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Notícies :: globalització neoliberal
Critica marxista als drets LGTBQ
15 feb 2008
CRITICA MARXISTA A LOS DERECHOS LGTBQ
Cuando hablamos de derechos tenemos que tener en cuenta que estos surgen en el seno de la comunidad política, se producen en la convivencia social. No hay derechos pre-políticos. Hablar de derechos es hablar de algo que aparece, evoluciona y se establece en el seno de cada comunidad política. Hablar de derechos humanos es hoy una falacia. Los derechos ya no se tienen por el mero hecho de pertenecer a la especie humana, quedando superada la tradición yusnaturalista que establecía que los derechos eran algo eterno e inmutable que se tenía por el mero hecho de haber nacido humano y cuyo origen remitía, en última instancia a la divinidad. Pero el hecho de ser un constructo político, no los hace menos universales ni menos legítimos, al contrario, son legítimos y universalizables en la medida en que nos los otorgamos nosotros mismos, en la medida en que derivan de un pacto social y político por virtud del cual decidimos reconocernos dichos derechos. Los derechos no son invulnerables, en todo caso las leyes garantizan una indemnización y una reparación en caso de ser vulnerados, o debería ser así, que ya sabemos todos como acaba funcionando esto en muchos casos. Los derechos se consolidan a través de su reconocimiento social mayoritario, son un constructo social y político que va evolucionando, cambiando, y en esa mutación constante expresa también sus contradicciones. Desde la perspectiva marxista, en el seno de la distinción entre derechos humanos y derechos del ciudadano encontramos la figura del burgués. Éste concentra estas dos caras, la de la vida pública como ciudadano i la de su vida privada como persona que quiere que las leyes le garantizen esta privacidad, esa esfera protegida legalmente en la que no es ni político ni ciudadano. Desde la perspectiva marxista los derechos están hechos a medida del burgués. Los derechos son instituciones humanas, históricas, sociales y políticas que enmascaran las estructuras de clase. Lo propio del sistema capitalista en el que vivimos es el libre mercado, por lo tanto es lógico sospechar, y con razón, que tenemos que buscar la necesidad de esos derechos en el mercado. Hay que tener claro, recordando a Marx, que la libertad y la igualdad aparecen en el sistema productivo. No son derechos que el estado capitalista declara, si no determinaciones que el sistema económico impone. En la economía, nos dice Marx, estan las claves para entender la política. Deacuerdo con lo dicho hasta ahora, pretender que la llamada “lucha por los derechos de la comunidad lgtbq� ha sido hasta este momento una lucha política, es, a mi entender, un tremendo error en la medida en que impone una falsa conciencia, porque queramos reconocerlo o no, estos derechos son en realidad determinaciones, imposiciones del sistema de producción capitalista. Lo que en definitiva intento explicar es que aunque pueda parecer lo contrario, en nuestro país no se ha dado un cambio de mentalidad en relación a nuestra situación legal, en realidad lo único que ha ocurrido es que el capital ha visto en nuestra comunidad una posibilidad de comerciar, de seguir creciendo económicamente, ha visto que el dinero gay también es dinero, y ha impuesto una serie de condiciones previas necesarias para poder comerciar utilizándonos como excusa. Nuestra liberación, si queréis llamarlo así, no es más que un paso previo a la dolarización de nuestra comunidad. Un ejemplo muy claro de esto es la ley de matrimonios. El matrimonio, es una institución milenaria que, junto a la familia, constituye una de las bases tanto del modelo de sociedad de la tradición judeocristiana, como del modelo de sociedad capitalista. Una institución milenaria, que abre la puerta a estructuras culturales artificiales desde el momento en que sacraliza la monogamia reproductiva (desde la perspectiva biológica el ser humano es polígamo). Una institución tan vieja que ya cae a pedazos y que está en la base de casi todos los divorcios y separaciones. Una institución católica, homófoba, de la que muchos heteros pasan olímpicamente y que ahora nos han impuesto en forma de falsa liberación a las maricas, bollos, trans, bisexuales y intersexuales. Realmente podemos llamar a eso “libertad�? No será que el capital necesita continuar expandiéndose y nos ha instrumentalizado a nosotras como forma de generar dinero rápido y fácil creando previamente la falsa conciencia de la lucha por nuestros derechos y por nuestra liberación? No es la llamada “comunidad lgtbq� en realidad un universo de lujo, rosa, lleno de gente superficial, pija, acomodada, lleno de gilipollas adeptos al capital y al consumismo enfermizo? Es el matrimonio una expresión de ampliación de derechos y libertades para nosotras o es una imposición del capital? O quizas sea además de eso, parte de nuestra obsesión por renunciar a la imaginación para crear nuestro propio universo de forma original, sin andar caminos ya andados, parte de una obsesión por mimetizar los esquemas heteros, reconvertirlos y hacerlos nuestros siendo heteros que convivimos con hombres o mujeres heteros que conviven con mujeres? Si estamos siempre compitiendo con ellos a ver quien es más hetero y más conservador, siempre estaremos en inferioridad de condiciones. Hay que reinventar y reiniciar nuestra lucha desde abajo, separándonos del capital y de la esfera de la clase política.

Martí Aviñoá

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