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Notícies :: amèrica llatina |
Secuestradores y sojeros, pésima combinación
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per Luis Agüero Wagner Correu-e: lautaro_l@hotmail.com (no verificat!) |
26 mai 2008
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Ya el 19 de septiembre de 1974 un incidente en una avenida no muy alejada del centro de Buenos Aires demostró que los acaudalados traficantes de granos y directivos de empresas agroalimentarias no podían mantenerse siempre en las sombras, ocultando el origen de sus riquezas y su poderío en una época en que la publicidad y la prosperidad empezaban a caminar juntas. |
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Claudia Russer, Presidenta de la Asociación de Productores de Soja de Paraguay señaló este lunes que los dirigentes campesinos están inmersos en un trabajo para provocar un estado de tensión que puede tener consecuencias sumamente desagradables, ya que existirÃan grupos armados operando bajo la fachada de organizaciones de lucha por la tierra. La dirigente de los sojeros también señaló que el discurso del presidente electo Fernando Lugo es tanto o más peligroso que entrar armado en una propiedad privada, insinuando perspectivas de un enfrentamiento con fuerzas polÃticas de consecuencias insospechadas y con inquietantes antecedentes en la historia de la región.
Ya el 19 de septiembre de 1974 un incidente en una avenida no muy alejada del centro de Buenos Aires demostró que los acaudalados traficantes de granos y directivos de empresas agroalimentarias no podÃan mantenerse siempre en las sombras, ocultando el origen de sus riquezas y su poderÃo en una época en que la publicidad y la prosperidad empezaban a caminar juntas.
Un destacamento de montoneros, grupo radicalizado que reivindicaba la herencia ideológica del extinto presidente Juan Domingo Perón, secuestró a Jorge y Juan Born, de 40 y 39 años respectivamente, nietos del socio fundador de la compañÃa Bunge y Born y herederos de su poder y su fortuna. En marzo de 1975, fue liberado Juan Born, y el 18 de junio fue presentado Jorge en una conferencia de prensa secreta donde expuso puntos de vista el lÃder insurgente Mario Firmenich.
Bunge aceptó todas las condiciones, que incluÃan distribución de alimentos gratuitos en villas de emergencia y reivindicaciones explÃcitas de Juan y Eva Perón en las instalaciones de la empresa. La suma de 60 millones de dólares que debió pagar la compañÃa en concepto de rescate es la más elevada de la historia de los secuestros.
El millonario Mario Hirsch, cabeza del grupo Bunge y Born era amigo personal del dictador OnganÃa, además de eterno conspirador contra la estabilidad de gobiernos nacionalistas en la región. Investigaciones periodÃsticas posteriores lo vinculan a campañas de desestabilización contra el presidente nacionalista boliviano, general Alfredo Ovando.
Los montoneros denunciaron que los hermanos Born habÃan confesado que los presidentes argentinos consultaban con Hirsch antes de elegir miembros de su gabinete o establecer polÃticas económicas. También hicieron público todo el dinero que Bunge canalizaba hacia la polÃtica argentina, y que un ex ministro de economÃa habÃa asesorado a la empresa sobre la manera de eludir la ley que limitaba a los monopolios acopiadores de granos en el paÃs.
Pero lo más asombroso de las denuncias era la documentación sobre los vastos alcances de Bunge, respecto de su capacidad para influenciar la economÃa argentina, para afectar la dirección del desarrollo del paÃs por medio de decisiones de inversión adoptadas por un puñado de anónimos directores de la empresa, que justificadamente habÃa sido apodada “el Pulpoâ€?.
Las compañÃas de Bunge producÃan el 40 por ciento de la pintura del paÃs –un producto estratégicamente importante-, y eran las más grandes abastecedoras de pintura a los fabricantes locales de vehÃculos norteamericanos e italianos. Las subsidiarias de Bunge elaboraban un tercio de los envases de lata argentinos y una quinta parte de los textiles. La empresa se diversificaba hacia los cultivos de verduras, frutas, soja, tomate y dominaba el comercio del algodón.
También habÃan formado sociedades y empresas conjuntas con compañÃas europeas, quÃmicas y farmacéuticas, como Bayer y BASF, para elaborar quÃmicos en Argentina. Sólo en sus fábricas industriales argentinas, Bunge contaba con 20 mil empleados y obreros. Eso sin mencionar sus negocios inmobiliarios, bancarios, madereros, mineros y turÃsticos. La acumulación de capital de Bunge durante el siglo XIX, en el que se dedicó al comercio de marfil, cueros, granos, yute y carne habÃa hecho milagros, transformando al grupo en un glan conglomerado industrial en el siglo XX.
Luego del sonado secuestro, Bunge se refugió detrás de un muro de secreto aún más impenetrable. Los hermanos Born se enfrentaron cuando Jorge Born se asoció con Rodolfo Galimberti, uno de los comandantes montoneros que dirigió el secuestro.
En la década de 1990 Bunge & Born Argentina se integró formalmente al Grupo Bunge International Ltd. Pocos años después el grupo decidió a nivel global desvincularse de la industria alimenticia y concentrar su actividad en el mercado mundial de cereales. De ese modo Molinos fue vendida a Pérez Companc, y lo mismo sucedió con las demás empresas de industrialización alimentos que poseÃa, en un monto estimado en 3.000 millones de dólares.
La moraleja del caso es que las familias agroexportadoras que forman parte del establishment económico de un paÃs no se llevan bien con los grupos radicalizados, menos aún cuando están vinculados a secuestradores.
Precisamente se señala a algunos exponentes de la izquierda aglutinada en torno al obispo Fernando Lugo, el presidente electo del Paraguay, como vinculados a los secuestros con fines extorsivos que han venido proliferando en Paraguay durante los últimos años. Pero al mismo tiempo, algunos fuertes empresarios del sector agroexportador aparecen como los principales financistas de su campaña.
Definitivamente, los traficantes de granos y los secuestradores constituyen una pésima combinación. |
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