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Mentiras deliberadas, muertes extrañas y agresión a la economÃa mundial
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per envia F Espinoza |
20 set 2007
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En una reflexión hablé de barras de oro depositadas en los sótanos de las Torres Gemelas (1). Esta vez el tema es bastante más complejo y difícil de creer... |
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Mentiras deliberadas, muertes extrañas y agresión a la economÃa mundial
En una reflexión hablé de barras de oro depositadas en los sótanos de las Torres Gemelas (1). Esta vez el tema es bastante más complejo y difÃcil de creer. Hace casi cuatro décadas cientÃficos residentes en Estados Unidos descubrieron Internet, del mismo modo que Albert Einstein, nacido en Alemania, descubrió en su tiempo la fórmula para medir la energÃa atómica.
Einstein era un gran cientÃfico y humanista. Contradijo las leyes fÃsicas, hasta entonces sagradas, de Newton. Sin embargo, las manzanas siguieron cayendo en virtud de la ley de la gravedad definida por este. Eran dos formas diferentes de observar e interpretar la naturaleza, de la cual se poseÃan muy pocos datos en los dÃas de Newton. Recuerdo lo que leà hace más de 50 años sobre la famosa teorÃa de la relatividad elaborada por Einstein: la energÃa es igual a la masa multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz, que se denomina C: E=MC². ExistÃa el dinero de Estados Unidos y los recursos necesarios para realizar tan costosa investigación. El tiempo polÃtico debido al odio generalizado por las brutalidades del nazismo en la nación más rica y productiva de un mundo destruido por la contienda, convirtió aquella fabulosa energÃa en bombas que fueron arrojadas sobre las poblaciones indefensas de Hiroshima y Nagasaki, ocasionándoles cientos de miles de muertos y un número similar de personas irradiadas que fallecieron en el transcurso de los años posteriores.
Un ejemplo claro del uso de la ciencia y la tecnologÃa con los mismos fines hegemónicos se describe en un artÃculo del ex oficial de Seguridad Nacional de Estados Unidos Gus W. Weiss, aparecido originalmente en la revista Studies in Intelligence, en 1996, aunque con real difusión en el año 2002, titulado: Engañando a los soviéticos. En él Weiss se atribuye la idea de hacerle llegar a la URSS los softwares que necesitaba para su industria, pero ya contaminados con el objetivo de hacer colapsar la economÃa de aquel paÃs.
Según notas tomadas del capÃtulo 17 del libro Al borde del abismo: Historias de la guerra frÃa contadas desde adentro, de Thomas C. Reed, ex secretario de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Leonid Brezhnev le dijo a un grupo de altos funcionarios del Partido en 1972: "Nosotros los comunistas tenemos que seguir arando con los capitalistas durante algún tiempo. Necesitamos sus créditos, su agricultura y su tecnologÃa; pero vamos a continuar grandes programas militares, y para mediados de los 80 estaremos en posición de volver a una polÃtica exterior agresiva, diseñada a tener ventaja sobre el Oeste." Esta información fue confirmada por el Departamento de Defensa en audiencias ante el Comité de la Cámara sobre la Banca y la Moneda en 1974.
A principios de los 70 el gobierno de Nixon planteó la idea de la distensión. Henry Kissinger tenÃa la esperanza de que "con el tiempo, el comercio y las inversiones pudieran reducir la tendencia del sistema soviético a la autarquÃa"; él consideraba que la distensión podrÃa "invitar a la gradual asociación de la economÃa soviética con la de la economÃa mundial y asà fomentar la interdependencia que añade un elemento de estabilidad a la relación polÃtica".
Reagan se inclinaba a ignorar las teorÃas de Kissinger sobre la distensión y a tomarle la palabra al presidente Brezhnev, pero se eliminaron todas las dudas el 19 de julio de 1981, cuando el nuevo Presidente de Estados Unidos se reunió con el presidente François Mitterrand, de Francia, en la cumbre económica del G 7 en Ottawa. En una conversación aparte, Mitterrand le informó a Reagan acerca del éxito de sus servicios de Inteligencia al reclutar a un agente de la KGB. El hombre pertenecÃa a una sección que evaluaba los logros de los esfuerzos soviéticos para adquirir tecnologÃa de Occidente. Reagan expresó gran interés en las delicadas revelaciones de Mitterrand y también su agradecimiento por su oferta de hacerle llegar el material al gobierno de Estados Unidos.
El dossier, bajo el nombre de Farewell, llegó a la CIA en agosto de 1981. Dejaba claro que los soviéticos llevaban años realizando sus actividades de investigación y desarrollo. Dada la enorme transferencia de tecnologÃa en radares, computadoras, máquinas-herramientas y semiconductores de Estados Unidos a la Unión Soviética, podrÃa decirse que el Pentágono estaba en una carrera armamentista consigo mismo.
El Dossier Farewell también identificaba a cientos de oficiales de casos, agentes en sus puestos y otros suministradores de información a través de Occidente y Japón. Durante los primeros años de la distensión, Estados Unidos y la Unión Soviética habÃan establecido grupos de trabajo en agricultura, aviación civil, energÃa nuclear, oceanografÃa, computadoras y medio ambiente. El objetivo era comenzar a construir "puentes de paz" entre las superpotencias. Los miembros de los grupos de trabajo debÃan intercambiar visitas a sus centros.
Aparte de la identificación de agentes, la información más útil aportada por el Dossier la constituÃa la "lista de compras" y sus objetivos en cuanto a la adquisición de tecnologÃa en los años venideros. Cuando el Dossier Farewell llegó a Washington, Reagan le pidió al Director de la CIA, Bill Casey, que ideara un uso operativo clandestino del material.
La producción y transporte de petróleo y gas era una de las prioridades soviéticas. Un nuevo gasoducto transiberiano debÃa llevar gas natural desde los yacimientos de gas de Urengoi en Siberia a través de Kazajstán, Rusia y Europa oriental hasta los mercados de divisas de Occidente. Para automatizar la operación de válvulas, compresores e instalaciones de almacenaje en una empresa tan inmensa, los soviéticos necesitaban sistemas de control sofisticados. Compraron computadoras de los primeros modelos en el mercado abierto, pero cuando las autoridades del gasoducto abordaron a Estados Unidos para adquirir el software necesario, fueron rechazados. Impertérritos, los soviéticos buscaron en otra parte; se envió un operativo de la KGB a penetrar un proveedor canadiense de softwares en un intento por adquirir los códigos necesarios. La inteligencia estadounidense, avisada por el agente del Dossier Farewell, respondió y manipuló el software antes de enviarlo.
Una vez en la Unión Soviética, las computadoras y el software, trabajando juntos, hacÃan operar el gasoducto maravillosamente. Pero esa tranquilidad era engañosa. En el software que operaba el gasoducto habÃa un caballo de Troya, término que se usa para calificar lÃneas de software ocultas en el sistema operativo normal, que hacen que dicho sistema se descontrole en el futuro, o al recibir una orden desde el exterior.
Con el objetivo de afectar las ganancias de divisas provenientes de Occidente y la economÃa interna de Rusia, el software del gasoducto que debÃa operar las bombas, turbinas y válvulas habÃa sido programado para descomponerse después de un intervalo prudencial y resetear —asà se califica— las velocidades de las bombas y los ajustes de las válvulas haciéndolas funcionar a presiones muy por encima de las aceptables para las juntas y soldaduras del gasoducto.
"El resultado fue la más colosal explosión no nuclear e incendio jamás vistos desde el espacio. En la Casa Blanca, funcionarios y asesores recibieron la advertencia de satélites infrarrojos de un extraño evento en medio de un lugar despoblado del territorio soviético. El NORAD (Comando de Defensa Aeroespacial Norteamericano) temÃa que fuera el lanzamiento de misiles desde un lugar donde no se conocÃa que hubiera cohetes basificados; o quizás fuera la detonación de un dispositivo nuclear. Los satélites no habÃan detectado ninguna pulsación electromagnética caracterÃstica de las detonaciones nucleares. Antes de que tales indicios pudieran convertirse en una crisis internacional, Gus Weiss llegó por un pasillo para decirles a sus colegas del CSN (Consejo de Seguridad Nacional) que no se preocuparan, afirma Thomas Reed en su libro."
La campaña de contramedidas basadas en el Dossier Farewell fue una guerra económica. Aunque no hubo bajas personales debido a la explosión del gasoducto, hubo un daño significativo para la economÃa soviética.
Como gran final entre 1984 y 1985 Estados Unidos y sus aliados de la OTAN concluyeron esta operación, que terminó eficazmente con la capacidad de la URSS para captar tecnologÃa en un momento en que Moscú se encontraba entre la espada de una economÃa defectuosa, por un lado, y la pared de un presidente estadounidense empecinado en prevalecer y poner fin a la guerra frÃa, por el otro.
En el artÃculo de Weiss ya citado se afirma que: "en 1985, el caso tuvo un giro singular cuando salió a la luz información sobre el expediente Farewell en Francia. Mitterrand llegó a sospechar que el agente soviético habÃa sido un montaje plantado por la CIA para ponerle a prueba y decidir si el material serÃa entregado a los estadounidenses o mantenido por los franceses. Actuando a partir de esa idea, Mitterrand despidió al jefe del servicio francés, Yves Bonnet."
Gus W. Weiss fue quien se atribuyó, como ya se dijo, el siniestro plan para hacer llegar a la URSS los softwares defectuosos, cuando Estados Unidos tuvo en su poder el Dossier Farewell. Murió el 25 de noviembre del 2003 a la edad de 72 años. El Washington Post no reportó su muerte hasta el 7 de diciembre, 12 dÃas después. Dijo que Weiss se "cayó" de su edificio de residencia, "Watergate", en Washington, y afirmó también que un médico forense de la capital norteamericana declaró su muerte como un "suicidio". El periódico de su ciudad natal, el Nashville Tennessean, publicó la noticia una semana después del Washington Post, y advirtió que en esa fecha todo lo que podrÃan decir era que "las circunstancias que rodearon su muerte no se podÃan confirmar todavÃa."
Antes de morir dejó escritas unas notas inéditas bajo el tÃtulo: El dossier de despedida: el engaño estratégico y la guerra económica en la guerra frÃa.
Weiss se graduó en la Vanderbilt University. TenÃa postgrados de Harvard y de la New York University.
Su trabajo para el gobierno se concentró en asuntos de Seguridad Nacional, organizaciones de Inteligencia y preocupaciones con el traslado de tecnologÃa a paÃses comunistas. Trabajó con la CIA, con la Junta de Defensa CientÃfica del Pentágono y con el Comité de Señales de Inteligencia de la Junta de Inteligencia de EE. UU.
Recibió la Medalla de Mérito de la CIA y la Medalla "Cipher", del Consejo de Seguridad Nacional. Los franceses le concedieron la "Legión de Honor", en 1975.
No dejó sobrevivientes.
Weiss se habÃa declarado en contra de la guerra en Iraq poco antes de su "suicidio". Es interesante tener en cuenta que 18 dÃas antes de la muerte de Weiss, también se suicidó —el 7 de noviembre de 2003— otro analista del gobierno de Bush, John J. Kokal (58 años). Este saltó a su muerte desde una oficina en el Departamento de Estado donde trabajaba. Kokal era analista de Inteligencia para el Departamento de Estado en asuntos relacionados con Iraq.
Consta en documentos ya publicados que Mijail Gorbachov se enfureció cuando comenzaron los arrestos y deportaciones de agentes soviéticos en varios paÃses, pues desconocÃa que el contenido del Dossier Farewell estaba en poder de los principales jefes de gobierno de la OTAN. En una reunión del Buró PolÃtico el 22 de octubre de 1986, convocada para informar a sus colegas sobre la Cumbre de Reykjavik, alegó que los estadounidenses estaban "actuando muy descortésmente y comportándose como bandidos". Aunque mostraba un rostro complaciente en público, en privado Gorbachov se referÃa a Reagan como "un mentiroso".
En los dÃas finales de la Unión Soviética, el Secretario General del PCUS tuvo que andar a ciegas. Gorbachov no tenÃa idea de lo que estaba ocurriendo en los laboratorios e industrias de alta tecnologÃa de Estados Unidos; ignoraba por completo que los laboratorios e industrias soviéticas habÃan sido comprometidos y hasta qué punto.
Los pragmáticos de la Casa Blanca andaban igualmente a ciegas mientras esto ocurrÃa.
El presidente Ronald Reagan jugaba su carta de triunfo: la Iniciativa de Defensa Estratégica/Guerra de las Galaxias. SabÃa que los soviéticos no podÃan competir en esa liga, porque no podÃan sospechar que su industria electrónica estaba infectada con virus y caballos de Troya colocados allà por la comunidad de Inteligencia de Estados Unidos.
La ex primera ministra británica, en sus memorias, publicadas por una importante editorial inglesa en 1993 con el tÃtulo: Margaret Thatcher, los años en Downing Street, expresa que todo el plan de Reagan relacionado con la Guerra de las Galaxias y la intención de hacer colapsar económicamente a la Unión Soviética fue el plan más brillante de esa administración, y que condujo definitivamente al derrumbe del socialismo en Europa.
En el capÃtulo XVI de su libro explica la participación de su gobierno en la Iniciativa de Defensa Estratégica.
Llevarla a cabo fue, a juicio de Thatcher, la "decisión más importante" de Reagan, "probó resultar clave en la victoria del Oeste en la guerra frÃa". Impuso "más tensiones económicas y mayor austeridad" a la sociedad soviética, en fin, sus "implicaciones tecnológicas y financieras para la URSS fueron devastadoras".
Bajo el subtÃtulo "Reevaluando a la Unión Soviética", describe una serie de conceptos cuya esencia está contenida en párrafos textuales tomados de ese largo pasaje, en los que deja constancia del brutal complot.
"En los albores de 1983, los soviéticos deben haber comenzado a darse cuenta de que su juego de manipulación e intimidación pronto se acabarÃa. Los gobiernos europeos no estaban dispuestos a caer en la trampa tendida por la propuesta de una ‘zona libre de armas nucleares’ para Europa. Continuaron los preparativos para el despliegue de los misiles Crucero y Pershing. En el mes de marzo, el presidente Reagan anunció los planes de Estados Unidos para una Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE), cuyas consecuencias tecnológicas y financieras para la URSS serÃan devastadoras."
"[... ] no me cabÃa la menor duda de lo correcto de su dedicación en insistir en el programa. Analizado retrospectivamente, ahora me queda claro que la decisión original de Ronald Reagan sobre la Iniciativa de Defensa Estratégica fue la más importante de su presidencia."
"Al formular nuestro enfoque a la Iniciativa de Defensa Estratégica, habÃa cuatro elementos diferentes que tuve en cuenta. El primero fue la ciencia en sà misma.â€?
"El objetivo de Estados Unidos en la Iniciativa de Defensa Estratégica era desarrollar una defensa nueva y mucho más eficaz contra los misiles balÃsticos."
"Este concepto de defensa se basaba en la capacidad de atacar a los misiles balÃsticos lanzados en cualquier etapa de su vuelo, desde la fase de impulsión cuando el misil y todas sus ojivas y señuelos estaban juntos, hasta el punto de reentrada en la atmósfera terrestre en su camino hacia el blanco."
"El segundo elemento que habÃa que tener en cuenta eran los acuerdos internacionales existentes, que limitaban el despliegue de armas en el espacio y los sistemas de proyectiles antibalÃsticos. El Tratado sobre la Limitación de los Sistemas de Proyectiles AntibalÃsticos, de 1972, enmendado por un Protocolo de 1974, permitÃa a Estados Unidos y a la Unión Soviética emplazar un sistema de proyectiles antibalÃsticos estático con hasta cien lanzacohetes para defender su campo de silos de misiles balÃsticos intercontinentales."
"La Oficina de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Defensa británicos siempre procuraron insistir en la interpretación más estrecha posible que los estadounidenses —acertadamente a mi juicio— creyeron que habrÃa significado que la Iniciativa de Defensa Estratégica habÃa muerto al nacer. Siempre he tratado de distanciarme de esta fraseologÃa y dejé claro en privado y en público que no podÃa decirse que se hubiera completado la investigación sobre si un sistema era viable hasta que se hubiese ensayado con éxito. Subyacente en esta jerga, este punto al parecer técnico era realmente una cuestión de evidente sentido común. Sin embargo, se convertirÃa en la cuestión que dividió a Estados Unidos y a la URSS en la cumbre de Reykjavik, de modo que cobró gran importancia.
"El tercer elemento en el cálculo fue la fuerza relativa de las dos partes en la defensa contra proyectiles balÃsticos. Solo la Unión Soviética poseÃa un sistema de proyectiles antibalÃsticos (conocido como GALOSH) en los alrededores de Moscú, que en esos momentos estaban perfeccionando. Los estadounidenses jamás habÃan emplazado un sistema equivalente."
"Los soviéticos también estaban más avanzados en las armas antisatélites. Por consiguiente, habÃa un argumento fuerte de que los soviéticos ya habÃan adquirido una ventaja inaceptable en toda esta esfera.
"El cuarto elemento era lo que implicaba la Iniciativa de Defensa Estratégica para la disuasión. Al principio sentà bastante simpatÃa por la filosofÃa tras el Tratado sobre la Limitación de los Sistemas de Proyectiles AntibalÃsticos, que era que mientras más ultramoderna y efectiva fuera la defensa contra los misiles nucleares, mayor presión habÃa para procurar avances enormemente costosos en la tecnologÃa para las armas nucleares. Siempre creà en una versión con ligeras condiciones de la doctrina conocida como ‘destrucción recÃproca segura’, MAD por sus siglas en inglés. La amenaza de lo que yo prefiero llamar ‘destrucción inaceptable’ que se producirÃa tras un intercambio nuclear era tal, que las armas nucleares constituÃan un elemento de disuasión efectivo contra la guerra no solo nuclear, sino también convencional."
"Pronto comencé a ver que la Iniciativa de Defensa Estratégica no socavarÃa la disuasión nuclear, sino que la fortalecerÃa. A diferencia del presidente Reagan y de otros miembros de su Administración, jamás creà que la Iniciativa de Defensa Estratégica podrÃa ofrecer una protección al ciento por ciento, pero permitirÃa que suficientes misiles de Estados Unidos sobrevivieran a un primer golpe de los soviéticos."
"El tema de la Iniciativa de Defensa Estratégica fue el que dominó mis conversaciones con el presidente Reagan y con los miembros de su Administración cuando fui a Camp David el sábado 22 de diciembre de 1984 para informar a los estadounidenses sobre mis conversaciones previas con el señor Gorbachov. Esa fue la primera vez que oà al presidente Reagan hablar sobre la Iniciativa de Defensa Estratégica. Habló de eso apasionadamente. Estaba en su punto más idealista. Destacó que la Iniciativa de Defensa Estratégica serÃa un sistema defensivo y que no era su intención obtener para Estados Unidos una ventaja unilateral. Es más, dijo que si la Iniciativa de Defensa Estratégica tenÃa éxito estarÃa dispuesto a internacionalizarla de modo que estuviera al servicio de todos los paÃses, y le habÃa dicho lo mismo al señor Gromyko. Reafirmó su objetivo a largo plazo de eliminar totalmente las armas nucleares.
"Esas observaciones me pusieron nerviosa. Me horrorizaba pensar que Estados Unidos estuvieran dispuestos a echar por la borda la ventaja tan arduamente ganada en materia de tecnologÃa al ponerla a disposición de todo el mundo."
"Lo que escuché, ahora que llegábamos a la discusión de las probabilidades reales más que de una concepción amplia, era tranquilizador. El presidente Reagan no simulaba que ellos supieran aún a dónde pudieran conducir las investigaciones. Pero recalcó que —además de sus argumentos anteriores a favor de la Iniciativa de Defensa Estratégica— seguirle el ritmo a Estados Unidos impondrÃa una presión económica a la Unión Soviética. Argumentó que no existÃa un lÃmite práctico en cuanto hasta dónde el gobierno soviético podrÃa arrastrar a su pueblo por el camino de la austeridad."
"Ahora yo anotaba, mientras conversaba con el asesor para la Seguridad Nacional Bud McFarlane, los cuatro puntos que me parecÃan más cruciales.
"Mis funcionarios luego insertarÃan los detalles. El Presidente y yo acordamos un texto donde se exponÃa la polÃtica.
"La sección principal de mi declaración expresa:
"Le hablé al Presidente acerca de mi firme convicción de que el programa de investigaciones de la Iniciativa de Defensa Estratégica debÃa continuar. La investigación, por supuesto, es permitida según los tratados existentes entre Estados Unidos y la Unión Soviética; y, por supuesto, sabemos que los rusos ya tienen su programa de investigaciones y, en opinión de Estados Unidos, han ido ya más allá de las investigaciones. Convinimos en cuatro puntos: 1. El objetivo de Estados Unidos, de Occidente, no era alcanzar la superioridad, sino mantener el equilibrio, tomando en cuenta los avances soviéticos; 2. El despliegue relacionado con la Iniciativa de Defensa Estratégica, en vista de las obligaciones que imponÃan los tratados, tendrÃa que ser una cuestión para la negociación; 3. El objetivo general es aumentar, no socavar, disuasión; 4. La negociación entre el Este y Occidente debe apuntar hacia alcanzar la seguridad con niveles reducidos de sistemas ofensivos de ambos lados. Este será el propósito de las negociaciones reanudadas entre Estados Unidos y la Unión Soviética sobre el control de los armamentos, que yo acojo con beneplácito.
"Posteriormente supe que George Schultz —entonces Secretario de Estado— pensaba que yo habÃa asegurado una concesión demasiado grande por parte de los americanos en la redacción; pero eso, de hecho, nos daba —tanto a ellos como a nosotros— una lÃnea clara y defendible, y ayudaba a tranquilizar a los miembros europeos de la OTAN. Un dÃa de trabajo muy productivo."
Más adelante, con el subtÃtulo de "Visita A Washington: febrero de 1985", Margaret Thatcher expresa:
"Visité Washington nuevamente en febrero de 1985. Las negociaciones sobre armamentos entre los americanos y la Unión Soviética ya se habÃan reanudado, pero la Iniciativa de Defensa Estratégica seguÃa siendo una fuente de discusión. Yo debÃa hablar ante una reunión conjunta del Congreso en la mañana del miércoles 20 de febrero y llevé conmigo desde Londres como regalo una estatua de bronce de Winston Churchill, a quien también muchos años antes se le habÃa honrado con tal invitación. Trabajé de manera especialmente ardua en este discurso. UtilizarÃa el teleprompter para pronunciarlo. SabÃa que el Congreso habÃa visto al propio ‘Gran Comunicador’ pronunciando discursos intachables y yo tendrÃa un auditorio exigente. De modo que decidà practicar la lectura del texto hasta que lograra pronunciarlo con la entonación y el énfasis correctos. Hablar a partir del teleprompter, debo agregar, es una técnica totalmente distinta a hablar a partir de notas. De hecho, el presidente Reagan me prestó su propio teleprompter y yo lo habÃa llevado de vuelta a la Embajada británica, donde estaba alojada. Harvey Thomas, quien me acompañaba, lo consiguió y, haciendo caso omiso de cualquier desfase horario, practiqué hasta las 4:00 a.m. No me acosté, comenzando el nuevo dÃa de trabajo con mi acostumbrado café negro y mis tabletas de vitaminas; después concedà entrevistas televisivas a partir de las 6:45 a.m.; pasé por la peluquera y estuve lista a las 10:30 para partir hacia el Capitolio. Utilicé mi discurso, que abordaba extensamente los asuntos internacionales, para dar un fuerte apoyo a la Iniciativa de Defensa Estratégica. Tuve una acogida fabulosa."
"El mes siguiente (marzo de 1985) ocurrió la muerte del señor Chernenko y notablemente, sin mucha demora, la sucesión del señor Gorbachov a la dirección de la Unión Soviética. Una vez más asistà a un funeral en Moscú: el tiempo estaba, incluso, más frÃo que en el de Yuri Andrópov. El señor Gorbachov tenÃa que atender a gran cantidad de dignatarios extranjeros. Pero tuve una charla de casi una hora con él esa tarde en el Salón de Santa Catalina del Kremlin. La atmósfera era más formal que en Chequers (residencia rural oficial de los primeros ministros británicos desde 1921), y la presencia callada, sardónica, del señor Gromyko no ayudaba. Pero pude explicarles las implicaciones de la polÃtica que yo habÃa convenido con el presidente Reagan en el mes de diciembre anterior en Camp David. Estaba claro que la Iniciativa de Defensa Estratégica era ahora la preocupación principal de los soviéticos en términos de control de armamentos. El señor Gorbachov trajo, como habÃamos esperado, un nuevo estilo al gobierno soviético. Él hablaba abiertamente del horrible estado de la economÃa soviética, aunque todavÃa en esta etapa se apoyaba en los métodos asociados con la campaña del señor Andrópov por una mayor eficiencia más que en una reforma radical. Un ejemplo de ello fueron las medidas draconianas que tomó Gorbachov contra el alcoholismo. Pero, a medida que avanzó el año, no hubo señales de mejorÃa de las condiciones en la Unión Soviética. De hecho, como señaló nuestro nuevo y gran embajador en Moscú, Brian Cartledge, que habÃa sido mi secretario privado sobre relaciones exteriores cuando resulté Primera Ministra por primera vez, en uno de sus primeros informes, era cuestión de ‘compota mañana y, mientras tanto, nada de vodka hoy’.
"Las relaciones de Gran Bretaña con la Unión Soviética entraron en un claro periodo de frialdad como resultado de las expulsiones que yo autoricé de funcionarios soviéticos que habÃan estado realizando actos de espionaje."
"En noviembre, el presidente Reagan y el señor Gorbachov celebraron su primera reunión en Ginebra. Sus resultados fueron escasos —los soviéticos insistÃan en vincular las armas nucleares estratégicas con la suspensión de las investigaciones relativas a la Iniciativa de Defensa Estratégica— pero pronto se desarrolló una simpatÃa personal entre los dos lÃderes. Se habÃa expresado cierta preocupación en cuanto a que el avispado y joven homólogo soviético del presidente Reagan pudiera superarlo en habilidad. Pero no fue asÃ, lo cual no me sorprendió en lo absoluto, pues Ronald Reagan habÃa tenido muchÃsima práctica en sus primeros años como presidente del gremio de artistas de cine al llevar a cabo negociaciones del sindicato sobre bases realistas —y nadie era más realista que el señor Gorbachov.
"Durante 1986 el señor Gorbachov demostró gran sutileza en explotar la opinión pública occidental al presentar propuestas tentadoras, pero inaceptables, sobre el control de armamentos. Los soviéticos dijeron relativamente poco sobre el vÃnculo entre la Iniciativa de Defensa Estratégica y la reducción de las armas nucleares. Pero no se les dio razón alguna para creer que los americanos estaban dispuestos a suspender o detener las investigaciones relativas a la Iniciativa de Defensa Estratégica. A finales de ese año se acordó que el presidente Reagan y el señor Gorbachov —con sus Ministros de Relaciones Exteriores— se deberÃan reunir en Reykjavik, Islandia, para discutir ofertas sustantivas."
"El hecho era que nosotros no podÃamos contener la investigación sobre nuevos tipos de armas. TenÃamos que ser los primeros en obtenerlas. Es imposible detener a la ciencia: no se detendrá por ser ignorada."
"En retrospectiva, puede considerarse que la Cumbre de Reykjavik ese fin de semana del 11 y 12 de octubre [de 1986] tuvo una significación absolutamente diferente a la que le atribuyó la mayorÃa de los comentaristas en ese entonces. Se les habÃa preparado una trampa a los americanos. Concesiones soviéticas cada vez mayores se hicieron durante la Cumbre: convinieron por primera vez en que los elementos de disuasión británicos y franceses se excluyeran de las negociaciones sobre las fuerzas nucleares de alcance intermedio; y que las reducciones en las armas nucleares estratégicas debÃan dejar a cada bando con cantidades iguales —y no sólo una reducción porcentual, que habrÃa dejado a los soviéticos con clara ventaja. También hicieron concesiones significativas en cuanto a las cifras relativas a las fuerzas nucleares de alcance intermedio. Cuando la Cumbre se acercaba a su fin, el presidente Reagan propuso un acuerdo mediante el cual todo el arsenal de armas nucleares estratégicas —bombarderos, misiles Crucero y balÃsticos de largo alcance— se reducirÃa a la mitad en un plazo de cinco años y las más poderosas de estas armas, los misiles balÃsticos estratégicos, se eliminarÃan en un plazo de diez años. El señor Gorbachov era aún más ambicioso: querÃa que se eliminaran todas las armas nucleares estratégicas al concluir el periodo de diez años.â€?
"Pero entonces repentinamente, al mismÃsimo final, se accionó la trampa. El presidente Reagan habÃa concedido que durante el periodo de diez años ambos bandos acordarÃan no retirarse del Tratado sobre la Limitación de los Sistemas de Proyectiles AntibalÃsticos, aunque se permitirÃa el desarrollo y los ensayos compatibles con el Tratado."
Pero Reagan sufrió una extraña amnesia en torno al detonante de la brutal competencia militar que se le impuso a la URSS, con un extraordinario costo económico. Su publicitado diario no menciona absolutamente nada del Dossier Farewell. En sus apuntes de cada dÃa, publicados este año, Ronald Reagan, hablando de su estancia en Montebello, Canadá, expresa:
"Domingo 19 de julio (1981)
"El hotel es una maravillosa obra de ingenierÃa, hecha totalmente de troncos. La mayor cabaña de troncos del mundo.
"Tuve un mano a mano con el Canciller Schmidt (Jefe del gobierno alemán). Estaba realmente deprimido y de un humor pesimista acerca del mundo.
"Luego me reunà con el presidente Mitterrand, le expliqué nuestro programa económico y que no tenÃamos nada que ver con las altas tasas de interés.
"Esa noche cenamos solamente nosotros 8. Los 7 jefes de Estado y el Presidente de la Comunidad Europea. Se convirtió realmente en una conversación informal sobre cuestiones económicas, debido básicamente a una sugerencia de la Primera Ministra Thatcher."
El resultado final de la gran conspiración y la alocada y costosa carrera armamentista, cuando la Unión Soviética estaba herida de muerte en el orden económico, lo cuenta en la introducción al libro de Thomas C. Reed, George H. W. Bush, el primer Presidente de la dinastÃa Bush, quien participó de forma real en la Segunda Guerra Mundial, al escribir textualmente:
"La guerra frÃa fue una lucha a favor de la mismÃsima alma de la humanidad. Fue una lucha a favor de un modo de vida definido por la libertad de una parte y por la represión de la otra. Creo que ya hemos olvidado cuán larga y dura fue esa lucha, y cuán cerca del desastre nuclear estuvimos a veces. El hecho de que este no ocurriera da fe de los honorables hombres y mujeres de ambos lados que mantuvieron su serenidad e hicieron lo correcto —según su criterio— en momentos de crisis.
"Este conflicto entre las superpotencias que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial comenzó cuando yo regresaba a casa de la guerra. En 1948, el año de mi graduación de la Universidad de Yale, los soviéticos trataron de cortar el acceso de Occidente a BerlÃn. Ese bloqueo condujo a la creación de la OTAN, fue seguido de la primera prueba soviética de la bomba atómica, y se volvió sangriento con la invasión a Corea del Sur. Detrás de esto vinieron cuatro décadas de enfrentamientos nucleares, guerras donde cada superpotencia apoyaba al bando contrario y privaciones económicas.
"Yo tuve el privilegio de ser el Presidente de Estados Unidos cuando todo esto llegó a su fin. En el otoño de 1989 los estados satélites comenzaron a liberarse y revoluciones mayormente pacÃficas se extendieron por Polonia, HungrÃa, Checoslovaquia y Rumania. Cuando cayó el muro de BerlÃn, sabÃamos que se acercaba el fin.â€?
"TendrÃan que transcurrir aún dos años para que se acabara el imperio de Lenin y Stalin. Yo recibà la buena nueva por medio de dos llamadas telefónicas. La primera me llegó el 8 de diciembre de 1991, cuando Boris Yeltsin me llamó desde un pabellón de caza cerca de Brest en Bielorrusia. Habiendo sido recientemente elegido Presidente de la República rusa, Yeltsin se habÃa estado reuniendo con Leonid Kravchuk, presidente de Ucrania y Stanislav Shushchevik, presidente de Bielorrusia. ‘Hoy ocurrió un acontecimiento muy importante en nuestro paÃs,’ dijo Yeltsin. ‘Quise informárselo yo mismo antes de que se enterara por la prensa.’ Entonces me dio la noticia: los Presidentes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania habÃan decidido disolver la Unión Soviética.â€?
"Dos semanas más tarde, una segunda llamada confirmó que la antigua Unión Soviética desaparecerÃa. Mijail Gorbachov me contactó en Camp David en la mañana de Navidad de 1991. Nos deseó una feliz Navidad a Bárbara y a mà y luego pasó a resumir lo que habÃa sucedido en su paÃs: la Unión Soviética habÃa dejado de existir. Él acababa de comparecer en la televisión nacional para confirmar el hecho y habÃa transferido el control de las armas nucleares soviéticas al Presidente de Rusia. ‘Pueden disfrutar de una tranquila noche de Navidad’, nos dijo. Y asà terminó todo."
Consta, por un artÃculo publicado en The New York Times que la operación utilizó casi todas las armas al alcance de la CIA —guerra sicológica, sabotaje, guerra económica, engaño estratégico, contrainteligencia, guerra cibernética—, todo ello en colaboración con el Consejo de Seguridad Nacional, el Pentágono y el FBI. Destruyó al pujante equipo de espionaje soviético, dañó la economÃa y desestabilizó el Estado de ese paÃs. Fue un éxito rotundo. De haberse hecho a la inversa (los soviéticos a los norteamericanos), pudiera haberse visto como un acto de terrorismo.
Del tema se habla también en otro libro titulado Legado de Cenizas, que acaba de ser publicado. En la solapa del libro se expresa que "Tim Weiner es un reportero de The New York Times, quien ha escrito sobre los servicios de Inteligencia estadounidenses durante veinte años, y obtuvo un Premio Pulitzer por su trabajo sobre los programas secretos de Seguridad Nacional. Ha viajado a Afganistán y otros paÃses para investigar de primera mano las operaciones encubiertas de la CIA. Este es su tercer libro.
"Legado de Cenizas se basa en más de 50 000 documentos, provenientes fundamentalmente de los propios archivos de la CIA, y cientos de entrevistas a veteranos de dicha agencia, incluidos diez directores. Nos muestra un panorama de la CIA desde su creación después de la Segunda Guerra Mundial, pasando por sus batallas durante la guerra frÃa y la guerra contra el terrorismo iniciada el 11 de Septiembre del 2001."
El artÃculo de Jeremy Allison, publicado en Rebelión en junio del 2006, y los de Rosa Miriam Elizalde, publicados el 3 y el 10 de septiembre del año en curso, 2007, denuncian estos hechos destacando la idea de uno de los fundadores del software libre, quien señaló que: "a medida que se complejizan las tecnologÃas será más difÃcil detectar acciones de ese tipo".
Rosa Miriam publicó dos sencillos artÃculos de opinión de apenas cinco páginas cada uno. Si lo desea, puede escribir un libro de muchas páginas. La recuerdo bien desde el dÃa en que, como periodista muy joven, me preguntó ansiosa, nada menos que en una conferencia de prensa hace más de 15 años, si yo pensaba que podrÃamos resistir el periodo especial que nos caÃa encima con la desaparición del campo socialista.
La URSS se derrumbó estrepitosamente. Desde entonces hemos graduado a cientos de miles de jóvenes en el nivel superior de enseñanza. ¡Qué otra arma ideológica nos puede quedar que un nivel superior de conciencia! La tuvimos cuando éramos un pueblo en su mayorÃa analfabeto o semianalfabeto. Si lo que se desea es conocer verdaderas fieras, dejen que en el ser humano prevalezcan los instintos. Sobre eso se puede hablar mucho.
En la actualidad, el mundo está amenazado por una desoladora crisis económica. El gobierno de Estados Unidos emplea recursos económicos inimaginables para defender un derecho que viola la soberanÃa de todos los demás paÃses: continuar comprando con billetes de papel las materias primas, la energÃa, las industrias de tecnologÃas avanzadas, las tierras más productivas y los inmuebles más modernos de nuestro planeta.
Fidel Castro Ruz
Septiembre 18 del 2007
6:37 p.m.
(1) http://www.granma.cubaweb.cu/secciones/reflexiones/esp-048.html
http://www.granma.cubaweb.cu/secciones/reflexiones/esp-007.html (Serie completa con las Reflexiones de Fidel, en varios idiomas)
Multipliquemos a Emile Zola en el siglo XXI
Cinco Dreyfus
Guillermo Cabrera Ã?lvarez
La Revue Commune
Una historia bochornosa para la Francia de finales del siglo XIX – y para el mundo -, fue la condena, en 1894, del Capitán Alfred Dreyfus acusado de espionaje. La injusticia se extendió hasta 1906, doce años de cruento cautiverio en el penal de la Isla del Diablo, en la Guayana francesa.
Una historia bochornosa para Estados Unidos de finales del siglo XX – y para el mundo -, es la prisión que guardan desde 1998, cinco luchadores antiterroristas, a quienes por arte de birlibirloque polÃtico, se les acusa de conspiración para cometer espionaje. En injusto cautiverio cumplen ya nueve años.
La evidencia en el caso Dreyfus: Ninguna. Un trozo de papel manuscrito, encontrado por el Servicio de Inteligencia dentro de un latón de basura a la puerta de la embajada alemana, dirigido al agregado militar y firmado con una D, bastó para condenarlo.
La evidencia en el caso de los cinco cubanos: Ninguna. En junio de 1998 el gobierno de la República de Cuba, entregó a las autoridades norteamericanas – previa mediación del premio Nobel de Literatura Gabriel GarcÃa Márquez -, numerosas páginas de documentos comprometedores, ocho horas de casetes de audio y casetes de video donde se comprobaban actos hostiles contra los propios Estados Unidos.
Las pruebas eran tan contundentes que alertaban sobre grupos terroristas en la Florida, en el mismo momento en que se entrenaban en esa zona, algunos de los pilotos que transformaron aviones de pasajeros en misiles de guerra para atacar al World Trade Center.
El FBI no hizo nada con las pruebas presentadas por Cuba. Los federales miamenses ya investigaban desde hacÃa años a cubanos infiltrados en los grupos terroristas y no disponÃan de tiempo para ocuparse de sus propios empleados.
Casi tres meses después de la alerta cubana, fueron detenidos cinco revolucionarios, quienes ciertamente buscaban información para proteger la vida de sus compatriotas. Ninguno buscó ni obtuvo datos militares. Su único propósito era conocer los movimientos de terroristas que operan contra Cuba – de manera impune y complaciente -, desde Miami.
Nada ha pasado con la abundante información entregada.
Para que sus actividades se consideren espionaje, el gobierno de Estados Unidos debe reconocer – ante todo –, que el terrorismo contra Cuba es un asunto de defensa nacional, y que los terroristas confesos basados en Miami, cumplen instrucciones militares, y están a su servicio.
Los cinco Dreyfus cubanos sufren hoy condenas impresionantes: desde 15 años hasta dos cadenas perpetuas. Sus condiciones de reclusión son tan brutales como las cumplidas por Dreyfus, y solo tienen paralelo con el tratamiento que recibieron los prisioneros en el cono sur africano, durante el apartheid.
La paradoja del caso: quienes alertan, son detenidos; quienes conspiran para asesinar, y asesinan, están libres. Los cubanos prisioneros trabajaron a favor del pueblo norteamericano, en el combate contra el terrorismo. El gobierno de Estados Unidos, con total falta de ética, desechó las informaciones reveladoras suministradas por Cuba y persiguió, encarceló, juzgó y condenó a los informantes.
El gobierno de Estados Unidos dejó libres a los terroristas de origen cubano, Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, responsables, entre otros horribles crÃmenes, de la voladura de una nave comercial de Cubana de Aviación con sus 73 pasajeros, en 1976. En el caso Dreyfus, el verdadero espÃa, el capitán Esterhazy, fue absuelto en un burlesco juicio. Un siglo después se repite la infamia.
La mejor prueba de la doble moral de la justicia estadounidense, son las palabras de la jueza Joan Lenard, quien en la redacción de la sentencia de uno de los cinco luchadores, precisa sin disfraces:
“Como una condición a su liberación supervisada, a este acusado se le prohÃbe asociarse o visitar a grupos terroristas o similares o ir a los lugares donde se sabe que estos grupos están o frecuentan.â€?
Lo dramático del texto no es su desfachatez, sino que está redactado tres meses después del fatÃdico once de septiembre.
Al tiempo que reconoce el trabajo que han realizado contra terroristas, le prohÃbe volver a asociarse con ellos para que no puedan obtener más información y los criminales continúen sus “hazañasâ€?, bajo la protección del gobierno norteamericano.
La opinión pública
Siempre que se estudia la formación de la opinión pública se cita como un ejemplo de ella el alegato publicado por el legendario escritor francés Emile Zola. Aquel famoso “Yo Acuso�, estremeció la Francia de aquella época; se requiere estremecer a la humanidad progresista con un nuevo “Nosotros Acusamos.�
El autor de “Germinal� fundió su vida a la de Dreyfus. Es necesario hacer lo mismo con los cinco Dreyfus cubanos.
Desde hace años se pretende sensibilizar a la opinión pública internacional, pero las puertas de los grandes medios de difusión están herméticamente cerradas. La historia se repite como en otros casos de injusticias cometidos por tribunales norteamericanos: Sacco y Vanzetti, los esposos Rosenberg, y tantos más.
Dreyfus, ante el espurio tribunal que lo juzgó, dijo: “No estoy desposeÃdo de todos mis derechos; conservo el derecho de todo hombre a defender su honor y a hacer proclamar la verdad.â€?
Uno de los cinco cubanos encarcelados, René González, aseveró ante el adulterado tribunal: “Seguiremos apelando a la vocación por la verdad del pueblo norteamericano con toda la paciencia, la fe y el coraje que nos puede infundir el crimen de ser dignos.�
El tribunal francés de aquel tiempo no quiso reconocer su error; en este de ahora, varios jueces norteamericanos, dignos profesionales, han fallado en Atlanta con justicia, y sus decisiones han sido desestimadas.
También el Grupo de Trabajo sobre detención arbitraria de Naciones Unidas, tras riguroso examen de los documentos del juicio, concluyó que la gravedad de las violaciones cometidas contra ellos, hacÃa de la privación de libertad de estas personas un hecho ilegal.
La Miami de hoy se semeja a la Francia del siglo XIX, por su clima perverso, descontrolado, ensombrecido por la prensa amarilla que encabeza El Nuevo Herald, donde se conoció que varios de sus redactores cobraban y cobran salario gubernamental por escribir contra Cuba.
Igual que en los tiempos de Emile Zola, hay que comenzar como su famoso Yo acuso, y repetir: “Mi deber es el de hablar, yo no quiero ser cómplice.�
El mundo no puede ser cómplice ni ver con calma el crimen.
A la prensa de Miami, le cabe en toda su medida, el calificativo que diera Zola: “Y es un crimen más el haberse apoyado en la prensa inmunda�. Y agregó: “Es un crimen extraviar la opinión, utilizar para una tarea de muerte a esa opinión, pervertirla hasta hacerla delirar.�
La vérité est en marche et rien ne l’arrêtera
Esta auténtica declaración de principios: La verdad está en marcha y nada la detendrá, acuñada por el autor de Los Rougon-Macquart, es una expresión de fe en los valores de los seres humanos que no permitirán la injusticia.
Intereses inconfesables urdieron la mentira. La vileza no cambia con el tiempo, se repiten las mismas injusticias: no hubo juicio justo ni en Paris ni en Miami.
En ambos casos los detenidos se mantuvieron aislados. No se mostraron evidencias, en un juicio donde el tribunal y el jurado estaban parcializados.
Se mintió. Se mintió. Se mintió.
Tiene el mundo una responsabilidad colectiva y no puede actuar de manera indiferente ante este crimen. Que no se repita la barbarie del caso Dreyfus, ahora multiplicada por cinco.
Pensemos y actuemos como Emile Zola, y estas palabras suyas encabecen la lucha:
“Yo no tengo más que una pasión, la de las luces, en nombre de la humanidad que tanto ha sufrido y que tiene derecho a la felicidad�.
Cada dÃa de encierro de estos cinco Dreyfus es un baldón para el mundo civilizado. Quienes estén a favor de la inocencia, ¡levántense! Levántense como lo hiciera Emile Zola. Este juicio, como el de Dreyfus, no se ganará en los tribunales, sino en las calles.
Solo cerrando filas apretadas podremos abrir las cinco rejas que guardan a cinco inocentes, ya no prisioneros en la Isla del Diablo, sino en las manos del mismÃsimo Diablo.
Guillermo Cabrera Alvarez (+). Ex director del Instituto Internacional de Periodismo, “José MartÃâ€?, La Habana.
ArtÃculo escrito para “La Revue Communeâ€?. Publicado en ParÃs, septiembre 2007.
Ver también:
http://www.antiterroristas.cu
http://www.freethefive.org
http://www.cubavsbloqueo.cu/
http://www.cubasocialista.cu/
http://www.cubainformacion.tv
http://www.radiocubana.cu |
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