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Carner en "Doce poetas catalanes"
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per Andreu Subirats Correu-e: floresdeuxmal@yahoo.com.mx (no verificat!) |
25 abr 2007
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Del 15 al 20 de mayo en el espai Brossa de Barcelona se ofrecerá el espectáculo "Úntame la barba", presentación de "Doce poetas catalanes del siglo XX", de Orlando Guillén. Este es un texto de valoración de ese libro |
El cor quiet / Serenidad o El corazón en calma
Andreu Subirats
[Un comentario a la traducción de "El Cor quiet" de Josep Carner, en "Doce poetas catalanes del siglo XX con Tres Añadiduras y un Apéndice de varia intención", de Orlando Guillén]
¿Puede extrañar entonces que un poeta como Carner, cuya obra es pura mirada, cuyos poemas no requieren para ser comprendidos más que el limpio reposar de unos ojos, cándidos y puros, sobre el paisaje abierto en unos versos, unas palabras, un ritmo; puede sorprender que tal poeta sea entre todos el más difÃcil?
Joan Ferraté; Papers sobre Josep Carner (1994)
La pregunta que formula Joan Ferraté bien podrÃa contestárnosla Orlando Guillén ahora que ya tiene lista y acabada su traducción de Doce poetas catalanes del siglo XX con Tres Añadiduras y un Apéndice de varia intención. Pero no entraré desde luego en el pantanoso terreno de las comparaciones porque el firme propósito de este escrito está dirigido exclusivamente a la traducción mexicana de El cor quiet de Josep Carner que Guillén ha incluido en su libro, en esta selección de resonancias viñolianas (a Joan Vinyoli va dedicado el volumen) que pendiente todavÃa de la luz definitiva, de su edición completamente necesaria, va cobrando el aura que le es propia a los clásicos insustituibles.
El cor quiet apareció publicado en 1925 en la editorial PolÃglota, cuatro años después que Carner emprendiese su periplo consular y vital, del cual ya no regresarÃa de una manera definitiva nunca más, y seguramente acabó este libro entre sus estancias en Génova y San José de Costa Rica. Aquel mismo año también publicarÃa Las bonhomÃas (Llibreria Catalònia), una colección de artÃculos aparecidos en “La Voz de Cataluñaâ€? a lo largo de 1923, y su traducción de Robinson Crusoe de Daniel Defoe (Llibreria Catalònia). Un año antes, 1924, habÃa aparecido el volumen La ofrenda inútil (Editorial Catalana, S. A.), una antologÃa de poemas de amor que Carner ya habÃa publicado en libros anteriores. Carner tiene entonces cuarenta y un años y un buen número de libros de poesÃa publicados desde 1904 con la aparición del Libro de los poetas (F. Giró, ed.), el primero de los suyos; aparte de haber escrito, también en estos años, piezas de teatro, obras en prosa y sobresalido en el periodismo. La inútil ofrena y El cor quiet son los primeros libros que Carner publicará residiendo ya fuera de Cataluña, pero si tomamos en cuenta que el primero de ellos obedecÃa a un propósito antológico, advertiremos que El cor quiet es el primer libro que se gesta fuera de Cataluña y residiendo el autor fuera de ella. Desde entonces y hasta 1957 Carner espacia más la publicación, y es en este año, 1957, cuando establece una edición -a su entender entonces definitiva- que intitula PoesÃa (Editorial Selecta), resultado de una revisión profunda y cuidada de toda su obra. Después de esta fecha, Carner publicará todavÃa dos nuevos libros de versos: Museo zoológico (Ed. Nauta, 1963) y Bestiario (Ed. Nauta, 1964), y uno más de poemas viejos revisados y poemas nuevos: El vuelco del año (Ed. Proa, 1966). En 1968 aparece un volumen de Obras Completas en la editorial Selecta, con prólogos a la poesÃa de Marià Manent y a la prosa de Maurici Serrahima. Es necesario recordar que el volumen citado no recoge todos los escritos de Carner, como por ejemplo La teorÃa del anzuelo poético (Edicions 62, 1969), que Guillén incluye traducido en su Apéndice de varia intención.
La traducción que aquà nos ocupa toma como referente la primera edición de El cor quiet; o sea, la de 1925, pero en la reedición de Edicions 62 de 1984; no sobra explicitarlo porque la obra de Carner, sometida como se sabe a una estricta revisión por parte del mismo autor, no ha estado exenta de polémicas y discusiones entre teóricos, editores y poetas que han generado una serie de valoraciones y argumentos (hay que decir que algunos más acertados que otros), que hacen todavÃa hoy de Josep Carner uno de los poetas más leÃdos, pero también a menudo más mal entendidos de nuestra literatura. El cor quiet en la edición de PoesÃa de 1957 será Cor quiet (La inútil ofrena será allà Ofrena, y los veintitrés libros que Carner publicó con anterioridad a 1957 se reducirán a trece tÃtulos; o, mejor dicho: los novecientos noventinueve poemas que Carner habÃa publicado en cincuenta años pasan a ser en PoesÃa ochocientos cincuenta agrupados en trece secciones, y hay que señalar que entre estos últimos definitivos Carner sacó un puñado de sus libros anteriores y añadió un buen número de nuevos).
En Cor quiet (1957) hay setenticinco poemas, mientras que en El cor quiet (1925/1984) habÃan ochentitrés, y, más todavÃa, los que aquà se conservan aparecen bastante o muy cambiados, y no se respeta ni el orden de la edición primigenia, ni aparecen tampoco en esta las cinco secciones que estructuraban la edición de 1925. Personalmente creo que la elección de Guillén, al servirse de la edición de 1925, es completamente acertada y coherente, porque entrar en el volumen PoesÃa de 1957 tiene que ser una tarea distinta, esta sà totalmente carneriana, para cuya realización tendrÃa que contarse con un apartado crÃtico y diacrónico de la obra de Carner. Toda una empresa distinta, ciertamente también hiperbólica.
Serenidad o El corazón en calma: aquà la apreciación titular es mucho más sutil de lo que parece. El valor participial de “quietâ€? en catalán no se corresponde, en este caso, a su equivalente en castellano “quietoâ€?; no hubiera funcionado un literal “El corazón quietoâ€?, porque aquello que quiere expresar el original no es el sentido de una cosa detenida; no hay inmovilidad en el participio del tÃtulo original: más bien, y eso se constata con la lectura del libro, lo que quiere expresar Carner es una reflexión introspectiva, algunas veces hermética y otras tenebrosa o fantasmagórica, desde la visión que le proporciona una cierta madurez y su estabilidad personal y familiar.
“Serenidadâ€? pues, y calma; una calma que encuentra su habitat idóneo en la noche, en “les nitsâ€?/ “las nochesâ€? que es el tÃtulo de la primera sección del libro. Y nos encontramos con un Carner oscuro, dubitativo pero a la vez extrañamente sereno, ávido de traspasar la región de la razón y en constante diálogo solipsista, aferrándose a una fe más humana que divina y guiándose en la oscuridad por señales de campo externo e indicios de su magÃn o del sueño. No estamos ante el Carner de Los frutos sabrosos o del de Retablos y abanicos, al menos no en esta sección del libro; la complacencia novecentista, los escenarios idÃlicos y las adolescentes vÃrgenes que reafirmaban la pureza del poeta se cubren de simbolismo y parece que toman el camino de la bajada: el descenso a que nos tenÃan acostumbrados los románticos o los prerrafaelitas (¡¡¡y los modernistas!!!). Y aquà Orlando Guillén es un poeta que traduce al poeta; entra en Carner y entra en la lengua de Carner, pone su sabidurÃa y su genio al servicio de la sabidurÃa y el genio de Carner, y, claro está, la energÃa sube y sube, el verso fluye y fluye, su sentido lo borda y la forma la subordina al significado; la subordina pero la suple con forma y ritmo interno, que es lo importante, y más todavÃa en una traducción; y puede prescindir de la cuidadosa rima de Carner, y el texto ni se queja; quiero decir el texto castellano o mexicano, evidentemente.
Parece que Carner retoma en esta primera parte de El cor quiet aquellos motivos que
ya insinuaba en el último soneto de La inútil ofrena (en la edición de 1924) “Dos amantesâ€?, motivos que Guillén señala en su introducció a Doce poetas catalanes...; allà dice: “...su rastreo furtivo heterodoxo al reto de la noche y su videncia poéticos se presentan como obra de sueño, de fiebre, de locura y de miedo a lo desconocido como reclamo de la oscuridad; su (`recto´) juicio católico se ha descarriado de grey, extraviado por la ramal torcida de la poesÃaâ€?. Es como si aquel escenario misterioso y enigmático de los “dos amantes a la orilla de la mar en penaâ€? a quienes “la noche sin estrellas engulló sus fantasmasâ€?, trasladase su atmósfera a estos primeros poemas de El cor quiet con el propósito de situarnos frente al Carner más metafÃsico e introspectivo, quizá un adelanto del poeta de Nabà de 1941 (Edicions de la Revista de Catalunya, Buenos Aires). Y la lectura de la traducción de Guillén de esta primera parte “Las nochesâ€?, en un primer vistazo nos trae a la mente al A. Machado más bergsoniano y también al primer Vallejo de Los heraldos negros (1918); autores contemporáneos de Carner, y con similitudes, creo, más que evidentes pero poco subrayadas todavÃa por los estudiosos.
Por eso es que estos versos de “Les nitsâ€? están plenos de interrogantes, literalmente hablando, que llenan el pensamiento del poeta de dudas, visiones y espectros, tedios introspectivos y escasas respuestas, a no ser que entendamos la poesia como respuesta por sà misma: “La mata de la poesÃa metafÃsica indagatoria de Josep Carner es luz de sombra sesgada y actora contemplación instrumental de ubicuidad, abandonada un relámpago para ser en el vacÃoâ€? dice Guillén en su introducción. La madre loca del poema “Nit de Sant Joanâ€?/ “Noche de San Juanâ€?, nos deja perplejos e inquietos; “Aquesta nit de Sant Joan l’abranda/ més que cap altra nitâ€?. (“Esta noche de San Juan la excita y prende/ como ninguna otraâ€?); y al final la loca de claras reminiscencias bodelerianas “es bada tota al vent./ Estranyament oferta,/ és un aspi d’horror:/ diu, de l’infern a les mateixes ribes,/ amb profètiques ires venjatives,/ el mal nom del’amorâ€? (“se ancha entera al viento./ Extrañamente asà ofrendada/ es una aspa de horror:/ en las orillas mismas del infierno/ con proféticas iras vengativas grita/ el alias, el apodo del amorâ€?).
El castellano de Guillén al servicio de Carner transporta el poema, humildemente lo recrea, no se aparta de la idea original ni del artificio lÃrico que lo jusitifica. Veamos otros versos que interpelan la idea central del poema “Perdut en mon jardÃâ€?/ “Perdido en mi jardÃnâ€?: “És potser la follia qui em voreja?/ Quin instint matusser s’abranda en mi?/ Ma idea barboteja, barboteja/ i no pot arribar-se a confegirâ€? (“¿Es acaso la locura que me cerca?/ ¿Qué instinto grosero se enciende en mÃ?/ Mi idea farfulla, silabea,/ y no se alcanza a expresarâ€?.); ante la reiteración enfática con que Carner refuerza el balbuceo de su pensamiento (“Ma idea barboteja, barbotejaâ€?), Guillén aporta una solución lexical (“Mi idea farfulla, silabeaâ€?) y en ningún momento el texto se tambalea: por el contrario, acomoda la lectura castellana sin apartarse del sentido del verso. Algo semejante nos encontramos en “Corrandes d’una pluja a la nitâ€? (“Coplillas y baile de la lluvia en la nocheâ€?), aunque aquÃ, y debido al origen popular de la estrofa –muy extendida en la lÃrica popular mallorquina-, el traductor opta por una solución literal y compensa su estrofismo con un lenguaje directo y de resonancias coloquiales: “Tothom reposa en son llit/ sinó jo que vetllo encaraâ€? (“Todo mundo descansa en su cama/ menos yo: en vela todavÃaâ€?). En “El somni del destriamentâ€? el tÃtulo castellano será “El sueño de la separaciónâ€?, y es que en este impresionante poema, que en PoesÃa Carner incluirá en la sección Ofrena (serÃa necesario emprender las dos lecturas paralelas de la obra carneriana si se quisieran encontrar nuevos significados a los poemas), el amor, el adulterio y la culpa se ven resueltos de una manera violenta dentro de un mundo onÃrico y casi delirante, al que quizá la palabra “separaciónâ€? se aviene mejor con el original que no “columbramientoâ€?, “distinciónâ€?, o “discernimientoâ€? que serÃan soluciones correctas pero tal vez no igualmente definitorias. Debo añadir que Guillén propone en su introducción diferentes lecturas de este poema “a partir de la culpa original, el ser dual o la dualidad de ser o incluso la propia poesÃaâ€?, decantándose por una en la cual “la materia del poema puede leerse como alegorÃa de adulterio y absolución en la forma del amor humano frente al divinoâ€?. Una vez más el poeta Guillén se injerta en el brote carneriano y codo a codo con el original con él se alza admirablemente en la traducción de este poema difÃcil y turbador de El cor quiet/ Serenidad o El corazón en calma. Y queda todavÃa un último apunte de esta primera sección del libro “Les nitsâ€?/ “Las nochesâ€?: el último poema, “El beat superviventâ€? es traducido como “El feliz sobrevivienteâ€?; y es que en este poema, el más narrativo de la sección y quizá del libro, este “beatâ€? [beato, o feliz] percibe tranquilamente la soledad doméstica de la noche, sobrevive al descanso de su familia, y la memoria lo toma cautivo en la oscuridad de la madrugada con su lamento por el presente y la incertidumbre del futuro.
Asà el poema acaba con un quinteto separado del cuerpo central que contiene algunos de los versos más definitivos i contundentes de la poesÃa de Josep Carner; la traducció mexicana de Orlando Guillén nos los da asÃ: “Ya dieron la doce. Las cosas lo proclaman./ La luz amiga se vuelve indiferente./ Abro la puerta. Hacia la oscuridad/ camino lento, con miedo a profanar,/ porque la noche es como la muerte un ser vivienteâ€?.
La segunda sección de El cor quiet, “Els Arbresâ€?/ “Los árbolesâ€? consta de siete poemas en los que el árbol, tal como lo afirma LluÃs Calderer “no es propiamente un tema sino, más bien, un pretexto temáticoâ€?; con la personificación i la localización geográfica (Cataluña, Francia, Italia, América, Sarrià ...) de los árboles que intitulan los poemas, Carner escribe sobre el paisaje que lo rodea, sobre la gente de estos paisajes o sobre la muerte, como en el final de “Los cocoteros de Macutoâ€?. La temática de esta sección nos permite acercar a Carner a otro poeta contemporáneo suyo, Juan Ramón Jiménez; viene al caso recordar que Joan Ferraté, lector, estudioso y crÃtico de la obra de Carner, en un artÃculo que se titula “Carner y la poesÃa catalanaâ€?, de 1953, incluido en el libro Papeles sobre Josep Carner (Empúries, 1994), establece un paralelismo entre el poeta catalán y el de Moguer, sobre todo por la manera en que ambos abrirán caminos en la poesÃa immediatamente posterior a ellos, y también por lo que toca a una mala lectura y recepción de sus obras por parte de la crÃtica. La cercanÃa con Juan Ramón Jiménez se vuelve todavÃa más evidente cuando leemos esta traducción de Carner al mexicano; el inquieto o el curioso, tal vez el incrédulo, pueden divertirse, si de ello tienen ganas, echándole una mirada a los poemas núm. 6 y 7 del libro La soledad sonora (1911) del poeta andaluz.
El primer poema de esta segunda parte “Els nostres pinsâ€?/ “Nuestros pinosâ€? no puede dejar de recordárnoslo, asà sólo fuese por la coincidencia anafórica entre els versos de las primeras estrofas de “Els nostres pinsâ€? (“Salut, oh pi de la terra eixuta// Salut, oh pi de la carenaâ€?) “Nuestros pinosâ€? (“Salud, oh pino de la tierra seca// Salud, oh pino de la montañaâ€?) con los primeros versos de las últimas estrofas de otro poema de Carner “El dia revoltâ€?/ “El dÃa revueltoâ€?, de la sección “Lugarâ€?, PoesÃa (1957), (“Salut a la tendra donzella// Salut a la vida del fons de la força infinitaâ€?) (Salud a la tierna doncella// Salud a la vida en el fondo de su fuerza infinita); poema que Guillén también incluye traducido en su Apéndice de varia intención, y del cual es posible escuchar una emocionante lectura del propio Carner en un registro grabado en
Bruselas en 1963 y editado en el disco compacto “La veu dels poetes�, PDI, Barcelona, 1993.
TodavÃa refiriéndonos a esta segunda sección, puede observarse que Guillén se toma la licencia de desmontar la primera estrofa carneriana de “Els ametllers de Sarrià â€?/ “Los almendros de Sarrià â€?, claramente construida sobre un largo hipérbaton, y que de esta manera el texto castellano sale beneficiado, asà sea creando otro hipérbaton: “Ja que el gener és tan clar,/ deixeu-me ara cantar, /amb veu molt pia, /dels ametllers que hi ha/ perduts per Sarrià / la lletaniaâ€? (“Ya que está tan claro enero/ dejadme ahora cantar/ la letanÃa/ de los almendros/ perdidos allá en Sarrià ./ Con voz piadosa la cantaréâ€?). Por otro lado el uso en esta sección de un léxico especÃfico del mundo vegetal y del mundo rural da la oportunidad a Guillén de incluir en su traducción palabras mexicanas o marcadamente transoceánicas; asà la “atzavaraâ€? se traduce por “magueyâ€?, la “masiaâ€? es “la casa rancheraâ€?, la “quintanaâ€? “el corralónâ€?, els versos de “El fruiterar floritâ€? “Enllà una donzella espera/ d’algun xiuxiueig el soâ€? quedan como “Más allá una doncella espera/ el bisbÃs de algún cuchicheoâ€?, o, “Presseguer floritâ€? se convierte en “Durazno floridoâ€?.
“Les estampesâ€?/ “Las estampasâ€?, la tercera sección de El cor quiet, es la más extensa del libro y comienza con un poema titulado “Venusâ€?, de aires claramente novecentistas, donde la belleza de una mujer desnuda en una playa, que un Carner clasicistizante identifica con Venus, traza el contenido estético del poema. Guillén traduce la primera estrofa sirviéndose de una elipsis verbal: “És el cel com una seda, /és el mar com un mirall./ Venus va per la pineda/ a la cala, rost avallâ€? (“El cielo como una seda/ y como un espejo el mar./ Venus va por el pinar/ de la cala, pendiente abajoâ€?). Toda esta sección está marcada por la presencia de la casa y de su entorno placentero, y en algunos poemas se retoman temas que ya aparecÃan en “Les nitsâ€?, la primera parte del libro; la duda, la nostalgia, el delirio (más o menos mesurado), o la invocación retórica son allà frecuentes; en este aspecto destacan dos poemas: “El retorn al pobleâ€?/ “El retorno al puebloâ€?, clara referencia a su nostalgia y sentida invocación a los orÃgenes: “M’hagués llevat l’esguard una espasa roenta/ jo reconeixeria, encara, poble meu,/ tes cases, per l’olor de l’encens la de Déu/ i la del moliner per una olor de menta,/ i per l’olor del pa sabria quina és/ la casa de cada un dels tres flequersâ€? (“Si me hubiera arrancado la vista una espada encendida/ todavÃa reconocerÃa yo, pueblo mÃo,/ tus casas: la de Dios por el olor del incienso/ y la del molinero por el olor de la yerbabuena,/ y por el olor del pan sabrÃa cuál es la de cada uno/ de los tres panaderosâ€?); el otro poema es “Arts de bruixeriaâ€?/ “Artes de brujerÃaâ€?, donde el pretexto de un candente crepúsculo es el comienzo de unos extraños augurios: “L’aigua em fa por, botzina que botzina./ Oh qui sap quines coses endevina,/ dardant l’esguard, en aquest trist moment [...]â€? (“Y rezonga que te rezonga el agua me da miedo./ Ah, ¡quién sabe qué cosas presiente,/ saeteante la mirada, en este triste momento [...]â€?), sólo para acabar en la certeza cotidiana de un ocaso selecto: “Veig l’ull negre de l’aigua entre les branques./ El dia, que té encar espatlles blanques, / mig cos enfonsa en el xipoll nocturnâ€?/ “Veo el ojo negro del agua entre las ramas./ El dÃa que tiene todavÃa las espaldas blancas/ hunde medio cuerpo en el charco nocturnoâ€?. Carner sorprende en estos poemas, dirige guiños constantes al lector y depura la “fina ironÃaâ€? de libros anteriores aportando ahora un pensamiento más subjetivo. Es en esta tercera sección donde los poemas de Carner se elevan y se mantienen sin ningún lastre ni fisura; y la traducción de Guillén allà se encuentra: no hay dubitación ni desacompasamiento; no hay complejos ante poemas como “Porta d’hostalâ€?/ “Puerta de mesónâ€?, “Humilâ€?/ “Humildeâ€? o “Festeig dominicalâ€?/ “Cortejo amoroso dominicalâ€?, poemas que se salen de los mal creados tópicos carnerianos para plantear una poesÃa clara y contundente, no sin dificultades estilÃsticas y gramaticales, a la que la traducción mexicana da acabado admirablemente; véase si no “Aparador de Joguinesâ€?/ “Aparador de juguetesâ€?. Llegados a este punto, el libro de Carner está immerso en un mundo y un estilo que difÃcilmente dejan indiferente al lector conspicuo, sin excusas para los apriorismos historicistas y las comparaciones presuntuosas y acicaladas; tanto el lector catalán como el hispánico se encuentran ante una obra literaria de primera magnitud: es asà como ha de decirse.
Y se podria seguir hablando de esta traducción de El cor quiet, que todavÃa tiene dos partes o secciones más. “Les adrecesâ€?/ “Las dedicatoriasâ€?, donde ni la obra ni la tradución decaen, pese, ahora sÃ, a la objetividad y la circunstancialidad de los temas (el tÃtulo es en este sentido esclarecedor); y la última parte, “L’assenyamentâ€?, que Guillén traduce como “La sensatezâ€?, con poemas como “Una casa tancadaâ€?/ “Una casa cerradaâ€?, que puede recordar “Casa que fou de pescadorsâ€? de la sección de “Estampesâ€? en un sentido, sin embargo, inverso o incluso trágico; el “Poema de la contrarietatâ€?/ “Poema de la contrariedadâ€?, en el que Guillén resuelve magistralmente las cuartetas hexasilábicas del poema: “Te n’has sentit de totes,/ oh Contrarietat,/ tu que la troca embulles/ i trenques el filat,â€? (“Te han dicho hasta la despedida/ oh Contrariedad,/ a ti que la madeja enredas/ y rompes el tejidoâ€?); “L’home que fa giravoltar l’espasaâ€?/ “El hombre que remolinea la espadaâ€?; o el impresionante “El castell de l’oblitâ€?/ “El castillo del olvidoâ€?, que cierra el libro con un “Oblitâ€?/ “Olvidoâ€? con mayúsculas que hace decir al poeta, y al traductor, en el último terceto :“-Només sent un bà tec d’eixes està tues,/ qui tot dret, sense anells ni plomes fà tues,/ puja amb l’ombra gegant de son menyspreu.â€?/ “-Sólo escucha el latido de esas estatuas/ quien, de pie, sin anillos ni fatuas plumas,/ sube bajo la sombra gigante de su desprecioâ€?.
La tradución de El cor quiet que ha realizado Orlando Guillén en Doce poetas catalanes del siglo XX con Tres Añadiduras y un Apéndice de varia intención, su libro de libros, la hemos de considerar modélica en todos los sentidos. Concientes de la dificultad que puede envolver la obra de Carner, y viendo también que el libro que aquà nos ocupa fue publicado ya hace más de ochenta años, y que el lenguaje evoluciona ineluctablemente, cabrÃa pensar que hoy la lectura de una Obra como El cor quiet habrÃa de presentar no pocas dificultades, para no ir muy lejos al neófito en literatura catalana y en la obra de Josep Carner. Creo que esta traducción al mexicano de El cor quiet no nada más permitirá descubrir tan alta literatura a los lectores hispánicos, sino ayudará y complementará la lectura y su recepción al avesado lector catalán. Ya se dijo en su momento a propósito de las traducciones que Carner realizó de Dickens, que leerlas era como leer a Dickens y a Carner a la vez; pues con la traducción de Orlando Guillén ocurre exactamente la misma cosa. Carner es el poeta traducido por el poeta Guillén y Carner es también, ahora, el traductor traducido. La traducció de este Carner a la lengua de las Américas y de las Castillas, no hace sino acrecentar el nombre de Carner; y es que un poeta tan grande, tan importante, necesitaba de esta lengua mexicana para ser leÃdo con toda la dignidad que se merece en castellano, y no sólo por su conocida vinculación con México sino también porque Josep Carner escribÃa un castellano altÃsimo, tanto como altÃsimo era su conocimiento de aquella literatura; su magisterio en los poetes catalanes posteriores ha sido definitivo, y a partir de esta traducción los lectores castellanos podrán también enriquecer su bagaje espiritual y gozar de un poeta que les será mucho más cercano de lo que se imaginan.
No me queda nada más que añadir sobre la traducción de Serenidad o El corazón en calma, sólo que ya somos muchos los que vamos conociendo cada vez más esta audaz, incomparable y sin antecedentes obra de Orlando Guillén, quien a ella ha dedicado una buena parte de su vida los últimos veinticinco años; y que, poco a poco, también vamos teniendo información sobre la obra poética y literaria de este autor mexicano establecido en Barcelona. Tanto los avatares extrapoéticos y polÃticos que han rodeado la traducción, como la situación actual con acontecimientos próximos como la Feria Internacional de Frankfurt 2007, donde, como todo mundo sabe, la cultura y la literatura catalanas son las convidadas de honor; por todo eso, digo, y por todo lo que significa y significará esta traducción, ahora sà que es ya totalmente imprescindible la publicación de esta obra esencial para entender (y leer) la poesÃa catalana del último siglo que, como dice Enric Casasses, es tal vez el verdadero siglo de oro de la literatura catalana.
Esta obra de Orlando Guillén, Doce poetas catalanes del siglo XX (Guerau de Liost, Josep Carner, Carles Riba, Joan Salvat-Papasseit, J.V. Foix, Pere Quart, Agustà Bartra, Salvador Espriu, Joan Vinyoli, Joan Brossa, Gabriel Ferrater, Vicent Andrés Estellés) con Tres Añadiduras (Maria-Antònia Salvà , Clementina Arderiu, Rosa Leveroni) y un Apéndice de varia intención, con un EpÃlogo de Enric Casasses, es una gran, grandÃsima ventana para dar a conocer la poesÃa contemporánea y por extensión la literatura catalana al mundo en la versión castellana de uno de los grandes poetas vivos de esta lengua. |
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