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I Congreso del Partido Comunista de España (marxista-leninista)
23 jun 2008
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I Congreso del Partido Comunista de España (marxista-leninista)
Junio de 1973. Informe del Comité Central

Frente a las conclusiones revisionistas del XX Congreso del PCUS, valentía y firmeza



Treinta y cinco años han transcurrido desde la elaboración de este Informe, y cuarenta de los hechos en el mismo referidos. La denuncia firme y contundente del revisionismo y de la traición carrillista, que el P.C.E (marxista-leninista) realizó con valentía y firmeza a lo largo de toda su historia, queda en este documento perfectamente reflejada. No era esta denuncia , como el desarrollo histórico ha demostrado sobradamente, una pirueta dialéctica, pero no fue suficiente, y la labor desmovilizadora y destructiva del revisionismo tuvo sus consecuencias. Como el mismo Informe dice "...aquellos errores los tenemos muy en cuenta para sacar las experiencias y enseñanzas que se imponen...".

Leer este corto informe, además del valor histórico que tiene, es una lección para un futuro inmediato.



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Camaradas: Al celebrar nuestro 1er Congreso, después de casi nueve años de la reconstitución de nuestro Partido sobre la base del marxismo-leninismo, se impone trazar a grandes rasgos las líneas generales de nuestra lucha contra el revisionismo en el interior de la organización carrillista, el proceso de formación de los grupos marxistas-leninistas, su unificación en el Partido Comunista de España (marxista-leninista), y la ininterrumpida lucha que hemos llevado a cabo contra el revisionismo, en todos los terrenos, desde entonces.

Nuestra lucha contra el revisionismo moderno, se inicia a raíz del XX Congreso del P.C.U.S., en el que, por primera vez, se plantearon de manera sistemática y abiertamente, posiciones revisionistas que la camarilla de Carrillo-Ibarruri apoyaron y defendieron, y en las que se basaron para sistematizar su propia política revisionista y de colaboración de clases en España.

Cuando se celebró el XX Congreso del P.C.U.S., en 1956, los militantes del Partido no tuvimos conocimiento exacto de las aberraciones planteadas en aquel Congreso por Jruschov y su camarilla, pues la dirección del Partido, que ya era revisionista, se cuidó mucho de ocultarla. Sin embargo, por diferentes conductos nos fueron llegando las posturas adoptadas en dicho Congreso, contrarias en lo esencial a los principios del marxismo-leninismo. Así, por ejemplo, la interpretación jruschoviana de la "coexistencia pacífica", los criminales ataques y calumnias contra el camarada Stalin (que en el fondo significa la negación de la dictadura del proletariado, so pretexto de combatir el "culto a la personalidad"), provocaron malestar y descontento en las filas de nuestro Partido.

En aquella ocasión, muchos camaradas fueron expulsados o apartados por la camarilla Carrillo-Ibarruri acusados de "anti-Partido� Sin embargo no teníamos todavía las ideas claras, no veíamos bien a dónde conducían aquellas posturas del XX Congreso, que se reflejaban en nuestro Partido y en nuestra actividad en España. Nos dábamos cuenta de que nuestra lucha no correspondía a los intereses vitales de nuestro pueblo, de la revolución en España, pero no podíamos sistematizar nuestras inquietudes por falta de información, porque la dirección del Partido nos mentía, tergiversaba los hechos, encubría con una fraseología pseudo revolucionaria sus posturas cada vez más claudicantes y antimarxistas-leninistas.

Pese a las dificultades que encontrábamos para procurarnos textos, ya por entonces se empezó a crear un espíritu de estudiar a Lenin, de comparar los planteamientos básicos del marxismo-leninismo con las directrices que nos daba la dirección y con la política que ésta preconizaba. Empezamos a ver con más claridad los problemas, pero todavía éramos incapaces de enfrentarnos abiertamente con la dirección carrillista, pues confundiamos la disciplina organizativa con la fidelidad al marxismo-leninismo, identificábamos el grupo dirigente de Carrillo-Ibárruri, con el glorioso Partido de José Díaz, Checa, etc., y además, no se daban las condiciones necesarias para plantear una lucha ideológica, pues la gran mayoría de los militantes, adormecidos por largos años de práctica revisionista, inconscientes, no se daban cuenta del camino que la dirección del Partido nos hacía recorrer.

Hay que tener en cuenta, también, que en aquel entonces los dirigentes del Partido contaban con gran prestigio, tanto en España como en el mundo, y había figuras como la de Ibárruri que se había llegado a constituir en mito, en un personaje de leyenda "intocable". Costaba trabajo creer que militantes como Pasionaria, Líster, Modesto y otros, conocidísimos de nuestro pueblo, hubieran traicionado su pasado de luchadores, de dirigentes revolucionarios. Se presentaban y los aceptábamos, como los "herederos espirituales" del camarada José Díaz y contaban con gran prestigio que no les venía de su capacidad teórica que era y es bastante baja, sino de haber sido militantes revolucionarios que durante nuestra guerra contra el fascismo habían tenido, en general, una actuación correcta y a veces heroica. Por supuesto, no metemos entre estos a Santiago Carrillo cuya trayectoria ha sido siempre la de un vil y marrullero oportunista, que siempre estuvo en la retaguardia y que por aquel entonces no era conocido más que por los militantes del Partido, y esto bastante mal.

Sin embargo, insistimos en que fue a raíz del XX Congreso del P.C.U.S. cuando se pueden situar las divergencias en el seno del Partido, pues cuatro meses después de dicho Congreso, el Comité Central elaboró su política de "reconciliación nacional".

Nuestras divergencias, tímidas y confusas en un principio se fueron agravando a medida que íbamos tomando conciencia de los problemas. Con motivo del VI Congreso del Partido, enero del 19ó0, las divergencias tomaron un carácter más virulento, más claro y definido. Aquel Congreso fue convocado sin que los militantes del Partido supiéramos nada, sin que hubiera la menor participación de la base en él, sin conocer los textos que se iban a presentar y las modificaciones que se iban a introducir, entre otras cosas, el abandono de la lucha por la independencia nacional, de la lucha patriótica contra el imperialismo yanqui. Aquel fue el Congreso de una camarilla de revisionistas, convocado a espaldas del Partido para evitar "problemas"; fue el "Congreso" que aprobó un Programa totalmente revisionista, el que lanzó, abiertamente, la política de "reconciliación nacional", que no era más que la versión española de la "coexistencia pacífica" de Jruschov y sus acólitos, y que según declaró el mismo Carrillo, contra toda lógica, contra todas las experiencias conocidas y los principios claramente establecidos por Marx, Engels, Lenin y Stalin:

"... tiende a que la lucha de clases se desarrolle dentro de la democracia, sin guerras civiles ni violencias sangrientas..."


A raíz del VI Congreso, algunos camaradas que ocupaban responsabilidades intermedias en el Partido, empezaron a organizarse para librar la batalla ideológica contra Carrillo y su camarilla, pues habíamos comprendido que no era posible llegar a compromiso alguno con ellos, ya que trataban de llevar al Partido por el camino de la colaboración de clases, del revisionismo continuamente combatido por Lenin y Stalin.

¿Que representaba la "reconciliación nacional"? La lucha de clases sin violencia revolucionaria, la lucha de clases dentro de la "democracia" ¡franquista!. Ahora bien, como dice Lenin:

"Todos los subterfugios, los sofismas, las viles falsificaciones de que se vale Kautski, le hacen falta para rehuir la revolución violenta, para ocultar que reniega de ella, que se pasa al lado de la política obrera liberal, es decir, al lado de la burguesía. "

Carrillo y su camarilla, efectivamente, se pasaron abiertamente al lado de la oligarquía en el Poder. Posteriormente han sistematizado mucho más esta política, con su "pacto para la libertad", como veremos. Pero además, al preconizar que se desarrollase la lucha de clases "dentro de la democracia� Carrillo estaba ocultando el carácter virulentamente fascista de la dictadura, la estaba embelleciendo, adornándola con los ropajes de la democracia burguesa, que ni existía ni existe en España. Por aquella época empezaron a salir documentos y escritos de Carrillo y sus comparsas hablando de la necesidad de luchar dentro de los marcos del "civismo", en un "terreno pacífico�, de "transición pacífica", "sin guerras civiles ni violencias sangrientas", etc., etc.

Estos planteamientos, totalmente revisionistas, no resisten la confrontación con cualquier cita de Lenin respecto al problema de la lucha de clases y de la violencia.

Dice Lenin:

"Los pueblos no pasan en vano por la escuela de la guerra civil. Es esta una escuela dura y en su programa, si es completo, entran también, inevitablemente, los triunfos de la contrarrevolución, la furia de los reaccionarios que ya se creían perdidos, el ajuste de cuentas feroz del viejo Poder con los revolucionarios. Pero solo los pedantes declarados y las momias de sesos enjutos pueden lloriquear lamentándose de que los pueblos pasen por esta escuela llena de tormentos. Esta escuela enseña a las clases oprimidas a hacer la guerra civil y les enseña cómo triunfa la revolución" (“Material inflamable en la política mundial").

Esta cita del gran Lenin, que es aplicable para cualquier país, tiene mayor significado en un país como el nuestro, que ha pasado tres años de lucha contra el fascismo, que sufre hoy todavía ese mismo fascismo y sus secuelas de persecuciones, torturas, muertes, encarcelamientos. Pero la camarilla de Carrillo-Ibárruri quería precisamente que todo eso fuera olvidado,

Quería que sobre el período mas heroico de nuestra Historia se hiciese, como ellos mismos declararon en 1965, "cruz y raya", querían cancelar, según su propia expresión "siglo y medio de guerras civiles". Lo que significa la "reconciliación nacional" carrillista, está archiclaro para los marxistas leninistas hoy, y para las amplias masas de nuestro pueblo. No cabe duda de que el señor Carrillo es, como decía Lenin, una "momia de sesos enjutos".

Pero no fue únicamente en torno a la cuestión de la "reconciliación nacional" que empezamos a organizarnos los marxistas-leninistas para librar la batalla ideológica en el seno del Partido contra la dirección revisionista. Esta, si fue una de las cuestiones fundamentales, no fue la única.

En nuestra aguda y tenaz lucha contra Carrillo y sus acólitos, ocupó un lugar importante la defensa del camarada Stalin, criminalmente calumniado e insultado. La dirección del Partido, siguiendo la batuta jruschoviana, renegó abiertamente del camarada Stalin y se lanzó a una serie de abominables ataques contra él, cuya esencia era abiertamente anticomunista. Para los comunistas españoles, Stalin es un gran marxista-leninista, un gran dirigente revolucionario, el continuador de Lenin, el hombre que durante muchos años ha estado a la cabeza del primer país socialista del mundo, el hombre que supo dirigir a su pueblo en la lucha a muerte contra el nazismo hitleriano hasta derrotarlo, el hombre que desarrolló el socialismo en la URSS y dio fundadas esperanzas a todos los pueblos del mundo sobre su futuro. Además, para los comunistas españoles, Stalin es el camarada que en los difíciles momentos de nuestra guerra nacional revolucionaria contra el fascismo, envió su generosa ayuda a nuestro pueblo, el que declaró:

"Liberar a España de la reacción fascista no es un asunto privativo de los españoles, sino la causa común de toda la humanidad avanzada y progresiva."

Carrillo-Ibárruri y su equipo de renegados, lanzaron desenfrenados ataques contra el camarada Stalin, sin el más mínimo pudor ni vergüenza. Ellos, que en vida de Stalin lo habían glorificado, que no regateaban los calificativos ditirámbicos hasta caer en lo grotesco, después de su muerte lo insultaban y denigraban cobardemente. Aquello también fue un acicate para los marxistas-leninistas; en todo el Partido se produjo un movimiento de protesta y de repulsa hacia los renegados que atacaban tan vilmente a Stalin.
Nosotros, los marxistas-leninistas, defendemos a Stalin hoy como ayer, contra todos aquellos que, ya sean revisionistas, trotskistas o renegados, lo atacan vilmente. Stalin es un gran marxista-leninista que pertenece a todos los pueblos del mundo, y su defensa es una piedra de toque que distingue a los revolucionarios de los contrarrevolucionarios, se disfracen estos como sea.

¿Que Stalin cometíó errores? No lo dudamos, pero ¿que dirigente no los ha cometido? Y, ¿qué pesa más? ¿Sus "errores" o su inmensa labor revolucionaria, política, teórica, organizativa? La respuesta no admite dudas. Es más, nosotros proclamamos que aquel que se diga comunista y no defienda la memoria del gran Stalin, no es más que un renegado y un oportunista.

Junto a los ataques contra Stalin, Carrillo y Cía. empezaron a lanzar toda una serie de venenosos ataques contra la Albania Socialista y la China Popular. Esos ataques y calumnias ya los han refutado magistralmente nuestros camaradas chinos y albaneses, para que nosotros entremos aquí en detalle, pero en aquellos momentos comprendimos también que la dirección del Partido estaba traicionando el internacionalismo proletario. Mientras alababan melosamente a los reaccionarios más negros, del tipo de los Ruiz Giménez y otros como el siniestro Gil Robles, insultaban rastreramente a dos heroicos partidos que habían sabido tomar el poder gracias a su lucha, que construían el socialismo en sus países, que defendían intransigentemente los principios del marxismo-leninismo.

La lucha en el seno del Partido se iba agudizando poco a poco; poco a poco se iban creando núcleos de camaradas que se planteaban la necesidad de reconstruir el Partido, de volver a los principios del marxismo-leninismo traicionados por la dirección.

Las grandes huelgas de Asturias y otras importantes acciones obreras en la primavera del 62, la posición claudicante de Carrillo, sus maniobras para arrancar la combatividad revolucionaria de sus acciones, llegando incluso a expulsar a camaradas que habían tomado iniciativas para responder a la brutal represión policíaca, el querer limitarse al envío de peticiones al Gobierno, a los generales y obispos, etc., avivaron las discusiones en el Partido. Fueron muchos los militantes que entonces comprendieron claramente que bajo la dirección de Carrillo-Ibárruri, el Partido no era ni podía ser la vanguardia y el dirigente del proletariado español y de todas las masas explotadas y oprimidas.

Se había desnaturalizado el Partido, no solamente en lo ideológico y lo político (mientras nos recomendaban el estudio de la encíclica papal de Juan XXIII, calificada de "altamente interesante" y "progresista", la militancia no tenía apenas textos de marxismo-leninismo; los jóvenes militantes conocían a Marx, Engels, etc., apenas de nombre), sino que además en su degeneración estaban convirtiendo el Partido en algo amorfo, en el que cualquiera tenía cabida simplemente por haber participado en una huelga o por dar una ayuda económica.

La lucha contra la dirección carrillista se agudizó considerablemente en 1963, en torno a la "reconciliación nacional", la vía pacífica y la violencia revolucionaria, la lucha por la independencia nacional y contra el imperialismo yanqui, el tipo de democracia que había que instaurar en España, la defensa de Stalin, el derecho a conocer y defender las posiciones de los camaradas chinos y albaneses.

Las posiciones marxistas-leninistas iban ganando terreno en del Partido y había células, incluso alguna organización de tipo regional que rechazaba las orientaciones y las posiciones carrillistas, y esto tanto en el interior del país, en Madrid, Cataluña, Euskadi, Asturias, León, Andalucía, Valencia, etc., como en las organizaciones del exterior creadas por los exiliados y los obreros emigrados, en Francia, Alemania, Suiza, Bélgica y hasta América Latina, concretamente en Colombia.

La reacción de Carrillo y su equipo dirigente fue la típica de todos los oportunistas: empezaron a maniobrar para dividir, enviaban sus burócratas del aparato del Comité Central a todas las organizaciones, no para discutir, sino para sancionar, aislar y expulsar. No vacilaron en lanzar calumnias contra camaradas que conocían desde hacía muchos años, que sabían eran verdaderos comunistas, que habían sido incluso en algunos momentos colaboradores de la dirección. No vacilaron en utilizar el chantaje, ofrecieron prebendas, viajes de estudio a la URSS, puestos de responsabilidad, etc. Hubo muchos que cedieron a las presiones carrillistas, otros que se dejaron comprar, que se desmoralizaron y abandonaron la lucha.

Hay que tener en cuenta las grandes dificultades que encontrábamos los marxistas-leninistas en aquellos momentos. No era tarea fácil librar una lucha ideológica contra un equipo que, ante los ojos de muchos, representaba a nuestro glorioso Partido, que se encubría bajo el manto de las luchas llevadas a cabo por el Partido a lo largo de su historia y que contaba con gran prestigio internacional; que de cara al exterior y a la base se presentaba como cohesionado y unido.

Frente a esta aparente fortaleza, los marxistas-leninistas empezamos a constituir grupos clandestinos dentro del Partido; organizamos el estudio de las principales obras de Lenin y Stalin, de los textos chinos y albaneses . Hubo lugares en los que el 90 por ciento de la organización defendía posturas marxistas-leninistas contra Carrillo y sus enviados, lo cual obligó a este renegado a intervenir directamente, en 1963. Ese año, Carrillo, rodeado de sus "íntimos", Eduardo García, Ignacio Gallego, Lister y otros, trató de realizar una maniobra para demostrar que en el Partido había "democracia". Una de las organizaciones del Partido fue autorizada para celebrar una Conferencia o reunión con el Comité Central, designando para ello los delegados la misma base. Pero Carrillo, al ver que todos los delegados eran los que habían defendido las posturas marxistas-leninistas, llevó por su parte a compinches suyos de otras zonas para así obtener la mayoría. Esa es la "democracia" carrillista.

Este no es más que un ejemplo de las mil maniobras utilizadas por Carrillo y sus comparsas. En todo el país se produjeron casos parecidos. Hubo organizaciones enteras que fueron aisladas, camaradas sancionados y expulsados. Pero todas esas maniobras no consiguieron frenar el ímpetu de los marxistas-leninistas que, a lo largo de esos años habían sabido organizarse en el interior del Partido, que habían establecido lazos entre sí, y que ya no se sentían solos, puesto que la polémica en el Movimiento Comunista Internacional había sido hecha pública. Sabíamos que en todos los países del mundo capitalista, los marxistas-leninistas se agrupaban y se organizaban, sabíamos que los partidos comunistas de China y Albania defendían las justas posiciones del marxismo-leninismo.


La unidad sobre la base de los principios.-

Para los marxistas-leninistas estaba ya claro que no era posible continuar bajo la dirección del equipo de Carrillo. Se planteaba de manera urgente la reconstitución del Partido como vanguardia organizada de la clase obrera, como Partido leninista que supiera ponerse ala cabeza de la lucha de nuestro pueblo contra la dictadura fascista y que impulsara la lucha contra el imperialismo norteamericano.

Se planteó como era lógico, la cuestión de la unidad del Partido, y si era posible permanecer todavía bajo la dirección carrillista para desarrollar más aún la labor de esclarecimiento ideológico entre los militantes.

Para los comunistas, la unidad del Partido es algo intocable, cada militante debe velar por esa unidad y combatir todo intento de fracción y de división. Este es un deber de todo comunista, CUANDO MILITA EN UN PARTIDO VERDADERAMENTE COMUNISTA. Ahora bien, el Partido, bajo la dirección carrillista, no era, no podía ser, un verdadero Partido. Había que distinguir entre la unidad con los revisionistas y la defensa y aplicación de los principios del marxismo-leninismo. Como dice Lenin:

"La única línea marxista en el movimiento obrero mundial consiste en explicar a las masas que la escisión con el oportunismo es inevitable e imprescindible, en educarlas para la revolución en una lucha despiadada contra él..."

Frente a esta justa tesis leninista, los revisionistas trataban de dividir a los militantes que se planteaban problemas y de mantenerlos bajo su férula, con la cantinela de la unidad "por encima de todo".

Está claro que no podíamos permanecer más tiempo bajo la dirección carrillista. Se imponía la reconstitución del Partido sobre bases marxistas-leninistas. Nuestra tarea inmediata, la de la reconstitución del Partido, pasaba por la de hacer comprender al máximo posible de camaradas honrados que aún vacilaban, que el desarrollo y el triunfo de la revolución en España, cómo en cualquier país del mundo, dependía de que hubiera un verdadero partido revolucionario del proletariado; un Partido que aplicara consecuentemente a las condiciones concretas del país el marxismo-leninismo; que supiera ligarse estrechamente a las masas populares para encabezarlas y dirigirlas en su lucha, arrancándolas de los cauces pacifistas y desmovilizadores en que las había encerrado Carrillo; un Partido que utilizara métodos y formas marxistas-leninistas y no revisionistas y burguesas; un Partido cuyos militantes fueran verdaderamente combatientes de vanguardia, un Partido, en fin, que aplicara férreamente el centralismo democrático, con las limitaciones propias de la clandestinidad, que implantara a todos los niveles el método de la dirección colectiva y desechara el endiosamiento de sus dirigentes, que practicara constructivamente la crítica y la autocrítica.

[...]

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Comentaris

Re: I Congreso del Partido Comunista de España (marxista-leninista)
23 jun 2008
peró que sucede ahora con Albania, China o la mismisima URSS? todo tiene que ser a golpe de principio? queremos ver como todas las dictaduras revolucionarias del proletariado se nos deshacen ante un capitalismo que tiende a lo absoluto?

y a que viene esa defensa aferrizada de Stalin? Seguramente no pudo hacerlo mejor, peró hay que aceptar la autocritica que la dictadura "revolucionaria" del proletariado se desvirtua en el momento en que empiezan determinadas reformas, como pronto vamos a ver en Cuba si las cosas no salen bien...

saludos y ánimos...
Re: I Congreso del Partido Comunista de España (marxista-leninista)
24 jun 2008
Jajajaja... Como guerrilla de la comunicación o situacionistas no tendríais precio!!! Lástima que todo se quede en la pesadilla de cuatro locos, con lo divertido que podría ser...

Saludos y ánimos, a ver si recuperáis el sentido común, el contacto con la sociedad y el mundo real
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