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Notícies :: especulació i okupació
Los desalojados del Carmen acampan en la calle y se niegan a marcharse
06 feb 2008
La Administración local y autonómica pasan la responsabilidad la una a la otra sobre el futuro de las familias Los afectados declaran que están siendo tratados «como perros»
Tras pasar la noche en la vía pública, las cerca de 40 familias desalojadas del barrio Virgen del Carmen de Alicante amanecían ayer aún desconcertadas, tratando de asimilar la situación de auténtico desamparo en la que se encuentran después de que las administraciones local y autonómica decretaran el desahucio por motivos de «inseguridad».

Así, a primeras horas de la mañana de ayer, la mayoría de los vecinos de las viviendas desocupadas permanecía en la calle, lugar en el que trasnocharon todos aquellos que no tenían otro lugar en el que recogerse.

Una de las afectadas, Herminia Amador, con su pequeño en brazos, aseguraba ayer: «Nadie ha venido a traernos mantas, ni neceseres con productos de higiene, ni tiendas de campaña, ni habilitaron aseos móviles. Sólo nos proporcionaron algo de leche y galletas al anochecer».

«Pero lo peor llegó a la hora de dormir, ya que ni tan siquiera nos dejaron pernoctar en una iglesia cercana, por lo que no encontramos más lugar en el que pasar la noche que la calle, al aire libre, amontonando cartones entre coches o sobre los colchones que logramos salvar durante la hora que nos dieron para sacar nuestras pertenencias», declara Amador.

La escena ayer por la mañana era, verdaderamente, desoladora. Hacinadas en la acera, las familias intentaban realizar sus rutinas diarias en medio de unas calles convertidas en cocinas, dormitorios y salones improvisados, abarrotadas de muebles, electrodomésticos, juguetes, somieres y todo tipo de enseres formando un extraño paisaje en el que uno casi sentía violar la intimidad del hogar.

Los niños, que no habían acudido a la escuela, se acurrucaban como podían en los colchones, con el sol cayéndoles sobre sus caritas. Los ancianos permanecían sentados alrededor de una lumbre prendida en medio del pavimento, con el rostro teñido de indignación. Muchas madres se vieron en la tesitura de tener que dar el pecho a sus retoños al aire libre, mientras los hombres lamentaban el ver a sus hijos, esposas y padres en ese estado, «como perros», decían.

Justos por pecadores

La frase que más se repetía a lo largo de la mañana era «no hay derecho que tengamos que pagar justos por pecadores», conscientes de que el origen de la situación era la delincuencia y el narcotráfico, hasta el punto de que la zona era popularmente conocida como el callejón de la muerte.

«Gente mala hay en todos los sitios. Y lo que ha pasado aquí es que aquellos que han venido de fuera han traído los problemas, mientras que los que llevamos toda la vida en el barrio nos hemos visto en la calle por culpa de esa gente que, mira por donde, no están en la vía pública», señalaba ayer Manuel Cortés, con su hija de 11 días en brazos. Ciertamente, allí sólo había familias.

Por otro lado, los residentes de edificios vecinos manifestaban ayer que el realojo «debía haberse producido antes porque la zona no estaba mal, sino fatal. Aunque es una pena que hayan echado a la calle a otras muchas personas que no tenían culpa de nada».

La jornada pasaba y por el lugar no se personaban ni los Servicios Sociales, ni agentes del Instituto Valenciano de la Vivienda (Ivvsa) o del patronato de la vivienda del Ayuntamiento de Alicante. Empezaba a azuzar el hambre, el reloj se acercaba a las dos de la tarde y, ni tan siquiera, se acercaban a esta zona organizaciones no gubernamentales con productos básicos, por lo que los afectados no tuvieron otra que comer en la calle de lo que les daban otros vecinos o preparar unos bocadillos con un poco de fiambre.

Otros habían perdido el apetito y permanecían absortos, viendo cómo los operarios lanzaban sus pertenencias dentro de contenedores. A través de las ventanas rotas, se vislumbraba cómo las estancias, que hasta hacía poco albergaban familias enteras, se iban quedando vacías.

«¿Quién me va a pagar los muebles que tanto dinero me han costado?», lamentaba uno de los desahuciados, Juan Emilio Pérez, quien aseguraba tener los papeles del alquiler en regla y todos los recibos del agua y la luz pagados. «No es justo que nos traten así, como si fuéramos basura, sin agua y sin techo. Cuando llegan los inmigrantes en pateras, las autoridades y las ONG les reciben con todos los recursos necesarios. ¿Por qué nosotros no hemos tenido el mismo trato?», concluía Pérez.

Mientras esperan una solución, los vecinos desalojados, sin nada más que perder y sin nadie que les informe sobre su situación, aseguran que permanecerán en la calle.
Mira també:
http://www.laverdad.es/alicante/20080206/alicante/desalojados-carmen-acampan-calle-20080206.html

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