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A cincuenta años de la revolución húngara
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per Angel Carrique |
15 gen 2007
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El pasado octubre se cumplieron 50 años de la revolución húngara. ¡Medio siglo ya de esta impresionante revolución! Pero pareciera que son milenios los que han transcurrido desde entonces. |
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A cincuenta años de la revolución húngara
x PRT-IR
El pasado octubre se cumplieron 50 años de la revolución húngara. ¡Medio siglo ya de esta impresionante revolución! Pero pareciera que son milenios los que han transcurrido desde entonces.
A CINCUENTA AÑOS DE LA REVOLUCIÓN HÚNGARA:
CUANDO LOS TRABAJADORES SE INSURRECCIONARON CONTRA EL ESTALINISMO
Angel Carrique
A Luchar por el Socialismo n.º 37(*)
El pasado octubre se cumplieron 50 años de la revolución húngara. ¡Medio siglo ya de esta impresionante revolución! Pero pareciera que son milenios los que han transcurrido desde entonces. Es cierto que el gobierno húngaro actual hizo un “homenaje� a lo que entonces sucedió, teniendo como “invitado de honor� a George Bush. Ese gobierno dice que lo que el pueblo húngaro ha “logrado�: capitalismo, “democracia�, entrar en la Unión Europea y en la OTAN, se lo debe a los héroes del 56, que dieron su vida por la libertad.
¿UN PRECEDENTE DE LA “MUERTE� DEL COMUNISMO?
Esta es la “historia oficialâ€?. El “comunismoâ€?, esa “utopÃa impuesta por la fuerza sobre los pueblosâ€? cayó en 1989. La caÃda del muro de BerlÃn simboliza esta caÃda y el alba de la democracia en Europa del Este y también en la antigua Unión Soviética, con el establecimiento de la “democraciaâ€? y su correlato necesario, el capitalismo. Y todas las luchas anteriores contra el “comunismoâ€? sólo fueron las precursoras y fases preparatorias de esta restauración del capitalismo.
Pero nada más ajeno a la realidad. El gobierno húngaro actual tiene más que ver con los masacradores del 56 que con sus héroes callejeros. Y si en algo estuvieron de acuerdo todas las fuerzas polÃticas parlamentarias húngaras alrededor de 1989, tanto los estalinistas que se reconvertÃan en socialdemócratas como las fuerzas abiertamente de derechas, liberales y conservadoras, era en impedir que se diera un nuevo 56.
Los revolucionarios proletarios, sin embargo, tenemos el deber de exponer la verdad sobre lo que ocurrió en HungrÃa. Tenemos ese deber porque esta revolución se interpone en medio del camino del engaño del que se hace objeto a la clase trabajadora internacional. Porque cuando nos machacan con la caÃda del “comunismoâ€? tenemos que insistir: ¡nunca hubo tal cosa! En los paÃses del Este de Europa, nunca hubo una revolución proletaria triunfante. El capitalismo fue derrocado, cierto, pero por medios burocrático-militares. El ejército soviético, actuando como una fuerza de ocupación, fue quien lo realizó, en el momento y en las vÃas decididas por el Kremlin. Los nuevos estados eran, sÃ, no capitalistas, y en ese sentido obreros, pero deformados burocráticamente desde el inicio. Se formaron a imagen y semejanza del estado soviético, un estado obrero burocráticamente degenerado; la diferencia es que la burocracia privilegiada fue tomando el poder poco a poco en la URSS despojando a los trabajadores, mientras que en Europa del Este siempre estuvo al mando.
No eran paÃses “socialistasâ€?; no se puede hablar de socialismo cuando reinan los bajos salarios y la explotación y una capa privilegiada de burócratas del partido gobierna usando la policÃa secreta como su arma principal. Pero tampoco eran paÃses capitalistas. La expropiación de los terratenientes semifeudales y de los industriales permitió establecer una economÃa planificada que, a pesar de todas las distorsiones debidas a la burocratización, la corrupción y el saqueo directo a manos soviéticas, permitió elevar el nivel de vida y hacer avanzar a paÃses que estaban entre los más rezagados de Europa.
Los marxistas revolucionarios decÃamos que, como capa privilegiada, la burocracia que usurpaba y monopolizaba el poder en estos estados tenderÃa cada vez más a intentar consolidar hereditariamente sus privilegios autotransformándose en burguesÃa, restaurando el capitalismo. Pero también decÃamos que la clase trabajadora, luchando contra la tiranÃa polÃtica, las desigualdades sociales y la explotación económica, tendrÃa que derribar a la burocracia por la fuerza para, apoyándose en la propedad nacionalizada y planificada, abrir el verdadero camino al desarrollo socialista a través de la democracia obrera.
Lamentablemente la primera opción de esta disyuntiva ha sido la que se ha producido en todos los paÃses del Este de Europa, y en Rusia. Pero esto sólo fue posible por la repetida derrota de los intentos de los trabajadores por recorrer la segunda vÃa. Y de estos intentos, ninguno fue tan lejos como el húngaro.
LOS HECHOS
La revolución húngara se incia formalmente el dÃa 23 de octubre de 1956, cuando una manifestación estudiantil intentó entrar en el edificio de la radio oficial para exigir que sus 16 reivindicaciones fueran radiadas a todo el paÃs. La policÃa secreta Ã?VH abrió el fuego matando a muchos. Esto detonó la revolución en todo el paÃs.
Tras la Unión de Escritores y los estudiantes, que fueron los que detonaron la lucha, el conjunto de los trabajadores, los campesinos y los intelectuales húngaros se pusieron en movimiento exigiendo por todas partes el fin del régimen estalinista de terror, simbolizado en Rákosi y Gerö, la disolución del Ã?VH, el derribo de la estatua gigante de Stalin en Budapest, el fin de la humillación de HungrÃa a manos soviéticas (nuevo escudo en la bandera, uniforme del ejército, etc, imitados del soviético, idioma ruso obligatorio en las escuelas…), el fin de las normas de trabajo abusivas, el replanteamiento de las relaciones con la Unión Soviética para pasar de la subordinación a la igualdad, el fin del monopolio polÃtico del Partido Comunista, libertad de organización, reunión, expresión y huelga, pero todo ello en el marco del mantenimiento de la propiedad nacionalizada, aunque democratizando la planificación económica.
La mañana del dÃa 24 traÃa dos acontecimientos sorprendentes: los tanques soviéticos entraban en Budapest mientras caÃa el gobierno y subÃa al poder el “comunista liberalizadorâ€? Imre Nagy tras un asalto de las masas al parlamento. Por todos lados consejos revolucionarios tomaban el lugar de los ayuntamientos, se formaban consejos obreros en todas las fábricas y empresas, y se formaban milicias armadas por todas partes, que ahorcaban Ã?VH. Nagy pidió a los insurgentes que se desarmaran, amplió su gobierno con representantes de los demás partidos antifascistas, prometió elecciones libres, disolvió el Ã?VH… el dÃa 28 se llegaba a un alto el fuego, el 30 las tropas soviéticas habÃan abandonado Budapest y estaban en cuarteles en el campo. Todo el mundo se felicitaba: ¡la revolución popular habÃa triunfado!
Pero el nuevo gobierno, en realidad, no era más que una sombra: el poder estaba en disputa entre los consejos obreros por un lado, y las tropas soviéticas que se reorganizaban, por el otro.
Las tropas soviéticas entraron en Budapest por segunda vez el 4 de noviembre, inmediatamente después de que Nagy anunciara la neutralidad de HungrÃa y su abandono del Pacto de Varsovia. Un falso “gobierno revolucionario de obreros y campesinosâ€? formado por Janos Kádár y apoyado por una pandilla insignificante de burócratas llegó al poder a lomos de tanques soviéticos. Los soldados del Ejército Rojo, a los que se les habÃa dicho que iban a BerlÃn a aplastar un levantamiento nazi, aplastaron a las milicias obreras y ciudadanas húngaras que se batieron en las calles con escopetas o pistolas, como hizo en una barricada el ministro de defensa de Nagy, Pat Máleter, pasado del lado de los insurrectos. 2500 húngaros y 722 soldados soviéticos murieron.
El gobierno se disolvió como un azucarillo, tras el discurso por radio de Nagy pidiendo ayuda a la oÂnU. Sólo habÃa durado 12 dÃas. Nagy (escondido en la embajada yugoslava, junto al filósofo marxista Georg Lukács, de la que salió porque le engañaron), Máleter y Gimes fueron fusilados. Varios cientos más fueron fusilados y decenas de miles fueron a la cárcel. 200.000 personas abandonaron el paÃs (incluyendo al futbolista Puskas). Kádár se pudo dedicar ahora a la “normalizaciónâ€?.
El imperialismo derramó lágrimas de cocodrilo por los muertos. Los estalinistas decÃan que esas muecas eran la prueba de que estaba detrás del movimiento. Como sabemos hoy, ya que la mayorÃa de documentos de la CIA han sido desclasificados, apenas habÃa agentes sobre el terreno y toda la polÃtica norteamericana se basaba en dos ejes: no intervenir ni como OTAN ni como oÂnU.A este respecto hay que señalara que la oÂnU hizo oÃdos sordos a la petición de ayuda de Nagy. ¡El Secretario General de la OTAN, Spaak, dijo que lo ocurrido era el “suicidio colectivo de un pueblo enteroâ€?! Aunque Radio Europa Libre, la emisora de la CIA para Europa del Este prometÃa a sus oyentes esa ayuda e impulsar como lÃder de recambio al anticomunista jefe de la Iglesia Católica Húngara Cardenal Mindszenty, al que acogieron durante 15 años en su embajada.
Con poca autoridad moral el imperialismo europeo podÃa denunciar a la URSS: mientras los trabajadores se batÃan en Budapest contra los tanques soviéticos, Inglaterra y Francia atacaban por sorpresa al Egipto del general Nasser para reconquistar el Canal de Suez que acababa de nacionalizar.
LOS CONSEJOS OBREROS, LA MARCA DE LA REVOLUCIÓN PROLETARIA
Como demostración del carácter profundamente proletario de la revolución, los Consejos Obreros rápidamente se extendieron por toda HungrÃa. La mayorÃa de los historiadores los consideran sólo un elemento más de una revolución que ven como principalmente nacional y democrática. Es verdad que no dio tiempo para que se centralizaran estatalmente y el Consejo Obrero del Gran Budapest tuvo que ser el portavoz en la práctica del movimiento. Y también es verdad que sus reivindicaciones eran confusas. Pero los Consejos Obreros tomaron la iniciativa de la huelga general, proporcionaron el grueso de los combatientes en las milicias improvisadas callejeras, llevaron a cabo iniciativas de poner la producción en sus manos y, finalmente, mantuvieron la resistencia contra el gobierno de Kádár durante varios meses hasta ser derrotados y degenerar en algo parecido a nuestros Comités de Empresa. ¡Cuando el gobierno Nagy ya habÃa sido derrocado, y sus miembros estaban detenidos o huidos, el gobierno Kádár establecÃa negociaciones con el Consejo Obrero del Gran Budapest para el fin de la huelga general y de los combates, que sólo se dio el 10 de noviembre, reconociendo asà implÃcitamente que sólo habÃa dos poderes reales en el paÃs, los obreros insurrectos y la burocracia agente del Kremlin! No habÃa ni monárquicos, ni fascistas, ni “comunistas liberalesâ€?, sólo estas dos alternativas…
EL ESTALINISMO APLASTÓ A LOS OBREROS… PARA ACABAR RESTAURANDO EL CAPITALISMO
Lo paradójico de esta revolución, pero perfectamente lógico, es que, siendo su carácter netamente antiestalinista, fue aplastada por los tanques soviéticos enviados por el mismo Nikita Jrushchióv que apenas unos meses antes habÃa comenzado la “desestalinizaciónâ€? pronunciando en febrero su famoso discurso secreto de denuncia de los crÃmenes de Stalin durante el XX Congreso del PCUS. Es que el descontento de las masas con el régimen burocrático, que ya habÃa dado lugar a explosiones en otros paÃses del Este, como Alemania Oriental (ver ALPS nº 16) y Polonia, habÃa obligado a la burocracia a soltar lastre concediendo algunas reformas. Pero frente a las ilusiones de lo que más adelante serÃan los “eurocomunistasâ€? y del sector revisionista que usurpaba el nombre del trotskysmo (el Secretariado Internacional de Pablo y Mandel, cuyos descendientes polÃticos actuales son Espacio Alternativo y Revolta Global en España y la LCR en Francia), eso no significaba que la burocracia estuviera cambiando su naturaleza. Enfrentada a la revolución, no tiene otro modo de defender sus privilegios que manterner a sangre y fuego su monopolio del poder. Lo volverÃa a hacer en Checoslovaquia 1968 y en Polonia en 1970 y 1981.
Fueron quienes aplastaron a los obreros en 1956 los que abrieron el camino a la restauración del capitalismo. El entonces embajador soviético en HungrÃa que organizó la invasión del 4 de noviembre, más tarde jefe del KGB, era el mismo Yurii Andropov que más adelante comenzarÃa la “liberalizaciónâ€? durante el breve perÃodo que fue Secretario General del PCUS antes de morir. Y fue su protegido, Mijail Gorbachov el que implementó la “perestroikaâ€?, es decir, el comienzo de la restauración del capitalismo, de la contrarrevolución burguesa que Yeltsin y Putin coronaron. Y si los trabajadores rusos y europeos del Este, ante el estancamiento y el desastre completo al que la gestión burocrática habÃa conducido a la economÃa, no se opusieron o incluso apoyaron activamente la privatización creyendo que el capitalismo los conducirÃa a vivir como en Occidente, la responsabilidad principal recae en los que durante años desacreditaron los ideales socialistas al llamar “socialismo realâ€? al reino de la desigualdad social y del terror policÃaco. El profundo descontento que sienten hoy los trabajadores del Este con los retrocesos sociales que ha traÃdo el capitalismo, que se ha revelado en las huelgas que han jalonado el aniversario en HungrÃa, es la base para que los trabajadores se aparten de estalinismo y capitalismo y emprendan la lucha por la democracia obrera. Los combatientes del 56 serán una inspiración en ese camino.
(*) A Luchar por el Socialismo es una Publicación mensual del PRT-Izquierda Revolucionaria, sección en el Estado Español de la Liga Internacional de los Trabajadores – IV Internacional |
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Comentaris
Re: A cincuenta años de la revolución húngara
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per Jo |
17 gen 2007
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aquesta revolució va ser contra el socialisme, no contra Stalin |
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