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Anàlisi :: amèrica llatina |
Una veu europea sobre Bolivia
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per nopassaran |
27 des 2007
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Com passa amb Veneçuela la visió europea sobre Bolivia esta mediatitzada i tergiversada pels interessos econòmics i un cert complex de superioritat colonial que donen vergonya.
Una de les poques veus que protesten ès aquesta . |
_________ Danielle Mitterrand / La Jornada, 23 de diciembre de 2007.
Carta abierta a los dirigentes europeos:
Tal como Europa lo ha aprendido y cruelmente pagado, la democracia necesita ser vivida sin cesar, reinventada, defendida tanto en el interior de nuestros paÃses democráticos como en el resto del mundo. Ninguna democracia es una isla. Las democracias se deben asistencia mutua. Hoy hago, por eso, un llamado a nuestros dirigentes y a nuestros grandes órganos de prensa: sÃ, lo afirmo, la joven democracia boliviana corre un peligro mortal. En 2005, un presidente y su gobierno son ampliamente elegidos por más de 60 por ciento de los electores, a pesar de que una gran parte de sus electores potenciales, indÃgenas, no están inscritos en las listas electorales, puesto que ni siquiera poseen estado civil. Las grandes orientaciones polÃticas de este gobierno fueron masivamente aprobadas por referéndum antes incluso de esta elección, y, en especial, la nacionalización de las riquezas naturales en vistas de una mejor redistribución, asà como la convocatoria a una Asamblea Constituyente. ¿Por qué es indispensable una nueva Consitución? Por la razón muy simple de que la antigua data de 1967, cuando, en América Latina, las poblaciones indÃgenas (representaban en Bolivia 75 por ciento de la población) se hallaban totalmente excluidas de cualquier ciudadanÃa. Los trabajos de la Asamblea Constituyente boliviana han sido, desde sus orÃgenes, constantemente trabados por las maniobras y el boicot de las antiguas oligarquÃas, las cuales no soportan perder sus privilegios económicos y polÃticos. La oposición minoritaria extrema el cinismo hasta disfrazar su rechazo a la sanción de las urnas bajo la máscara de la defensa de la democracia. Reacciona con el boicot, las agresiones en la calle, la intimidación de los responsables electos, en la estricta continuidad de las matanzas perpetradas a civiles desarmados por el ex presidente Sánchez de Lozada en 2003, quien, por otro lado, sigue perseguido por sus crÃmenes y refugiado en Estados Unidos. En favor de un caos cuidadosamente instrumentado, renacen las amenazas separatistas de las regiones más ricas, que rechazan el juego democrático y no quieren “pagar por las regiones más pobresâ€?. Grupos activistas neofascistas y bandas paramilitares, subvencionadas por la gran burguesÃa boliviana y ciertos intereses extranjeros, instalan un clima de miedo en las comunidades indÃgenas. Recordemos en qué terminaron Colombia y Guatemala, recordemos sobre todo la democracia chilena, asesinada el 11 de septiembre de 1973 después de un proceso idéntico de desestabilización. Se puede matar una democracia también por medio de la desinformación. No, Evo Morales no es un dictador. No, no es la cabeza de un cártel de traficantes de cocaÃna. Estas imágenes caricaturescas se hacen circular en nuestros paÃses sin la menor objetividad, como si la intrusión de un presidente indÃgena y la potencia creciente de ciudadanos electores indÃgenas fuesen insoportables, no sólo a las oligarquÃas latinoamericanas sino también a la prensa bienpensante occidental. Como para desmentir aún más la mentira organizada, Evo Morales hace un llamado al diálogo, rehúsa hacer uso del ejército y pone incluso su mandato en la balanza. Solemnemente llamo a los defensores de la democracia, a nuestros dirigentes, a nuestros intelectuales, a nuestros medios de comunicación. ¿Vamos a esperar que Evo Morales conozca la suerte de Salvador Allende para llorar sobre la suerte de la democracia boliviana? La democracia tiene valor para todos o para nadie. Si la amamos en nuestra patria, debemos defenderla por todos los lugares donde esté amenazada. No nos toca, como algunos lo pretenden con arrogancia, ir a instalarla en otras naciones mediante la fuerza de las armas; en cambio, nos toca protegerla en nuestro paÃs con toda la fuerza de nuestra convicción y estar al lado de aquéllos que la han instalado en su nación. Danielle Mitterrand. Tomado de La Jornada, México, 23 de diciembre, 2007. |
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