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Notícies :: corrupció i poder
Latinoamerica tiene caminos muy parecidos
29 jul 2008
Apenas comenzó su primera candidatura no alcanzaba el 2% en las
encuestas, y su propuesta no fue lanzada desde ningún partido
tradicional que pudiera vaticinar una posterior fuerza electoral para
disputar la presidencia. Sin embargo, su discurso antipolítico y
anticorrupció n, pero principalmente fuerte contra una guerrilla
asesina, terrorista y sin rumbo político, le gestó un impresionante
ascenso de popularidad. Una sociedad cansada de los abusos criminales
a los que se había reducido el proyecto beligerante y una asfixia en
los intentos de solución política fueron la clave de su arrollador
éxito con el que llegó por primera vez a dirigir el destino de la
nación.

Realizó su primer gobierno, no sin antes reformar la Constitución para
permitir su propia reelección. Y a pesar de no haber cumplido su
promesa de acabar el terrorismo en su primer período, sus golpes a la
guerrilla fueron tan contundentes que llegó a acorralarlos, a capturar
o dar de baja a gran parte de sus cabecillas, disminuyendo de forma
drástica su accionar violento en todo el país.

De la mano con la lucha antiterrorista vino también la recuperación
económica y la inversión extranjera. Fue reelecto por una amplia
ventaja y su imagen favorable llegó a estar cerca al 80% y nunca por
debajo del 70%. Y todo esto, a pesar de los grandes escándalos de
corrupción y de violaciones a los derechos humanos de los que se
acusaba a su gobierno. El efecto teflón que generó, le permitió pasar
incólume por encima de los crímenes de lesa humanidad y los actos
probados de descomposició n política que se gestaron en su
administració n.

Los escándalos de corrupción comenzaron a cercar sus principales
círculos de poder, llegando a sus principales asesores y al Congreso,
el cual se vio afectado por una de las principales crisis de
ilegitimidad en su historia.
Nuevamente, el envilecimiento político venía desde el Gobierno, pero
la gente aislaba la imagen presidencial de este episodio que hedía
como nunca a podredumbre. Y no contento con una reelección, comenzó a
planear como quedarse en el poder. Pero esta vez, no sólo por gusto
sino por necesidad: el miedo a un futuro juzgamiento lo convirtió en
beneficiario y víctima de su propio trono.

Su discurso, cada vez más agresivo, se enfiló contra la oposición
política y social a la cual estigmatizó y ridiculizó aprovechando los
múltiples espacios oficiales. Generó un ambiente de polarización y
recurrió a investirse como el representante de un patriotismo
indiscutible, de tal forma que, quien estuviera contra él estaba
contra el país y debía ser considerado terrorista.

Mantuvo a los medios de comunicación bajo su poder a través de
concubinatos empresariales o por medio del chantaje que ejercía sobre
ellos y elaboró toda una maquinaria de propaganda oficial para
magnificar su imagen.

Gobernó acaparando todo el poder, a través del desequilibrio
institucional que generó su propia reelección. Permitió que la
corrupción infiltrara al Estado como nunca antes se había dado en el
país y llevó a la moral pública a la más profunda de sus crisis. De la
misma forma, captó a las fuerzas militares como su ejército propio,
utilizándolas para sus intereses, no pocas veces contrarios a la
dignidad humana.

Confundió popularidad con legitimidad y por esta vía pasó por encima
de la ley y de la constitución. Atacó al poder judicial con una saña
tal que llegó a acusarlo de ser enemigo de la democracia y se enfrentó
personalmente a la justicia hasta llegar a doblegarla.

Finalmente, tras 11 años en el poder y ya sin el paraguas de la
guerrilla, la lluvia de escándalos le hicieron huir del país y pasó a
ser declarado 'moralmente insubsistente' por el Congreso. Hoy, Alberto
Fujimori está preso y enfrenta procesos por crímenes de lesa humanidad
y corrupción. Crímenes que cometió bajo el apoyo ciego de una sociedad
sedienta de venganza y mano dura y en la ausencia de la sana crítica y
la oposición política, que diferencian a las verdaderas democracias de
las dañinas y falaces tiranías de las mayorías.

No habrán pensado que el escrito se refería a nuestro presidente
�lvaro Uribe... porque él y Fujimori no tienen absolutamente nada en
común.

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