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Uruguay: Los caminos de la transexualidad
06 feb 2006
27.01.2006

MUJERES HOY

SOCIEDAD // SEXUALIDADES
"Los transexuales son las personas más valientes del mundo. Admiro su coraje porque viven con una disyuntiva: si no se operan, se alienan a sí mismos y, si se operan, las sociedad los aliena".

Estas declaraciones pertenecen a la blonda Felicity Huffman, nominada para los Globos de Oro como mejor actriz dramática. Para trabajar en el filme Transamérica, —aún sin estrenarse en el Cono Sur—, Huffman tuvo que aprender a caminar como un hombre que quiere ser mujer y usar genitales masculinos postizos. Durante meses ensayó la impostación de su voz hasta lograr un timbre grave que no delatara su verdadero sexo.

El desafío que el director Duncan Tucker le encomendó a Huffman era encarnar el papel de Stanley Osbourne, un hombre de mediana edad, culto y conservador, que un día decide cambiar de sexo para convertirse en Sabrina "Bree" Osbourne.

A los pocos días de operado, alguien le revela la existencia de un hijo desconocido, de 17 años; un drogadicto que se gana la vida prostituyéndose con homosexuales. A partir de ese punto de inflexión, se desarrolla la trama.

Sólo alguien capaz de hacer lo que hizo Huffman para poder meterse dentro de esa realidad humana —hablar horas con transexuales y especialistas que los operan y leer decenas de historias conocidas y desconocidas— podrá comenzar a entender qué siente y cómo es el mundo interior de una persona que nace con determinado sexo físico pero que desea, a toda costa, liberarse de sus propios genitales para vivir como un ser humano del sexo opuesto. Hasta que lo logra, los patrones se repiten: una existencia marginal, sórdida y truculenta.

UN TRANSTORNO MENTAL

El transexualismo o transexualidad es considerado un trastorno mental de la identidad sexual diagnosticado por los psiquiatras sobre la base de criterios establecidos en la CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades, descripciones clínicas y pautas para el diagnóstico, 10ª revisión , elaborada por la Organización Mundial de la Salud) y en el DSM-IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 4ª edición, elaborado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría e identificado con el número 302.5).

Entre los criterios considerados para establecer el diagnóstico figuran, entre otros, el deseo irreversible de ocupar el rol sexual contrario, que debe durar al menos dos años, de forma continuada y no limitado a periodos de estrés y una sensación de disgusto, e incluso de repugnancia, por los caracteres sexuales primarios y secundarios propios del sexo de nacimiento (o sexo legal).

También el deseo irreversible de adquirir los atributos del sexo contrario mediante hormonas y operaciones quirúrgicas; los antecedentes de travestismo o de preferencias por usar ropas del sexo opuesto, en general desde la infancia; la percepción de sí mismo como heterosexual ante una pareja de idéntico sexo genético, anatómico y legal y percepción de sí mismo como homosexual ante una pareja de diferente sexo genético, anatómico y legal.

En el caso de las mujeres, quieren ser varón, tener pene, no desean crecer, tener mamas o hijos. En tanto, los hombres desprecian su pene y testículos, fantasean con tener hijos aunque saben que si se someten a una operación tampoco podrán concebirlos.

Para el psiquiatra y sexólogo uruguayo Andrés Flores Colombino, las causas de este trastorno son múltiples, pero nunca obedecen a alteraciones hormonales o genéticas. En su opinión, siempre corresponden a factores que incidieron en la crianza, especialmente antes de los tres años y medio, cuando se define la identidad de género.

Muchas veces se relaciona con padres o madres que no querían tener un hijo de otro sexo o con familias en las que predominan las mujeres y, en el caso de los varones, les trasmiten pequeños comportamientos femeninos, considera el especialista.

Señala asimismo que los tratamientos psicoterapéuticos y farmacológicos son inoperantes y los efectivos, que logran armonizar el sexo morfológico con el psíquico, son las operaciones quirúrgicas de adecuación sexual. De este modo, el individuo —hombre o mujer— se siente muy bien y el trastorno mental cesa una vez que la persona se opera.

Estudios realizados en Holanda señalan un caso cada 18.000 hombres que aspiran a ser mujeres y un caso cada 54.000 mujeres que quieren dejar de serlo, que superan las estadísticas internacionales.

Con una población de 3.200.000 habitantes, desde abril de 1991 hasta la actualidad, en Uruguay se han operado nueve transexuales hombres y una mujer en el Hospital de Clínicas (hospital universitario, el único que realiza este tipo de intervenciones).

Hasta esa fecha, y desde inicios de la década de 1970, se efectuaron otras siete operaciones de cambio de sexo (dos de mujer a hombre) en los servicios de urología de tres hospitales públicos de Montevideo, la capital del país.

No obstante, esas cifras bien pueden ser superiores, pues se sabe de personas que se han practicado las operaciones de reasignación genital en el exterior.

En general se trata de personas cercanas a los 30 años, con historias familiares marcadas por presencias femeninas muy significativas o por ausencias masculinas. La mayoría ha pasado por consultorios de médicos y psiquiatras sin solucionar su problema y llevaban muchos años con apariencia travestida, con automedicación de hormonas y, en algunos casos, con intervenciones quirúrgicas para la colocación de prótesis.

Su mayor preocupación y deseo es liberarse de los genitales que le confirman su identidad biológica y no tanto obtener el placer con el ejercicio de un coito diferente.

CIRUGÃ?AS CRUENTAS

En abril de 2004, 22 años después que el urólogo Omar Clark y el cirujano plástico Augusto Villar practicaran en Uruguay la primera adecuación sexual de mujer a hombre en el estatal Hospital Pereira Rossell, un equipo de cirujanos plásticos, urólogos y ginecólogos del Hospital de Clínicas (dependiente de la Facultad de Medicina) inició el proceso de devolverle la identidad de género a quien, hasta ese momento, era una mujer de 30 años de edad.

Hacía cerca de cuatro años que estaba sometida a un proceso de diagnóstico de transexualismo sobre la base de los estrictos protocolos internacionales efectuados por especialistas del Departamento de Psicología Médica y de la Cátedra de Psiquiatría de la estatal Facultad de Medicina. Esos protocolos exigen un tiempo prolongado de estudios psicológicos y psiquiátricos a efectos de que los errores de diagnóstico sean mínimos.

Primero, los cirujanos retiraron las mamas y en el lugar de la aureola dejaron pezones. Luego, los ginecólogos extirparon ovarios, útero, trompas de Falopio y la parte alta de la vagina hasta que, finalmente, los urólogos se dedicaron a acondicionar la zona de la vulva y la uretra para que, en cuatro meses, se pudiera implantar allí un “neopene� —a partir de colgajos de piel del antebrazo— y otras estructuras genitales masculinas.

Según el doctor Luis García Guido, director de la Cátedra de Urología de la Facultad de Medicina que funciona en el Hospital de Clínicas y uno de los responsables de esta operación, el colgajo de antebrazo permite, con microcirugía, darle sensibilidad al miembro masculino. Otras técnicas toman piel del músculo.

Para conformar un pene (y eventualmente la uretra) con piel del antebrazo, se levanta la piel de esa región junto con venas y arterias, se le da la forma del miembro y allí se deja montado un tiempo. Posteriormente, se saca un nervio y una arteria de la parte baja del abdomen y se implanta el neopene en el pubis. Finalmente se repara el antebrazo con piel de otras regiones.

El nuevo órgano carece de rigidez y cumple una función apenas estética pero permite que la persona orine a través de la uretra peneana. La rigidez se puede conceder con una cirugía ulterior, mediante la colocación de prótesis o de báculos (obtenidos del esqueleto del pene de perros y conejos) que se colocan en la uretra y son removibles.

A partir de los labios vaginales, el equipo de cirugía plástica, coordinado por el doctor Jorge De Vecchi, realizó una “escrotoplastia� (creación de un escroto) para, eventualmente, colocar prótesis testiculares.

Los tratamientos posteriores incluyen hormonas masculinas para adecuar el tono de voz y el crecimiento de vello y barba.

Por su parte, la readecuación sexual de hombre a mujer implica la eliminación de los órganos sexuales masculinos y la conformación de una neovagina.

Ya en la década de 1980, el cirujano Augusto Villar comenzó a aplicar una técnica innovadora que consiste en utilizar la piel del escroto aumentada por expansores que se deben usar durante unas doce semanas para favorecer la formación de piel.

La técnica perfeccionada por este médico permite sacar la parte eréctil del pene, formada por los llamados cuerpos cavernosos, y conservar el glande, que se sutura de una manera especial para ubicarlo en el fondo de la nueva vagina, como si fuera el cuello del útero. Esta neovagina se va preformando con un molde de silicona en forma de pera alargada que debe usarse durante varios meses.

CUESTIÓN DE LEYES

Culminada la larga y azarosa etapa de reasignación sexual, a estas personas aún les queda librar una no menos complicada batalla ante la justicia para que esta acepte concederles una identidad y les asigne un nombre para insertarse plenamente en la sociedad y competir en igualdad de condiciones en el mercado laboral. Para García Guido, esto “es tan terapéutico como implantarle los genitales deseados�.

En el derecho positivo uruguayo existe un vacío legal, pues no se prevé un mecanismo jurídico para regularizar las actas o partidas de nacimiento ante un cambio de sexo logrado por intervenciones médicas.

Hasta ahora los jueces recurren al mecanismo de rectificación “por enmienda� de esa partida, lo que presupone que existe un error que debe ser enmendado, pero no se ha aceptado la anulación de la partida original de nacimiento.



Fuente: Servicio de Noticias de la Mujer

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Comentaris

Re: Uruguay: Los caminos de la transexualidad
17 feb 2006
estoy de acuerdo en que se puede interpretar la transexualidad pero dejemos ya de hacerla emfermisa y patologica , lo unico que creo y estoy seguro es que en las sexualidades los patrones casi nunca son relevantes, y ojala este proceso de encuentro con si mismo y misma sea cada dia mas sensillo y accesible
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