LA SOLIDARIDAD COMO HERMANDAD O COMO USURA.
“… sin embargo, el pesimismo iba ganándola poco a poco; el hambre y la sed, el cansancio, la sensación de impotencia frente a las fuerzas enemigas que cada vez nos cercaban más y, sobre todo, la terrible enfermedad de los pies conocida por los campesinos con el nombre de mazamorra –que convertÃa en un martirio intolerable cada paso dado por nuestros soldados- habÃan hecho de éste un ejército de sombras. Era difÃcil adelantar, muy difÃcil. DÃa a dÃa, empeoraban las condiciones fÃsicas de nuestra tropa y las comidas, un dÃa sÃ, otro no, otro tal vez, en nada contribuÃan a mejorar ese nivel de miseria que estábamos soportando. Pasamos los dÃas más duros cercados (…), en pantanos pestilentes, sin una gota de agua potable, atacados continuamente por la aviación, sin un solo caballo que pudiera llevar por ciénagas inhóspitas a los más débiles, con los zapatos totalmente destrozados por el agua fangosa de mar, con plantas que lastimaban los pies descalzos, nuestra situación era realmente desastrosa al salir trabajosamente del cerco (…). No tenÃamos tiempo de recuperarnos ni siquiera un poco cuando un nuevo aguacero, inclemencias del clima, además de los ataques del enemigo o las noticias de su presencia volvÃan a imponernos la marcha. La tropa estaba cada vez más cansada y descorazonada. Sin embargo, cuando la situación era más tensa, cuando ya solamente al imperio del insulto, de ruegos, de exabruptos de todo tipo, podÃa hacer caminar a la gente exhausta, una sólo visión en lontananza animó sus rostros e infundió nuevo espÃritu a la guerrilla.â€?
“Pasajes de la Guerra Revolucionaria.
La Ofensiva Final: La batalla de Santa Clara.� Ernesto el Che Guevara.
Asà describÃa Ernesto el Che Guevara, un octubre de hace casi 50 años. Unas semanas después de este desastre que escuchamos, el Che comandaba una de las batallas más impresionantes de la historia militar mundial, la Batalla de Santa Clara.
DÃas más tarde caÃa la dictadura de Fulgencio Batista, convirtiendo al pueblo de Cuba, después de ser el último en independizarse, en el primero en ser libre en América.
Y digo esto cuando se va y se viene diciendo que si la soberanÃa nacional (ahora supuestamente defendida por los “patriotasâ€? senadores), que si el combate al narcotráfico, olvidando que la llamada “Iniciativa Méridaâ€? o “Plan Méxicoâ€? tiene como uno de sus objetivos el cerrar la pinza militar y diplomática sobre esa solitaria estrella de dignidad en el Caribe.
De pronto, después de los mismos casi 50 años, el gobierno norteamericano descubre que la opción elegida por el pueblo cubano no depende de un hombre excepcional, sino de una vocación histórica, que es compartida por los pueblos latinoamericanos: la de la libertad y la justicia. El problema entonces para el gobierno de los Estados Unidos no tiene el nombre de Fidel Castro Ruz, sino, para decirlo llanamente, se llama Revolución Cubana.
Hace 40 años el Poder extranjero descubrió que la rebeldÃa de un continente no morÃa con la bala que mató a Ernesto el Che Guevara, y que este sentimiento a veces encarna en individuos y siempre en pueblos.
Tal vez a algunos, a algunas, les suene extraño que inicie nuestra participación en este foro de solidaridad con las comunidades zapatistas nombrando al Che y a Cuba, pero es que todo esto viene al caso o cosa porque, según nuestro pensamiento zapatista, no se puede hablar de la solidaridad como hermandad sin pensar en Cuba, en su lucha y en su historia.
Y nombrando a Cuba no nombramos a la vÃctima en turno, sino a lo que ahà se juega a nivel regional, continental y mundial.
Y nombrar al Che no es realizar ofrendas en el complejo y reiterado culto a la muerte. Es, en cambio, honrar la vida y a la rebeldÃa que le da sentido y rumbo.
Algo de historia.
“Todo parece imposible la vÃsperaâ€?, dijo alguno de los nuestros, para agregar luego “y resulta que el mañana está ahà nomás, cerca, pero no porque nos espere, sino porque lo construimos en su momento, en otro calendarioâ€?.
Y entre los imposibles de ayer, hay futuros hoy. Los hombres, mujeres, niños y ancianos que abrazaron la causa sintetizada en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y decidieron hacer Otra cosa, abajo y a la izquierda, se enfrentan a los imposibles de hoy.
Pero no es la primera vez.
La historia reciente de nuestro movimiento, el zapatista del EZLN, ha tenido varios vuelcos en lo que se refiere a nuestra forma de ver el mundo, particularmente, de ver el quehacer polÃtico.
Pensando que estarÃamos no sólo solos, sino con todo en contra, nos preparamos para esa madrugada de enero de 1994.
Hace 14 años, con la luna de octubre hecha techo sobre nuestro andar, en las montañas del sureste mexicano se afinaban los últimos detalles del alzamiento. He dicho “afinando los últimos detallesâ€? sólo por repetir un lugar común, en realidad andábamos de un lado a otro, con un relajo que daba mucho que pensar sobre las posibilidades de éxito polÃtico y militar del alzamiento en armas de miles de indÃgenas y la toma de 7 cabeceras municipales del suroriental estado mexicano de Chiapas.
Concretar los últimos preparativos del levantamiento habÃa semejado el esfuerzo de tallar con martillo y cincel una de esas pequeñas joyas de cristalerÃa que asombran por sus colores y brillos. Y asà era entonces, y lo es también ahora.
Nuestra causa, las más hermosa, noble y antigua en la historia de la humanidad, la de la libertad de los pueblos, tiene tantos brillos y colores que aún ahora, al borde de los 24 años de empeñarnos en ella, no acabamos de encontrar en su totalidad.
Lo sabemos ahora y lo sabÃamos entonces.
Pero no acostumbramos a acomodar los hechos de nuestra historia propia para dar lecciones que nunca tomamos o para dar una idea de limpia coherencia, asà que debo deciros que, visto desde la alta y luminosa noche del octubre de 1993, el plan del alzamiento semejaba un gran desorden de piezas de rompecabezas que no tenÃan nada qué ver entre sÃ.
PodrÃa alardear ahora, a la distancia del calendario y asomado a la neo militarización del paÃs entero, diciendo que el caos de entonces era parte del plan, y que todo aparentaba desorden propositivamente, con el objetivo de desconcertar a los servicios de inteligencia gubernamentales de México y Estados Unidos, pero no lo haré.
Si a la repetida bolsa de preguntas que ustedes llaman “lunaâ€?, le preguntáramos que vio en esas noches en las montañas del sureste mexicano, seguramente dirÃa: “ParecÃa una sombra múltiple, sin destino, rotaâ€?.
Claro que yo hubiera preferido que la luna se refiriera a nosotros como un “espejo fragmentado�, pero alguien que hace tantas preguntas no puede mentir, asà que eso éramos: una sombra rota. Tal vez lo somos de nuevo, tal vez lo volveremos a ser.
En otras ocasiones he dado fragmentos de esta forma tan peculiar que tenemos las zapatistas, los zapatistas, de asomarnos al futuro, al mañana. Hay una especie de ironÃa sobre la muerte y, al mismo tiempo, una gran esperanza por la vida.
¿Por qué?
No han sido pocas las solitarias madrugadas en que he tratado de responder a esa pregunta que la luna nos reitera con su vaivén luminoso. Ha sido el Viejo Antonio, aquel indÃgena de raÃz maya que fue puerta y ventana para nosotros, quien aventuró una respuesta:
“Es cuestión del habla y su tiempo. El presente se habla en individual, el pasado y el futuro en colectivo. La muerte, entonces, es una cuestión que sólo tiene poder en lo individual, y la vida sólo es posible en colectivo. Por eso decimos “muero� y por eso decimos “vivimos�, y “viviremos�.
Y como si tal, ahora recuerdo el diagnóstico tÃpico de las enfermeras zapatistas, y que era asà comunicado a los pacientes. No era un “no es grave, te vas a curarâ€?, sino un “de por sà vas a morir, pero no luego, todavÃa vas a tardarâ€?. Eso sÃ, el paciente se recuperaba rápidamente. Aunque no sé si por el estÃmulo de un diagnóstico tan motivador… o porque, al preparar la inyección, la insurgenta de sanidad tenÃa la gentileza de informarle al paciente que la última vez que habÃa inyectado, se le habÃa roto la aguja dentro de la nalga del compañero. “Pobre compaâ€?, decÃa mientras sobaba con un algodón empapado de alcohol el lugar donde iba a inyectar, “creo que todavÃa tiene el pedazo dentro y por eso camina chuecoâ€?.
Con todo esto quiero decir que hace 14 años sà pensábamos en la muerte, pero era un asunto particular, como lo son el cepillo de dientes y la ropa interior… bueno, si es que se puede llamar ropa interior a esos pedacitos de tela que las féminas usan ahora y que, además, se las ingenian para que se vean con los pantalones caÃdos a la cadera.
Mmh… ya me está dando hambre, asà que mejor me apuro y completo lo que quiero decirles…
Les decÃa que si la muerte posible y probable era, y es, una cuestión individual y personal, la vida era y es, para nosotros, un asunto del colectivo que éramos, que somos, que seremos.
En otras palabras, para el zapatismo del EZLN, el fracaso y la muerte se conjugan con la primera persona del singular, (el “Yo, Mi, Me, Conmigoâ€? que diera tÃtulo a uno de los discos de JoaquÃn Sabina); y, en cambio, el éxito y la vida llevan siempre de la mano el “nosotrosâ€? que nos da identidad, pasado y mañana (lo que se conoce como “UtopÃaâ€?, que, por cierto, es el nombre de uno de los discos de Joan Manuel Serrat).
En resumen, aquella vÃspera de la guerra contra el olvido, no es que no cargáramos, además de fuego, con dudas. Las tenÃamos, y muchas. Pero no se referÃan a nuestro destino individual o de colectivo. Estas cuestiones se habÃan resuelto tiempo antes, cuando cada uno de nosotros, cada una de nosotras, habÃamos llegado al punto en que, eso sà como algo personal e individual, habÃamos llegado a la gran bifurcación que suele presentar el andar del mundo: ¿arriba o abajo?, ¿a la derecha o a la izquierda?, ¿el protagonismo individual o el anónimo colectivo?, ¿la luz o la sombra?
No, las dudas tenÃan qué ver con lo que encontrarÃamos acá afuera.
Acháquenlo a nuestro pesimismo dialéctico o a nuestra desconfianza ancestral, pero el caso es que pensábamos que serÃamos recibidos con el silencio, la sordera, la condena, la lapidación. Claro, además de con balas y bombas. “No son bombas, son rocketsâ€?, dijo el autodenominado historiador y entonces fan de Carlos Salinas de Gortari, como después lo serÃa de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, López Obrador (antes del fraude, claro) y ahora lo es de Felipe Calderón. Creo que se llama Héctor Aguilar CamÃn, quien, por cierto, ahora firma un libro sobre Acteal, porque el patiño Tello DÃaz no estaba a la mano. Más dinero para ampliar los anexos, a cambio de lavar el crimen de Estado que lleva el sello de una guerra de exterminio que lleva ya 515 años,
Llama la atención de que la memoria que se hace de Acteal edite el lugar de Gustavo Iruegas, encargado de las relaciones exteriores del llamado gobierno legÃtimo de López Obrador. Y que, en el momento en que se denuncia la participación de ex guerrilleros en la estrategia de contrainsurgencia que se echó a andar entonces, y que culminó con la Matanza de Acteal, se olvide que uno de los jefes de la delegación gubernamental de Zedillo era el señor Iruegas, hoy súbitamente converso a la causa de la izquierda.
Bueno, no nos desviemos, después de todo allá arriba, Aguilar CamÃn sà encontrará los ecos que necesita para cobrar donde siempre ha cobrado.
Volvamos a aquellos dÃas. Porque resulta que nos equivocamos. Y nos equivocamos por partida doble.
Porque encontramos, sÃ, a los Anexos y las respectivas Vueltas a la derecha, pero también encontramos entonces a quienes, pensamos entonces, trataban de entender, de entendernos.
Ya antes me he referido a que, en esa época, tuvimos la fortuna de contar con el interés de trabajador@s de los medios de comunicación, además de artistas, intelectuales y cientÃficos progresistas. El oÃdo que prestaron entonces es algo que fue fundamental y que recordamos, aunque cada vez con más nostalgia.
La presencia de estas personas fue importante. Sin embargo, no me referiré ahora a su notable ausencia, a su reprochable silencio, o a los respectivos deslindes a moda y conveniencia.
En cambio, quisiera mencionar a quienes se acercan a las luchas, movimientos y pueblos ofreciendo apoyo, cuando en realidad están dando un préstamo con altÃsimos intereses. Es decir, a aquellas personas que convierten la solidaridad con una causa, en botÃn y usan esos apoyos para construirse su escalera propia al Poder.
Porque resulta que si nos equivocamos al suponer que estarÃamos solos, también nos equivocamos al pensar que lo que fue interés primero, y después simpatÃa, apoyo y solidaridad, era algo sincero y honesto.
En aquellos primeros dÃas, desconocedores del ir y venir de afuera, se nos acercaron personas en quienes confiamos. No sabÃamos entonces que, con su mano, iban también sus fobias y sus filias. Y que no pensaban sino en cómo hacer uso del lugar que la sangre de nuestros muertos habÃa conquistado.
Es común que, cuando se habla con generalidades, los aludidos le saquen al bulto y digan que nos referimos a otros, a otras. Asà que habrá que nombrar también a las personas que fueron de la CONAC-LN y luego del FAC-MLN. Que, cuando se puso de moda acusarnos de “reformistas armadosâ€? y “pequeño burguesesâ€? la emprendieron en contra nuestra con singular entusiasmo. Los “radicalesâ€? de entonces son ahora mansitos corderos en los corrales del Poder. El señor Benito Mirón Lince es un botón de la muestra. El hoy funcionario del gobierno del DF, ha saltado de puesto en puesto, olvidando que hace unos años era un furibundo crÃtico de la izquierda institucional y del reformismo. Claro que la radicalidad le duró hasta que el presupuesto lo alcanzó.
Después fuimos descubriendo que la supuesta solidaridad con el zapatismo, no habÃa sido, para ellas y ellos, nada más que una inversión.
Los hoy funcionarios reparten limosnas para lavarse la cara, guardan o exhiben sus fotos con zapatistas según vayan los vientos, se felicitan mutuamente por su prudente madurez, y engordan la cartera con billetes y tarjetas de crédito, y su corazón con coartadas que maquillen sus traiciones y claudicaciones.
Esto pasó y pasa no sólo en México, también en Europa. Colectivos de solidaridad que entonces tendieron puentes, hoy nos atacan, guardan un silencio cómplice o se distancian con un oportunismo que tiene como marcapasos el rating en los medios de comunicación.
Y pretenden que, en pago a los “favores recibidosâ€? (asà lo dicen), el EZLN debe apoyar sus posiciones sobre la justa lucha del pueblo Vasco, sus polÃticas de apoyo vergonzante al intervencionismo norteamericano y europeo, sus suspiros por las monarquÃas que manchan el viejo continente, su quehacer que de tan bien portado y neutro, apesta. Como no lo hacemos, entonces se retiran o se mudan a lo que esté de moda, eso sÃ, previo deslinde público… o privado.
En estos y otros suelos, los usureros de la solidaridad nos reclaman una autocrÃtica, nos exigen pedir perdón por no obedecerlos, por no seguirlos, por no someternos.
Nos equivocamos entonces. Ahora sabemos que la solidaridad que no se dan sin condiciones, sin esperar nada a cambio, no es más que otra forma de usura, la del que pretende sacar ganancia del dolor y la lucha ajenos.
Todo esto también viene al caso porque éste es un foro de solidaridad con las comunidades indÃgenas zapatistas.
Y yo sólo vine para avisarles que, aquellas personas, grupos, colectivos, organizaciones que piensen practicar la usura con sus apoyos y solidaridad para con nuestros pueblos, sepan que no tendrán retribución alguna. Les decimos que se vean en el espejo que arriba simula ser de izquierda, que asistan a sus cafés, a sus convivios, a sus mesas de redacción, a sus consejos nacionales, a sus oficinas gubernamentales. Escucharán, con sorprendente unanimidad, que el zapatismo ya pasó de moda, cometió muchos errores, no es realista, es sectario, es radical, es naco,… es consecuente.
Que no me malinterprete, no es que seamos malos deudores o que no queramos pagar.
Se trata simplemente de una confusión.
Porque en esto largo batallar, los pueblos indios todos, no sólo los zapatistas, somos los acreedores.
Asà es desde que el mundo empezó su andar. Asà fue hace 200 años. Asà fue hace un siglo.
Asà será cuando el calendario de abajo vuelva a alcanzarnos y a presentarle al arriba la interminable cuenta de debes que abajo y a la izquierda se acumulan.
Porque, hay que decirlo, tal vez lo que el Che mencionó como visto en lontananza no era sino el lugar donde la libertad es punto de llegada y de un nuevo paso: el de ser mejores
Vale (aunque sea un vale para la gasolina). Salud y que, en las sumas y restas, gane el mañana.
Muchas gracias.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Octubre del 2007.
::: Audio :::
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