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Comentari :: amèrica llatina
¿Cambio de acitud o más de lo mismo?
25 feb 2006
El supuesto cambio de actitud de la Conferencia Espiscopal pareciera más bien estrategia para secundar el golpe seco que se prepara contra la Revolución Bolivariana el próximo 3 de diciembre
2006: UN AÑO DE GRAVES DESAF�OS Y VICTORIAS DEFINITIVAS.

Conciencia…conciencia para triunfar.

Por, Martín Guédez



Desde el nacimiento de las trece colonias la conciencia del destino manifiesto ha inspirado todas las acciones de los EE.UU., en su relación con América Latina. Dominar, controlar, anexionarse el continente ha estado siempre en la vocación primigenia del hoy poderoso imperio. Sigue siendo su vocación vital. Si bien su influencia y su poder se manifiesta en todo el planeta, en nuestra América esta huella significa la dolorosa realidad de una independencia truncada. Hemos sido, a lo largo de estos dos siglos, su patio trasero. Aquel espacio que incluso se descuida por saberlo perfectamente controlado hasta su alma por sus operarios criollos.



Los acontecimientos protagonizados por nuestros pueblos en los últimos años, especialmente desde la llegada de Hugo Chávez, ha sembrado de inquietud el plácido patio trasero. De pronto, América Latina ha adquirido enorme importancia. Las oligarquías nacionales clamaron estos años por una atención del amo imperial que ahora tienen. El bombardeo mediático brutal les ha devuelto la esperanza a los apátridas de todos los tiempos. El término “deeply worried�, en boca de todos los altos funcionarios imperiales muestra esta realidad. Hablan ahora de las decisiones equivocadas de nuestros pueblos. Insisten en el error de nuestros pueblos al depositar su confianza en líderes populistas.



Esto vale para toda nuestra América, pero es especialmente preocupante en el caso de dos de nuestros países poseedores de recursos energéticos. El pasto para sus caballos de hierro. Eso los aterroriza. ¿Se imaginan lo patético de un Ferrari sin gasolina, o sus enormes centros industriales sin energía?. De allí que el imperio esté nervioso, moviendo todos sus recursos desestabilizadores sobre Venezuela y Bolivia. De pronto, un país como Venezuela de tradición pacifista. Un país que no representa, -militarmente- un peligro mayor que el que pueda representar una zancudo para un elefante, se vuelve, por obra y gracia de esta campaña, en un formidable peligro para la seguridad del imperio.



Más sorprendente aún resulta la causa objetiva de estos peligros. Los objetivos del gobierno bolivariano, el supuesto grave peligro para la Meca de la democracia, sí, aquella del gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, son: la alfabetización general de la población, la atención sanitaria sin exclusiones, las oportunidades que brinda la democratización del capital, el reparto de las tierras en manos de latifundistas, el bienestar y la inclusión de todos y, para terminar, la erradicación de la pobreza. Esos son los gravísimo peligros y la gran amenaza de Venezuela para la seguridad de los EE.UU., y sus socios de la UE.



Claro, al final no se equivocan los sofisticados organismos de inteligencia del Imperio. Hay que admitir que tienen razón: La Revolución Bolivariana no es sólo peligrosa. ¿Que digo? ¡Es peligrosísima!. Estas políticas revolucionarias son más peligrosas que miles de bombas nucleares para la existencia de un régimen como el capitalista que tiene en su esencia la concentración de las riquezas en pocas manos y la explotación de las grandes mayorías del planeta: La conformación de un sistema esclavizador global. Las mismas estructuras democráticas que por siglos les fueron tan queridas y socorridas se vuelven ahora, como un boomerang contra su propio sistema. Una población cada día más consciente puede, -y lo hace- mantenerlos fuera del gobierno por las armas del voto. Son más, muchos más que ellos, su voto vale igual que el de ellos y ejercen ese poder. Un pueblo que se organiza en comunidades de base creando organizaciones que discute y presenta sus propios proyectos es hoy… lo comprendemos… un peligro real para el imperio de las transnacionales, para esa quintaesencia de la concentración de poder.



¿Cuál es el miedo real?, ¿Sencillo!, que el ejemplo cunda, como pareciera estar ocurriendo, que lo que hoy es Venezuela o Bolivia sean mañana México, Nicaragua o Perú. Que al calor de este ejemplo los pueblos de Argentina, Brasil, Uruguay o el mismo Chile decidan, por contagio, empoderarse de su destino. Que la espada de Bolívar continúe recorriendo América, uniendo, integrando y haciendo de estas tierras un lugar inhóspito para sus pretensiones hegemónicas. Eso significa, sin duda, una grave amenaza para esta plutocracia mundial. Por eso entre otras cosas vemos como la Santa Alianza antipopular sigue añadiendo socios. Ya no es sólo EE.UU., sino que hoy se suman Inglaterra o Alemania y otros más.



En efecto, los esfuerzos de integracionistas de nuestros países son cada vez mayores y amenazantes para el mercado global. Allí está el reciente ejemplo de MERCOSUR en Mar del Plata y su resistencia heroica ante el instrumento de consolidación global capitalista: El ALCA. Allí está el reconocimiento, del referente cubano en materia tan querida como son la educación y la salud en casi todos nuestros pueblos excluidos.



La batalla, especialmente en Venezuela, será dura, realmente dura, pero el futuro de nuestros pueblos, si entre todos la ganamos, con los objetivos fundamentales bien claros, sin distracciones y con claridad estratégica es esperanzador como nunca lo había sido. Estamos a las puertas de una verdadera liberación del colonialismo opresor y de la criminal presencia de las transnacionales en nuestros pueblos. Podemos tomar las riendas de nuestro destino y convertir nuestra Patria Grande en un modelo y ejemplo de convivencia, inclusión y desarrollo no depredador. Tenemos para ello que empeñarnos en reconocer colectivamente las verdaderas causas de la opresión, sus responsables y con talento estratégico derrotarlas. Nuestro destino, -el nuestro y el de toda nuestra América- está hoy, más que nunca lo estuvo antes, en nuestras manos.



Podemos ser un ejemplo emulador para todos los pueblos oprimidos de nuestra Patria Grande. Podemos derrotar las causas de la opresión, construir formas nuevas de vida y formas de ser, solidarias, dignas, alejadas de la competitividad capitalista y el consumismo brutal que amenaza gravemente la existencia del planeta. Una vez más, luego de doscientos años el destino de la América lo tenemos en las manos. Suena, así como una canto premonitor la letra de nuestro himno: ¡Seguid el ejemplo que Caracas dio!

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