La oligarquía ya puso a Evo contra la pared, ahora lo quiere de rodillas

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La oligarquía ya puso a Evo contra la pared, ahora lo quiere de rodillas
per Econoticiasbolivia Correu-e: bolivia@gmail.com (no verificat!)	25 jun 2008
En dos años y medio, el presidente indígena ha entregado sin batalla ni verguenza la mitad del país a la oligarquía, que quiere más y más
Bolivia: LA OLIGARQUÃ?A YA PUSO A EVO CONTRRA LA PARED, AHORA LO QUIERE DE RODILLAS Econoticiasbolivia.com (La Paz, junio 24, 2008).- Aprovechando al mÃ¡ximo la cobardÃa polÃtica del gobierno indÃgena de Bolivia, los prefectos derechistas, la oligarquÃa y los 100 clanes dueÃ±os de la tierra y los grandes negocios pusieron contra la pared al presidente Evo Morales, al negarse a poner a votaciÃ³n sus mandatos y conminarle a reconocer a los cuatro gobiernos autÃ³nomos rebeldes. Los prefectos (gobernadores) de Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija y Cochabamba rechazaron la noche de este lunes la realizaciÃ³n del referendo revocatorio de mandato popular del 10 de agosto prÃ³ximo, demandaron recortar el mandato presidencial, llamar a nuevas elecciones generales sin Evo y condicionaron el diÃ¡logo con Morales al reconocimiento de sus estatutos autonÃ³micos. Tras lograr un masivo apoyo electoral en cuatro de los nueve departamentos de Bolivia, la oligarquÃa coronÃ³ su victoria sobre Evo Morales al desahuciar el referendo del 10 de agosto que debÃa definir si el Presidente Morales, su Vicepresidente Alvaro GarcÃa Linera y ocho de los prefectos permanecÃan o no en sus cargos. En los hechos, el revocatorio ya no corre, puesto que los prefectos derechistas, la oligarquÃa y los 100 clanes tienen el suficiente poder para impedir su realizaciÃ³n en el oriente y valles del paÃs, en medio paÃs. AllÃ, el poder lo ejerce esta oligarquÃa y ni siquiera el propio Morales puede ingresar a esos lugares, tomados por los sediciosos y sus bandas fascistas que tienen arrinconados a los sectores populares e indÃgenas. El revocatorio era una de las Ãºltima esperanzas para el alicaÃdo gobierno de Morales, para tratar de recuperar la legitimidad y apoyo perdidos en los dos Ãºltimos aÃ±os, producto de su errÃ¡tica y suicida polÃtica de contemporizar con la derecha y castrar la lucha de los sindicatos y organizaciones sociales que querÃan liquidar el poder de una oligarquÃa que trabaja bajo la instrucciÃ³n directa de la Embajada de Estados Unidos. "Quiero pedirle a los prefectos respetar las normas, las leyes de la RepÃºblica. Yo no pedÃ el revocatorio, eso lo recuerda bien el pueblo boliviano; en octubre y noviembre algunos prefectos pidieron el revocatorio y aceptÃ© para que nos sometamos al voto del pueblo boliviano", dijo como respuesta Morales, quien ha despilfarrado el apoyo popular obtenido el 2006 y ha entregado sin batalla ni vergÃ¼enza el control de medio paÃs a la oligarquÃa, que paradÃ³jicamente estaba arrinconada y aterrorizada en los aÃ±os 2003 y 2005, cuando sendas insurrecciones populares echaron abajo a dos gobierno neoliberales. EL PLAN DERECHISTA El plan de la oligarquÃa tiene tres objetivos: i) impedir la realizaciÃ³n del referÃ©ndum revocatorio, del que puede salir parcialmente debilitado, ii) archivar definitivamente el nuevo proyecto de ConstituciÃ³n PolÃtica del Estado, aprobado por las fuerzas oficialistas de la Asamblea Constituyente, para evitar la posible reelecciÃ³n de Evo desde el 2010 y iii) cercar aÃºn mÃ¡s al gobierno de Morales durante los siguientes dos aÃ±os. Reunidos en el autodenominado Consejo Nacional DemocrÃ¡tico (Conalde), los prefectos de Pando, Leopoldo FernÃ¡ndez; de Beni, Ernesto SuÃ¡rez Sattori; de Tarija, Mario CossÃo; de Santa Cruz, RubÃ©n Costas, y de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, ademÃ¡s de dirigentes cÃvicos regionales, conminaron a Evo a cumplir sus demandas. Los prefectos demandaron la inmediata devoluciÃ³n de 200 millones de dÃ³lares del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) a las regiones, el reconocimiento de sus gobiernos autÃ³nomos, incluidos sus Parlamentos regionales y su potestad para armar su propia PolicÃa, controlar la tierra y dictar leyes por encima de las nacionales, como prerrequisitos para iniciar un diÃ¡logo con miras a un gran acuerdo nacional. EJES DEL ACUERDO NACIONAL Para los prefectos, la oligarquÃa y los 100 clanes este acuerdo nacional, que quieren armar ahora que cuentan con el respaldo electoral de sus regiones y el apoyo ciudadano, se orienta a convalidar la existencia de dos gobiernos paralelos en el paÃs hasta las elecciones nacionales del 2010, en las que aspiran a derrotar a las fuerzas indÃgenas y campesinas, y asÃ retomar todo el poder a nivel nacional. En esas elecciones, si no hay un cambio en la actual ConstituciÃ³n, Evo Morales no podrÃa volver a postularse. Por ello, los prefectos derechistas, la oligarquÃa y los 100 clanes quieren impedir que se apruebe la nueva ConstituciÃ³n PolÃtica del Estado que posibilita que Evo pueda volver a postularse. LA OPCIÃ�N DE EVO En cambio, Morales y los suyos siguen apostando al revocatorio del 10 de agosto para recuperar legitimidad y apoyo electoral, y al mismo tiempo derribar a uno o dos prefectos opositores. Con ello, creen que podrÃ¡n llegar a un acuerdo polÃtico con la oligarquÃa en tÃ©rminos mÃ¡s favorables para ellos, atenuando todos los cambios insertos en la nueva ConstituciÃ³n a cambio de habilitar a Evo para las elecciones del 2010. Desde el inicio de su Presidencia el objetivo central de la polÃtica de Evo fue lograr que las Ã©lites indÃgenas y campesinas compartan el poder con la oligarquÃa y los 100 clanes. SegÃºn admitiÃ³ el vicepresidente GarcÃa Linera hace un aÃ±o, los indÃgenas no quieren arrebatarle el poder a la oligarquÃa, no quieren desplazarla, y lo que intentan es compartir el poder, quieren manejar Bolivia con los que hasta ahora siguen siendo los dueÃ±os de vidas, haciendas y las mayores riquezas del paÃs. â��Desde que llegamos al Gobierno hemos definido una estrategia de distribuciÃ³n pactada del poder. Lo que Bolivia estÃ¡ atravesando hoy es, en esencia, un proceso de amplia y generalizada lucha y redistribuciÃ³n del poder. Es algo que va mÃ¡s allÃ¡ de un gobiernoâ�?. â��Y la historia nos enseÃ±a que la lucha por el poder puede tener tres desenlaces clÃ¡sicos. i) Que el sector emergente (indÃgena-campesino) desplace directamente, mediante cualquier medio posible, al bloque anterior. ii) Que este bloque de poder antiguo (la oligarquÃa) logre derrotar, contener, cooptar o aplastar al bloque emergente. iii) O que entre ambos se logre redistribuir el poderâ�?. â��Como Gobierno hemos optado por la tercera opciÃ³n. Apostamos a un proceso de redistribuciÃ³n pactada del poder con un nuevo nÃºcleo articulador: el movimiento indÃgenaâ�?, dijo el ideÃ³logo del gobierno indÃgena, un ex guerrillero que ahora predica la conciliaciÃ³n de clases y la vigencia del â��capitalismo andinoâ�?. EL GRAN TEMOR DE MORALES Y es precisamente esta polÃtica de conciliaciÃ³n con la oligarquÃa la que explica la debacle en la que estÃ¡ sumida la administraciÃ³n de Morales, que teme mucho mÃ¡s a un desborde de las masas que a la propia oligarquÃa y al fascismo. SegÃºn confesÃ³ hace una semana a la revista local â��Cosasâ�?, el presidente indÃgena teme que un desborde social de los trabajadores y campesinos arrase con la burguesÃa agrofinanciera y acabe con su proyecto de impulsar la inversiÃ³n extranjera y su capitalismo andino sustentado sobre la base del respeto a la inversiÃ³n privada nacional y extranjera. â��Â¿Sabes de quÃ© tengo miedo? Quiero que sepan que no tengo miedo a la oposiciÃ³n (derechista, NdR). Como decÃa, eso es parte de una lucha permanente, histÃ³rica durante la Colonia y la RepÃºblica, durante el modelo neoliberal. No le tengo miedo ni a un golpe de Estado, ni a un grupo de fascistas-racistas (â�¦) los conspiradores, el Gobierno de Estados Unidos junto a esos grupos oligÃ¡rquicos (â�¦) El miedo que tengo es que la gente que nos apoya se levante, que los sectores opositores menores arrasen, es una gran confrontaciÃ³n, a eso tengo miedo yoâ�?. â��No sÃ© si han escuchado cuando he ido a Llallagua (centro minero), todos los dirigentes mineros y mayormente el campesino indÃgena: â��Presidente, dÃganos hora y fecha, y vamos a ir a Santa Cruz (a acabar con la burguesÃa, NdR)â�?, dijo Morales. SALIDA REVOLUCIONARIA Por ello, aunque estÃ¡ contra la pared y casi a merced de la oligarquÃa, Morales se sigue resistiendo a movilizar a las fuerzas sociales contra los prefectos derechistas y los 100 clanes. Y ello lo saben los oligarcas. La nueva escalada de la derecha oligÃ¡rquica y fascista se da tras que fuera abortada, desde el Palacio de Gobierno, la huelga y bloqueo de caminos que estaba alistando para el 16 de junio la Central Obrera Boliviana (COB) para obligar al presidente Morales a sofocar la rebeliÃ³n de los ricos y, al mismo tiempo, atender de inmediato las demandas sociales y econÃ³micas de los mÃ¡s pobres. La movilizaciÃ³n de la COB, desbaratada por el mismo Evo y los sindicalistas que le son leales, buscaba presionar para que se cumpla con la denominada â��agenda de octubreâ�?, que postula la expropiaciÃ³n a dominio estatal de las empresas transnacionales del gas, petrÃ³leo y minerales, la expropiaciÃ³n de los latifundios y la entrega de tierras para los campesinos, el aumento general de sueldos y salarios, el control de precios de los alimentos y la aprobaciÃ³n de una nueva ley de pensiones. La frustrada ofensiva popular se orientaba a liquidar el poder econÃ³mico de la oligarquÃa y de los 100 clanes (expropiando sus tierras y nacionalizando las agroempresas alimentarias), retomando las banderas de las insurrecciones populares del 2003 y 2005 que acorralaron a las fuerzas que hoy fogonean contra Morales. Ã�XITO DE BUSH Todo lo que estÃ¡ ocurriendo en Bolivia, con el imparable avance de la oligarquÃa y del separatismo es un triunfo de la administraciÃ³n norteamericana de Bush, asegura el sociÃ³logo James Petras. â��A causa de la completa incompetencia y falta de liderazgo polÃtico nacional del presidente Evo Morales y su vicepresidente Ã?lvaro GarcÃa Linera, el Estado boliviano se estÃ¡ atomizando en una serie de departamentos autÃ³nomos, pues ya otros Gobiernos regionales intentan usurpar el poder polÃtico y hacerse cargo de sus recursos econÃ³micos. Desde el principio, el rÃ©gimen Morales-GarcÃa Linera firmÃ³ una serie de pactos polÃticos, adoptÃ³ polÃticas y aprobÃ³ concesiones a las elites oligÃ¡rquicas de Santa Cruz, que permitiÃ³ que reconstruyeran efectivamente su base polÃtica natural de poder, sabotearan una asamblea constitucional elegida y socavaran efectivamente la autoridad del Gobierno centralâ�?. â��El Ã©xito de la derecha se ha producido en menos de dos aÃ±os y medio, lo que es especialmente sorprendente si se tiene en cuenta que en 2005, el paÃs viviÃ³ una sublevaciÃ³n popular importante que sustituyÃ³ a un Presidente de derecha, cuando millones de trabajadores, mineros, campesinos e indios se apoderaron de las calles. Es un tributo al absoluto desgobierno de Morales y GarcÃa Linera que el paÃs haya pasado tan rÃ¡pida y decisivamente desde un estado de poder popular insurreccional a un paÃs fragmentado y dividido, en el que una Ã©lite agroexportadora separatista se ha hecho con el control del 80% de los recursos productivos del paÃs, mientras el Gobierno central elegido protesta dÃ©bilmenteâ�?.
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