Por un futuro sin COP por José Santamarta Flórez

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Por un futuro sin COP por José Santamarta Flórez
per José Santamarta Flórez Correu-e: worldwatch ARROBA nodo50.org (verificat)	18 feb 2007
Por un futuro sin Contaminantes Orgánicos Persistentes por José Santamarta Flórez Director de World Watch
Por un futuro sin Contaminantes OrgÃ¡nicos Persistentes por JosÃ© Santamarta FlÃ³rez Director de World Watch worldwatch ARROBA nodo50.org http://www.nodo50.org/worldwatch La mayorÃa de los COP / Contaminantes OrgÃ¡nicos Persistentes ) son compuestos organoclorados. La quÃmica del cloro produce mÃ¡s de 11.000 compuestos organoclorados, la mayorÃa daÃ±inos para las personas, los animales y el medio ambiente en general. Fue un error del desarrollo industrial, hoy con sus dÃas contados. Los Contaminantes OrgÃ¡nicos Persistentes (COP), POPs en inglÃ©s, son sustancias quÃmicas extraordinariamente tÃ³xicas y duraderas. Las emisiones actuales causarÃ¡n cÃ¡ncer y alteraciones hormonales en los prÃ³ximos 1.000 aÃ±os. Es necesario y posible dejar de producir este tipo de sustancias. Por JosÃ© Santamarta FlÃ³rez Entre los COP estÃ¡n las dioxinas y furanos, el DDT y numerosos plaguicidas y sustancias quÃmicas de uso corriente. Los COP son sustancias tÃ³xicas y persistentes, conocidas como COP, siglas de los contaminantes orgÃ¡nicos persistentes. La definiciÃ³n plena de los COP, sin embargo, es algo mÃ¡s compleja de lo que las siglas implican. AdemÃ¡s de ser persistentes (es decir, no se descomponen rÃ¡pidamente), orgÃ¡nicos (con una estructura molecular basada en el carbono) y contaminantes (en el sentido de ser muy tÃ³xicos), los COP tienen otras dos propiedades. Son solubles en grasas y por consiguiente se acumulan en los tejidos vivos; y pueden viajar grandes distancias. Estas cinco propiedades juntas los hacen muy peligrosos. La aleatoriedad aparente de la amenaza se agrava por el hecho de que la lesiÃ³n a menudo tarda en aparecer o es indirecta. Los productos quÃmicos sumamente tÃ³xicos pueden esperar su tiempo, envenenando a sus vÃctimas de maneras tales que son muy difÃciles de ver. El benceno, por ejemplo, es un disolvente comÃºn. Es un ingrediente en algunas pinturas, en productos de desengrasado, gasolinas, y en varios otros contaminantes industriales y comerciales. Es cancerÃgeno, y afecta a los descendientes de las personas contaminadas, incluso a los hombres, pues la exposiciÃ³n fetal no es la Ãºnica manera en la que el benceno puede envenenar a los niÃ±os; tambiÃ©n puede afectar a los cromosomas y daÃ±ar los genes que su hijo heredarÃ¡. Los COP son potentes venenos ecolÃ³gicos. Y al igual que en el cuerpo humano, sus efectos ecolÃ³gicos a menudo siguen caminos tortuosos. En Estados Unidos en los aÃ±os sesenta, por ejemplo, los biÃ³logos empezaron a encontrar evidencias de que el plaguicida DDT (diclorodifeniltricloroetano) y otros productos quÃmicos similares eran peligrosos. Pero la evidencia no provino de los organismos que habÃan absorbido el plaguicida directamente. Vino de las Ã¡guilas y halcones que estaban sufriendo fracasos reproductivos generalizados Aunque los COP son tÃ³xicos por definiciÃ³n, sus efectos en la salud y los impactos ambientales a largo plazo en gran parte se desconocen. MÃ¡s complejo aÃºn que el anÃ¡lisis de un COP individual, es la necesidad de entender quÃ© tipos de interacciones sinÃ©rgicas se producen por la exposiciÃ³n a varios COP o a COP junto con otros productos quÃmicos. La contaminaciÃ³n mÃºltiple es la regla, en lugar de la excepciÃ³n, pero realmente no se conocen sus efectos. Lo que sabemos es que la mayorÃa de los organismos vivientes estÃ¡n expuestos a una difusa mezcla de COP. Y eso nos afecta a todos nosotros. Independientemente de donde vivamos, probablemente estaremos contaminados por ciertas cantidades de COP. EstÃ¡n en los alimentos y en el agua; probablemente tambiÃ©n en el aire que respiramos; probablemente de vez en cuando entre en contacto con nuestra piel si, por ejemplo, manipulamos pinturas, disolventes o combustibles. Actualmente, 140 paÃses estÃ¡n negociando un tratado para eliminar 12 COP especÃficos. Esta â��docena suciaâ�? comprende nueve plaguicidas, un grupo de contaminantes industriales conocidos como bifenilos policlorados (PCB), y dos tipos de subproductos industriales, las dioxinas y furanos. El tratado se llama el â��Instrumento Legalmente Vinculante para Llevar a cabo la AcciÃ³n Internacional en Ciertos Contaminantes OrgÃ¡nicos Persistentesâ�? y como su nombre sugiere, es un esfuerzo laudable pero tÃmido. Sus partidarios esperan que servirÃ¡ en el futuro como un mecanismo para eliminar a docenas de otros COP. Pero al menos en su forma actual, no afronta el problema fundamental. Si queremos reducir los riesgos del inmenso y creciente nÃºmero de productos quÃmicos sintÃ©ticos que estÃ¡n soltÃ¡ndose en el ambiente, tendremos que repensar algunas de las nociones bÃ¡sicas del desarrollo actual. Aunque se desconoce si muchos de los organoclorados son peligrosos, un nÃºmero sustancial de ellos presentan grandes riesgos. En gran parte, esos riesgos son el resultado de tres caracterÃsticas comunes. Los organoclorados son muy estables, y de ahÃ el atractivo de su fabricaciÃ³n, pero es por esto por lo que no nos libramos de ellos fÃ¡cilmente. Tienden a ser solubles en las grasas, lo que significa que se bioacumulan. Y muchos tienen una toxicidad crÃ³nica, lo que significa que aunque la exposiciÃ³n a corto plazo frecuentemente no sea peligrosa, a largo plazo si lo es. (Las razones para la toxicidad varÃan. Algunos organoclorados pueden â��imitarâ�? a sustancias quÃmicas naturales como las hormonas y pueden perturbar los procesos quÃmicos de los organismos vivos; unos debilitan el sistema inmunolÃ³gico; otros afectan al desarrollo de los Ã³rganos, y muchos promueven el cÃ¡ncer, y asÃ sucesivamente.) Estabilidad, solubilidad en grasas y toxicidad crÃ³nica: lo mismo que los COP. Ciertamente no es necesario que un producto tenga cloro para que sea un COP. Entre los COP sin cloro hay varios organometales (usados, por ejemplo, en pinturas de barcos) y organobromuros (usados como plaguicidas y como aislantes lÃquidos en equipos elÃ©ctricos). Pero la mayorÃa de los COP conocidos, incluidos la â��docena suciaâ�?, son organoclorados. Los plaguicidas organoclorados son los COP mÃ¡s notorios. No es sorprendente que los plaguicidas sean de los productos quÃmicos mÃ¡s peligrosos, pues han sido diseÃ±ados para ser tÃ³xicos y se producen en cantidades enormes. Desde 1945, la producciÃ³n global de plaguicidas se ha multiplicado por 26, de 0,1 millones de toneladas a 2,7 millones, aunque el crecimiento se ha ralentizado en los Ãºltimos 15 aÃ±os, ya que los efectos en la salud y las preocupaciones ambientales han inspirado un nÃºmero creciente de prohibiciones, principalmente en los paÃses industrializados. Estas restricciones han reducido la cantidad total de plaguicidas usadas en los paÃses industrializados, pero la toxicidad de Ã©stos sigue creciendo. Las formulaciones actuales de los plaguicidas son de 10 a 100 veces mÃ¡s tÃ³xicas que en 1975. Hoy los fabricantes de plaguicidas quieren que sus productos tengan una toxicidad aguda alta y una toxicidad crÃ³nica baja. Buscan contaminantes que maten rÃ¡pidamente pero que no permanezcan en el campo indefinidamente, como los organoclorados, que con sus toxicidades crÃ³nicas sustanciales, ya no tienen el atractivo universal de antes. Los nuevos plaguicidas es probable que no contengan cloro. Eso es evidentemente bueno, pero no lo bastante, por dos razones: los plaguicidas que no son organoclorados a veces tambiÃ©n resultan ser COP, y casi todos los productos viejos todavÃa estÃ¡n con nosotros. Persisten en el ambiente y la mayorÃa todavÃa se usan en los paÃses en desarrollo. Una serie mÃ¡s oscura de COP son una familia de organoclorados que se han usado como aislantes lÃquidos en los equipos elÃ©ctricos, como fluidos hidrÃ¡ulicos, y como aditivos en plÃ¡sticos, pinturas e incluso en papel de calco sin carbÃ³n. Ã�stos son los bifenilos policlorados, o PCB. Durante dÃ©cadas, la estabilidad extrema, la baja inflamabilidad y la baja conductividad de los PCB les hizo el aislante lÃquido normal en los transformadores, y dado que Ã©stos son un componente esencial de las redes de distribuciÃ³n de electricidad, la contaminaciÃ³n de PCB es omnipresente. En los paÃses industrializados, se fabricaron PCB entre los aÃ±os veinte y finales de los setenta; todavÃa se fabrican en Rusia y aÃºn se usan en muchos paÃses en desarrollo. Los cientÃficos estiman que el 70 por ciento de todos los PCB fabricados todavÃa estÃ¡n en uso o en el medio ambiente, a menudo en los vertederos donde gradualmente van contaminando los acuÃferos. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) recientemente publicÃ³ una guÃa para ayudar a los funcionarios de los paÃses en desarrollo a identificar los PCB. Pero dados sus usos mÃºltiples y los mÃ¡s de 90 nombres comerciales, sÃ³lo encontrarlos es una tarea ingente, y no digamos eliminarlos. Pero la mayorÃa de los COP no se producen intencionadamente, sino que son subproductos, como las dioxinas y furanos, dos clases de COP que son resultado principalmente de la producciÃ³n de organoclorados, el blanqueo de las pastas papeleras y la incineraciÃ³n de residuos sÃ³lidos urbanos. Un inventario de emisiones de 1995 realizado por el PNUMA en 15 paÃses contabilizÃ³ unos 7.000 kilogramos de dioxinas y furanos emitidos por las incineradoras, que representaban el 69 por ciento de los emisiones totales de esas sustancias en estos paÃses. (Siete mil kilogramos puede parecer poco, pero tÃ©ngase en cuenta que estas sustancias sumamente tÃ³xicas se producen en cantidades Ãnfimas.) Se conocen 210 dioxinas y furanos. Y entre los subproductos de la producciÃ³n y uso de organoclorados, es probable que queden miles de COP por descubrir. Cloro La quÃmica del cloro es la causa de muchos de los problemas ambientales. Gases que contienen cloro, como los clorofluorocarbonos (CFC) y los HCFC, destruyen el ozono estratosfÃ©rico y son potentes gases de invernadero, plaguicidas organoclorados como el DDT (diclorodifeniltricloroetano) daÃ±an la capacidad reproductiva de numerosas aves, los PCB (policlorobifenilos) afectan a todo tipo de peces y mamÃferos marinos, el pentaclorofenol (PCP) provoca la atrofia de la mÃ©dula Ã³sea, cirrosis hepÃ¡tica y desÃ³rdenes nerviosos, las dioxinas causaron en 1976 la catÃ¡strofe de Seveso (escape de 34 a 126 kilos de dioxinas en la planta de Hoffman La Roche), y los efectos tÃ³xicos del agente naranja usado en la guerra de Vietnam persisten y siguen matando 25 aÃ±os despuÃ©s de haber terminado la guerra. SegÃºn la OMS cada aÃ±o hay de 30.000 a 40.000 muertos por intoxicaciÃ³n de plaguicidas, organoclorados y organofosforados en gran parte, y medio millÃ³n de personas sufren envenenamiento por ingestiÃ³n o inhalaciÃ³n. La producciÃ³n de lindano ha dejado una herencia de 185.000 toneladas de residuos en Vizcaya y Huesca. Desde la AntÃ¡rtida al Polo Norte, desde el mar BÃ¡ltico o el MediterrÃ¡neo a la estratosfera (donde destruyen la capa de ozono), ningÃºn rincÃ³n del planeta se libra de la mortal presencia de los mÃ¡s de 11.000 organoclorados que hoy se producen, compuestos que prÃ¡cticamente no existÃan hasta que en los Ãºltimos 85 aÃ±os se creÃ³ y se expandiÃ³ una nueva industria, la quÃmica del cloro. El cloro en la naturaleza estÃ¡ en forma de cloruros, retenido a travÃ©s de fuertes enlaces, y una vez libre, es extremadamente reactivo, uniÃ©ndose a Ã¡tomos de carbono, formando organoclorados, compuestos inexistentes en la naturaleza, razÃ³n por la que los seres vivos no son capaces de descomponerlos. Los organoclorados son sustancias tÃ³xicas, persistentes y bioacumulativas, y suponen un grave riesgo para las personas y para el medio ambiente. Los organoclorados permanecen en el medio decenas de aÃ±os, algunos durante cientos de aÃ±os, y como son muy estables y no se disuelven en el agua, acaban por entrar en la cadena trÃ³fica, depositÃ¡ndose en los tejidos grasos de los seres vivos. El cloro, y los organoclorados en general, se emplean en disolventes, plÃ¡sticos como el PVC, plaguicidas y herbicidas como el DDT, refrigerantes (CFC), blanqueo del papel y los textiles y tratamiento de aguas. La industria del cloro es la causa de la formaciÃ³n de las tÃ³xicas dioxinas, que son los agentes cancerÃgenos y teratÃ³genos mÃ¡s potentes, con una toxicidad tal, que ha sido imposible establecer un nivel mÃnimo de exposiciÃ³n, al ser tÃ³xicas a cantidades increÃblemente bajas. El tÃ©rmino dioxina se refiere a una familia de compuestos quÃmicos, cuya toxicidad estÃ¡ determinada por la cantidad y la posiciÃ³n del cloro; la 2378-tetraclorodibenceno-p-dioxina (TCDD) es el compuesto quÃmico mÃ¡s tÃ³xico de cuantos han sido sintetizados por el hombre. Las dioxinas son tan tÃ³xicas debido a que actÃºan como si fueran hormonas naturales, sustancias muy potentes en pequeÃ±Ãsimas cantidades, pues excitan, inhiben o regulan la actividad de otros Ã³rganos, pero a diferencia de las hormonas, la actividad de las dioxinas continÃºa indefinidamente durante aÃ±os y aÃ±os. Las dioxinas actÃºan dentro de las cÃ©lulas de nuestro organismo. El cloro es un gas amarillo verdoso, altamente tÃ³xico, de olor penetrante y es mÃ¡s pesado que el aire, por lo que se acumula a nivel del suelo. Descubierto por Carl Wilhelm Scheele en 1774, en 1868 se iniciÃ³ la fabricaciÃ³n industrial de cloro a travÃ©s del proceso ideado por Henry Deacon, en 1874 fue descubierto el DDT (redescubierto por el suizo Paul MÃ¼ller en 1939, por lo que recibiÃ³ el Nobel de 1948), en 1913 se patenta el PVC, aunque el mundo entrÃ³ en la era del cloro el 22 de abril de 1915, cuando las tropas alemanas utilizaron el gas cloro contra britÃ¡nicos y franceses en Ypres, BÃ©lgica (la patria de Solvay), causando 5.000 bajas y 15.000 intoxicaciones. En varios paÃses y en numerosas ciudades crecen las iniciativas para eliminar el PVC. El PVC tarde o temprano serÃ¡ prohibido, al igual que lo fue el DDT, o mÃ¡s recientemente los CFC. En 1994 la EPA de Estados Unidos hizo pÃºblico, despuÃ©s de tres aÃ±os y medio de investigaciones, un informe de cerca de 2.000 pÃ¡ginas donde se demuestra que las dioxinas pueden provocar cÃ¡ncer y daÃ±ar los sistemas inmunolÃ³gicos y reproductivos de las personas. El informe de la EPA era una ampliaciÃ³n solicitada por la propia industria del cloro, que en 1985 se vio desagradablemente sorprendida por otro informe de la EPA sobre los posibles riesgos cancerÃgenos de las dioxinas. La incineraciÃ³n de plÃ¡sticos como el PVC produce dioxinas y furanos, y el PVC estÃ¡ presente en todo tipo de residuos, ya sean industriales o domÃ©sticos. Solvay, ICI y Clorox dedican muchos millones de dÃ³lares a convencer a la opiniÃ³n pÃºblica y a las administraciones de la bondad del cloro y del PVC. Uno de los objetivos de las campaÃ±as de imagen es desacreditar a Greenpeace y a otras organizaciones ecologistas por su oposiciÃ³n al PVC y al cloro en general. Hace casi cuatro dÃ©cadas, en 1962, Rachel Carlson ya habÃa demostrado los daÃ±os que pueden causar los insecticidas organoclorados como el DDT, y desde entonces numerosos investigadores han documentado los riesgos de los compuestos organoclorados bioacumulativos en los seres humanos y en la vida salvaje en general. La AdministraciÃ³n espaÃ±ola esperÃ³ hasta el 17 de febrero de 1994 para prohibir los plaguicidas con cloro, como el DDT, el aldrÃn, dieldrÃn, clordano, HCH, heptacloro o el hexaclorobenceno. AÃºn hoy el lindano se vende libremente en las farmacias espaÃ±olas para combatir los piojos del cabello de los niÃ±os, y se utiliza en Murcia y otras zonas agrÃcolas. Cloro-sosa El cloro no se encuentra libre en la naturaleza, pero combinado en forma de cloruros, es un elemento abundante y frecuente, retenido a travÃ©s de fuertes enlaces. La industria extrae el cloro de la sal comÃºn (cloruro sÃ³dico, NaCl), al mismo tiempo que la sosa cÃ¡ustica (hidrÃ³xido de sodio) por electrÃ³lisis; el agua del mar posee hasta un 3,5% de cloruro sÃ³dico. Tres son las tecnologÃas empleadas para fabricar cloro-sosa: la de celdas de mercurio, celdas de membranas y celdas de diafragmas. Las celdas de mercurio plantean el grave problema de los arrastres de mercurio por las corrientes de hidrÃ³geno, cloro, sosa, salmuera, fangos y aguas residuales. En las plantas con celdas de mercurio se pueden sustituir Ã©stas por las de membranas, con la ventaja de no utilizar mercurio. La media mundial de emisiones, segÃºn el Banco Mundial, es de 7,5 gramos de mercurio por cada tonelada de cloro, cifra que otras fuentes elevan hasta 20 gramos. La producciÃ³n mundial de cloro asciende a unos 40 millones de toneladas; EE UU, con el 29,2%, es el mayor productor. JapÃ³n produce el 9%, Europa el 43,4%, CanadÃ¡ el 4,1%, AmÃ©rica Latina el 5%, Ã?frica el 1% y el 8,3% corresponde a los paÃses de Asia, exceptuando JapÃ³n. Las principales multinacionales productoras de cloro en Europa son Solvay, ICI, Dow Benelux, Enimont, Atochem, Bayer, Hoechst, Akzo y Basf. El 40% del cloro en Europa va destinado a la producciÃ³n de PVC, el 26% a la fabricaciÃ³n de plaguicidas, el 10% a disolventes (tetracloroetileno, cloruro de metilo y percloroetileno, entre otros), el 6% para blanquear papel y textiles y el resto a otros usos, como tratamiento de aguas (del 2,5 al 5%) y materias primas para la industria quÃmica. La reducciÃ³n del consumo de cloro para la producciÃ³n de CFC, plaguicidas, PCB y otros productos ya prohibidos, es una de las causas que explica el bajo precio del PVC, al haberse convertido Ã©ste en un autÃ©ntico sumidero para los productores de cloro-sosa; la soluciÃ³n mÃ¡s racional serÃa producir la sosa por otros medios que no requieran la producciÃ³n simultÃ¡nea de cloro (la tecnologÃa existe), y dejar de producir cloro. En EspaÃ±a la cifra mÃ¡xima de producciÃ³n de cloro se alcanzÃ³ en 1989, con 646.210 toneladas. En 1995 se produjeron 582.037 toneladas de cloro, y el consumo aparente ascendiÃ³ a 580.795 toneladas. Hay siete empresas fabricantes. El mayor productor es la multinacional belga Solvay con una capacidad de producciÃ³n de 230.000 toneladas repartidas entre las factorÃas de Torrelavega (Santander) y Martorell (Barcelona). El segundo productor es EnergÃa e Industrias Aragonesas, con una factorÃa en Palos de la Frontera (Huelva) y el tercero es ERCROS con una planta en Flix (Tarragona) con capacidad para 120.000 toneladas. ELNOSA tiene una planta capaz de producir 30.000 toneladas anuales en LourizÃ¡n (Pontevedra), ElectroquÃmica Andaluza tiene una capacidad de 24.000 toneladas repartidas entre Vilaseca (Tarragona), Ubeda (JaÃ©n) y SabiÃ±Ã¡nigo (Huesca) y ElectroquÃmica de Hernani una capacidad de 10.000 toneladas en Hernani (GuipÃºzcoa). Del 1 al 5 por ciento del cloro, segÃºn paÃses, es utilizado para potabilizar el agua, siendo Ã©ste uno de los pocos usos admisibles del cloro, aunque existen alternativas. Entre las ciudades europeas que ya no usan cloro para tratar el agua estÃ¡n Amsterdam, Paris, BerlÃn y Munich. La desinfecciÃ³n del agua puede realizarse utilizando ozono, la radiaciÃ³n ultravioleta combinada con agua oxigenada, y en general con la prevenciÃ³n y eliminaciÃ³n de la contaminaciÃ³n del agua. Blanqueo del papel El blanqueo del papel y los textiles puede ser realizado sin el empleo de cloro. Hacen falta de 30 a 80 kilogramos de cloro para fabricar una tonelada de pasta kraft. Un 10% del cloro empleado en el blanqueo termina reaccionando con las molÃ©culas orgÃ¡nicas de la madera, formando organoclorados, para pasar a los vertidos de la fÃ¡brica. Las fÃ¡bricas espaÃ±olas emiten de 3 a 8 kilogramos de AOX (HalÃ³genos OrgÃ¡nicos Absorbibles) por cada tonelada blanqueada. Los AOX miden la cantidad de los organoclorados presentes en los vertidos finales, pero no su peligrosidad; en el proceso de blanqueo se llegan a formar hasta 1.000 compuestos organoclorados, aunque sÃ³lo han podido ser identificados unos 300. Entre las alternativas propuestas y desarrolladas al blanqueo con cloro estÃ¡ la deslignificaciÃ³n con oxÃgeno, el empleo del agua oxigenada (perÃ³xido de hidrÃ³geno) o de enzimas naturales y biodegradables. Igualmente existen alternativas a los plaguicidas clorados (rotaciÃ³n de cultivos, control biolÃ³gico de las plagas, plaguicidas naturales) y a los disolventes clorados (mÃ©todos mecÃ¡nicos, agua, disolventes naturales). El disolvente percloroetileno, empleado para la limpieza en seco (dry cleaning), es cancerÃgeno, y su uso debe ser evitado a toda costa. Las pastillas para desinfectar el inodoro contaminan de una manera innecesaria e irresponsable con organoclorados las aguas residuales. Policloruro de vinilo Al reducirse el consumo de cloro para la producciÃ³n de productos peligrosos como el DDT, el lindano, los PCB y los CFC que destruyen la capa de ozono, el PVC se convirtiÃ³ en el sumidero para los excedentes de cloro. El precio del cloro bajÃ³ un 35% desde 1986, debido a la reducciÃ³n de la demanda de cloro. Es significativo que las mismas empresas productoras de cloro, como Solvay o Atochen, sean las productoras de PVC; a medida que se cierran mercados para el cloro, mÃ¡s interÃ©s tienen en encontrarle nuevos mercados al PVC. Hoy el PVC consume ya el 40% del cloro producido en Europa. Igualmente asistimos a un proceso de deslocalizaciÃ³n de la fabricaciÃ³n de los productos mÃ¡s tÃ³xicos, como el dicloroetano de etileno (EDC) y el monÃ³mero de cloruro de vinilo (VCM), materias primas del PVC, hacia paÃses como Brasil, MÃ©xico y Venezuela, y en los Ãºltimos aÃ±os hacia los paÃses de Europa del Este. El transporte de cloro desde 1980 ha causado la muerte de un centenar de personas, decenas de miles de heridos y centenares de miles de personas evacuadas. El PVC no se biodegrada y su reciclaje es un mito sin base real, por la gran variedad de productos con muchos aditivos diferentes, algunos muy tÃ³xicos, aunque se reciclan algunas cantidades ridÃculas y a un coste prohibitivo sÃ³lo por razones de imagen; la industria pretende crear la imagen de un material ecolÃ³gico y que puede ser reciclado. Los aditivos pueden suponer mÃ¡s del 50% del peso final, y algunos son extremadamente tÃ³xicos, como el cadmio y otros metales pesados. El plÃ¡stico de PVC utilizado para envolver los alimentos, puede llegar a contaminarlos, por la migraciÃ³n del plastificador dioctiladipato (DOA). TambiÃ©n las botellas de PVC de agua mineral pueden presentar problemas, sobre todo si han estado abiertas y en contacto con la radiaciÃ³n solar, y ademÃ¡s los microbios pueden reproducirse mejor y mÃ¡s rÃ¡pidamente que en los envases de vidrio. En caso de incendio, el PVC es un material extremadamente peligroso, pues el humo contiene cloruro de hidrÃ³geno, productos organoclorados, furanos y dioxinas. Los juguetes de PVC no son nada recomendables para los niÃ±os, debido a los peligros de los plastificadores, como el Di-2-etilhexilftalato (DEHP). El 14% de los 1,6 millones de toneladas de plÃ¡sticos que van a la basura son incinerados. Una parte de los plÃ¡sticos que van a la basura son PVC, en torno a las 290.000 toneladas anuales, y cerca de 50.000 toneladas de PVC son incineradas ya en EspaÃ±a. Especialmente grave es la incineraciÃ³n de productos con PVC en los hospitales. La incineraciÃ³n de un kilogramo de PVC produce hasta 50 microgramos de dioxinas, cantidad capaz de provocar cÃ¡ncer a 50.000 animales de laboratorio. La incineraciÃ³n del PVC forma cloruro de hidrÃ³geno, sustancia venenosa y corrosiva, de difÃcil y costosa eliminaciÃ³n, y al final siempre quedan las cenizas con metales pesados y otros aditivos, cenizas que deben ir a parar a vertederos especiales para residuos tÃ³xicos y peligrosos. La producciÃ³n mundial de PVC es de unos 20 millones de toneladas. En Europa el 8% del PVC se consume en botellas de aceite y agua mineral, el 17,4% en film y lÃ¡minas, el 27,8% en tuberÃa, el 21% en perfiles y mangueras, el 8,4% en cables, el 5,1% en suelos, el 4,1% en recubrimientos, el 0,3% en discos y el 7,9% en otros usos. En EspaÃ±a en 1995 el consumo fue de 421.485 toneladas. Las empresas fabricantes son tres: Hispavic Industrial (filial de Solvay) con una factorÃa con capacidad para producir 130.000 toneladas en Martorell (Barcelona), Elf Atochem con una planta de 75.000 t en Miranda de Ebro (Burgos) y otra de 25.000 t en Hernani (GuipÃºzcoa) y Aiscondel con 145.000 t de capacidad y dos plantas, una en MonzÃ³n (Huesca) y la otra en Vilaseca (Tarragona). La totalidad de los usos del PVC son fÃ¡cilmente sustituibles por otros productos y materiales, como vidrio, caucho, metal, madera u otros plÃ¡sticos menos tÃ³xicos, como el PET (Polietilentereftalato), el polipropileno o el polietileno. El PVC pasarÃ¡ a la triste historia junto al DDT, el PCB, el PCT y los CFC. El debate sobre los disruptores endocrinos y los contaminantes orgÃ¡nicos persistentes deberÃan servir para avanzar hacia una producciÃ³n industrial limpia, en la que el cloro no tiene lugar. _____________________________ Referencias â�¢ Carlson, R. (1962). Silent Spring. Houghton-Mifflin, Boston. 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Comentaris

Re: Por un futuro sin COP por José Santamarta Flórez
per ostres!!!	18 feb 2007
kin susto, pensava ke parlàven del kop alta tensió... ;)