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Terrorismo en el Viejo Continente
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per Mariano Cabrero Bárcena Correu-e: pedrocruel2005@yahoo.es (no verificat!) |
02 jun 2006
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La prosperidad ha acompañado a Europa generando empleo, seguridad social y sistemas de enseñanza adecuados a los tiempos actuales. El sistema económico del libre mercado ha marcado las pautas a seguir en Europa. Sistema siempre defendido por las democracias del Viejo Continente, el mismo empleado por los EE.UU. No obstante, los norteamericanos se han basado y se basen en crear riqueza, aunque ésta vaya a parar al bolsillo de unos pocos. La Seguridad Social del trabajador en EE.UU., hemos de decir, que brilla por su ausencia. Nosotros, los europeos, nos hemos acostumbrados a que nuestros Estados nos garanticen un empleo seguro para siempre, a modo y manera como si fuésemos funcionarios del Estado. Que se lo digan a los franceses, acostumbrados a que Francia-su Gobierno-, les resuelva contratos de trabajos seguros, y esto sin que los propios trabajadores comprendan que estamos en un mundo competitivo, y que la mano de obra barata está dando al traste como muchas economías estatales. Dicho sea de paso, esto es consecuencia a los espléndidos sueldos-por dineros-, que reciben los políticos. Pues cierto es que se marcan sus propios emolumentos, y el tanto por ciento anual que les viene en gana |
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ArtÃculo de opinión:
Terrorismo en el Viejo Continente
La prosperidad ha acompañado a Europa generando empleo, seguridad social y sistemas de enseñanza adecuados a los tiempos actuales. El sistema económico del libre mercado ha marcado las pautas a seguir en Europa. Sistema siempre defendido por las democracias del Viejo Continente, el mismo empleado por los EE.UU. No obstante, los norteamericanos se han basado y se basen en crear riqueza, aunque ésta vaya a parar al bolsillo de unos pocos. La Seguridad Social del trabajador en EE.UU., hemos de decir, que brilla por su ausencia. Nosotros, los europeos, nos hemos acostumbrados a que nuestros Estados nos garanticen un empleo seguro para siempre, a modo y manera como si fuésemos funcionarios del Estado. Que se lo digan a los franceses, acostumbrados a que Francia-su Gobierno-, les resuelva contratos de trabajos seguros, y esto sin que los propios trabajadores comprendan que estamos en un mundo competitivo, y que la mano de obra barata está dando al traste como muchas economÃas estatales. Dicho sea de paso, esto es consecuencia a los espléndidos sueldos-por dineros-, que reciben los polÃticos. Pues cierto es que se marcan sus propios emolumentos, y el tanto por ciento anual que les viene en gana.
Se han creado unos “estados de bienestarâ€? artificiales-que todos deseamos-, pero los gobiernos de turno no han orientado a los ciudadanos adecuadamente sobre los primeros. La prosperidad económica, y asà siempre ha sido, se consigue en el dÃa a dÃa que nos proporciona el sudor de nuestras frentes. Prosperidad equivale a más trabajo competitivo, pero nunca a mayor número de horas trabajadas por dÃa. Nuestra población esta envejeciendo a pasos agigantados, por lo que tenemos que echar mano de los emigrantes, los cuales tapan el vacÃo dejado por lo jubilados. Si unimos esto al bajo Ãndice de nacimientos- uno o ninguno por matrimonio-, nuestras perspectivas de crecimiento y futuro bienestar no son muy halagüeñas.
Las comunidades islámicas han crecido fuertemente en los últimos diez años, pero con resultados nefastos - de muerte y destrucción-, que han llevado a cabo musulmanes defensores del radicalismo, el fundamentalismo, islamismo, integrismo... Sombras y pocas luces, pocas luces y muchas sombras se vienen sembrando en las últimas décadas -en territorio europeo- por los creyentes de Mahoma, que respetan su religión pero no la de los demás. Este fundamentalismo islámico ha llegado a cotas de terror, miedo e incertidumbre en las sociedades occidentales, y, sin duda, en su más alto grado: muertes masivas de seres humanos civiles e indefensos. Largo y tendido podemos escribir sobre el terror-sus consecuencias-, pero he aquà tres hechos fundamentales: el 11-S (atentados en las torres gemelas de Nueva York, 11-09-2001); 11-M (atentados en la estación de Atocha en Madrid, 11-3-2004), y 7-J (atentados en metro y autobús en Londres, 07-07-2005). Este es, concretamente, el terrorismo en el Viejo Continente.
Cuando pasaron los hechos luctuosos del 11-S, no sacamos las correspondientes lecturas del citado suceso: poner nuestras fronteras a buen recaudo, tamizando los posibles huecos-que los habÃa-, en nuestros puertos, aeropuertos, ferrocarriles y carreteras.
Y es que lo ocurrido en el 11-S (EE.UU.), muy a nuestro pesar, se gesto y se seguirá gestando en naciones-territorios- europeos. En las ciudades hay muchos Abdulah, Musafa, Yasser... dispuestos a morir, si asà se lo indican, en cuestión de pocos segundos y empleando técnicas “kamikaces�: basta con sujetarse a la cintura un pequeño número de pequeñas bombas, saltar por los aires, y asunto concluido.
Es curioso: vendrá un dÃa no muy lejano en que, si uno de nosotros nos sentimos amenazados por el terrorismo islámico, a indicaciones de un juez, tendremos que abandonar nuestros domicilios para siempre y marcharnos a ninguna parte. Un sinnúmero de atemorizados vecinos pondrán sus miedos-como denuncia- ante la autoridad anteriormente mencionada, y dicha autoridad para satisfacer esos miedos -incontrolados y contagiosos-, dictará la sentencia correspondiente para que el abandono del domicilio sea ejecutivo. Triste y mala sentencia de su señorÃa, pero asà será... si no llegamos a curarnos en salud, y erradicar de Europa-de una vez para siempre-, el terrorismo islámico.
Mas debemos entender que Europa, aparte de la amenaza totalitaria de raÃz religiosa islámica, ha estado enferma y sigue estando como consecuencia de amenazas surgidas dentro de organizaciones extremistas de izquierdas, y que parten como, a manera de sedimento, del ciclo de protestas acaecidas a finales de los años sesenta.
Debemos controlar a los imanes radicales mediante leyes-esfuerzos-administrativas y jurÃdicas, pues los primeros son directores de conciencia de aquellos musulmanes más débiles, para convertirlos en portadores del terror en Europa. Uno entiende que ha de existir el derecho al pensamiento y a la libertad religiosa, mas hay que combatir al terrorismo islámico con el imperio de la Ley, y siempre dentro del marco democrático con penas más severas. Nunca la pena de muerte, pero sà la cadena perpetua. Esta última existe hoy en dÃa en Francia.
La Coruña, 2 de junio de 2006
Fdo. Mariano Cabrero Barcena
Escritor(autorÃa propia)
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Re: Terrorismo en el Viejo Continente
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per x |
04 jun 2006
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pedrocruel2005 (at) yahoo.es és el segon article feixista que llegeixo d'aquest desgraciat, fora feixistes d'indymedia.
Q t'esperaves espanyolet de merda? Que després d'una guerra on vau matar a milers de persones injustificadament, el poble àrab no diria res? Encara sort q no us van volar més q Atocha. |
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