La presunta participación de la banda paramilitar conocida como Los Zetas en el "Plan de Operaciones Hierro", sugiere que Ulises Ruiz Ortiz y su mafia tienen vínculos con el cártel del Golfo. Los Zetas son originalmente desertores del ejército federal mexicano. Entrenados por kaibiles de Guatemala entre 1994 y 1999, formaron primero las Patrullas de Operaciones Especiales (POE) y después el Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes), antes de ponerse al servicio de la organización criminal que liderea el narcotraficante Osiel Cárdenas Guillén desde el penal de máxima seguridad de La Palma, estado de México.
En Oaxaca, la Unidad Policial de Operaciones Especiales (UPOE), adscrita a la Dirección General de Seguridad Pública del Estado, también fue adiestrada por kaibiles de Guatemala. Su campo de entrenamiento actual se encuentra en la colonia Vicente Guerrero, municipio de Villa de Zaachila, 15 kilómetros al sur de la ciudad de Oaxaca, y su "mando extraoficial", según Hermann Bellinghausen, es José Manuel Vera Salinas, director general de Seguridad Pública hasta el fallido intento de desalojo violento del plantón magisterial el pasado 14 de junio. Tanto Vera Salinas como el todavía director de la Policía Ministerial, Manuel Moreno Rivas (quien fuera escolta en el falso atentado a José Murat), son kaibiles.
Contratados por Ulises Ruiz "para cometer actos vandálicos y asesinatos" que justifiquen la intervención de fuerzas federales en el conflicto, miembros de Los Zetas arribaron a principios de agosto pasado a la ciudad de Oaxaca en un "vuelo extraño", denunció el vocero de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), Florentino López Martínez, quien identificó a un tal Manuel Díaz como jefe de ese grupo.
El asesinato del profesor de matemáticas, Jaime René Calvo Aragón, del Consejo Central de Lucha (CCL), corriente sindical opuesta al paro magisterial, podría seguir una línea de acción propia de kaibiles, con un patrón característico, por el momento en que se cometió y la saña de los ejecutores. El maestro disidente fue secuestrado al amparo de la noche y degollado en su vehículo para incriminar a la APPO y atizar el encono. Al parecer de Raúl Vera López, obispo de Saltillo, Coahuila, este crimen tiende a crear un clima de terror similar al de Chenalhó, Chiapas, a finales de 1997, cuando ocurrió la masacre de Acteal. Cabe recordar que Raúl Vera vivió personalmente aquellos días como obispo coadjutor de Samuel Ruiz García en la diócesis de San Cristóbal de Las Casas. Los paramilitares de Los Altos de Chiapas, asesinos de 45 indígenas inermes, abrieron a las mujeres embarazadas y extrajeron los fetos, como solían hacer los kaibiles guatemaltecos, entre otras atrocidades contra la población civil, en el conflicto armado que vivió su país durante más de tres décadas.
Historias de familia
Los kaibiles son militares de elite contrainsurgente del ejército guatemalteco. Graduados a principios de los años setenta en la Escuela de las Américas, de Estados Unidos, que entonces se ubicaba en el Canal de Panamá, crearon su propio centro de adiestramiento en 1974 y protagonizaron uno de los capítulos más abominables del genocidio y el terrorismo de Estado en América Latina. Hasta 1996, cuando el gobierno y la guerrilla de Guatemala firmaron los acuerdos de paz, después de una década de negociaciones, el conflicto interno había tenido un saldo de 200 mil personas muertas y miles de desaparecidas. De formación asesina y sin batalla que librar después de la guerra civil, en vista de su impunidad, miles de kaibiles comenzaron a desertar de las filas castrenses para incorporarse al crimen organizado.
A partir del levantamiento zapatista en Chiapas, el gobierno de Ernesto Zedillo envió a cientos de oficiales del ejército federal mexicano a formarse como kaibiles, tanto en Guatemala como en los centros de adiestramiento que abrió la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) con parámetros semejantes. Los llamados "kaibiles mexicanos" integraron las POE y el Gafes, que primero fueron desplegados en regiones de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, principalmente, con presencia guerrillera, y después en estados como Sonora, Tamaulipas y Chihuahua, para combatir al narcotráfico.
En enero de 2002, un comando formado originalmente por desertores del Gafes, al que se incorporaron después otros militares y policías retirados y en activo, hizo aparición pública en Nuevo Laredo, Tamaulipas. Un convoy de por lo menos doce camionetas tipo Suburban entró a esa ciudad y se estacionó frente al parque de la Iglesia del Santo Niño. Al acercarse por segunda vez, la policía municipal fue repelida con una ráfaga que inició un rápido tiroteo y una espectacular corredera, finalmente abortada por "orden superior". En la persecución, la policía captó varios mensajes transmitidos por radio entre camionetas de la banda. Sus integrantes se identificaban todos con la letra zeta y un número, según el rango de mando. Desde entonces se les conoce como Los Zetas y han librado una guerra sin tregua contra bandas rivales por el control de las rutas del narcotráfico en la frontera de Tamaulipas con Estados Unidos.
Entre mito y realidad, Los Zetas son objeto de inmenso miedo en ambos lados de las dos fronteras mexicanas, sobre todo a raíz de su alianza con otros desertores, los ex kaibiles de Guatemala, una alianza que el ejército federal mexicano tuvo que reconocer públicamente -durante la comparecencia del titular de la Sedena, Gerardo Clemente Vega García, ante el Senado de la República- en septiembre del año pasado... luego de incontables "filtraciones". De sur a norte, desde Guatemala hasta Guatepeor, es conocido el puente que ha tendido el cártel del Golfo entre Centroamérica y América del Norte a través del país de la indefinición. Lo que nadie sabía, sino hasta que una voz alertó por medio de la estación de radio llamada La Ley del Pueblo, en la ciudad de Oaxaca, es que Ulises Ruiz Ortiz había contratado a Los Zetas como parte de su "Plan de Operaciones Hierro".
¿Quién habrá contratado a quién?, se pregunta hoy el mercader. |