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RCTV: En defensa de la llibertat d'expressió o (re)intent de cop d'estat a Veneçuela (puntdemira)
29 mai 2007
article publicat a www.puntdemira.blogspot.com

PUNT DE MIRA - Visió critica de la actualitat catalana i internacional des de una òptica independentista i socialista
RCTV: EN DEFENSA DE LA LLIBERTAT D’EXPRESSIÓ O (RE)INTENT DE COP D’ESTAT A VENEÇUELA?

El 28 de desembre de l’any 2006, el president de Veneçuela Hugo Chavez va anunciar que no renovaria els permisos per a que la televisió privada Radio Caracas Television (RCTV) continués emetent pel canal 2. Tots el mitjans d’informació d’arreu del món se’n varen fer ressò, fins el dia d’avui, que encara dura la “polèmica�. Finalment, el 27 de maig del 2007, el permisos per utilitzar l’espai del canal 2 van exhaurir per a RCTV i dona pas en el seu lloc a un nou canal de televisió TEVES (Televisora Venezolana Social).

Però no interessa dir la realitat. En cap cas es tracta d’un tancament de RCTV, sinó que és una No renovació de llicència i pot continuar exercint com a fet fins ara. A més a més, el Govern Veneçolà insta al poble de Veneçuela a treballar en el projecte del nou canal de televisió, ja que l’oc de l’espectre radioelèctric pertany a tots i cada un dels veneçolans. Això respon a un intent de democratització de la informació, en paraules de William Lara, Ministre del Poder Popular de la Comunicació i Informació. A més a més, els mitjans d’informació alternatius i els afins a l’estat defensen la decisió del govern d’Hugo Chavez.

La oposició, que controla els mitjans de comunicació privats, diuen que la No renovació de les llicencies de RCTV tracta d’un atemptat contra la llei d’expressió, i crispa els ànims d’una població que realment està més preocupada per no poder veure la seva telenovel•la preferida. A més a més, compten amb el suport dels Mass Media internacionals, que plantegen la No renovació com a un tancament de la emissora i un atemptat contra els drets humans.

RCTV és una empresa privada que obeeix als interessos capitalistes dels seus amos, afins a les politiques dels Estats Units d’Amèrica i els països capitalistes. Com és d’esperar, la informació tractada en aquest mitjà de comunicació (així com en els altres mitjans de comunicació privats de Veneçuela) han estat encaminats a informar tan sols d’allò que els interessa i com els interessa, atacant constantment al Govern Veneçolà fins al punt de ser un dels instigadors al intent de cop d’estat de l’abril del 2002 (sense recolzament de les classes popular) per derrocar Chavez, posant la veu d’alarma a cada intent de nacionalització dels recursos naturals del país, han afavorit a l’alienació del poble veneçolà difonen una cultura classista i consumista, a vetat cantautors mítics com Alí Primera, a negat la cultura popular als seus telespectadors, a criminalitzat les esquerres, a propiciat la precarietat laboral, i sobre tot a faltat a qualsevol norma ètica i moral no tan sols periodística, sinó també humana.

Els propietaris de RCTV van utilitzar la televisió com a eina per donar suport a l’intent de cop d’estat de la dreta els dies 11,12 i 13 d’abril del 2002, manipulant fets i imatges i provocant la mort de veneçolans i l’augment de problemes socials. Així doncs, cal no només No renovar la llicència, sino tancar d’una vegada i per totes aquests mitjans de comunicació al servei del capital i del poder a qualsevol preu (encara que sigui la mort) i democratitzar-los, nacionalitzar-los i sigui el poble qui decideixi com gestionar-lo.

“PUNTDEMIRA.BLOGSPOT.COM SE SUMA A LA BIENVENIDA DE TEVES!�


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Comentaris

Re: RCTV: En defensa de la llibertat d'expressió o (re)intent de cop d'estat a Veneçuela (puntdemira)
29 mai 2007
Totalmente de acuerdo.

Asqueado de tanta manipulación de la derecha y de la Iglesia católica, responsanle por activa y por pasiva, de colaborar con las dictaduras más sangrientas de extrema derecha
RCTV: hechos y distorsiones
31 mai 2007
La salida del aire de la televisora venezolana Radio Caracas Televisión (RCTV), a raíz de la negativa del presidente Hugo Chávez a renovarle la concesión, ha generado un enorme impacto mediático y político en Venezuela y en el mundo. Las reacciones van desde las aprobatorias, que califican el acto como una reivindicación de la legalidad y la soberanía del Estado, hasta la condena por parte de quienes señalan que se trata de un grave atentado a la libertad de expresión y de una medida dictatorial.

A primera vista parece desmesurado el ruido generado por el episodio, porque lo que se describe como el cierre de un canal es, en realidad y en sentido estricto, la no renovación del usufructo de una frecuencia determinada. A este respecto, queda fuera de cuestión el hecho de que el espectro radioeléctrico no debe ser, en ningún país, propiedad de particulares, sino una extensión de los territorios nacionales y un bien público susceptible, sí, a ser concesionado por medio de reglamentos que garanticen la transparencia, la imparcialidad y el respeto a la libertad de expresión por parte de las autoridades, y que estipulen el acatamiento de las leyes por parte de los concesionarios y su compromiso de operar con tolerancia, pluralidad, y sentido democrático y de interés nacional.

Es peligroso, sin duda, que los gobernantes otorguen o retiren concesiones con base en afinidades o divergencias políticas e ideológicas, o bien en función de sus propios intereses económicos particulares. Pero también es inaceptable que los concesionarios abusen de sus títulos y den un uso faccioso a sus señales, distorsionen los procesos institucionales con el poder que les otorga la operación de medios masivos o utilicen las transmisiones para incitar al incumplimiento de las leyes. En el caso de RCTV, suele omitirse que esa empresa otorgó pleno respaldo informativo a la intentona golpista ocurrida en 2002 y que, en general, ha sido un factor aglutinante de primera importancia en la campaña de desestabilización contra el gobierno -legalmente constituido- de Venezuela.

Más aún, no puede obviarse que, ante la crisis de los partidos políticos tradicionales, los grandes consorcios mediáticos, encabezados por RCTV y Venevisión, se convirtieron en el instrumento para agrupar a la oposición, crear liderazgos y movilizar a una parte de la población en contra de un gobierno legítimamente constituido. Ninguna autoridad en su sano juicio puede permitir que un medio de comunicación se aproveche de una concesión -como es el caso de televisoras y radios- que pertenece al Estado para lanzar campañas de desestabilización que van en contra de lo que la población decidió, libremente, en las urnas. Y el respeto a la voluntad popular está más allá de las manipulaciones que se hacen en torno de la libertad de expresión en los grandes consorcios mediáticos.

En Venezuela hay periódicos para todos los gustos. Desde los más ácidos hacia la gestión del presidente Chávez hasta los que celebran todas y cada una de sus decisiones. Es cosa de ellos. Son empresas libres y soberanas que no ocupan bienes de la nación. Y ahí siguen. De modo que habría que tener más cuidado a la hora de hablar de la libertad de expresión, independientemente de que se esté o no de acuerdo con la decisión de no renovar la concesión a RCTV. Ese es otro tema.

Sin embargo, la negativa de renovación de la concesión de RCTV, decidida en primera instancia por el Ejecutivo y luego ratificada por el Poder Judicial, se traduce en una circunstancia traumática y de mayores alcances a los de un mero acto administrativo, porque implica la salida del aire de un canal con tradición, arraigo y presencia en la cultura nacional de Venezuela, deja en la incertidumbre a la planta laboral y podría privar de medios de expresión a un sector de oposición que, por radical y virulento que sea, tiene una presencia incuestionable en el mapa político del país sudamericano.

El hecho, por sí mismo, no constituye un atentado contra la libertad de expresión ni representa la clausura o la censura de un canal; de hecho, la empresa afectada puede continuar con sus transmisiones por cable, satélite o banda ancha. Pero son motivo de alerta y preocupación las recientes amenazas del mandatario venezolano al otro gran consorcio televisivo privado, Globovisión, así como a radiodifusores opositores: de concretarse, tales amenazas darían cuenta de un escenario de represión por parte del gobierno hacia quienes sostienen opiniones políticas contrarias. Si Chávez realmente quiere convencer a la sociedad de su país y a la opinión pública internacional de que lo ocurrido con RCTV no es un ataque al derecho de sus adversarios a opinar, tendrá que demostrarlo dándoles espacio y tribuna en la nueva entidad estatal Televisora Venezolana Social (Tves) y en el conjunto de medios gubernamentales.

En México, el panorama es, en cierto modo, inverso al de Venezuela. Aquí las empresas mediáticas hegemónicas ejercen un poder político de facto tan desmesurado que logran someter a los órganos legislativos, inciden impunemente en procesos electorales para presionar resultados acordes a sus intereses y utilizan su fuerza mediática para destruir, en términos informativos, a individuos, movimientos y expresiones sociales que les disgustan. Estas empresas, además, suelen utilizar sus concesiones en forma irresponsable, mercantilista, de espaldas a la educación, la cultura cívica y, muchas veces, a la verdad. Se trata de señales que banalizan, distorsionan y vulgarizan todo lo que tocan; sus contenidos son, por norma, amarillistas y escandalosos, exaltadores del morbo y de la violencia, y en fechas recientes han incursionado en la promoción y la explotación de las ludopatías del público al convertir sus señales televisivas en máquinas de apuestas y sorteos.

Para ponderar la capacidad de distorsión que puede poner en práctica la televisión privada en México basta con referirse a la campaña sucia desatada por el duopolio televisivo en contra de los ex senadores Javier Corral Jurado y Manuel Bartlett Díaz, quienes honorablemente se opusieron a la aprobación de ese engendro legislativo entreguista, inmoral y contrario al interés nacional popularmente conocido como ley Televisa.

En suma, resulta grotesco que los actuales dueños de los medios de comunicación en México quieran presentarse como víctimas, en un improcedente paralelismo con lo que ocurre en Venezuela: el gobierno de ese país, con razón o sin ella, ha adoptado una medida sin duda drástica y cuestionable contra un consorcio mediático privado; aquí, en cambio, el país sufre los efectos de la inveterada alianza entre los medios electrónicos privados y los grupos de interés enquistados en las instituciones públicas. Es de esta maraña de complicidades de donde provienen algunas de las principales amenazas a la libertad de expresión, a la pluralidad política e ideológica y a las aspiraciones democráticas de la sociedad. Puesto en otros términos, quienes coartan la libertad de expresión de los comunicadores y niegan el derecho a la información de las audiencias son, en primer lugar, los dueños de los consorcios y los titulares de las concesiones, los cuales suelen supeditar la línea editorial y la oferta informativa de sus medios a sus propios intereses y conveniencias político-empresariales.

http://www.jornada.unam.mx/2007/05/31/index.php?section=opinion&article=
Sindicato Sindicat