Imprès des de Indymedia Barcelona : http://barcelona.indymedia.org/
Independent Media Center

Warning: error_log(/srv/www/indymedia.org/barcelona/site.tree/private/log/dadaphp.log): failed to open stream: S’ha denegat el permís in /srv/www/indymedia.org/barcelona/site.tree/public/imc_classes/imc_FunctionLibrary.inc on line 494

Warning: error_log(/srv/www/indymedia.org/barcelona/site.tree/private/log/dadaphp.log): failed to open stream: S’ha denegat el permís in /srv/www/indymedia.org/barcelona/site.tree/public/imc_classes/imc_FunctionLibrary.inc on line 494
Notícies :: criminalització i repressió
Gilbert Ghislain sale del FIES después de 15 años
03 abr 2006
Me encuentro en un módulo de "vida ordinaria", después de haber pasado más de quince años en aislamiento ( pasé más años, pero me refiero a 15 años consecutivos). Aupa compañeros:
He salido del aislamiento, pero sigo en primer grado. La dirección del CP de Huelva me propuso para una progresión a segundo grado, pero la directora de Instituciones Penitenciarias ha considerado que: "de la conducta global del interno no se desprende una evolución suficientemente favorable que permita inferir su capacidad para una normal convivencia. No obstante, existen condiciones que permiten la aplicación de los aspectos propios del segundo grado con el fin de facilitar la ejecución de un programa específico. Por la junta de tratamiento se aprobará un programa para que el interno se vaya adaptando al régimen ordinario que deberá remitirse a esta dirección general".

Estas restricciones parecen esconder cierta preocupación o curiosidad por saber si un hombre que ha pasado los últimos 15 años de su vida sometido al régimen carcelario más destructivo de Europa, es capaz de convivir con otros seres...

A pesar de negar la existencia de los módulos FIES, las instituciones saben lo que significa y lo que conlleva lo que ellas mismas han creado.

He pasado 22 años de mi vida sometido a los regímenes mas represivos de Francia y España, por lo que si la capacidad de adaptación tiene una relación con el resistir, el aguantar etc, creo que mi vida, es en si misma, un ejemplo de adaptación. Sin embargo, si la adaptación es sinónimo de resignación y asimilación de los aspectos más destructivos e inhumanos de la cárcel, mi capacidad de adaptación es nula. Simplemente no forma parte de mi naturaleza. Ni en la más oscura de las mazmorras, (no estoy empleando una figura literaria, porque en alguna época de mi vida también hubo mazmorras) tuve nunca la sensación de ser un preso, sino de estar preso. Son dos conceptos muy diferentes y a tener en cuenta cuando se habla de adaptación.

Os cuento un poco mis primeras impresiones. Salí el lunes. Mi salida fue un pequeño acontecimiento. Los carceleros que me acompañaban al módulo 6, mi nuevo habitat, tenían la sensación de acompañarme hacía la libertad. Es la impresión que me dieron. En realidad solo me trasladaban al módulo de al lado. Son sensaciones comprensibles. Llevo seis años en el módulo FIES de Huelva, en cierto modo hemos convivido juntos y lo humano detrás del uniforme y de la función, no puede ignorar la tortura que subyace tras semejante régimen.

Llegué al módulo, deje mis cosas y salí al patio. Mi régimen de vida es el siguiente: por la mañana bajo al patio con los demás, y como en el comedor y por la tarde se me priva del derecho de salir al patio y ceno en la celda.

Sobre el papel me encuentro en primer grado art. 100.2. En el régimen de vida que me encontraba antes, hubiera tenido que beneficiarme de cuatro horas de patio al día y dos de actividades. Como las actividades en los módulos FIES suelen ser un mito, esas dos horas de actividades inexistentes fueron reemplazadas por dos horas de patio que he perdido al llegar a un módulo de vida ordinaria. Oséa, que he ganado en compañía y he perdido en horas de patio, sin que todavía se me haya dado alguna actividad a realizar. Son las incongruencias del sistema penitenciario.

Supongo que la junta de tratamiento elaborará un programa más acorde con la ley penitenciaria y con las posibilidades del centro. Digo esto, porque si no dudo de un cierto talante progresista de la Sra Gallizo, no estoy seguro que sea consciente de la diferencia existente entre la realidad burocrática que gestiona y la realidad física que los presos padecemos.

La mayoría de los presos malvive en los patios sin prácticamente ninguna actividad. Todo el mundo sabe que la cárcel no rehabilita a nadie, pero es que además, fuera de los libros de leyes, no existen estructuras ni medios para facilitar dicha rehabilitación, por lo que la elaboración de un programa específico solo puede acarrear más restricciones, que es lo que ha pasado. Muy pocas cosas me impactaron del cambio. Es lo de siempre, mucha miseria y hombres conscientes de que la vida los ha apartado.

El subir las escaleras me impacto (hacía mucho tiempo que no las subía). El mirarme en un espejo me impactó, (en los módulos FIES los espejos son de plástico) he envejecido sin darme cuenta. El cielo me impacto (sin rejas para mirarlo es mas bonito, hay más claridad y más luz).

Lo que más me sorprendió es que algunos pensamientos obsesivos y neuróticos desaparecieron enseguida. Pensaba que me costaría más deshacerme de ellos.

Las distorsiones del pensamiento no merman la capacidad de análisis, pero se convierten en una tortura psicológica que pueden corroer la resistencia. Llevaba más de dos años despertándome de 5 a 10 veces cada noche con pesadillas producidas por factores externos al aislamiento, sin embargo desaparecieron al llegar al régimen ordinario. Esto significa que el aislamiento sobredimensiona las pequeñas tragedias de la existencia hasta convertirlas en una tortura. Entonces se termina por experimentar solo dos cosas: el dolor y en escasos momentos el no-dolor. Tengo dificultad para percibir mi propio dolor, porque hace tanto tiempo que lo padezco y que no experimento lo contrario que ya no tengo parámetros para estar, realmente, consciente del mismo, pero aquí lo veo a mi alrededor y hay que vivir con él.

Para mi es lo más difícil: convivir con el dolor ajeno. Y dolor os aseguro que aquí lo hay.

He detectado incluso a algunos retrasados mentales, no me refiero a esos chicos que la cárcel y la droga han destruido psicológicamente, sino a chavales con problemas congénitos. Cuando tenía 18 años, para escapar a la justicia simulé locura y se me internó en un manicomio. Hoy, 25 años después, sentado en el comedor, observo los mismos rostros que entonces.

He dejado de teclear un momento porque cuatro funcionarios se han presentado en mi celda para un cacheo rutinario. Todo muy correcto y dialogante. No deja de sorprenderme que perciban mi nueva situación como un privilegio con respecto a la anterior, y que no perciban tan fácilmente, la arbitrariedad de los últimos 15 años. Claro que para poder trabajar en una prisión y convivir con presos, hay que dejar de lado el sentimiento de empatía.

Estas son mis impresiones, un poco largas para finalmente decir lo que todo el mundo debería saber: la prisión, sea cual sea el régimen es siempre una mierda. Esto dicho como estoy en observación y que no tengo ganas de volver al aislamiento, en vez de despedirme con un "abajo los muros de las prisiones".
Me despido con una sonrisa...

Fuerza y determinación.
Gilbert

This work is in the public domain
Sindicato Sindicat