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Fraude informativo sobre las relaciones de hombres y mujeres en las sociedades antiguas, en los manuales académicos de ArqueologÃa y Antropo
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per Francisca MartÃn-Cano |
03 feb 2006
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¿Cuándo se va a acabar con el fraude informativo sobre las relaciones de hombres y mujeres en las sociedades antiguas, en los manuales académicos de Arqueología y Antropología?
A pesar de que los prehistoriadores se hayan atrevido a divulgar la idea de que la mujer prehistórica era arrastrada por los cabellos y violada por parejas prepotentes, hoy los nuevos hallazgos etológicos, antropológicos, arqueológicos, sociológicos, etnohistóricos... fundamentan la idea de que nuestras ancestras, tenían autonomía económica y sexualidad promiscua, con parejas de ambos sexos y elegidas por ella. Por lo que no tendría necesidad de conseguir «ser mantenida por un cazador», sino disfrutaría del placer sexual siempre que lo desease y para estrechar lazos sociales, con parejas del mismo o del opuesto sexo. |
No tiene sentido que se siga dando validez a las falsas deducciones de algunos antropólogos, arqueólogos y divulgadores de la ciencia prehistórica, sobre las relaciones entre los sexos en las sociedades antiguas, ya que infirieron hechos aventurados sin el suficiente apoyo.
Afirmaban que las mujeres, desde el principio de los tiempos de la cultura humana, habÃan jugado un papel subordinado y dependiente del varón en lo sexual y lo económico. Y lo defendÃan, a pesar de que no existÃa ninguna prueba cientÃfica que sostuviera tal idea, a no ser el hecho de que, en el momento histórico en que hicieron sus conjeturas, las mujeres que ellos conocÃan, estaban subordinadas y eran mantenidas por varones trabajadores y sustentadores de su familia. Dado que creÃan que la causa de su sumisión era genética, consideraron legÃtimo proyectar su realidad para el resto de las mujeres de todos los continentes y para la Edad de Piedra: todas, al igual que las de su entorno, dependerÃan para su sustento y el de su prole de un varón con el que estarÃa unida en una relación de pareja monógama.
Y también, lamentablemente especularon, y afirmaron con rotundidad fuera de toda duda razonable, que nuestras ancestras en algún momento de la evolución, habÃan conseguido que un cazador les hiciera la vida más fácil, al cambiar sexo por carne, gracias a que se habÃan vuelto receptivas sexualmente recién paridas. Por lo que frente al derecho sexual del «esposo cazador» que le «pagaba» con carne de caza, tendrÃan la misma sexualidad dependiente que las esposas que tenÃan en su entorno: aquéllas serÃan igual que las suyas, con una vida sexual como valor de cambio. Y se mantendrÃan puras, acartonadas y pasivas en el coito, sin deseo voluptuoso, como un objeto que sólo proporcionaba la ocasión para el placer del que las sustentaba.
Jones y Pay dicen, hablando del sesgo habitual en que se construye el conocimiento, afirma en (1999, 328): ... la bibliografÃa arqueológica está impregnada de suposiciones, afirmaciones y puntos de vista sobre el género que derivan más de experiencias contemporáneas que del análisis cientÃfico. El modelo evolutivo del hombre-cazador: incluye un conjunto de suposiciones sobre hombres y mujeres -sus actividades, capacidades, relaciones interpersonales, posición social, valor relativo, y su contribución a la evolución humana- que resumen el problema del androcentrismo. En esencia, el sistema de género que muestra el modelo presenta un parecido asombroso con los estereotipos de género contemporáneos.
No sólo parece que los roles de género no han cambiado desde la Prehistoria, sino que el valor de la experiencia de la mujer en el pasado se considera similar al del presente. Desafortunadamente, durante demasiado tiempo, los divulgadores de la ciencia prehistórica pusieron todo su talento narrativo a recrear la Prehistoria y construyeron un pasado sobre las relaciones varón-mujer con prejuicios, igualmente, machistas, confundidos por creencias que poseÃan una larga tradición en la ArqueologÃa y en la AntropologÃa. Y se atrevieron a divulgar la idea de que la mujer prehistórica era arrastrada por los cabellos y violada por parejas prepotentes. No consideraron absurdo tal razonamiento. Era lo normal después de estar tanto tiempo bajo la influencia de interpretaciones de sesgo patriarcal. Debieron de creer que tales ideas androcéntricas estaban acreditadas con pruebas genéticas, cientÃficas o artÃsticas, cuando en realidad sólo eran las presunciones infundadas de algunos investigadores, fuertemente condicionados en los valores machistas.
Lo que hoy conocemos como ciencia es el producto de la historia anterior, de la historia de la humanidad durante algunos miles de años; pero resulta evidente que no es la ciencia como verdad excluyente y definitiva, no es la única posible, no es neutral ni está por encima de esa humanidad conflictiva que le dio forma especÃfica.(...) Afirmamos que la ciencia se ha construido desde el poder y que el poder ha puesto la ciencia a su servicio y afirmamos también que se ha construido de espaldas a la mujer y a menudo en contra de ella. (Durán, 2002).
Asà que, no tiene nada de extraño, que en las sociedades occidentales del siglo XXI, muchas personas, propias y extrañas a la comunidad cientÃfica, las sigan creyendo como «verdades cientÃficas e inamovibles», ante las cuales no hacen mucha mella los nuevos descubrimientos de la EtologÃa y de la AntropologÃa de Género. (Ésta última surgida para compensar los estudios de la AntropologÃa a secas, pretendidamente «cientÃfica», aunque no totalmente objetiva, ya que sus estudios fueron elaborados por antropólogos, condicionados hasta hace poco, exclusivamente en valores sexistas).
Los recientes hallazgos, aportan pruebas cientÃficas que muestran fácilmente la debilidad de los argumentos de quienes defienden la existencia de la monogamia heterosexual eterna y la subordinación femenina genética. Pero, a pesar de que tales descubrimientos, ayudan y a dan sustento a las feministas y a quienes defienden la igualdad entre los sexos, las nuevas ideas se estrellan contra una muralla de piedra.
Muralla sustentada en presunciones, prejuicios y estereotipos sobre la desigualdad y superioridad de unos sobre otras. Y defendida por algunas autoridades «cientÃficas» que durante muchÃsimo tiempo han ejercido el poder en el mundo oficial académico de muchas disciplinas. Además, tales ideas fanáticas las han trasmitido a todos los campos del pensamiento occidental y las han logrado imponer en las mentes de gran parte del resto de los nuevos «cientÃficos».
Por lo que, no son muchos los que quieran prestar la mÃnima atención a los descubrimientos que «importunan» a las autoridades «cientÃficas» androcéntricas, que son las tienen el mando y de los que dependen.
Por ejemplo, muchas feministas académicas no se atreven a despojar a las autoridades de sus prejuicios abiertamente para no perder sus puestos, o se muestran reacias a contradecirlos, ya que son seres adaptativos, y lógicamente actúan según la historia de refuerzos.
Otros académicos, no desafÃan a las autoridades, bien porque se identifican con las ideas implementadas por quienes gozan de prestigio, por lo que lógicamente piensan que personas tan eximias no iban a mentirles. En otros casos, aunque no se identifiquen con esas ideas, son timoratos, y no se atreven a cuestionar la autoridad, porque quieren formar parte del universo poderoso academicista, asà que se pliegan a sus falsas ideas.
En cualquier caso, no todos los que forman el mundo académico: de la ArqueologÃa, de la AntropologÃa, de la SociologÃa..., pueden soportar la inconfortabilidad de ser marginada por no compartir las creencias o seguir las consignas del poder, ya que se necesita dedicar mucho tiempo, esfuerzo y tal vez riesgo personal en la lucha necesaria para ello.
Y además, en el mundo oficial de diversas disciplinas «cientÃficas», las autoridades que lo integran siguen sin prestar la mÃnima atención a los avances de las ciencias. Incluso algunos de ellos se dedican con maneras autoritarias a frustrar con crÃticas, las monografÃas y artÃculos escritos por quienes sà que los tienen en cuenta.
Bien los descalifican como no cientÃficos, a pesar de su sólida base cientÃfica, porque aportan pruebas que contradicen sus afirmaciones y cuestionan los paradigmas defendidos por ellos. Su cerrazón es la lógica ante las ideas innovadoras que rebaten sus dudosas afirmaciones. Por lo que oponen gran resistencia a su acreditación: para evitar que se modifique el status quo vigente; y para evitar perder los privilegios adquiridos. Saben que si las apoyaran, dejarÃan de vender los libros que forman parte de los manuales curriculares y que han sido escritos desde la visión antigua; también dejarÃan de ser invitados a los Congresos de sus disciplinas; dejarÃan de ser citados en los trabajos académicos; dejarÃan de monopolizar el poder, tanto en Museos como en Departamentos universitarios; y el «derecho» a conceder a dedo importantes cargos, tanto a sus hijos como a los alumnos aduladores y sumisos...
O los desconsideran tachándolos de subjetivos, amparándose en que incluyen el punto de vista feminista, en nombre de una falsa objetividad que no tiene, según parece, los que defienden la visión machista. Porque: Las ideologÃas masculinas se crean a partir de la subjetividad masculina: no son objetivas, ni están libres de valores, ni son las únicas ideologÃas «humanas». El feminismo exige que reconozcamos en toda su extensión su falta de validez para las mujeres, su distorsión, androcentrismo, y que comencemos a pensar y expresar ese reconocimiento (Rich, 1980, p. 207). (Jones y Pay, 1999: 323).
Queda claro, por tanto, que la interpretación arqueológica se ha visto condicionada por un conjunto de asunciones implÃcitas sobre el género y que el papel de las mujeres en el pasado no ha recibido una atención explÃcita. La interpretación y presentación androcéntrica del pasado está estructurada, a la vez que estructura, por la esfera ideológica y simbólica de nuestra sociedad, en tanto que el pasado duplica y legitima las normas y valores actuales. (Gero, 1999: 36).
Todas estas cosas son mitos que se fomentan porque en realidad el feminismo es una ideologÃa totalmente igualitaria que ataca estructuras que privilegian a unos para discriminar a otras, y eso hace que no sea querido. (Mª Isabel Menéndez, 2004).
Si todos los interesados en la AntropologÃa, la ArqueologÃa, la SociologÃa... tuvieran una educación más liberal, o no tuvieran miedo de perder algo con ello, reconocerÃan los nuevos hallazgos etológicos, antropológicos, arqueológicos, sociológicos, etnohistóricos...
No obstante, desafortunadamente, la mentalidad machista, con su poder devastador, se ha asentado demasiado profundamente en el mundo académico de esas disciplinas y quizás algunos descubrimientos o las revisiones de las antiguas interpretaciones sesgadas, hayan llegado demasiado tarde.
De todas formas, se necesita muchÃsimo más esfuerzo que el que existe en la actualidad, para tirar la fortaleza de presunciones machistas levantada durante tanto tiempo en tantas disciplinas académicas.
BIBLIOGRAFÃ?A CITADA:
DURÃ?N, M. Ã? (2002): Liberación y utopÃa. La mujer ante la ciencia (publicada originalmente en 1981). http://www.creatividadfeminista.org/articulos/ante_ciencia.htm
GERO, J. M. (1999): XI. SociopolÃtica y la ideologÃa de la mujer-en-casa. (ArqueologÃa y teorÃa feminista, compilado por Colomer...). Icaria, Barcelona.
JONES, S. y PAY, S. (1999): X. El legado de eva. (ArqueologÃa y teorÃa feminista, compilado por Colomer...). Icaria, Barcelona.
MENÉNDEZ, Mª I. (2004): Palabras de mujer. Revista Fusión, Septiembre 03. http://www.revistafusion.com/asturias/2003/septiembre/mujer120.htm |
Mira també:
http://es.geocities.com/martincanot/ |
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Comentaris
Re: Fraude informativo sobre las relaciones de hombres y mujeres en las sociedades antiguas, en los manuales académicos de ArqueologÃa y Ant
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per Joan Fuentes. |
03 feb 2006
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Una ullada a la "Prostitució sagrada" practicada per hebreus, babilònics i egipcis ens podrien donar pistes sobre la sexualitat en períodes de temps no tan llunyans...
Heavy Metal. |
Re: Fraude informativo sobre las relaciones de hombres y mujeres en las sociedades antiguas, en los manuales académicos de ArqueologÃa y Antropo
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per brrr |
04 feb 2006
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quina mania europea de justificar les nostres postures fins a l'obcuritat prehistorica.
Que els fantasmes vagin en llençol blanc no vol dir k siguin del R.Madrid.
Deixem d'otorgar-los tanta importancia! |
Re: Fraude informativo sobre las relaciones de hombres y mujeres en las sociedades antiguas, en los manuales académicos de ArqueologÃa y Antropo
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per Robert |
04 feb 2006
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A La prehistoria va existir el matriarcat, on manaven les dones, tenien molts homes cadascuna ( poliandria). El fills pertenyien nomes a la dona, tots el homes de la tribu eren els tiets de tots els infants.Aquest sistema social permitia la vida comunitaria i la col.laboracio entre tots, mentres que el capitalisme es basa en l'individualisme, i l'egoisme |
Re: Fraude informativo sobre las relaciones de hombres y mujeres en las sociedades antiguas, en los manuales académicos de ArqueologÃa y Antropo
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per Joan |
04 feb 2006
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per poder participar es obligatori portar corbata |
Re: Fraude informativo sobre las relaciones de hombres y mujeres en las sociedades antiguas, en los manuales académicos de ArqueologÃa y Antropo
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per Gaizka |
04 feb 2006
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Lo del Matriarcat es només una teoria, que per cert, encara no ha estat comfirmada. |
Re: Fraude informativo sobre las relaciones de hombres y mujeres en las sociedades antiguas, en los manuales académicos de ArqueologÃa y Antropo
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per aunque no parle catalá, no soy una espanyola de mierda. visca catalunya lliure, y entalto aragón |
04 feb 2006
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hay múltiples formas de formar familias (entre ellas el matriarcado y la poliandria). dudo mucho de que todos los antepasados vivieran en sociedades matriarcales; pero mi pensamiento es que en comunidades tan pequeñas las mujeres eran mucho más respetadas por su capacidad de procreación, trabajo y decisión/negociación. eran necesarias para la supervivencia, y por lo tanto tenían un estatus dentro de la tribu. nuestras sociedades y culturas se adaptan a las circunstancias de la mejor manera que pueden/saben. pero siempre queda algo de lo que hubo anteriormente (pienso). |
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