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del asco al mejor de los mundos y sus entresijos
14 mar 2006
“Vivir en monotonía las horas mohosas, de lo adocenado, de los resignados, de los acomodados, de las conveniencias, no es vivir la vida, es solamente vegetar y transportar en forma ambulante una masa de carne y huesos. A la vida es necesario brindarle la elevación exquisita de la rebelión del brazo y de la mente�
SEVERINO DI GIOVANNI
Derrotado el viejo movimiento obrero en su proyecto histórico(1) y relegado el cadáver a la esfera de lo privado, propia de una sociedad de masas fuertemente individualizada y consumista, las relaciones sociales capitalistas vendrían a entremezclarse cada vez más con la vida cotidiana. Proceso muy acentuado en el periplo de los años 80 y 90 (la reacción neoliberal de Thatcher y Reagan) y acompañado, claro está, del avance afilado de los instrumentos de dominación tecnológica (la industria militar, la manipulación genética, la comunicación desenfrenada etc.); a lo que sin duda hemos de vincular el hecho de que la maquinaria tecnocientífica aparezca empeñada hoy -como dice Ramón Germinal; Encontrarnos con el agua- “en sustituir a la naturaleza y a las hembras en la privilegiada tarea de crear vida�.

La vida, en los labios del poder, no es hoy más que un espectro; ese espejismo o ese fulano -que nos sujeta y nos esclaviza a todxs- encargado de levantar horizontes de sentido, basculando eterna y estúpidamente de derecha a izquierda, dentro de un desierto circular y asfixiante: la realidad.

Hoy la vida no es el “abismo creador de las diferencias� (el fuego de Heráclito) o la “potencia creadora� de Plotino. En el mejor de los casos, el de un pensamiento que se hunde y se articula en la sed, el zumbido o el asco de, por ejemplo, la poesía de Rimbaud, Jorge Boccanera o Alejandra Pizarnik... por no abordar ahora la tesis que enchegó la revuelta aquella del mayo del 68 francés (“para hacer la revolución hay que empezar por transformar la vida cotidiana�), la vida, en toda su indefinición conceptual, es el centro alrededor del cual gravitan los análisis (filosóficos, políticos o económicos da igual) que permiten “meter -como pedía Nietzsche- la propia sangre en la ideas�.


DEL ASCO AL MEJOR DE LOS MUNDOS Y SUS ENTRESIJOS

"Un atardecer senté a la belleza sobre mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la insulté".
ARTHUR RIMBAUD

“despolitizar; ese el más antiguo de los trabajos de la política; el que llega a culminación al borde del fin, a la perfección cuando llega al borde del abismo�
JACQUES RANCIÈRE; El desacuerdo, Filosofía y política

Desde la Modernidad, la tensión entre vida y política ha sido el eje de los discursos. Puede decirse, incluso, que ha sido el fermento, en especial del discurso o del cuento humanitarista; aquel que moviliza las “buenas voluntades� devolviéndoles la buena conciencia y, a la vez, culpabilizando a las propias víctimas y a los Estados más pobres... De echo es el discurso más extendido: el del poder en sus diferentes caras. Ya sea ésta la más dura, el correlato a la reacción neoliberal de los años 80 (el espectáculo televisado de la guerra del Golfo o, más tarde, la guerra de Irak), o la más blanda de las miles de ONG´s -vamos a decir bienintencionadas- que hoy velan por preservar la vida allí donde se vea amenazada; herramientas parlanchinas la una y la otra del consenso y Despolitizadoras. Capaces de igualar, mediando el prisma desencantado y cool de la hegemonía postmoderna, desastres naturales y guerras. Con la pistola, claro está, de los Derechos Humanos y de la democracia bien cargada y en la boca.

La ayuda solidaria se anuncia salvación del otro; el problema es que contempla a la víctima como vida natural (zoé), es decir, “el simple echo de vivir común a todos los vivientes�: animales, hombres/mujeres, plantas, dioses... La víctima, brutalmente desarraigada de su contexto, deviene entonces pura existencia biológica (nuda vita): anónima, intercambiable y, como es norma, homogeneizada. Se trata de salvar la vida, en general, como si fuese algo que aflora en el aire o palpita en todo lo que nos rodea: mistificándola; sin preguntarse si quiera, en caso de conflictos armados, qué causas generan tanta violencia. Así la victima responde a la imagen -es un reflejo más- de la homogeneización que el Estado Mundial realiza.

Espectacularizar la solidaridad y la vida entera en el trazo estético que va de lo propio a lo ajeno (o de lo privado a lo publico) es a lo que contribuye tanta gente que acude convencida a actos como el Live 8(2): es el “devenir imagen� del capital. Lo hemos visto también en las movilizaciones contra la guerra o el 11M.

Algo más a la derecha, al margen de la carretera que conduce al corredor de la muerte de la prisión de Livingston (Tejas), el discurso humanitarista escribe: “el aborto detiene un corazón vivo�(3); el cinismo es sin duda uno de los afectos -por decirlo al modo de Spinoza- que el dispositivo de producción de orden despliega con menor sigilo.

Control y autocontrol

A la crítica ciudadanista de la universalización de la producción y de los mercados financieros desregulados (globalización), debemos anteponerle la óptica de la
incorporación de todos los ámbitos de la vida al proceso de valorización del capital. Decir que las políticas intervencionistas que articulan las diferentes agencias del Estado universal homogéneo (Fukuyama) encauzan al mundo -y muy especialmente a ese “tercero�- hacia un mismo objetivo: ser tierra abonada y pasto de y para las trasnacionales, es cierto, pero muy escaso a la hora de diagnosticar, en la era de la globalización armada en la que acabamos de entrar, el alcance que dichas políticas “intervencionistas� puedan llegar a tener, y de echo tienen, en la dominación generalizada de nuestras vidas.

La verborrea de la participación y la tolerancia cívicas (por ejemplo) no hace sino disfrazar la barbarie de una movilización en la que la totalidad de las capacidades y pasiones humanas actúan supeditadas a la cadena del mercado: es así como la vida se ha convertido hoy en el autentico modo de sujeción y dominio. La movilización total que Ernst Jünger(4)anunciara ya hace años (Sobre el dolor seguido de la movilización total y fuego y movimiento: 1934), posee carácter de militarización de la sociedad, y actúa a través de la creación de estados de ansiedad, miedo e insatisfacción innatas sin otra bofe(5)que el consumo. Sin embargo el remedio capitalista no consuma su función y actúa frente al horror como caja de resonancia primero y, más tarde o a la vez, como lazarillo, quedando así el “hombre anónimo� de la democracia atrapado en la cadena de producción de un sistema que parece funcionar por sí solo: sin una mano exterior que lo impulse más que la propia vida. Y es que es simplemente viviendo, tejiendo toda una orbe de relaciones (afectivas, lingüísticas, creativas, de cooperación social etc.) que producimos y reproducimos una realidad que se ha entremezclado por completo con el espectáculo.

Efectivamente hoy somos al mismo tiempo espectadorxs y protagonistas(6): sujetos sujetados a la movilización general que tiene por nombre participación y que no es otra cosa que nuestra autoimplicación... La rueda del dominio nunca se había movido desde tan adentro.

Desde el signo del poder o el “contrapoder� la mayoría permite que su vida, entendida ésta como “forma o manera de vivir propia de un individuo o de un grupo� (Agamben), esté, como siempre lo ha estado -exceptuando desgarros en la historia; Kronstadt, Barcelona en el 37, mayo del 68, el otoño caliente italiano, Vitoria etc.- en manos de los amos: del Estado-Uno, en fin. La sociedad metropolitana del control, como no puede ser de otro modo, alberga el malestar y el vacío en el centro y los despliega y normaliza generalizándolos. Decreta la muerte-asesinato de lo que cada unx de nosotrxs quiere vivir (disponer y decidir sobre las propias condiciones de existencia) y “la mayoría�, la sociedad civil de la que formamos parte -con la amenaza explícita de ser excluidxs o tachadxs de terroristas-, se excusa en lo cotidiano para no tener que hacerlo hasta el final: no lo soportarían. Trazan y recorren una vida despotenciada, una vida convertida en proyecto, en permanente inversión de capital sobre unx mismx, para afrontar así el encerado y remodelado constante que el mercado exige, y tejida del material de la renuncia (o el insomnio): el oportunismo, el cinismo, el miedo...

Las élites, con tal de mantener un espectáculo derramado a todos los ámbitos de la vida o el orden social, no hacen sino amordazarnos a la brutal necesidad de mercado.

Decía Hannah Arendt: “la dominación no se ejerce sólo desde el exterior, sino también desde el interior�. Y, efectivamente, la subordinación a la cadena del mercado viene dada en dos movimientos que se entretejen en su perpetuo ir y venir: (A) desde el exterior, o heteronimia, y (B) desde el interior, o autonomía.

La sociedad metropolitana del control (o del autocontrol), cuya característica y novedad primeras es la ausencia de toda centralidad -y también de aquella que en la fábrica ejerciera el trabajo(7)-, el capital, productor
de todo tipo de mercancías y de servicios, ante la precariedad y la miseria generalizadas hoy vende seguridad. Y lo hace de un modo cuando menos paradójico: obligándonos al cumplimiento de un código normativo implacable: de “tolerancia cero� o “firmeza diez� que dijera Fernández Díaz(8). El paro es un ejemplo: deviene una herramienta eficaz para el consenso, alimentando los miedos que provoca la propia amenaza del paro (el miedo al vacío que acecha) y reconduciéndolos hacia una adaptabilidad a la red productiva, a la lógica del trabajo en este caso. Dicha adecuación -y ahí es donde irrumpe con más fuerza la paradoja- viene acompañada del ejercicio de la autonomía por parte del individuo, que se siente libre, tiene un proyecto y se busca a sí mismx dentro de una geografía específica de los recursos, de las posibilidades y de las aspiraciones que el poder preserva (heteronomía), es decir, a través de un conjunto de saberes, poderes, estrategias, prácticas e instituciones (cárcel y Estado penal sobre todo) que dirigen y gestionan, con criterios puramente empresariales, nuestras vidas: a través del control social. Y control social es también -no conviene olvidarlo- el “proceso histórico de construcción de la relación entre poder y desviación: poder de definir la norma y de etiquetar a quienes de ella se desvían, poder de inducir conformidad y de reprimir la disconformidad, poder de trazar la diferencia entre lo normal y lo patológico, poder de corregir castigando y de castigar corrigiendo� (Alessandro De Giorgi; Tolerancia cero).

Miedo, consenso y lógica de guerra (o cuando la política se convierte en policía)

Abandonar el miedo tatuado en nuestros cuerpos no es fácil. Y menos fácil es olvidar el mazo que golpea (Estado penal); la onda desplegada y, gracias a la estadística, el cálculo de probabilidades y la terrible lógica de los seguros, dilatada y dirigida a aplastar los diferentes modos de insumisión -y la contestación más radical la ejecuta la poesía iniciada en el amar y el pensar contra el poder; o mejor dicho, y siguiendo la idea de Foucault de que el poder no existe, frente a las “relaciones de poder�- que realmente lograsen enunciarse frente a ésta; frente a una obviedad pegajosa e hipócrita que día a día nos arrastra: la realidad. O lo que es lo mismo, frente a un proceso creciente de desertización (“actuarial�) en el que ya casi no se puede respirar otra cosa que no sean unos y ceros y tantos por ciento, polvo..., un paisaje desolado y ruinas.

Derruidas las Torres Gemelas, el ejercicio de la política como esfuerzo por preservar la seguridad ciudadana y global se entiende -invirtiendo la sentencia de von Clausewith- como continuación de la guerra por otros medios; una guerra civil abierta contra todo comportamiento considerado, en el Código Penal que esta misma lógica reforma y endurece, como desordenado: contra todo individuo o grupo social entero que ose o se vea obligado a “perturbar� (ahora o en un futuro hipotético) el orden socialmente impuesto.

Desde luego hoy el consenso está sujeto, no al principio de negociación propio de las democracias liberales -es un decir-, sino a ese orden socialmente impuesto y promovido por el propio miedo a la exclusión y a sus efectos devastadores.

Las amenazas lanzadas por Bush y propagadas a través de los media tras el 11S, resuenan una y otra vez -y cada vez con más fuerza- en nuestras cabezas; obligándonos a habitar en la cuerda floja de la precarización, de la degradación generalizada de las condiciones de vida, que se extiende entre estos dos abismos: “o estáis con nosotros, o estáis con los terroristas (...) o estáis conmigo o estáis contra mí�(9). La posición que ostentamos en el código binario de la inclusión/exclusión dependerá entonces de aquella capacidad de conexión -o disposición a veces- que logremos mantener a través de nuestra actividad como empleadxs del Todo: de la adaptación de nuestros proyectos (cotidianeidad) al proyecto más general del Estado.

NOTAS:

1. Derrota anclada en “la España de la transición�; en la que la convergencia entre reformismo capitalista (UCD, Alianza Popular y PSOE) y reformismo obrero (PCE, PSUC, CC.OO, UGT etc.) liquidaría, gracias a la baza jugada en los Pactos de Moncloa (1977), los movimientos de clase adscritos a las “luchas autónomas� y la asunción del proletariado como proletariado, es decir, como clase trabajadora.

2. Megaconcierto organizado por Bob Geldof con la idea, según relata la BBC (3–7-2005), de “enviarle un mensaje a los delegados del G8, los ocho países más industrializados del mundo, para eliminar la pobreza y la hambruna en �frica (...) Se estima que miles de millones de personas en el mundo lo siguieron por televisión�.

3. “Un mexicano en el corredor de la muerte�. [El País: 2-8-2005].

4. “El único hombre de cultura superior que dio al nazismo una apariencia de filosofía�. [Albert Camus; El hombre rebelde].

5. a) Pulmón de las reses muertas destinado al consumo humano o animal. b) Trabajar en exceso. c) Ser pesadx e inoportunx.

6. “Estamos ante la reinvención de una máquina en la que los hombres son las partes constituyentes, en lugar de ser los obreros y los usuarios sujetos a ella. Si las máquinas motrices han constituido la segunda edad de la máquina técnica, las máquinas de la cibernética y de la informática forman una tercera edad que recompone un régimen de esclavitud generalizada: ‘sistemas hombres-máquinas’, reversibles y recurrentes, sustituyen a las antiguas relaciones de sujeción no reversibles y no recurrentes entre los dos elementos; la relación del hombre y de la máquina se hace en términos de mutua comunicación interna, y ya no de uso o de acción (...) Cuando el capital constante crece proporcionalmente cada vez más, en la automatización, aparece una nueva esclavitud, al mismo tiempo que
el régimen de trabajo cambia, que la plusvalía deviene maquínica y que el marco se extiende a toda la sociedad (...) Recientemente se ha subrayado hasta qué punto el ejercicio moderno del poder no se reducía a la alternativa clásica ‘represión o ideología’, sino que implicaba procesos de normalización, de modulación, de modelación, de información, que se basan en el lenguaje, la percepción, el deseo, el movimiento, etc., y que pasan por microagenciamientos. Este conjunto implica a la vez sujeción y esclavitud, llevadas a los extremos como dos partes simultáneas que no cesan de reforzarse y alimentarse la una de la otra�. [Gilles Deleuze y Félix Guattari; Mil Mesetas].

7. “Aceptemos entonces, que el eje alrededor del cual gira la sociedad postmoderna ya no es, tal y como fue en la modernidad, la producción, sino que ahora es la comunicación (en su sentido restringido de trasvase de información) y la rapidez con la que ésta pueda darse. El tránsito de un tipo de sociedad a otro se da cuando deja de ser posible hablar de la historia como algo unitario, cuando los acontecimientos dejan de ser ordenados entorno a un centro determinado. Se rompe entonces en pedazos el relato que organizaba el espacio teniendo como única referencia a Occidente (o incluso, a un Occidente concreto si se prefiere), y el tiempo basándose en una concepción lineal de la historia unitaria... la
totalidad da paso a la fragmentación, a la disolución de los centros� [Taller de Investigaciones Subversivas UHP; Apuntes sobre la necesidad y el deseo de pegarle fuego a la postmodernidad (o como quiera que se llame este mundo de mierda en el que vivo)].

8. «El líder del PP en el Ayuntamiento de Barcelona, Alberto Fernández, exigió por su parte “firmeza, claridad y rigor� en la nueva normativa y ofreció al alcalde la “fórmula Fernández�, que
consiste en pasar de la autoridad cero a firmeza diez, Guardia Urbana suficiente en los barrios, lucha contra el incivismo y la inseguridad, y más servicios sociales y municipales de mantenimiento y de limpieza» [ABC: 20-10-2005].

9. El Mundo: 27-12-2001.


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