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"Un esbozo de la historia del MIL�[
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per Sergi Rosés |
25 feb 2008
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“Un esbozo de la historia del MIL�[1]
por Sergi Rosés
El MIL es un grupo prácticamente desconocido fuera de Catalunya. Cuando es evocado, lo es siempre en términos simplistas y rodeado del mito. Este mito, que le ha sido creado a su pesar tanto por la izquierda como por la historiografÃa y el periodismo oficiales, se alimenta de las acciones armadas del grupo y especialmente del asesinato de uno de sus miembros, Salvador Puig Antich, por el estado burgués en marzo de 1974 mediante el “garrote vilâ€?. Pero esta mitificación esconde, evidentemente, lo que es más interesante del MIL: las motivaciones de sus acciones, sus aportaciones a la lucha de clases en la Barcelona de principios de los 70, su discurso polÃtico. Este artÃculo no pretende ser más que una presentación general de su teorÃa y su práctica, con la esperanza de contribuir a rescatar al MIL tanto del olvido como de su caricaturización.
Intentar recuperar la verdadera historia de lo que fue el Movimiento Ibérico de Liberación-Grupos Autónomos de Combate (MIL-GAC), es mucho más que hacer una crónica detallada de sus acciones de expropiación y de la detención, proceso y asesinato de Salvador Puig Antich. Es mostrar por qué y cómo se formó este grupo, qué propuesta polÃtica defendÃa y la alternativa revolucionaria que ofrecÃa. Haciéndolo asÃ, se descubre que el MIL no era un grupo anarquista o incluso terrorista de lucha armada, catalán o no, con un mártir recuperado por el sistema, sino un grupo con una propuesta nÃtidamente diferenciada de la oposición antifranquista, totalmente original en el panorama español de la época, con fuertes raÃces teóricas en corrientes revolucionarias de matriz marxista antileninista y que se consideraba a sà mismo no como otro grupo polÃtico más de la extrema izquierda, sino como un grupo de apoyo al movimiento obrero del momento. De esta manera, hablar del MIL-GAC exige hablar, sobre todo, de su itinerario polÃtico: sólo asà se puede descubrir qué habÃa detrás de este grupo de revolucionarios que han pasado de ser considerados, durante el franquismo, como “gángstersâ€?, a convertirse después, simplemente, en “alocados utópicosâ€? o, en el mejor de los casos, en luchadores antifranquistas. Para ello, hace falta comenzar a desmontar los mitos.
Estos mitos empezaron a fabricarse pronto, dado que el tema del MIL ha interesado desde la feroz represión que se abatió en septiembre de 1973 sobre sus componentes, con lo que en la actualidad contamos con un considerable dossier de publicaciones que lo han abordado. Desgraciadamente, la gran mayorÃa de una manera doblemente falseadora: primero, por ocuparse no del MIL sino prioritariamente de uno de sus componentes individuales, Puig Antich; segundo, porque el tratamiento dado a estos trabajos se ha centrado sobre todo en los aspectos más despolitizados del tema, buscando el aspecto más sensible (o más morboso) de la cuestión. Como resultado, sabemos hoy mucho sobre las doce últimas horas de Salvador Puig Antich, algo sobre las expropiaciones del MIL, y casi nada sobre la auto-organización de la clase y los grupos de apoyo.
Sà se han realizado esfuerzos serios para arrojar luz sobre el tema: centrándonos sólo en las monografÃas, los libros de Telesforo Tajuelo[2] (el primer historiador en analizar seriamente la cuestión), de “Carlota Tolosaâ€?[3], de Antonio Téllez[4], la antologÃa de textos del MIL realizada por diversos colectivos libertarios barceloneses[5], y otra antologÃa preparada por “André Cortadeâ€?[6] (desgraciadamente no editada en España) son las realizaciones más interesantes. Pero aún en estos casos, al lado de aciertos habÃa serios errores de interpretación y, a pesar de la buena voluntad de los autores, esta amalgama ha ido conformando una historia oficial que ha colaborado, también, a la perpetuación de algunos de los mitos que rodean al MIL.
Para hacer la historia del MIL hace falta enmarcar a este grupo en el contexto no sencillamente de la España del tardofranquismo, sino especÃficamente en el del movimiento obrero del área de Barcelona y dentro de todo un proceso de clarificación teórica, polÃtica y organizativa de éste. El grupo no fue la invención más o menos exótica de un grupo de jóvenes, ya que sus orÃgenes están Ãntimamente ligados con la aparición, en la Barcelona de finales de los años 60, de un movimiento obrero que está rompiendo con las organizaciones de la izquierda e iniciando una marcha hacia la configuración de una autonomÃa obrera, mediante una tendencia surgida en las las Comisiones Obreras[7] que se llamaba Plataformas de CC.OO.
Resumiendo mucho todo el proceso, se puede considerar 1970 como el año clave en el itinerario que llevará a la constitución del MIL, que se forma “oficialmenteâ€? en Enero de 1971. El grupo se crea básicamente a instancias de Oriol Solé Sugranyes; este revolucionario, ex-militante del PSUC[8] y después del PCE(i)[9], rompe con el stalinismo y evoluciona hacia la autonomÃa obrera al contactar con Plataformas. Exiliado en Toulouse, consigue unir dos núcleos de personas en torno a un proyecto consistente en la creación de grupos de acción que apoyen las luchas de la clase obrera: por un lado, jóvenes tolosanos provenientes de medios libertarios y dispuestos a pasar a la acción (entre ellos, Jean-Marc Rouillan), y por el otro, en Barcelona, otros jóvenes provenientes de un grupo marxista heterodoxo, Acción Comunista. Este segundo núcleo está formado por uno de los hermanos de Oriol Solé Sugranyes, Ignasi, y Santi Soler Amigó, que buscan seriamente una salida al marasmo grupuscular que existe en aquel momento y que ven el inicio de un nuevo movimiento obrero en las Plataformas de CC.OO. y en su posterior debate en pro de la constitución de la “Organización de Claseâ€?, una organización unitaria que superase el encuadramiento tradicional de partidos y sindicatos. Buscando incidir en este debate, elaboran el primer gran texto de lo que se podrÃa denominar “pre-MILâ€?, titulado El movimiento obrero en Barcelona. A todas estas personas se añadirán muy poco después otros compañeros.
Este nuevo grupo no pretende ser la vanguardia de la revolución ni el germen de ningún partido, y es consciente de que son elementos “exterioresâ€? a la clase: por ello no quieren dirigirla sino ser un “apoyoâ€?, porque piensan que la clase misma es la que se tiene que auto-organizar, sin tener que esperar a nadie que se lo diga desde fuera. Ésta es una nueva concepción dentro del panorama de la izquierda en España, ya que rompe con el modelo formalmente leninista de toda la izquierda marxista. Esta nueva concepción enlaza directamente con las vÃas marxistas revolucionarias que desde los años 20 se habÃan opuesto a la III Internacional y que se transformarÃan en las corrientes consejistas; a ella se añadirá también la influencia del bordiguismo y del situacionismo. Es innegable que las inspiraciones teóricas de MIL se encuentran aquÃ, y no en el anarquismo, como tanto se ha repetido y se continúa repitiendo. Y en este devenir teórico del grupo, en el que el personaje clave es Santi Soler, aparece otro de los factores importantes pero a la vez más ignorados en la historia de esta experiencia. Éste es el papel de clarificación y orientación teórica que tuvieron respecto al MIL los miembros del grupo informal que se reunÃa en la librerÃa La Vieille taupe, en ParÃs. Esta librerÃa no fue sólo la fuente más importante de donde provenÃan los textos teóricos que influenciaron al MIL, sino que sus miembros, especialmente Pierre Guillaume y sobre todo Jean Barrot se convertirán en los principales interlocutores con quienes discutir las cuestiones teóricas. Barrot establecerá una notable relación con Santi Soler y será una influencia constante en las cuestiones teóricas, incluso jugando un papel durante la autodisolución del grupo en 1973.
La intervención del MIL para “apoyarâ€? las luchas del movimiento obrero se hará básicamente con dos proyectos paralelos. El primer proyecto son las acciones armadas –teorizadas como “agitación armadaâ€?, en contraposición a la “lucha armadaâ€?-, que tienen un triple sentido: 1) luchar contra la represión[10], 2) auto-financiarse y, si se puede, financiar las luchas de la clase, y finalmente, 3) mostrar al movimiento obrero que el nivel de violencia que se puede ejercer contra el estado burgués es más grande de lo que es percibido subjetivamente por los trabajadores. La decisión de utilizar la violencia no es una elucubración más o menos iluminada de este grupo, sino que se enmarca en todo un debate sobre la violencia obrera que se dio en estos años dentro de todo el movimiento obrero autónomo y que llevará, por ejemplo, a la constitución de algún grupo de autodefensa obrera. El segundo proyecto es la difusión masiva de literatura revolucionaria anticapitalista –básicamente marxista- en el proyecto llamado “biblioteca socialistaâ€? y que tomará cuerpo finalmente con la creación de unas ediciones más adelante, en 1973, llamadas significativamente “Ediciones Mayo 37â€?[11], reivindicando la última insurrección proletaria que cierra el ciclo revolucionario de 1917 a 1937. El MIL era consciente de que estos dos proyectos tenÃan que estar unidos al movimiento obrero autónomo, por lo que hacÃa falta establecer fuertes lazos con las Plataformas. Se realizó entonces un serio estudio teórico-polÃtico que fundamentase la crÃtica al leninismo e hiciera difusión del marxismo heterodoxo, titulado Revolución hasta el fin, que fue el texto teórico más importante del MIL y que se escribió básicamente porque tenÃa que servir para clarificar posiciones y ayudar en el debate polÃtico con los miembros de Plataformas. Pero finalmente este intento de discusión con la dirección de las Plataformas fracasó y estos dirigentes obreros crearon los Grupos Obreros Autónomos (GOA). No obstante, parte de las bases de Plataformas sà que continuaron esta relación y finalmente se consiguió una participación real de trabajadores en el proyecto de biblioteca y en su distribución, que harán circular miles de ejemplares de estos folletos, a la vez que el MIL ayudará en la infraestructura y en la impresión de materiales de estos grupos de obreros, como por ejemplo en el caso del BoletÃn de los obreros de Bultaco[12] o en la donación de diversa maquinaria de impresión.
Hacia la segunda mitad de 1972, el MIL decide pasar seriamente a la acción, firmando sus acciones como MIL-GAC (Movimiento Ibérico de Liberación-Grupos Autónomos de Combate)[13]. A pesar de que Oriol Solé está en estos momentos en la cárcel en Francia, el grupo crece (entra en esta época, entre otros, Puig Antich) y las acciones armadas –básicamente atracos a bancos y también “recuperaciones de material� (material de impresión, documentación…)- se disparan, posibilitando el fortalecimiento de la infraestructura, además de contactos con otros grupos en diversos lugares y el cercano paso al establecimiento de las ediciones, una vez robada una imprenta en Toulouse, operación que hizo falta hacer dos veces.
Pero las contradicciones y tensiones que se acumularon a lo largo de este perÃodo de más intensa acción armada llevaron a una crisis entre los integrantes de los dos proyectos –básicamente en torno a Rouillan por un lado y de Santi Soler por el otro- durante la primavera de 1973. Esta crisis comportó también la expulsión del grupo de Ignasi Solé, a la vez que el papel de Puig Antich creció al conseguir salvar la unidad del grupo en este momento. Pero a pesar de este compromiso, la crisis se arrastró hasta el verano, momento en el que se decidió hacer un congreso haciéndolo coincidir con la liberación de Oriol Solé de la cárcel, y de común acuerdo disolver el MIL para facilitar las actuaciones separadas de la agitación armada y de las ediciones. Esta decisión no fue, de hecho, ningún replanteamiento de la polÃtica que habÃa llevado el MIL hasta entonces, sino simplemente la separación de los dos proyectos para poder funcionar mejor, dejando de estar unificados en un mismo grupo llamado MIL. Lo que pasó, sin embargo, es que un mes después de adoptada esta decisión la represión se abatió sobre el grupo, yendo la mayorÃa a la cárcel e impidiendo continuar lo que se habÃa decidido en el congreso de autodisolución.
Este es el resumen histórico de la experiencia del MIL, en la que lo que sobresale no son los aspectos mediáticos, que son los que han estado valorados en la mayorÃa de estudios, casi siempre artÃculos, sobre el tema, sino los aspectos polÃticos. Y esto es asà porque lo que en realidad caracteriza al MIL-GAC, lo que lo diferencia de las formaciones polÃticas de la izquierda y lo convierten en algo original, es su pensamiento polÃtico.
Otros grupos, desde el nacionalismo hasta el anarquismo pasando por el estalinismo y puntualmente por algún grupo que se reclamaba del trotskismo, habÃan practicado las acciones armadas, ya fuera para dirigir la insurrección armada, intentar crear una lucha guerrillera, hacer campañas de sabotaje contra el régimen o sólo como expropiaciones puntuales para conseguir dinero o material. El fenómeno tampoco era exclusivo de España ni de aquel momento histórico: los anarquistas españoles en los años 20, los bolcheviques a principios del siglo XX, prácticamente cualquier movimiento revolucionario habÃa hecho uso de acciones violentas armadas en algún momento, como medio de supervivencia o por necesidades tácticas.
Asà pues, es sólo la teorÃa de este grupo la que surge como lo realmente novedoso en España. En el aspecto organizativo, nunca en este paÃs habÃa existido ninguna organización a la izquierda de la tradición trotskista, con la que entroncaba el Fomento Obrero Revolucionario dirigido por Munis. En el de la teorÃa, a parte de algunos pocos artÃculos, el único libro de Pannekoek aparecido hasta aquel momento en España habÃa sido un pequeño folleto editado por el POUM en 1937; de Otto Rühle sólo se han editado hasta el momento sus escritos sobre pedagogÃa y sobre la crisis; lo más accesible de Gorter habÃa sido editado en México en 1971; y Karl Korsch y Paul Mattick tendrÃan sus primeras ediciones españolas de 1973 a 1975. Y en este panorama totalmente ignorante de toda la tradición comunista a la izquierda del trotskismo aparece un grupo que llega al descubrimiento de que las vÃas del comunismo revolucionario no se acababan en las tradiciones de la III Internacional, y que hace suyas muchas de las concepciones consejistas de la revolución, fundamentalmente en el rechazo al partido de vanguardia leninista y a los sindicatos, en la oposición al capital, tanto el privado como el considerado de estado, y en la preparación de la revolución socialista mediante la auto-organización y los consejos obreros, aunque es cierto que este “consejismoâ€? tiene caracterÃsticas propias.
Dos son los factores principales que lo diferencian del consejismo “clásicoâ€?. En primer lugar, es un consejismo tamizado por la influencia de Jean Barrot y en general de los participantes en La Vieille taupe, aunque esta influencia no quiere decir acuerdo absoluto. Es gracias a las discusiones con este núcleo parisiense que se abandonan viejas concepciones y que se descubren otras experiencias históricas del movimiento obrero revolucionario. También hay diferencias, notablemente sobre la cuestión armada y la organizativa. En este último punto, el MIL rechazará el papel que el núcleo de ParÃs aún otorga al partido revolucionario y llegará, más allá de la “Organización de Claseâ€? propuesta por el movimiento autónomo barcelonés organizado en las Plataformas de CC.OO., a la proclamación de que la tarea de “la organización es la organización de tareasâ€?, es decir, a estar en contra de organizaciones estructuradas y a abogar por grupos de afinidad. Existe por tanto un constante hilo conductor en la historia del MIL que lleva de la crÃtica al “grupusculismoâ€? hecha en 1969 en El movimiento obrero en Barcelona hasta el rechazo a toda organización estructurada en 1973, hecho que ayuda a comprender el por qué de la autodisolución.
El segundo factor caracterÃstico de este consejismo es el que hace referencia a la práctica revolucionaria con utilización de la violencia. El uso de ésta será el componente más alejado de la práctica tradicional de los grupos consejistas, ya que ningún grupo que se haya reclamado del consejismo ha estado involucrado en acciones armadas, y sólo algún individuo aislado con relaciones con estos grupos, como Marinus van der Lubbe, la ha utilizado. A nivel teórico, el MIL-GAC busca un equilibrio entre el rechazo a la “lucha armadaâ€? (tal como la practican en ese mismo momento la RAF o las BR, por ejemplo) y la práctica real de la violencia armada, teorizando entonces sobre la “agitación armadaâ€?, es decir, la necesidad de multiplicar acciones realizadas por diferentes “grupos de apoyoâ€? (de los cuales el MIL-GAC sólo serÃa uno entre más) a las luchas de la clase obrera, y que servirÃan además para mostrar que las luchas, que interpretaban que pasaban de defensivas a ofensivas, podÃan convertirse en la insurrección revolucionaria. Pero la propia práctica de expropiaciones hará pervertir esta concepción, porque los atracos se irán convirtiendo principalmente de una fuente de subvención de otras actividades (principalmente la editorial), en una fuente de supervivencia, para acabar generando su propia justificación teórica dentro de un sector del grupo en base a que hacÃa falta “unir teorÃa y prácticaâ€?. Es en este momento cuando algunas personas, tanto dentro del grupo como de los núcleos relacionados, darán la voz de alarma y comenzará el intento de reorientación que, fracasado, sólo dejará la vÃa de la auto-disolución.
Pero más determinante para llegar a esta decisión fue la contradicción flagrante entre lo que se habÃa iniciado en 1969, fundamentalmente, el rechazo a la grupusculización, y lo que en realidad era el MIL-GAC en 1973: un grupo de revolucionarios profesionales y especializados. En el MIL existieron siempre las dos lÃneas que ya han sido mencionadas, que se definen más que por la teorÃa, por tener dos concepciones diferentes de la acción revolucionaria y de cómo organizarse para llevarla a cabo. Durante un tiempo se consiguió la convivencia, pero ésta se rompió cuando el factor armado tomó la preeminencia en la vida del grupo. La comprensión del sector encargado de las ediciones de la existencia y prolongación de esta contradicción, y el interés del sector armado de poder hacer uso de una autonomÃa total respecto a todas sus actuaciones, convergieron en la misma solución: la auto-disolución, aceptada sin mucha oposición ni dramatismo. En realidad, la razón de la auto-disolución no estuvo ni en las diferencias personales, aunque éstas pudieran existir, ni por la dicotomÃa marxismo-anarquismo, ya que la teorÃa del grupo como tal siempre fue marxista. La razón última fue la organizativa, porque con o sin auto-disolución, la práctica de cada sector seguirÃa siendo fundamentalmente la misma: la palabra o el acto, pero bien realizados bajo unas siglas comunes o bien sin ninguna relación organizativa. Los miembros del MIL no ponÃan en cuestión sus concepciones y su práctica anterior, sino cómo organizarse para realizarlas[14].
Sin embargo, también es cierto que toda auto-disolución significa un fracaso. En el caso del MIL-GAC, el fracaso es doble: no sólo el grupo no pudo superar sus contradicciones y tuvo que desaparecer, sino que la vÃa abierta en el año 1969 con el rechazo del vanguardismo y el descubrimiento del comunismo de los consejos no tuvo continuidad. La represión que comenzó en septiembre de 1973 rompió toda posibilidad de continuación de una polÃtica consejista diferenciada del leninismo y del anarquismo. Sólo un año y medio después muchas de estas personas, no sólo del MIL-GAC sino también de los GOA y de los restos de Plataformas, acabarán incluso colaborando en el proceso que llevará a la refundación de la CNT, es decir, de otra opción polÃtica, aunque hacia 1979 la mayorÃa se habrán ido o habrán sido expulsadas de la organización anarco-sindicalista. Por su parte, algunos miembros del sector armado que pudieron escapar continuaron la actividad armada en diferentes grupos, participando finalmente en la constitución de Action directe: a dÃa de hoy Jean-Marc Rouillan continua preso a perpetuidad desde febrero de 1987 en prisiones francesas por actividades relacionadas con este grupo, como otros de sus compañeros[15].
En este fracaso, sin duda el factor más importante fue la imposibilidad de poder desarrollar ampliamente su propuesta polÃtica, por lo que el MIL-GAC fue ciertamente marginal. Sus contactos innegables con el movimiento obrero, que explican su origen y desarrollo, son demasiado débiles en el momento de crecimiento, ya que el vÃnculo definitivo con elementos de Plataformas de cara a un trabajo conjunto estable se consigue en 1972, es decir, en un momento en que éstas empiezan su declive, con lo que el gran magma autónomo de 1969-1970 es en 1972-1973 mucho más reducido. Además, el MIL-GAC no pudo disponer de un aparato editorial serio hasta muy poco antes de su caÃda, y los folletos de las Ediciones Mayo 37 verán la luz cuando la mayorÃa de los componentes del MIL-GAC estén en la cárcel y el resto en el exilio -además de uno muerto-, impidiendo por tannto una recuperación polÃtica de esa difusión.
Su propuesta quedó asà aislada dentro de una izquierda clandestina donde los modelos imperantes, en razón de esa clandestinidad, eran los que se habÃan mantenido desde la guerra. De un lado, un modelo predominante, formalmente marxista-leninista, y del otro, el papel de oposición a éste, reservado a un movimiento anarcosindicalista que resurgÃa. Sin las posibilidades de trabajo a través de las ediciones, la propuesta por la auto-organización de la clase hecha por el MIL quedaba totalmente ignorada, cuando no manipulada. Para la izquierda “marxistaâ€?, el tildarlos de â€?anarquistasâ€? significaba evitar que se conociera un modelo marxista revolucionario alternativo que iba más allá del modelo de partido y enfatizaba la propia iniciativa de la clase; para el anarquismo, después de ignorar totalmente esta experiencia mientras estuvo viva, quedaba la oportunidad de recuperar sus frutos polÃticos a posteriori, una vez que la brutal represión franquista les ofrecÃa la posibilidad de obtener uno, o dos, nuevos mártires: Salvador Puig Antich y Oriol Solé Sugranyes[16]. SurgÃa asà la invención del grupo “anarquistaâ€? llamado MIL y se olvidaba soberanamente la posición inequÃvocamente comunista de los miembros del ex-MIL elaborada en octubre de 1973 en la cárcel Modelo de Barcelona, que acababa con la proclama “¡Ni mártires, ni juicios, ni cárceles, ni salarios! ¡Viva el comunismo!â€?.
Pero a pesar de no haber conseguido abrir una vÃa fecunda en el desarrollo de la lucha de clases, el MIL-GAC representa, con todo, una de las experiencias más importantes dentro del panorama revolucionario español. Es por esto que Telesforo Tajuelo, uno de los pocos historiadores en estudiar este fenómeno, mayoritariamente tratado por periodistas, y uno de los escasos en analizarlo polÃticamente, señaló que “el MIL ha sido el grupo más radical del movimiento obrero español después de la guerra civilâ€?. En todo caso, sà es cierto que representó una de las contadas formaciones auténticamente revolucionarias del panorama polÃtico del momento. Decimos “auténticamente revolucionariasâ€? porque el MIL nunca fue “anti-franquistaâ€?, su objetivo no fue nunca derribar al franquismo y conseguir un régimen democrático más o menos avanzado, una democracia más o menos participativa, sino, enlazando de lleno con la tradición marxista revolucionaria, luchar directamente contra el estado burgués, contra el capital, por la independencia de clase que, mediante la auto-organización, acabara con el trabajo asalariado y la división de la sociedad en clases: en definitiva, ni más ni menos que la auto-emancipación del proletariado. Reconocer que ésta fue su lucha y librarla de todas las mistificaciones que ha sufrido servirá para restaurar la verdad histórica que muestra, por un lado, que los integrantes del MIL no fueron ni “alocadosâ€? ni tampoco “pobres chicosâ€?, sino revolucionarios anticapitalistas y, por el otro, que dado que su lucha no fue anti-franquista sino anti-capitalista, las tareas por las que lucharon siguen inconclusas.
Sergi Rosés |
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