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Y hablaron las paredes
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per Mariano Cabrero Bárcena(autorÃa propia) Correu-e: pedrocruel2005@yahoo.es |
02 abr 2007
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Mi cuerpo es mió, siguió razonando la buena de Clara, y yo con el hago todo lo que me viene en gana. Nadie dirá de mí que soy una prostituta. Al final, sin duda, comentarán que fui una mujer que no tuvo suerte al concertar mis casamientos...( ... ) |
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ArtÃculo de opinión
Y hablaron las paredes
¡Si hablaran las paredes... de cuántas cosas nos enterarÃamos! Y hablaron las paredes y me relataron:
1. Cenando en la habitación veinticinco del hotel de la “AlegrÃaâ€? se encontraban Clara y Miguel: ambos estaban casados. Clara habÃa alquilado –como de costumbre–, su hermoso y joven cuerpo que naturaleza le quiso dar. A éste le sometÃa a operaciones estéticas muy a menudo. En fin, que ella vivÃa de y para su cuerpo. Clara ahora pertenecÃa a la alta jet, vivÃa en una lujosa mansión ubicada en el campo. Con muchas habitaciones, con muchos criados a su servicio, con una piscina...Su guardarropa aparecÃa atiborrado de modelos de todos los grandes modistos–Balmain, Chanel, Dior, Valentino..., y como no, también poseÃa modelos de Versace. IncluÃa además muchos pares de zapatos, e infinidad de ropa interior de esa que quita el hipo al más pintado. Como vemos, Clara era un dechado de virtudes...
El afán de Clara consistÃa en coleccionar vestidos, a la manera de quien colecciona obras de arte, y decidió, más tarde que no serÃa mala cosa empezar a coleccionar hombres de carne y hueso.
Me casaré varias veces, se dijo a si misma. Haré mi agosto. Seré clara por fuera, y clara por dentro. Por las mañanas daré a besar mi mano a quien la noche anterior, con cuidado, me durmió, y entre gritos y alegrÃas: primero, me desnudo, y, más tarde, me gozó. Se que mi hermosura el seso desequilibrará a potentados, letrados, grandes cruces, capitanes de milicia y... hasta curas camuflados. Mi cuerpo es mió, siguió razonando la buena de Clara, y yo con el hago todo lo que me viene en gana. Nadie dirá de mà que soy una prostituta. Al final, sin duda, comentarán que fui una mujer que no tuvo suerte al concertar mis casamientos...
Esta clase de buenas mujeres están adornando todos los dÃas la mal llamada “prensa del corazónâ€?, puesto que el motor que impulsa este ultimo lo tienen lleno pobreza de espÃritu, y venden, al mejor postor–por miles de euros–,sus vergüenzas, exhiben sus obscenidades y cuentan miles de mentiras, una tras otra. Estamos creando una sociedad erotizada. El sexo se vende y se compra como cualquier producto de consumo, e incluso, sexo y erotismo son piezas fundamentales para hacer propaganda de artÃculos para comer y de prendas para vestir. Desnudo femenino, belleza de mujer. Pero en nuestra intimidad, en nuestro matrimonio, en nuestra vida de pareja...donde figure el amor de por vida. (La mujer capricho es, / por eso vive de él; / y el hombre que de ella vive, / capricho de ella es.)
2. Era algo tarde. Me encontraba solo, y pensé en tomarme el último café del dÃa. Mis oÃdos son finos, y escuché un hermoso dialogo entre dos mujeres:
SÃ? EXISTE amor pasional entre mujeres: no lo negaré. Nosotras somos casadas, y hubo cómplices en nuestras relaciones sexuales: el otoño, las hojas que son secretos caÃdos que lleva el viento, la noche con la fuerza que da el amor... Somos almas ardientes, y buscamos lo siempre deseado. Después –quizás... con un ¡hasta luego!– merecerá la pena haber roto el roble amoroso que nos separaba. “Es hora, nuestra hora de los sueños –me dice mi antigua alumna cuando acude a la cita concertada –, de las relaciones carnales anheladas. Todo está escrito. Despojémonos de nuestras ropas, y busquemos sábanas – sin sogas indiscretas – donde yacer cuerpo contra cuerpoâ€?. Su cuerpo de carne viva –cabellos bronceados y ojos con mirada desnuda – me habÃa hecho su cautiva. Veintitrés años sin rumbo, sin lÃmites humanos...
SÃ? EXISTE amor pasional entre mujeres: no lo negaré. Allà –en las afueras de la gran ciudad – acaeció nuestro bacanal de mohines y carantoñas. La guarida de nuestro encuentro se encontraba al lado de una salvaje playa, tan salvaje como el ánimo voluptuoso –rÃo profundo – que recorrÃa nuestras venas. Desnudos los cuerpos combatieron sin medida –sobre la arena –, vientre contra vientre, pezones contra pezones... Nuestra sangre fue una y abundante sangre de placer. Mis cincuenta años no me perdonaron tanto exceso amoroso, pero las almas se tranquilizan, precisamente, con lo desconocido... con lo que estaba prohibido y hoy es llamado “opción sexual amorosaâ€?, aunque el sexo sea el mismo. Belleza, armonÃa, besos ardientes, besos robados, lenguas insaciables, manos temblorosas y húmedas: he aquà el compendio de tantos y tantos orgasmos habidos. Nuestras manos, nuestras bocas cumplieron su misión.
¡Qué lejos quedaban los caprichos! ¡Qué frÃos –helados – nuestros cuerpos! Ambas –nuestras voces – exclamaron: “¡Ay deleites perdidos y encontrados! Qué lejos de nosotras estuvisteis. Qué próximo el cielo: ¡lo abrazamos! Qué esclavas de los hombres pernoctamosâ€?. Cerca, muy cerca pulularon testigos las estrellas, y la Luna caprichosa esperaba: humillarnos, inculparnos, violentarnos... AllÃ, y sobre la playa negra de arena, dos mujeres –madura y joven – sin barreras, valientes, con luz de noche primavera –cuerpo a cuerpo – se entregaron, se amaron, se salvaron..., y llegaron a esculpir sobre una piedra: “Ayer, en tiempo muerto, quizás un instante –sin siniestras intenciones – fuimos más mujeres, en la noche del Dios de las estrellasâ€?.
3. HabÃa casi nadie. CorrÃan las siete de la tarde cuando me encontraba tomando un cafetÃn, y ojeando revistas “matacorazonesâ€?. Entró en el establecimiento la hija de un buen amigo mÃo -por el que siento gran afecto-, que me dijo: “¿Dispones de cinco minutos?â€?. “Y de cinco milâ€?, le contesté. Clavó su mirada sobre mis ojos, y exclamó: “¡Deseo ser madre, lo necesito...!â€?. En mi sesera pululaban mil y una preguntas, y le inquirÃ-tratándole de ayudar-: “¿Estás embarazada, quizá...?â€?. Al pronto, respondió: “ ¡Ni mucho menos!...â€?. Me comentó que salÃa con chicos, tipos–casados y solteros, solteros y casados-, y que “más valÃa no hablar de sus...â€?. También me explicó que su vida pasional–ley del deseo sexual-asà la resolvÃa, mas su corazón aparecÃa frÃo, con color de muerto. Esta semejante nuestra ha sido y es una competente mujer siglo XXI: tiene talento, escribe libros, es maestra del Estado...formando parte del organigrama social por méritos propios. Mi buena amiga–salvando edades–es atea, no cree en los hombres y menos aún en el amor. Asà me lo confesó, y anuencia me dio para comentarlo.
Sin embargo, mi contertulia es una criatura valiente–hermosa, guapa e inteligente--, que escogió su voluntaria solterÃa. Es decir, el afrontar la vida lejos de sus progenitores, siendo responsable de sus propias decisiones. Esta solitaria y amorosa mujer–sabe que “el amor es una flor demasiado preciosa para cortarlaâ€? (proverbio chino) –prosiguió con sus confesiones amigables. AsÃ, desalojó de su interior miedos y temores con soledad. Y me dijo más: “Necesito dar (entregar) cariño a alguien, necesito un ‘hombre’ para fabricar un bebé–el de mis sueños–, pero ¡maldito sida!: tropiezo con él a la vuelta de cualquier esquinaâ€?. Es evidente, hoy por hoy, que existen niños/as educados, y bien, por sus madres solteras.
Ante sus temores-que son los nuestros- aconsejé: “Busca un hombre-¡qué los hay!-, que respete tu cuerpo y temple tu almaâ€?. ExplÃcale tu proyecto amoroso–le dije–, pues hallarás ese hombre x. Él te transmitirá sus sentimientos de admiración, aprecio y agradecimiento..., que dejarán huellas perpetuas en el interior de tu vientre .Ésta es nuestra soledad de amor que estamos creando. Paradojas de los comienzos de nuestro siglo XXI: un solo niño, una sola madre también. Erikson mantuvo que “las mujeres están destinadas a tener hijosâ€?. Se equivocó, como seres humanos que somos. En verdad esta muchacha estaba mendigando maternidad. Si mi hija, de su edad, me hubiese pedido consejo, quizás, mi corazón llorarÃa lágrimas de invierno, y mi laringe articularÃa palabra alguna.
La Coruña, 2 de abril de 2007
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* Mariano Cabrero Bárcena es escritor
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Comentaris
Re: Y hablaron las paredes
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per normalet@ |
04 abr 2007
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La senyora que es prostitueix x poder continuar mantenint el tren de vida a que està acostumada(modelets,cirurgia estètica,viatges a n.y...) fa ús de la seva llibertat de la mateixa manera que un ionqui es xuta heroïna,coca,ketamina per la vena,és lliure perqué cada escú te dret a fer el que li dóna la gana amb el seu cos,faltaria més,però no ho és perque no ho fa ni per dessig, ni per caprici, ni per vici, si no per poder continuar essent una pija revenia, mantenir hipòcritament un estatus transnochau, i si es pensa que així s´allibera, que posi un anunci que digui, follo gratis amb pobres i inmigrants, i que s´alliberi de veritat, que ja està bé,home.
i en quant les rel.lacions lèsbiques menys morbo i "romanticisme" per part de qui no les enten, que el sexe és preciós però és tan natural com menjar i anar a cagar a sota un pi, aviam si madurem tots i totes,joder,que tanta repressió sexual ja cansa. |
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