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Opio Oscar
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per Fernando Buen Abad DomÃnguez |
28 feb 2006
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Fetichismo de la MercancÃa FÃlmica |
Opio Oscar
Fetichismo de la mercancÃa fÃlmica.
Fernando Buen Abad DomÃnguez
Fundación Federico Engels
Instituto de Investigaciones sobre la Imagen
“La entrega de los Oscar es un ‘show’ vacÃo y una farsa, orientada solamente a fortalecer el cine de los Estados Unidosâ€? … “Yo soy miembro de la Academia de Cine de los Estados Unidos, pero nunca participo en las elecciones, solamente les recomiendo a los demás miembros que no otorguen ningún premio â€? Carlos Saura
Esta pelÃcula ya la vimos. Premiadores que se premian a sà mismos; aplausos, anuncios, más premios, más aplausos, más anuncios… una que otra lágrima nostálgica, una que otra mueca “progreâ€?, sutil, para targets “crÃticosâ€?; un poquito de audacia pero sin “epater le burgeoisâ€?, y un final feliz que siempre anuncia premios nuevos para quien se porte bien con las reglas del star system. Éxito de taquilla no es lo mismo que pelÃcula “buenaâ€?. Todo eso salpicado con humor previsible y superfluo (ligth) en dosis controladas para que no se desfiguren los lifthing, para que no se vean las arrugas. PelÃcula de payasos adinerados para que ciertas “audienciasâ€? se narcoticen con los fetiches de la mercancÃa fÃlmica. Más de lo mismo.
Eso que se premia con “estatuillasâ€? no es ni con mucho todo lo que se produce cinematográficamente en USA, es cuando mucho, una parte, la parte del poder financiero, que puede gastar dinero para autopremiarse, autoproclamarse, autoreverenciarse. Debajo, en las periferias, muy al margen del circo farandulero hollywoodense hay un mundo de trabajadores de la imagen fÃlmica , televisiva, audiovisual… no complacidos ni complacientes, que buscan y rebuscan espacios para decir lo que hay que decir, a estas horas, desde los entresijos de la barbarie. Hora de decirle algo a una sociedad saqueada y alienada que paga con su trabajo la festichola criminal de la “Casa Blancaâ€? en Irak, en Afganistán, en el mundo entero… sociedad cada vez más agobiada por el desempleo, la inflación, la carencia de atención médica, la educación devastada, el endeudamiento bestial y el desprestigio mundial… sociedad narcotizada por las mafias mass media. Nadie invierte millones de dólares en pelÃculas, ingenuamente.
El Oscar no es, ni en el reino de los sueños fÃlmicos, representante del cine norteamericano. Es representante de un sector monopólico compuesto por estudios, aseguradoras, marcas, mesas de inversiones, oficinas de representación… muchas con nombres diversos pero dueños únicos… monstruo de mil cabezas. Entre ese mundo de farándula grotesca y la realidad de los trabajadores del cine, entre ese mundo de payasos ególatras y el pueblo yanqui, hay un abismo y hay una lucha. De clases. Hay una guerra concreta y una guerra de sÃmbolos donde los poderosos usan táctica y estratégicamente, los medios de comunicación a su servicio como armas de guerra ideológica, de guerra simbólica, capaz de manipular, tergiversar, degenerar… lo valores y sentimientos colectivos mas profundos. Son capaces de idear un sistema permanente de golpes bajos y no se escatiman temas, imágenes, ideas… cualquier cosa que sirva para eslavizar a una sociedad, saquearle la riqueza del trabajo, la materia prima y convencerla de que no proteste, de que guarde silencio feliz… convencerla de que ese robo es lo correcto… ¡cualquier cosa!, lo que sea, con actores, escritores, directores… dibujos animados, canciones, payasadas, cursilerÃas… ¡cualquier cosa! (literalmente) porque es un gran negocio y de pocos. Ser “buenâ€? actor o actriz no implica ser inocente. El “públicoâ€? sólo está para cumplir con su destino manifiesto: pagar, aplaudir y fanatizarse. Sobre todo pagar.
Por si fuese poco el arsenal fetichista con que se “armaâ€? una pelÃcula, promedio, en la industria hollywoodense, actores fetiche, objetos fetiche, exhibiciones fetiche… la fiesta anual de premiación con “estatuillasâ€? doradas se ha convertido ella misma en fetiche de fetiches. Y se vende “bienâ€? es decir mucho y caro. Es una especie de rito tribal de sectas millonarias que ponen en cada imagen su imagen “milagreraâ€? para santiguar las taquillas y levantar el vuelo al reino de los clichés modernos. PelÃculas van, pelÃculas vienen… melodramas. Aventuras, fantasÃas, imagineria… show bussines dueño de infraestructura tecnológica, financiera y “creativaâ€? (creatividad gatopardo) al servicio de productos industriales fÃlmicos, de gran calidad técnica, para el embrutecimiento masivo. Repetición del mismo modelo narrativo que se muerde la cola una y otra vez. Y nosotros lo pagamos.
Ninguna pelÃcula significa otra cosa que lo que el conjunto cultural de valores dominantes le permite significar y ellos son en, su mayorÃa, valores hegemónicos impuestos a sangre y fuego. Romper con esa hegemonÃa de valores implica entablar una lucha contra la alienación, una lucha semiótica que alcance a desmontar, exhibir y destruir la cultura burguesa en su totalidad y no sólo para destruirla sino para levantar sobre sus logros mejores, los valores semánticos nuevos de una sociedad sin clases, sin “propiedad privadaâ€? de los medios reproducción (incluso la fÃlmica) desalineada y en revolución permanente, eso no se logra sólo criticando pelÃculas, en lo particular, aunque es preciso incluirlas, claro. Muchas “Buenas PelÃculasâ€? son cloacas financieras infernales. Hay que abrir los libros del patrón.
Con las excepciones, escasas, y honrosas, del caso… la premiación anual del “Oscarâ€? es un sainete de banalidad y egocentrismo decadente donde reina, además, la falsa modestia como payasada grotesca que pontifica sus deyecciones en cada discurso de “agradecimientoâ€?. Todos llevan agua publicitaria a sus rÃos de ganancias. La verdad es esa y “La Industriaâ€? les importa sólo cuando es su industria. El resto puede irse al infierno… son las leyes de la “libreâ€? competencia. Aniquilar al otro, encumbrar los monopolios. Se premia el individualismo. Lo “famosoâ€? no quita lo cómplice.
Hay un abismo inmenso entre la posición “socialâ€? (y salarial) de los trabajadores de la industria fÃlmica, electricistas, carpinteros… “técnicosâ€? en general y los “geniosâ€?, los llamados “creativosâ€?: directores, guionistas, músicos, escenógrafos… consentidos por los dueños o “productoresâ€?. Los famosos, pues. Se trata de un abismo de clases donde la división del trabajo tiene demarcaciones clarÃsimas, alienación para todos lados, menos para los “ganadoresâ€?, en un modo de producción que, a ratos, parece bacanal de hacendados, a ratos “fordismoâ€? icónico y a ratos patio de wall street. Hay trabajadores que cobran como “temporariosâ€? durante años y más años. Todo montado sobre un modelo de explotación capitalista descarnada, impune y desvergonzada que exhibe mundialmente y sin control el producto de su delito: el robo del trabajo. Y se ha vuelto una cultura farandulera que inocula “modelosâ€? conductuales, decadencia y moral burguesa que entre todos pagamos y muy caro. “Grandesâ€? negocios fÃlmicos son obra del saqueo a los trabajadores. Las ganancias no se reparten con justicia. Un gran “repartoâ€? cinematográfico no implica reparto de las ganancias.
Pocas industrias hay más atomizadas que la industria cinematográfica yanqui. Un puñado de imperios monopólicos globalizados, protagoniza anualmente un pleito inter-burgués donde se matan por un botÃn muy jugoso que implica poder económico y polÃtico … como siempre. “Un informe del Departamento de Comercio se refiere a los desembolsos de consumo en cine, video y música grabada en el mercado doméstico estadounidense. ¡El gasto de los consumidores ascendió a cerca de 35 mil millones en 1997 y se espera que se eleve a más de 41 mil millones en 2000 y 49 mil millones en el 2004,en dólares corrientes â€? Los ganadores suelen llevarse unas estatuillas. Y cobran, además, por dejarnos ver su “premiaciónâ€?. Cada Oscar mide 34 centÃmetros y pesa cuatro kilos. “Una investigación reciente de la UNESCO muestra que los cinco principales paÃses productores de pelÃculas entre 1988 y 1999 fueron: la India, con un promedio de 839 filmes anuales durante ese lapso; China y Honk Kong, con 469; Filipinas,456 pelÃculas; Estados Unidos, con un promedio de 385; y Japón, que produjo una media de 238 filmes por año. 40 Pero una cosa es realizar una gran cantidad de pelÃculas (como la India) y otra es hacerlas circular por el mundo (como Estados Unidos) â€?. 1, 839, 870,900 visitantes a salas cinematográficas . Dice alguien que, “Como lo que vende crea escuela …â€? PodrÃamos comenzar a escribirle otro final a esta pelÃcula. ¿PodrÃamos? |
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