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Anàlisi :: sense clasificar
Conviviendo con la dinámica destructiva del capitalismo
09 jun 2006
Son muchas y variadas las iniciativas críticas con el sistema capitalista que están en marcha. Algunas desarrollan tareas de concienciación, otras plantean alternativas y las hay que son básicamente de denuncia. Esta web es una aportación más. A todos nos mueve el deseo común de cambiar el actual modelo socio-económico basado en el dinero, y para lograrlo debemos valorar cuales serán las mejores estrategias.

La pedagogía es una de las principales herramientas que podemos usar para promover el cambio social, llevando a cabo una tarea explicativa en nuestro entorno con acciones que visibilicen la dinámica destructiva del sistema capitalista, recordando los numerosos abusos que se cometen desde los organismos de poder y las profundas injusticias estructurales que padece el planeta. En definitiva, difundir la información y estimular el pensamiento.

Aunque haya sectores de la extrema izquierda que apuestan por la lucha armada, ésta no parece que sea la panacea para lograr nuestro propósito. Primero porque por la fuerza no conseguiremos doblegarles, y segundo porque la violencia sólo trae más violencia. El conflicto armado permite visibilizar el conflicto político, pero comporta inseguridad ciudadana y eso siempre es usado como pretexto para poner más policía, aumentar las medidas de control y reforzar el aparato de represión estatal. Además invita a las autoridades a recurrir al discurso del miedo y coercionar a la población. Y no vale la pena soñar con una revolución, las revoluciones sólo son posibles cuando cuentan con un amplio respaldo social, y en la actualidad no hay una conciencia generalizada de que el capitalismo sea malo.

Otro gran debate es qué hacer cuando llegan las elecciones. La abstención parece la opción más adecuada en vista de la poca capacidad de los políticos para dar un giro al sistema y la evidencia de que los grupos de capital mandan más que ellos, pero, ¿es realmente la mejor postura? Si bien la abstención puede ejercer como protesta ante esta democracia tan poco participativa, no se puede olvidar que hay otras muchas causas que conducen a la abstención y, por lo tanto, nunca podremos argumentar que todo aquel que se abstiene esta protestando. Hay que reconocer que la propia ley electoral la convierte en un acto inofensivo, ya que el hecho de abstenerse no tiene ninguna repercusión política. Queda la opción de votar a grupos pequeños que puedan hacer contrapeso parlamentario para evitar mayorías absolutas, que son la cara más autoritaria de la democracia representativa.

Sin perder de vista el enfoque electoral, debemos destacar el contrasentido de que, si bien la mayor parte de la sociedad se encuadraría en las clases media y baja, a la hora de ir a las urnas los partidos que defienden el modelo de liberalismo económico obtienen amplio apoyo a pesar de que sus políticas son regresivas en aspectos sociales, traen precariedad laboral, desigualdad, etc. Sobre el terreno, son muchas las personas que desean una sociedad más justa y una mejor distribución de las riquezas. En principio, haría falta poner en marcha políticas contrarias a la impunidad empresarial y mejorar los derechos de los trabajadores y las condiciones laborales. Sin embargo, esto asustaría a las empresas, que huirían hacia otros países provocando un rápido aumento del paro y recesión económica. Posiblemente, a medio plazo la situación mejoraría a partir de la implantación de una organización social con tendencia a la autogestión: pequeñas empresas, cooperativas, etc. Pero, por desgracia, las personas prefieren tener la "estabilidad" de un trabajo precario que asumir los riesgos de un cambio de orden social que pueda ir acompañado de una crisis económica.

La erosión del sistema capitalista en la convivencia es ya muy visible. En el mundo actual han perdido importancia valores como la amistad, la sinceridad, el amor, etc. El gran dios dinero todo lo justifica, la gente trabaja jornadas larguísimas, no tiene tiempo para disfrutar la casa que están pagando, ni para disfrutar los hijos que están criando, no tienen tiempo ni para ellos mismos, se convierten en esclavos del sistema.

Ya sin valores y sin expectativas de poder librarse de las obligaciones que la sociedad les impone, el ser humano se siente triste, solo y al borde de la desesperación. Su vida es pura monotonía, se siente "nada" y hace lo que los demás esperan que haga. Vive con la ilusión de estar dotado de la libre elección cuando en realidad sus deseos le han sido impuestos desde el exterior. Como su vida no tiene emociones, acepta como sucedáneo todo aquello que pueda causarle excitación: televisión, bebida, deportes... A veces se para a pensar si la vida que lleva le hace realmente feliz, pero no le da muchas vueltas porque eso supondría cuestionarse toda su existencia. Así que prefiere seguir funcionando como un autómata carente de iniciativa.

El gran peligro de esta situación es que predispone a los individuos a aceptar determinadas ideologías o líderes mientras le ofrezcan excitación emocional y una estructura política ordenada, y eso es un terreno abonado para la entrada de la ultraderecha.

El proceso para derrocar al capitalismo ha de ir acompañado de una nueva propuesta de orden social. Antes de eliminar el sistema vigente, por malo que parezca, tenemos que estar seguros de que tenemos uno mejor para reemplazarlo, para que no nos pase como a EE.UU. en Irak. La viabilidad de esta nueva propuesta será lo que convencerá a las masas para dar el paso definitivo, pero la complejidad en su elaboración está impidiendo que el proceso de cambio social se active. En la propuesta no podremos olvidar que en el nuevo orden también existirá una disidencia que en algunos casos actuará contra el sistema con métodos violentos. Equilibrar seguridad y libertad seguirá siendo uno de los rompecabezas a resolver. Se debe buscar una fórmula para que el aumento de libertad no se convierta en “la ley del más fuerte�.

El instinto de adaptación al medio que poseemos los seres humanos puede hacernos caer en el conformismo, que es una posición cómoda y con apariencia de sensatez. No es bueno abandonarse a la corriente pesimista, porque podríamos perder de vista la diferencia entre el bien y el mal. Siempre se debe mantener la esperanza de que habrán cambios, si los humanos no lo hubiésemos hecho así quizás hoy estaríamos aun dominados por monarcas absolutistas o trabajando catorce horas en fábricas. Diversos cambios de gran importancia han sido posibles a lo largo de la historia y no hay motivo para pensar que no puedan haber más.
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