El continuado descenso de las enfermedades
infectocontagiosas en los paÃses desarrollados y la erradicación de la
viruela incluso en los más pobres, proclamada oficialmente en 1979,
condujeron a unas expectativas optimistas acerca de la futura
trayectoria sanitaria. Se planificó la casi inmediata erradicación del
paludismo o malaria en el "tercer mundo" y se preveÃa, para comienzos
del presente milenio, la práctica desaparición de afecciones como la
tuberculosis en los paÃses con medicina más avanzada. Se llegó a un
auténtico triunfalismo, en el que caÃmos la mayorÃa de los
profesionales de la salud. Por desgracia, durante las tres últimas
décadas se ha producido un retroceso que ha defraudado casi por
completo dichas expectativas. En los Estados Unidos, por ejemplo, la
mortalidad infecciosa ha aumentado más del 60 por ciento desde 1980. El
paludismo o malaria, lejos de ser erradicado, afecta en la actualidad a
un cuarenta por ciento de la población mundial y la tuberculosis, a mil
setecientos millones de personas, es decir, la tercera parte. En las
zonas más ricas, a las enfermedades infectocontagiosas conocidas, que
han persistido o aumentado, se han añadido las llamadas "emergentes", a
pesar de lo cual las dominantes son las cardiocirculatorias, los
tumores malignos y los accidentes, como resultado de una compleja serie
de factores, entre los que destacan los relacionados con los alimentos
y con la contaminación.
El conjunto de la sociedad ha tomado conciencia
de este retroceso, aunque carece de una información adecuada debido a
la ausencia de información para la salud, que la priva de criterios
frente a manipulaciones en torno al sida, el "cambio climático", el
tabaco, la "comida rápida", etc.
La manipulación de los informes de la Organización Mundial de la Salud
La Organización Mundial de la Salud (OMS),
fundada en 1946, desarrolló al principio una labor admirable, pero la
burocracia y la corrupción económica han acabado degradándola.
Los extremos a los que puede llegar la
manipulación de los informes de la OMS se reflejan en los que difundió
en el año 1995 en torno a la fiebre hemorrágica por el virus Ébola,
formando parte de la publicidad de la pelÃcula Estallido, dirigida
por Wolfgang Petersen y protagonizada por Dustin Hoffmann. Dicho virus
es uno de los microbios patógenos recientemente descubiertos. De la
afección que produce se describieron brotes epidémicos en el Sudán
meridional y el Congo durante los años 1976 y 1979 que no llegaron a
mil casos, aunque de elevada letalidad. Tras una década sin nuevos
casos humanos, a finales de 1989 se presentó en un centenar de monos de
la especie Macaca cynomulgus, enviados desde Filipinas a un
laboratorio de Virginia, sesenta de los cuales murieron. La pelÃcula
trata de una enfermedad imaginaria, causada por "el virus más mortÃfero
que se conoce", mortal en todos los casos y caracterizada con barato
tremendismo por el "estallido" de pústulas, visceras, etc. Su foco
originario se sitúa en �frica y, aparte de aludir a una epidemia
anterior en Afganistán, oculta por motivos polÃticos, se ocupa de su
extensión a una comarca de los Estados Unidos. Durante el lanzamiento
publicitario la afección del virus Ébola, confundida expresamente con
esta enfermedad imaginaria, pasó a primer plano en los medios de
comunicación, entre ellos, diarios prestigiosos y canales públicos de
televisión. Durante algún tiempo, se llegó a decir que era, junto al
sida, el principal problema sanitario actual. A mediados de 1999,
varios periódicos informaron con grandes titulares de la llegada a
Alemania de dos moribundos procedentes del Ã?frica ecuatorial, donde se
habÃan contagiado del "virus más mortÃfero que se conoce". Al dÃa
siguiente se vieron obligados a rectificar: no se trataba de la
truculenta enfermedad imaginada en la pelÃcula, sino de dos casos de
fiebre amarilla.
Los informes de la OMS asocian
injustificadamente el retroceso sanitario al sida, problema casi
siempre desmesurado por los medios de comunicación y manipulado desde
diferentes ideologÃas e intereses económicos, que lo utilizan como
recurso desorientador. A pesar de su innegable gravedad, sus cifras de
mortalidad y morbilidad no son en absoluto equiparables a las de las
grandes enfermedades sociales. En España ha habido más de cincuenta y
cinco mil casos declarados desde 1981, con una tasa de letalidad
superior al 50 por ciento. Las cerca de treinta mil muertes que ha
causado quedan muy lejos de las cien mil producidas durante el mismo
perÃodo por los accidentes de tráfico y, sobre
todo, del millón y medio debidas a tumores y de
los casi cuatro millones por enfermedades cardiovasculares. Los medios
de comunicación apenas se ocupan de los accidentes laborales, cuyas
tasas españolas son superiores a las del resto de paÃses de la Unión
Europea: durante el último decenio ha habido cada año más de medio
millón leves, más de diez mil graves y casi mil mortales. Por el
contrario, dedican diariamente amplios espacios a la "violencia de
género", pintoresca expresión feminista que impide difundir, entre
otros hechos, el abandono asistencial de los enfermos mentales. Además,
el número anual de casos de sida viene descendiendo desde 1995. Por
ejemplo, en los dos últimos años, los de la Comunidad Valenciana se han
reducido a la mitad: 181 casos en 2002 y sólo 90 en 2004.
En Ã?frica, gran foco del sida, habÃa, al
terminar el siglo, 22 millones de casos, cifra elevada pero que hay que
comparar con los 171 millones de enfermos de tuberculosis y con los más
de 300 de paludismo o malaria. Esta última afección es prácticamente
ignorada por los medios de comunicación y merece una atención muy
limitada en la mayorÃa de los libros y revistas médicas, mientras que
el sida aparece casi diariamente en los primeros y con gran amplitud y
frecuencia en las publicaciones clÃnicas y sanitarias. TodavÃa mayor es
el abismo existente en el terreno económico, donde el sida acumula
gigantescas inversiones públicas, de fundaciones y de iniciativas
"humanitarias". No necesitan comentarios informes como el emitido por
el Banco Mundial en septiembre de 1999:
"El 20 por ciento del incremento de la renta
por habitante del Ã?frica subsahariana se evapora por efecto del sida...
El sida es hoy la mayor amenaza del desarrollo de Ã?frica".
Junto a la desorientación socioeconómica, otra
de las finalidades de la utilización de este grave problema es
convertirlo en freno moralizador del "desenfreno sexual".
Los informes recientes de la OMS son
especialmente ridÃculos. Por ejemplo, afirmar que la peor epidemia
actual es la de la "neumonÃa atÃpica asiática". Hasta las personas
menos avisadas se han reÃdo de que se pretenda difundir una terrible
alarma en torno a una enfermedad con 200 casos en China, paÃs con casi
1.300 millones de habitantes (una milésima por ciento de la población).
Debido a este fracaso, la OMS ha pasado a intentar asustar con otra
manipulación: la "gripe de los pollos" de Tailandia, Vietnam e
Indonesia. |