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Notícies :: un altre món és aquí
Una altra democràcia és possible. Un article de Pere Casaldàliga
30 des 2006
EXIGIMOS Y HACEMOS OTRA DEMOCRACIA

Pere Casaldàliga

Adital

26-12-2006
A manera de introducción fraterna

Las últimas ediciones de nuestra Agenda han tenido la osadía de abordar temas mayores, verdaderamente mundiales; también en esto es mundial la Agenda latinoamericana.



Esta edición de 2007 aborda uno de esos temas mayores: la democracia. Traída y llevada, palabra pública casi tan profanada como la palabra amor o como la palabra Dios, palabra escrita, perorada, justi�cada con todas las verdades y todas las mentiras. La revista Nuevamérica introducía su número dedicado a la democracia con esta justi�cación puntual: «En un contexto en el que vemos al presidente norteamericano apropiarse del término democracia para justi�car su política de intervención militarista, se hace necesario, sin duda alguna, rediscutir este concepto que asume, cada vez más y de manera muchas veces contradictoria, carácter polisémico».


¿De qué hablamos cuando hablamos de democracia? La democracia actual, que es la forma política común de Occidente, en qué es o no es democracia.¿«Votar, callar y ver la tele»,como decía el humorista? La democracia que conocemos, para las mayorías es apenas democracia fundamentalmente electoral y aun con todas las restricciones impuestas por el capital y sus medios de comunicación. No es democracia económica, ni democracia social, ni democracia étnico-cultural.



No es democracia participativa; es, cuando mucho, delegada o representativa; pero ¿representativa de qué intereses y delegada con qué controles?
Es una democracia que empalaga y que indigna.



Alguien ha hablado de «fatiga democrática». Clasi�cándola de un plumazo, la periodista Katrina van den Heuvel, en su Diccionario de los republicanismos, la de�ne como «el gobierno de las corporaciones, por las corporaciones y para las corporaciones»,y Pablo González Casanova, como «una democracia de los pocos, con los pocos y para los pocos».Aquello de «gobierno del pueblo, con el pueblo y para el pueblo» se evaporó en populismos ilusorios y en sarcasmos neoliberales.



La Agenda, evidentemente, no pretende condenar «la democracia». Contesta categóricamente «esta democracia» que tenemos. Y, con millones de personas que soñamos «otro mundo posible», quiere exigir y ayudar a hacer «otra democracia».


Hablando de «otro mundo posible»,creemos que cada vez más es hora de dar el paso de a�rmar esa posibilidad, a exigir y hacer ese otro mundo, como necesario y urgente. Y para eso «exigimos y hacemos otra democracia», proclama nuestra Agenda 2007.La exigimos como un derecho fundamental de las personas y de los pueblos, en todas las latitudes. Porque exigimos para todas las personas y para todos los pueblos los derechos básicos y los derechos complementarios. No podemos aceptar una democracia-privilegio, una democracia-primer-mundo; menos aún, una democracia-imperial,«a punta de pistola»,como ironizaba Jesse Jackson. Los indígenas presentes en el Foro Social Mundial de Caracas propugnaron enfáticamente «la descolonización de la democracia».



La necesitamos y la exigimos «socializadora». Si los especialistas no saben conjugar democracia y socialismo, peor para ellos… El profesor de historia Agustí de Semir reconocía que la democracia actual es, de hecho,«la forma política del capitalismo».Por su parte, el sociólogo Herbert José de Souza -el inolvidable Betinho-,en un curso de obispos latinoamericanos, nos recordaba el antagonismo esencial que existe entre democracia y liberalismo, entre capitalismo y democracia. Ni el liberalismo ni el capitalismo, explicaba él, pueden pretender la democracia realmente popular, participativa, igualitariamente fraterna, mundial.«El liberalismo, decía, porque promete una igualdad abstracta con una desigualdad real». Y «el capitalismo, porque está asentado en la desigualdad y en la desigualdad creciente». La democracia que nosotros defendemos no sólo puede ser «socialista», sino que debe serlo; con un socialismo no vergonzante, aunque escarmentado.



O se socializa la participación de todas las personas y de todos los pueblos en los derechos a la vida, a la dignidad, a la libertad, a la alteridad, o no habrá ni democracia ni paz. Lo que va de historia de la democracia en Occidente puede ser una buena lección para no identi�car a priori una sociedad democrática con una sociedad verdaderamente humana.



Para que la religión no sea un gran enemigo de la democracia, como con frecuencia lo ha sido y aún lo es, hasta Dios debe ser «democratizado» de otro modo..La respectiva vivencia religiosa de la fe se debe abrir al diálogo en el pluralismo y debe compartir en la acción volcada hacia las grandes causas comunes de la vida y de todo el ser del universo.


«Exigimos» otra democracia, postula la Agenda, pero también promete «hacer» esa otra democracia.


No nos será dada de favor; deberemos conquistarla. Hemos de ser personalmente democracia para ayudar a hacer socialmente esa democracia otra. Siguiendo la regla vital del cada día y en cada lugar. Ser democracia en la familia y en el vecindario, en la calle y en el trabajo, en la comunidad de fe y en el partido o en el sindicato o en la asociación.«Agenda» es eso: lo que hay que hacer. Seamos, pues, agenda democrática. Localmente, mundialmente.


La democracia cabe en todas las vidas humanas y en todas las culturas. Todos los timbales, todas las campanas, todos los gongos, pueden y deben convocar a la democracia integral, a la ciudadanía universal.


En esta Agenda 2007 varios especialistas nos dan su palabra cuali�cada sobre diferentes aspectos de la democracia y sus implicaciones. Y ofrece también la Agenda experiencias de democratización real y cotidiana.


Pensando libremente, críticamente, autocríticamente, y practicando coherentemente, iremos dando credibilidad a esta nuestra convicción:«Otra democracia es posible». Para que ese mundo, malherido, desconcertado y todavía impenitentemente soñador, sea de verdad casa feliz de una Humanidad fraterna.

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Sindicat Terrassa