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Indios brutos, malditos, vendidos, comunistas: para Bolivia con Amor.
16 set 2008
"Indios brutos, malditos, vendidos, comunistas", gritan mujeres y hombres mestizos en Bolivia por estos días. Estas palabras en las voces de un mestizo(a) nos expresan con claridad las bases del racismo y de su penetración ideológica en personas que tienen lazos de sangre y hasta hace pocas generaciones vínculos con la cultura, el mundo y las realidades indígenas.
"Indios brutos, malditos, vendidos, comunistas", gritan mujeres y hombres mestizos en Bolivia por estos días. Estas palabras en las voces de un mestizo(a) nos expresan con claridad las bases del racismo y de su penetración ideológica en personas que tienen lazos de sangre y hasta hace pocas generaciones vínculos con la cultura, el mundo y las realidades indígenas. Hoy muchos de los sujetos que impulsan el linchamiento de campesinos e indígenas niegan sus raíces y venden su dignidad como personas al organizarse en bandas paramilitares auspiciadas por las élites separatistas. Con palos y armas de fuego en las manos lincharon y mataron a más de 30 indios-campesinos en un episodio que nos recuerda la más bárbara de las intolerancias en una nación que se debe a los indios. Ante estos hechos uno se pregunta por el papel de las ciencias sociales en estos episodios; uno se pregunta por el papel del cristianismo y el catolicismo en una nación pluricultural que se dice en un 98% católica. ¿Dónde esta la antropología boliviana y latinoamericana?; y ¿cómo es que nuestras ciencias sociales han sido incapaces de trascender el estudio monográfico para insertar sus ricas enseñanzas en la formación humana, cultural y política dirigida hacia una cultura de la paz y de una auténtica experiencia de Dios que nos saque de la lógica de la violencia que impulsan los sectores más retardatarios y minoritarios de la sociedad boliviana? La afirmación “indio maldito� es una frase iconográfica que refleja una profunda enfermedad social y personal acumulada a lo largo de los siglos. Con ella se niega todo el sentido del mensaje evangélico que nos invita a amar al vecino por encima de su raza, color de la piel, o estrato social. Es triste ver como nuestras sociedades han sido incapaces de comprender a la cultura indígena y de proyectar un diálogo sincero y fraterno que nos permita reconocer los aportes de ellos en la construcción de nación. Como vemos, lo que acontece en Bolivia y que tiene mucha significación por la importante presencia demográfica del indio, es el viejo enfrentamiento entre dos culturas y dos cosmovisiones: la occidental y la indígena. Estas dos culturas se encuentran relacionadas y enfrentadas en una infinidad de relaciones culturales, políticas y económicas.

El indio o indígena en nuestra tierras (sus tierras) ha sido generalmente el gran olvidado, el gran ultrajado. En Bolivia, su representación social se había limitado desde la conquista a su participación en el cuadro costumbrista, folclórico o pintoresco. Los estados andinos, surgidos de las guerras de la Independencia, se caracterizaron por sus estructuras precarias, dirigidas por una élite criolla, ignorante de la enorme complejidad de sus países y sin la experiencia de mando, que hubiera permitido o una eficaz integración de la población india, o el diseño de sociedades pluriculturales y diversificadas, dentro de cauces y prácticas democráticas accesibles a todos sus miembros (José Tamayo Herrera). En el caso de Bolivia, sólo el presidente Belzu en el siglo XIX generó políticas dirigidas a proteger a los artesanos y a los campesinos “comunitarios�. En el siglo XX, Evo Morales, el indio maldito para muchos, es el representante legítimo de una democracia que hoy tiene que dar razón de un proyecto político abierto al reconocimiento de un mundo indígena, mestizo y campesino que por todos los medios ha querido ser blanqueado. Ninguna de las políticas impulsadas en Bolivia a lo largo del siglo XX había pensado en el indio o el campesino boliviano. Los problemas que se expresan hoy en Bolivia y en la mayoría de los países Andinos son la expresión de mentalidades y procesos no resueltos en el plano político. Los clichés políticos desde donde se ha pensado a nuestros países han estado orientados por corrientes intelectuales foráneas: políticas liberales, modernismo en literatura y positivismo en filosofía y en las ciencias sociales. Todas estas corrientes niegan y desconocen la riqueza y complejidad del mundo andino, sus cosmovisiones, sistemas de producción y formas de organización social. Otras corrientes intelectuales como el nacionalismo, el marxismo o el izquierdismo han marcado el sino trágico de la sociedad boliviana que se ha visto obligada a pensar en categorías sociales que han sido poco eficaces en la generación de ideas-fuerza abiertas al fortalecimiento cultural de la nación y a generar auténticas estrategias ganadores para el conjunto de la nación. La exacerbación del odio de clases tampoco es el camino.

El indigenismo, entendido como movimiento o corriente intelectual que expresa una forma de resistencia a la aculturación y que muchas veces se cierra en un nativismo que idealiza la cultura indígena, tendrá que enriquecerse de lo que hemos denominado la consulta cultural o una antropología dinámica, abierta a la exploración de otras vías al desarrollo impuesto desde un marco exclusivamente liberal, neoliberal o marxista. El indigenismo debe su existencia a fenómenos objetivos de dominación, explotación y abuso que han arrinconado a los pueblos originarios y sus herederos a vivir en la pobreza, la alienación y la marginación. El odio de clases en ese sentido ha sido una construcción social, no una constante de la naturaleza del hombre, que ha marcado las relaciones entre cholos, mestizos y blancos y el odio recíproco entre ellos.
La consulta cultural esta al servicio del potenciamiento dinámico de la cultura, la sociedad y la persona; para hacerse efectiva –la consulta cultural- debe partir de un marco analítico-positivo en su lectura de realidad, que debe ser complementado en su búsqueda del orden político por el respecto a la dignidad de la persona y por el respeto a las condiciones espirituales de la existencia del hombre. La consulta cultural o antropología dinámica tiene que hacer parte del marco constitucional de nuestros pueblos e institucionalizarse como marco normativo que posibilite el logro de los derechos y deberes fundamentales de nuestros países. De su perfeccionamiento dependerá que los abusos de un gobierno (sea del color que sea) no generen impactos generacionales en lo ambiental, cultural y social. La consulta cultural es un mecanismo mucho más amplio que la denominada consulta previa (Decreto Numero 1320 de 1998), que como sabemos ha sido el mecanismo que ha contribuido en países como Colombia a la usurpación en muchas ocasiones -desde un aparente manto de legalidad- de los derechos de nuestros pueblos y comunidades. Pensar y perfeccionar el tema de la consulta cultural nos evitaría y nos habría evitado mucha de la violencia que han generado “las fuerzas del orden estatal� en su accionar “bien intencionado� en nuestros territorios y pueblos. La violencia que hemos experimentado en tierra americana ha sido en innumerables ocasiones el resultado de la ideologización de nuestros problemas debido a la imposición de visiones y decisiones que vienen desde afuera y que han incrementado el espiral de la violencia, cuando hemos asumido acríticamente las verdades de los evangelios del odio, la sospecha y la violencia. En la acción no es suficiente la intención, la ejecución acertada es un componente axial de la acción; en nuestros países andinos los procesos de modernización, integración, progreso o desarrollo impulsados han sido incapaces de generar una auténtica transformación material y espiritual en las condiciones de vida de nuestros pueblos. A orar por Evo, su gobierno y su pueblo; que la ingerencia desmedida de cualquier “extranjero demente� no le vaya a opacar su razón de gobernante de todos los bolivianos.
Mira també:
http://chiapas.mediosindependientes.org/article_158628

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