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Notícies :: amèrica llatina
Sobre Chávez y el desconocimiento de la realidad latinoamericana en Europa
per Leopoldo Gay Correu-e: pologay3@hotmail.com (no verificat!)	27 nov 2006
Con frecuencia veo en Televisión Española un programa de concursos que se basa en el conocimiento de los participantes. Quienes allí compiten no dejan de sorprender al responder a preguntas de relativa dificultad sobre las temáticas más diversas: mitología, historia, geografía, botánica, cine, etc. Casi siempre hay alguien que demuestra sus conocimientos a lo largo de varios programas. Precisamente, en el que ví hace poco, un concursante había salido airoso en 48 emisiones, lo que puede dar una idea de su manejo de una data cultural. Óscar, que así se llama este concursante, casi siempre responde lo que los otros ignoran. Por eso mi sorpresa fue mayúscula cuando en la emisión que comento ninguno de los participantes fue capaz de responder una pregunta cuya respuesta era para mí muy sencilla: ¿Cómo se llama el actual presidente de Colombia? La anécdota me confrontó con lo que que yo ya sabía desde hacía tiempo y que, evidentemente, no había cambiado: para Europa, ni siquiera para España, Latinoamérica no existe o, en todo caso, es apenas una referencia geográfica lejana. Nada más. Y Latinoamérica no sólo es desconocida para el común de la población española, para referirme al caso y, por ser nuestra “madre patria�, más grave, sino incluso para su dirigencia. Esto pese a que tantos y tantos españoles, hoy retornados, vivieron gran parte de su vida en Argentina, en Brasil, en Venezuela, en México. Es quizás por ese desconocimiento que a tantos “analistas� de la realidad latinoamericana les cuesta tanto dar con algunas claves para comprender nuestra realidad o, mejor dicho, nuestras realidades porque lo cierto es que el subcontinente latinoamericano es un inmenso territorio con muchas y varidas culturas, infinitos problemas, inmensas potencialidades, contrastes increíbles. La realidad política venezolana, la cual vivo día a día, es quizás uno de los acertijos más inextrincable para los españoles. Una sociedad que vivió una guerra fratricida entre las más horribles que recuerde la humanidad y cuyas secuelas aún se dejan sentir entre los ciudadanos pese a los 70 años transcurridos, probablemente sólo puede ver el mundo desde la polarización derecha-izquierda, esquema que resulta demasiado simple y, por tanto, nada funcional para comprender a la Venezuela de hoy. Es un error, por ejemplo, afirmar, como se oye afirmar, que el gobierno de Hugo Chávez sea un gobierno “de izquierdas� tratando de asimilarlo a esa “izquierda� europea que en nada se parece al régimen de Chávez, más asimilable a un populismo estilo Perón (Perón fue un demagogo presidente de Argentina que prodigó dádivas a su pueblo pero que destruyó la economía productiva de su país). Chávez es marxista leninista (y , si nos atenemos a las palabras de uno de sus acólitos más afiebrados, el alcalde mayor de Caracas, stalinista) en su discurso, en sus palabras. ¿Lo es en la vida diaria de los venezolanos? Prefiero dejar esta discusión de carácter ideológico para otra oportunidad. Pudiera ser, efectivamente, una discusión bizantina en el mundo de hoy. Lo que sí sé y me consta es que la Venezuela de Chávez es pobre, pobre porque ha aumentado la pobreza entre la población. Los pobres son más pobres porque reciben una dádiva del gobierno producto de los altos precios del petróleo (dato, por cierto, que siempre se olvidan de mencionar los numerosos defensores europeos de Chávez quienes escriben artículos en apoyo al histriónico gobernante desde sus cómodas oficinas de París, Barcelona o Madrid), es decir, los venezolanos pobres, además, han perdido dignidad porque ahora deben mostrar su afiliación al partido de Chávez para poder seguir recibiendo esa dádiva. ¿Hasta cuándo? Bueno hasta cuando los precios del petróleo puedan volver a bajar como ha sucedido cíclicamente en la economía improductiva y rentista venezolana. Pero, ojo, usted, pobre venezolano recibe esa dádiva, limosna digamos, si y sólo si se uniforma de rojo, el color que identifica al partido de Chávez, así como la franela parda llegó a identificar a los seguidores de Hitler (quien también accedió al poder mediante elecciones) o el uniforme falangista identificaba a las facciones seguidoras de Franco. Si usted, en uso de un derecho político consagrado en la propia Constitución de la República promulgada por Chávez, firmó para solicitar que el presidente fuera sometido a un Referéndum Revocatorio en 2004, entonces usted está en una lista que se denomina Lista Tascón o Lista Maisanta. Esta lista tiene sus nombres, sus datos. Por estar allí, usted, aunque sea muy pobre, no tiene derecho a acceder ni siquiera a esa dádiva indignante; no puede gestionar o conseguir un empleo en la administración pública; no puede contratar con el Estado. Estaría usted en una auténtica “lista negra� como lo estamos unos tres millones y medio de venezolanos. Chávez no ha hecho nada en 8 años (el período más largo que ha tenido ningún gobernante venezolano desde 1935, contando al dictador Marcos Pérez Jiménez) por mejorar las condiciones de los pobres como no sea repartir el excedente petrolero, es decir ha dado dinero pero no ha construido una infraestructura de salud, educativa, alimentaria; no ha propiciado la generación de empleos, al contrario los ha destruido, al destruir lo que el considera un demonio, la empresa privada. Ha perseguido y encarcelado a sus opositores políticos, cuando él, siendo un golpista en 1992, fue indultado por el Presidente Rafael Caldera. Chávez asfixia presupuestariamente a las univesidades públicas autónomas que, en su totalidad, son críticas con su gestión, como corresponde a una universidad que cumple con su misión. Chávez persigue a los medios de comunicación porque critican su gestión y presentan la ralidad de pobreza en la que viven millones de venezolanos. Como si de una guerra se tratase en Venezuela han muerto en manos del hampa unas 90 mil personas en sus 8 años de gobierno. Cualquier europeo que viaja de vacaciones a Caracas, por ejemplo, sabe muy bien de las innumerables precauciones que debe tomar para no ser víctima de un robo o un secuestro express. Ese aumento de la delincuencia no es otra cosa que la consecuencia del aumento de la pobreza y del hambre. Pobreza que constrata con las evidentes muestras de lujo y bienestar que disfrutan los miembros de la cúpula de poder que gobierna y controla todas las instituciones de Venezuela gracias a las trampas a las que se ha prestado el Consejo Nacional Electoral, controlado por el chavismo. Desde allí se han fraguado diversos fraudes, el más clamoroso de los cuales seguramente ha sido el que dió triunfador a Chávez en el Referéndum Revocatorio de 2004, el cual se cometió gracias a triquiñuelas con la tecnología en un procedimiento, también originado en la Constitución chavista, que se empleaba por primera vez. En Venezuela todo el mundo sabe que Chávez perdió ese referendum, hasta sus mismos seguidores así lo reconocían en horas de la noche del día en que se llevó a cabo, en agosto de 2004. La falla de la oposición venezolana es no haber podido demostrarlo porque se hizo muy astutamente, sin dejar la menor evidencia. “Prodigios� de las tecnologías de la comunicación. Así que estimados ciudadanos, comunicadores, “analistas�, académicos europeos: no sigan considerando a Chávez un líder de izquierdas que quiere el bienestar de su pueblo. No sigan cayendo en ese error, producto del desconocimiento de nuestra realidad y ocasionado por los muy costosos propagandistas que paga el régimen en el continente. Chávez, estimados amigos, y lo digo yo que lo padezco, es un populista demagogo y egocéntrico a quien sólo le interesa perpetuarse en el poder para lo cual ha tomado como trampolines los cuantiosos recursos de la renta petrolera y la miseria social de los venezolanos quienes, anulados, serán incapaces de desalojarlo del poder. O al menos eso es lo que él cree. Por favor, antes de hablar, antes de “analizar�, investiguen bien. Lo que está en el fondo es muy distinto de lo que está en la superficie.
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