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Anàlisi :: amèrica llatina |
Per a comprendre dès d'Europa qué pasa à Llatinoamérica
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per nopassaran |
10 des 2006
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A vegades un poc d'autocrítica va bé a alguns pijo-esquerrans que miren amb ulls colonials i despreciatius als moviments revolucionaris que naixen per tota América.
El seu llenguatge ,la seva estética,la seva cultura indígena sòn mirats amb un somriure paternalista. |
Venezuela, el socialismo del siglo XXI y nosotros, europeos
Francisco Fernández Buey
Rebelión
Hace unos años, cuando ya habÃa desaparecido la Unión Soviética, vi un documental que me hizo repensar las largas discusiones que durante largos años habÃamos tenido en Europa sobre la naturaleza del socialismo a propósito de lo que creÃamos saber que estaba pasando Rusia, China, Cuba, Vietnam, etc. En el documental, un periodista, no recuerdo ahora si inglés o alemán, preguntaba a un viejo campesino de un paÃs euro-asiático por qué en su pueblo se habÃan hecho comunistas al final de la primera guerra mundial.
El viejo campesino contó esta historia: “Llegaron aquà unos funcionarios de la lejana Moscú y nos dijeron que se habÃa acabado la era del capitalismo y empezaba la era del socialismo. Y nosotros, que tenÃamos noticia de que allà habÃan acabado con el régimen de los zares, les preguntamos: Y eso del socialismo, ¿qué es? Uno de los funcionarios llegados de Moscú nos lo explicó: El socialismo –nos dijo– es vivir en comunidad, labrar las tierras en común, producir en común y repartir equitativamente lo que se produce en la comunidad. El socialismo es todo eso y –añadió– poder trabajar la tierra con tractores que nosotros os vamos a traer para ahorraros esfuerzosâ€?.
Aquel viejo campesino concluyó instruyendo al periodista occidental: “Nos hicimos inmediatamente socialistas porque lo primero, lo de trabajar las tierras en común, es lo que venÃamos haciendo desde siempre, y era bueno y justo continuar haciéndolo; y lo segundo nos pareció aún mejor: ellos nos traÃan los tractores que Ãbamos a necesitar para labrar la tierra y que produjera másâ€?.
El viejo campesino euro-asiático no habÃa oÃdo hablar todavÃa de las polémicas que en aquellos tiempos antiguos enfrentaban a los componentes del núcleo dirigente bolchevique. Apenas sabÃa nada sobre la discusión, entonces en curso, acerca de cómo habÃa que denominar lo que se estaba haciendo en la URSS, si socialismo o proto-socialismo o capitalismo de estado dirigido por la clase obrera. Por aquel entonces muchos campesinos analfabetos, o casi, tenÃan una noción tan elemental como sólida del socialismo; identificaban socialismo con estas tres cosas juntas: pan, paz y consejos. Capitalismo, en cambio, era para ellos lo que habÃan sufrido en los últimos tiempos: hambre, guerra y disolución progresiva de la propia comunidad.
Esta visión del socialismo, que a la mayorÃa de los europeos parecerá hoy primitiva, se parece mucho al “comunismo solarâ€? de Chevengur, la estupenda novela de Platónov que no pudo publicarse en la Unión Soviética estalinista. Y se parece bastante a la noción de socialismo que tuvieron los primeros narodnikis o populistas rusos, luego llamados socialistas revolucionarios. Tiene poco que ver con la noción de socialismo que hay en las obras de Marx y de Engels. Apenas un punto de contacto: la defensa emotiva de los valores de la comunidad (antes de su desestructuración) y la esperanza en que la clase obrera industrial con conciencia, que estaba construyendo otra comunidad, llegara a tiempo de salvar de la ruina a la comuna rural. Por eso la mayorÃa de los “pingos almidonadosâ€? europeos decretaron hacia 1919 que lo que decÃan y hacÃan los campesinos euro-asiáticos no tenÃa nada que ver con el socialismo. Prefirieron el concepto a los hombres, a lo que decÃan y hacÃan los hombres. Y por eso mismo uno de los pocos marxistas europeos que no quiso ser “pingo almidonadoâ€? escribió aquello de que la revolución rusa era en realidad “una revolución contra El capitalâ€? para luego manifestar su preferencia por la revolución sobre El capital.
De Gramsci dijeron casi todos sus colegas de entonces que no era marxista. Y, por supuesto, de los campesinos euro-asiáticos también, aunque éstos no se enteraron de la crÃtica. Tuvo que pasar mucho tiempo para que otro que tampoco querÃa ser “pingo almidonadoâ€?, el poeta y novelista John Berger, en Puerca tierra, contara una historia de los campesinos que resisten, en la que hombres y concepto vuelven a aproximarse. Y estaba hablando de los campesinos de la Europa occidental. La historia de la vieja historia era tan nueva que John Berger se creyó obligado a poner al final de su relato un interesantÃsimo ensayito para explicar la supervivencia y resistencia de aquellos seres humanos que parecÃan haber desaparecido ya, tragados por la industria y engullidos por las megaurbes. Puerca tierra fue algo asà como un aldabonazo. Y no porque cubriera de flores un mundo en disolución, sino porque, sin flores, descubrió a muchos que aquel mundo campesino no habÃa muerto del todo y que los seres humanos que lo poblaban eran mucho menos primitivos de lo que habÃa pensado la mayorÃa de los marxistas académicos.
Desde entonces, y han pasado ya varias décadas, algunos venimos pensando, por inspiración de John Berger y de Pier Paolo Pasolini, que las luciérnagas no se han extinguido del todo en todo el mundo, que las luciérnagas, si se me permite la metáfora, aún están ahÃ, al otro lado del mundo mediático, y son el equivalente, en un contexto que incluye la cordillera andina, el lago Titicaca, Monte Ã?vila y la zona amazónica, de aquello que los filósofos humanistas y urbanitas europeos suelen llamar “las Lucesâ€?. Me di cuenta de eso una noche descansando al raso y mirando al cielo en el Pantanal, en el Mato Grosso brasileño. Vuelvo a pensarlo ahora, al pie del Monte Ã?vila, mientras escucho al poeta y ecologista Thiago de Melo. ¿Y si el socialismo del que vuelve a hablarse ahora en Venezuela, cuyos ecos llegan a La Paz, Guayaquil, Lima y El Pantanal, tuviera más que ver con las luciérnagas que ahà se reproducen a montones que con “las Lucesâ€? de los “pingos almidonadosâ€? europeos, incluidas “las Lucesâ€? de los marxistas académicos.
No creo que el socialismo del siglo XXI, del que se habla en Caracas y en La Paz, y por impulso del chavismo y de Morales, en algunos documentos de los sin tierra brasileños y en varios papeles de VÃa Campesina, vaya a tener gran cosa que ver con la noción de socialismo que hemos elaborado en Europa. Lo intuyó ya Mariátegui, que anduvo por varios paÃses europeos y luego pensó en ello. Y seguramente lo intuyó Guevara en la aventura boliviana que le llevó a la muerte. Pero hoy en dÃa la cosa está aún más clara. Y por eso viene a cuento la historia de la memoria del viejo campesino euro-asiático con la que empezaba esta nota. Esa historia une el principio del “siglo breveâ€? (la ilusión socialista) con su final (la crisis terminal del neo-liberalismo y el resurgir del ideal socialista). Si hay que reconstruir la noción del socialismo habrá que empezar por ahÃ.
Nosotros, europeos, estamos mal preparados para eso. Aún tendemos a llamar “socialdemocraciaâ€? (que fue el primer nombre del socialismo organizado) a lo que hoy es la negación sin más de cualquier proyecto socialista. Aún dejamos que se llame “socialistasâ€? a partidos que hace décadas que perdieron la noción de lo que eso es. Aún llamamos “comunistasâ€? a partidos polÃticos que se darÃan con un canto en los dientes si tuvieran un programa socialdemócrata de verdad. Y aún exportamos al oro lado del Atlántico libros, revistas y periódicos que dan por supuesto que se sabe en Europa qué es socialismo y que, en base a ese supuesto (y ocultando los intereses económicos de los “dadores de trabajoâ€?), descalifican cualquier medida que se aproxime a la noción de socialismo del viejo campesino euro-asiático.
Pan, paz, libertad, consejos, tractores , electricidad, decÃan las pobres gentes de 1919 cuando hablaban de socialismo en comunidades y asambleas, en las calles y plazas. No digo yo que los campesinos sin tierra, los de VÃa Campesina, los cultivadores de coca, los indÃgenas amontonados en los suburbios de las megaurbes, los ayer campesinos y hoy obreros en lo que salga, vayan a repetir esas palabras en la primera década del siglo XXI, o que tengan que repetirlas. No en la época de las parabólicas, de la robótica y de Internet. Claro que no. Pero si, como decÃa Juan de Mairena, hay que hablar, y hablar en serio, de “lo que pasa en la calleâ€? y no de “los acontecimientos que suceden en la rúaâ€?, entonces lo primero que tiene que hacer el europeo amante del socialismo es preguntar en esos sitios e intentar traducir aquellas “pobresâ€? palabras al lenguaje de los pobres (y proletarios de hoy). Probemos.
Pan quiere decir hoy, para quienes están abajo en la pirámide social, soberanÃa alimentaria. La base material del socialismo es hambre cero. Para erradicar el hambre hace falta soberanÃa alimentaria. Y, por lo que se ve en todos los paÃses empobrecidos, para que haya soberanÃa alimentaria se necesita soberanÃa sensu stricto (o sea, independencia para redistribuir equitativamente los recursos disponibles).
Paz quiere decir, para esas mismas gentes, lo mismo que ayer: que el nuevo imperialismo en su competición capitalista por la obtención de beneficios rápidos no nos traiga la guerra o nos lleve forzadamente a ella (inventándose, preventivamente, enemigos que son sólo resistentes frente a la homogeneización cultural).
Libertad seguirá siendo, hoy como ayer, palabra clave de cualquier socialismo que se precie. Un dÃa alguien se preguntó con razón: ¿libertad para quién? Pero habrá que prestar atención para no preguntar esto con ánimo liberticida, sino reconociendo aquello, tan sabido y tantas veces olvidado, de que la libertad es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos, y vinculando la libertad, como hizo el clásico, a la lucha por el pan, o sea, a la soberanÃa alimentaria: “Venturoso aquél a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cieloâ€?. O sea, en no habiendo cielo en el sentido religioso de la palabra, a las luciérnagas de hoy.
Consejos quiere decir hoy democracia participativa. Y, como ayer, andar atentos a lo dicen los dirigidos y a lo que hacen los dirigentes. Barrio adentro y barrio atento. Consejo fue palabra grande del socialismo y el concepto que expresa se tiene que conservar. Tal vez haya que llamar a la cosa de otra manera, porque el socialismo del siglo XXI, y particularmente en América Latina, tendrá que respetar otras lenguas y otras culturas --distintas de esta en la que estoy escribiendo--, pero en su concepto (deliberar y decidir desde abajo) está la clave de la democracia socialista.
¿Y qué decir de los tractores y de la electricidad del viejo campesino euro-asiático? Que cien años después eso no basta. Y no sólo porque el ecologismo social de los empobrecidos rechaza hoy la vieja loa al viejo productivismo. También por otra cosa, que es esencial y que diferencia a los campesinos sin tierra, a los de VÃa Campesina, a los cultivadores de coca, a los indÃgenas amontonados en los suburbios de las megaurbes, a los ayer-campesinos-y-ahora-proletarios del viejo campesino de los confines euro-asiáticos: porque nadie, en el mundo andino, caribeño o amazónico, espera ya que vengan “los funcionarios de Moscúâ€? a salvar la comunidad. Tiempo hubo y no lo hicieron.
El estado educador puede poner las bases del socialismo a través de micro-créditos concedidos a las mujeres pobres, potenciando cooperativas y misiones sociales en los barrios periféricos de la ciudad y en el campo, como lo está haciendo ya en Venezuela. Será en ellas, en las cooperativas, en las misiones, en los barrios dónde se decida acerca de las nuevas tecnologÃas (equivalentes del viejo tractor y de la ya vieja electricidad) que haya que emplear respetando el entorno y sobre el uso alternativo de esas nuevas tecnologÃas. Socialismo es también responsabilidad, social e individual. La responsabilidad se puede fomentar desde arriba. Para lo cual hay que dar ejemplo. Se materializa por abajo cuando el ejemplo de los dirigentes es bueno. Se pierde hasta la idea de la responsabilidad cuando se llama socialismo a la burocracia y a la corrupción.
Vuelvo, para terminar, a la alegorÃa del viejo campesino euro-asiático. Cuando se pregunta ahora a los moradores de esos lugares que se han visto beneficiados por las misiones sociales, la creación de cooperativos, los micro-créditos y los mercados alternativos subvencionados por el Estado, tal vez digan, ellos también, que socialismo es esto. Los europeos amantes del socialismo deberÃamos comprenderlos porque quienes asà hablan no habÃan visto nunca en su vida hasta ahora un médico que les tratara con dignidad, ni apenas una escuela, ni tenÃan otra noción del crédito que la negativa de los grandes bancos, ni otra noción del consumo que aquello que los otros, los de arriba, podÃan hacer y ellos no. “Socialismoâ€? –dijo uno de los pobres latino-americanos, hasta ahora humillado y ofendido– “es haberse pasado años sin ver nada de lo que nos rodea y empezar a verlo gracias a una simple operación de cataratas financiada por el Estado con la ayuda de los médicos cubanosâ€?.
Marx contestarÃa: socialismo es mucho más que eso. Ahà falta la socialización de los medios de producción. Ahà falta la nacionalización de las grandes empresas. Ahà falta la abolición de la propiedad privada. Ahà falta una educación politécnica a la altura de los tiempos. Ahà falta empezar a superar la vieja división social entre trabajo manual y trabajo intelectual. Y, sÃ, falta. Pero necesitarÃamos una operación de cataratas, también nosotros, si desde Europa no atendiéramos a las razones del viejo campesino euro-asiático y del pobre viejo latino-americano que se ha hecho chavista. Si el socialismo del siglo XXI quiere seguir dialogando con Marx, hay que contarle eso también a él. Ya sabemos que lo sabe, pero no en esta versión. |
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Comentaris
Re: Per a comprendre dès d'Europa qué pasa à Llatinoamérica
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per Che |
10 des 2006
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Esta muy buena la nota.. pero para los pueblos latinoamericanos que estan siendo reprimidos hace ya mas de 500 años lo util de verdad seria que no tuvieran ciertos líderes que empiezan diciendo que lo que mas les importa es el pueblo y acaban haciendo amistad con los queridos amigos del norte que tanto nos jodieron y nos siguen jodiendo..
Firma una que viene de aquellas tierras oprimidas.
Un saludo |
Re: Per a comprendre dès d'Europa qué pasa à Llatinoamérica
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per guevara |
10 des 2006
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No sé a quien te refieres hermana,pero desde luego no a Chávez ni a Fidel ni a Morales ni a Correa.
Ellos son el"Eje del Mal2 para Bush...y esa es nuestra mejor garantía de que nunca nos traicionarán.
Hasta la Victoria siempre ! |
Re: Per a comprendre dès d'Europa qué pasa à Llatinoamérica
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per che chepazza2007@gmail.com |
10 des 2006
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comparto tu hasta la victoria siempre.. pero alguno de esos que ahi nombras aveces no me dejan muy bien en claro hasta donde estan para y por el pueblo y hasta donde estan para y por sus propios intereses... Ojalá sea como vos decis y nunca nos traicionen... y se se pueda acabar con la opresión yankee de siempre..
Resistir es vencer! Saludos |
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