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Notícies :: globalització neoliberal
Siguen existiendo muchos tipos de bombas
07 ago 2007
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A diario, sus medios de contaminación informativa nos hablan de bombas en Afganistán, Irák, Palestina, Colombia, ... Ellos, determinan qué bombas hemos de ver caer, una y mil veces repetidas. Las imágenes de su devastación nos dirige la mirada hacia dónde quieren y cuando lo consideran; llegando a saturar nuestras retinas y consiguiendo que sólo veamos ?esas? bombas. Con ellas nos muestran, hipócritamente, sus lágrimas de cocodrilo por la cantidad de muertos que ellos mismos generan con sus instrumentos de guerra. Consumo de guerras legítimas e ilegítimas con el envoltorio de: ?salvar la civilización occidental?, la quinta esencia del bien supremo que lucha y frena el mal de ?esas? gentes terroristas, sin alma, suicidas, que se revelan, pero sobre todo que están en el lugar inadecuado en el momento inoportuno.

Es impresionante el cinismo y la hipocresía de nuestras sociedades. ¿dónde están las fábricas de armas? ¿dónde se fabrican las minas anti-persona o las bombas de racimo? ¿qué opinan del cierre de esas fábricas quienes trabajan en ellas? ¿y sus familiares y vecinas? ¿acaso el PIB español no necesita de esas fábricas y del armamento que crean? ¿quien las vende no sabe acaso para qué son utilizadas?...

Pero en esta ocasión vamos a escribir sobre otras armas que son, tanto o más peligrosas y destructivas como aquellas: las llamadas (eufemísticamente) sociedades de mercado, democracias representativas o centros económicos y financieros de la guerra permanente. Donde se ubica este Reino de las Españas y en donde sufrimos unas bombas carentes de ruido, cuasi invisibles a los ojos de la mayoría, porque no existen en sus medios de comunicación; son aquellas que acompañan desde que nacen a gentes empobrecidas, las que viven en los barrios periféricos y abandonados de las ciudades del Reino. Da igual dónde hayan nacido: aquí, en �frica, este de Europa, Asia o América del centro o del sur. Todas ellas llevan en su interior, en sus cabecitas, una potente bomba programada para el fracaso personal y social, para la NO VIDA o para la MUERTE EN VIDA.

Hace 20 años, hablábamos de que el paro, en cuanto carencia de empleo y de acceso a los recursos indispensables para la vida, mataba a las personas. Ahora, sólo tendríamos que cambiar el término paro por precariedad (denominación de las nuevas formas de aquel paro estructural) para comprender que la precariedad laboral, que es la precariedad de la vida en su conjunto, como decíamos ya hace 20 años, nos lleva igualmente a la carencia de recursos suficientes y estables, nos lleva a que nuestras vidas estallen como bombas de racimo programadas desde el parto. Pero estas muertes en vida y sus múltiples asesinatos son asumidos como responsabilidad de quienes han nacido empobrecidas (de las mismas víctimas). Ahora, 20 años después, nuevos gestores del dolor humano que se sitúan fuera de los partidos políticos, nos vienen a decir que las bombas se pueden desactivar si las víctimas suicidas, que portan esas bombas se comprometen con ellas mismas. Ahora, éstas nuevas técnicas de desactivación de explosivos nos lanzan a todas el órdago de: ?hazlo tú misma?. Si eres empobrecida y quieres salir de tu situación de carencia, lleva para adelante el recorrido que el profesional de turno diga que toca: recorridos individualizados de capacitación para la inserción social, a través de las llamadas Empresas de Inserción y de las Políticas sociales (que ahora llevan todas el mismo nombre). Así es como la tiranía de los profesionales y las herramientas desplaza la voluntad política de cambio, de transformación, ninguneando la lucha por erradicar las carencias. El origen de la instalación de esas bombas en todas las personas nacidas empobrecidas o llevadas al empobrecimiento.

Demasiado dolor y malestar, demasiadas muertes para que miremos hacia otro lado. Nos parece estupendo que la gente sobreviva de empleos basados en la contención y la atención de las personas empobrecidas. Pero quienes estamos por erradicar la pobreza y la exclusión social, en sentido amplio hemos de reaccionar y denunciar tanto nuevo mercado de la pobreza, de las dependencias,... ya hemos dicho basta hace tiempo y ahora toca articular el andar de forma colectiva y lo más amplia posible.


?Un pequeño homenaje a algunas víctimas de esas bombas?

Manuel, un hombre inquieto, en búsqueda permanente, eso sí: empobrecido, título heredado de una familia igualmente carente de recursos. En su cabeza: una bomba de racimo que hace estallar alguna de sus microbombas cada cierto tiempo sin control. La forma de parar los estallidos del ?racimo?: la medicación, fármacos que evitan las alucinaciones, que atenúan el dolor. Pero que no lo eliminan. Alguna de esas explosiones le lleva a colgarse, una cuerda al cuello, de una viga que, en el último momento una mano amiga/amante consigue retirar y hacerle desistir de seguir adelante. Sin embargo, cuando ya parecía que había superado 65 años de constantes pequeñas explosiones, cuando convencidas todas de haber librado a Manuel de futuras explosiones, creyendo que ya estaba desactivada la raíz del racimo explosivo, sucedió lo programado. Un día gris, salió de su ciudad andando por los caminos, que lo llevaban a la autovía, las últimas bombas de racimo comenzaron a estallar y Manuel no pudo con tanto dolor ?cayendo? bajo las ruedas de uno de los enormes camiones que circulaban a toda velocidad por esa loca autovía.

Margarita es otra amiga que lleva 30 años de estallidos continuados, primero le quitaron a sus hijas, no podía cuidarlas, le decían, pues las bombas la habían alejado de la realidad. Luego se enteró de que era abuela, alguien se lo contó y en su cabeza comenzaron a estallar las bombas de racimo de nuevo. Poco a poco se fue habituando a vivir en ese campo de minas que son las plantas de los ?hospitales? (o debería decir cárceles) para las personas que adjetivamos: carentes de salud mental. Casi sin darse cuenta comenzó a vivir de alucinación en alucinación y los fármacos, cada vez más fuertes, hacían de controladores de explosivos definitivos. Pero demasiada pastilla trajo un cáncer de estómago, páncreas... que extirpan cuando la metástasis ya estaba haciendo de las suyas. Demasiado tarde para con 63 años darle quimio y similares que la puedan conducir a la reactivación constante de las bombas de racimo o a estallar en su cabeza definitivamente. Cualquier día nos traerán la noticia de esa última explosión que hasta puede ser la que libere a Margarita tras tantos años de daños colaterales.

Pero estas letras las motivó Carlos, un amigo cariñoso, inquietillo, todo nervio, que recuerdo cuando procuraba que estudiara para superar las malas notas que la escuela le ponía. Escuela que no estaba preparada para personas que nacían con las bombas de racimo incrustadas en sus cabezas. Recuerdo a su padre, un amigo de mil luchas y búsquedas, que se desesperaba ante la sensación de fracaso personal, por no haber sido capaz de desactivar esa bomba de Carlos. Y que en alguna explosión le condujo a conocer el caballo para encontrar la paz, la tranquilidad puntual. Justo ahora, que parecía que no necesitaba cabalgar con la heroína para recorrer los caminos de la vida, en su cabeza explota de nuevo el dolor llevándole a montar el último caballo desbocado hacia su corazón debilitado en los retretes de un Corte Inglés cualquiera.

Si dolorosa es la muerte de Carlos, más lo es el silencio de los medios de comunicación, que en general ocultaron la noticia de su muerte. Y cuando se hizo alguna mención, evitaron nombrar el lugar elegido por Carlos para hacer cabalgar a la heroína de su muerte: El Corte Inglés, uno de los mayores fabricantes de bombas de racimo y de expansión de la muerte en las cabezas de las gentes empobrecidas. Generador de sueños imposibles y de frustraciones cotidianas que nos estallan en la cara hasta llevarnos a la muerte.

Qué hartura, cuánto dolor, a cuántas amigas y vecinas tenemos que seguir enterrando o expandiendo sus cenizas por montes, valles y océanos. Ya basta de hablar de las bombas que al mercado el interesa mostrar. Pongamos en el centro de nuestras luchas la erradicación de las millones de bombas que este capitalismo global y financiero y de guerra permanente ha metido en nuestras cabezas, tanto en América, como en �frica, Asia, Oceanía y Europa. Y dentro de ésta última, en esta Península. Estas letras son una llamada a la lucha contra el empobrecimiento y la exclusión social, son un grito que desea recordar la urgencia, la necesidad de parir otro mundo. A la vez que un homenaje a esos millones de víctimas cotidianas del capitalismo.

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