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Las 10 crisis olvidadas (Metges sense Fronteres)
30 mai 2006
10 CRISIS OLVIDADAS

MSF publica (revista de MSF de febrero) su informe anual sobre las 10 crisis humanas más olvidadas por los medios de comunicación.

1. República Democrática del Congo, un país devastado por la geurra y las enfermedades.
La violencia y la miseria extremas que cada día padecen millones de congoleños nunca llegan a ser noticia en el resto del mundo. La guerra terminó oficialmente en 2003, pero desde entonces no se ha producido mejora alguna en las condiciones de vida de la mayoría. Desde el pasado noviembre, nuevos combates entre el ejército y los rebeldes Mai-Mai han causado el desplazamiento de decenas de miles de personas en la provincia de Katanga. También en el último año, la región de Ituri ha sido de nuevo el escenario de graves enfrentamientos entre numerosas facciones que, en su lucha por el control de recursos naturales, matan a civiles y causan terroríficos actos de violencia sexual. Según datos de la ONU, la esperanza de vida apenas supera los 40 años, y hay tan sólo 7 médicos por cada 100.000 habitantes. En varias regiones, estudios recientes de MSF han detectado unas tasas altísimas de mortalidad infantil y de desnutrición severa. Por falta de acceso a la salud, un número aún mayor de personas muere de enfermedades como la malaria, el cólera o el SIDA.

2. La población chechena vive sumida en el miedo
Atrapada entre dos fuegos, la población chechena sigue siendo la principal víctima del conflicto de desgaste que enfrenta a las fuerzas rusas y los grupos armados chechenos. Recientemente, miles de personas fueron repatriadas de Ingusetia a Chechenia. Ahí se encontraron con el mismo panorama del que habían huido: miedo, violencia y un sentimiento cada vez mayor de aislamiento. Según la versión oficial, la situación se ha «normalizado». Una normalidad, sin embargo, en la que abundan las operaciones de «limpieza» contra supuestos rebeldes, las explosiones de minas, las desapariciones y la violencia cometida por las milicias. Las decenas de miles de desplazados que permanecen en Ingusetia viven en condiciones muy precarias, apiñados en edificios insalubres, que favorecen la aparición de enfermedades como la tuberculosis o la neumonía. MSF ha iniciado programas de asistencia en varias regiones, pero inmensas necesidades siguen sin cubrir. «Últimamente, lo más difícil es tratar este sentimiento de desesperación absoluta», explica una enfermera de MSF en Ingusetia, ella misma desplazada chechena.

3. La violencia se apodera de la capital de Haití
Muchos habitantes de Puerto Príncipe, la capital de Haití, viven cercados por la violencia que se ha apoderado de la ciudad desde que, en 2004, el presidente Jean-Bertrand Aristide fuera forzado al exilio. Ya no se cuentan los muertos y heridos de bala por los enfrentamientos entre grupos armados. En 2005, MSF ha tratado a más de 2.250 personas por heridas relacionadas con la violencia, incluyendo cerca de 1.500 heridos de bala. La mitad de los que fueron atendidos eran mujeres, niños o ancianos. En agosto, la organización reabrió el hospital Choscal y el centro de salud de Chapí, situados en Cité Soleil, el barrio más violento de la capital, donde 250.000 personas viven en la más extrema pobreza, sin atención sanitaria alguna. «En muchas partes de Puerto Príncipe, la gente lucha simplemente para sobrevivir», dice Ali Besnaci, responsable del programa de MSF en Haití. «Cada día, la gente nos cuenta que nunca antes habían conocido tal grado de violencia.»

4. La investigación sobre la SIDA se olvida de los más pobres
La situación general es conocida. Más de 40 millones de personas en el mundo están infectadas con el SIDA, i cada día 8.000 personas (entre ellas, 1.400 niños) mueren de enfermedades relacionadas con el virus. Sin embargo, mientras la pandemia del SIDA aparece regularmente en los medios, nunca se habla de la falta de una investigación adaptada a la población más afectada: los pobres del mundo en desarrollo. El diagnòstico en niños, por ejemplo, requiere una tecnología muy sofisticada. A falta de ella, muy pocos niños infectados —la inmensa mayoría de ellos viven en el mundo en desarrollo—, pueden empezar un tratamiento, y la mitad muere antes de cumplir los dos años. Pero, incluso si se detecta la enfermedad a tiempo, no existe una versión para niños de los tratamientos antirretrovirales. Para disminuir el número de víctimas, sería necesario, además, invertir en el desarrollo de pruebas de diagnòstico de la tuberculosis, la principal causa de muerte entre las personas infectadas por el SIDA.

5. La población civil, víctima de la violencia en el noreste de India
En los estados de Asam y Manipur, en el noreste de India, la población civil se ha visto gravemente afectada por repetidos brotes de violencia política, con tintes relñigiosos y éticos, y por la lucha entre el Gobierno indio y grupos militantes. En octubre de 3005, más de 90 personas fueron asesinadas durante la última ola de violencia. Los enfrentamientos empujaron a cerca de 40.000 personas a huir de sus casas. Sin alimentos, cobijo ni recursos, los desplazados a menudo no tienen otra opción que apiñarse en campos insalubres, que son pasto de las epidemias de sarampión y las diarreas. A consecuencia del abandono del Gobierno, del terror de los grupos armados y de la falta de recursos, el sistema de salud está en ruinas. Una situación dramática, que se refleja en la alta prevalencia de enfermedades como la malaria, y en el aumento de casos de SIDA y tuberculosis.

6. Se acabó oficialmente la guerra, pero la vida no mejora en el sur del Sudán
En enero de 2005, con la firma de un acuerdo de paz entre el Gobierno de Jartum y los rebeldes del sur, se ponía oficialmente fin a la más larga guerra civil de �frica. Pero la esperanza —y la atención mediática— duró poco. Un año después, las personas afectadas por el conflicto todavía no han observado ninguna mejora en sus condiciones de vida, y muchos seguirán dependiendo de la ayuda humanitaria. A falta de infraestructuras, la atención médica básica queda fuera del alcance de una mayoría, lo que favorece la aparición de enfermedades prevenibles, como el sarampión, o que se podrían tratar, como la malaria o la tuberculosis. Con 6 millones de personas dependiendo en gran parte de la ayuda externa, muchas familias pueden caer fácilmente en una crisis nutricional aguda. En 2005, la falta de lluvias, sumada al retorno de decenas de miles de refugiados, ha agravado la situación de inseguridad nutricional crónica que padece la región, y MSF ha tratado a miles de niños en estado de desnutrición severa.

7. Miseria y conflicto sin fin en Somalia
Desde 1991, Somalia carece de un gobierno central efectivo. Los 14 años de conflicto han provocado el derrumbe del sistema público de salud. En la mayor parte del país, las clínicas y los hospitales han sido saqueados. Según la ONU, hay 4 médicos por cada 100.000 personas. A veces, la gente viaja hasta 700 kilómetros para llegar a un centro de salud. La situación es dramática: desnutrición, pobreza extrema y sequías son algunas de las desgracias que afrontan los somalíes. A raíz de la grave falta de lluvias en 2005 —una de las peores de los últimos 12 años—, cerca de dos millones de personas podrían verse afectadas por la hambruna en los próximos meses. A pesar de estas tremendas necesidades, pocas organizaciones se atreven a trabajar en Somalia a causa de la violencia. MSF está presenta desde 1986, ofreciendo atención médica en las zonas más afectadas en el centro y sur del país. Pero esta asistencia se queda corta frente a las abrumadoras necesidades.

8. Los colombianos viven presos de la violencia y el miedo
Para los colombianos afectados por el conflicto civil que azota su país desde hace más de 40 años, el año 2005 no ha aportado cambios significativos. Hoy, la violencia sigue siendo la principal causa de muerte en Colombia. Hace décadas que el Ejército, los grupos paramilitares y las guerrillas, que se enfrentan con el telón de fondo del tráfico de drogas y el reparto de los recursos naturales, aterrorizan y amenazan a la población civil. Más de 3 millones de personas han tenido que huir de sus casas, lo que sitúa a Colombia como el tercer país con mayor número de desplazados internos, por detrás de Sudán y la República Democrática del Congo. Sólo en la primera mitad de 2005, hasta 62.000 personas fueron desplazadas, un 10 por 100 más que el año anterior. A pesar de que, en teoría, los desplazados podrían beneficiarse de la asistencia médica del Gobierno, muchos no se registran por miedo o por falta de información.

9. La inseguridad agrava una situación ya crítica en Uganda
Desde hace cerca de 20 años, la población del norte de Uganda vive en medio de un conflicto brutal, aguantando los ataques del Ejército de Resistencia del Señor y los desplazamientos forzados por parte del Gobierno. Hoy, más de 1'6 millones de personas —cerca del 80 por 100 de la población de la zona— se encuentra en campos, donde la asistencia es casi nula, y la falta de alimentos y agua, crónica. Mientras las muertes relacionadas con la violencia siguen aumentando, muchas personas perecen de enfermedades prevenibles como la malaria, infecciones respiratorias o diarreas. A todo esto se suma la pobreza y la alta prevalencia de enfermedades como el SIDA. A finales de 2005, se produjo una serie de ataques contra población civil y trabajadores humanitarios. MSF llamó entonces a las partes a respetar la seguridad de los civiles y la libertat de movimiento de los trabajadores humanitarios. Si la inseguridad persiste, la asistencia a los desplazados —ya muy insuficiente— podría reducirse aún más.

10. Se agudiza la crisis en Costa de Marfil
La guerra que empezó en 2002 ha causado miles de muertos entre la población civil y ha forzado a cientos de miles de personas a abandonar sus casas. Muchas familias han perdido su ganado, y el sistema de salud está gravemente dañado, dejando a los más vulnerables sin acceso a la atención médica básica. En noviembre de 2004 y febrero de 2005, se produjeron nuevos brotes de violencia, que causaron más heridos y desplazados. La reciente formación de un Gobierno de transición aporta una cierta esperanza, pero no ofrece ninguna solución inmediata para las decenas de miles de personas afectadas por enfermedades como la malaria o el sarampión. MSF desarrolla sus actividades médicas en ambos lados de la línea de frente que divide el norte y el sur del país. Como consecuencia de la separación de las familias y de la llegada de soldados, muchas mujeres se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad, expuestas a la violencia sexual, la prostitución i enfermedades de transmisión sexual.

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