La corrupción, las empresas y la Responsabilidad Social Corporativa
Benjamín Hill Mayoral
Desde hace ya algunos años se han extendido en el ámbito
mundial conceptos como el de la empresa socialmente responsable o la Responsabilidad
Social Corporativa (RSC). Se trata de empresas que han emprendido transformaciones
en sus procesos internos con el fin de acabar con las pérdidas
relacionadas con la corrupción, vincular sus metas con los intereses
sociales de las comunidades y proteger el medio ambiente. La RSC puede
definirse como una estrategia empresarial en la cual las compañías
desarrollan sus actividades tomando en cuenta criterios de transparencia,
de protección al medio ambiente, así como los intereses
propios de la comunidad donde operan.
La globalización ha reforzado la
mutua interdependencia entre gobiernos, empresas y sociedad civil, generando
un creciente interés en temas de corresponsabilidad global como
el combate a la corrupción y la protección al medio ambiente;
la responsabilidad de las empresas en el ámbito laboral y la adopción
de principios de transparencia, ética e integridad.
Organismos multilaterales como la OCDE,
el Banco Mundial, la OEA y la ONU han emprendido acciones tendientes a
promover la conciencia ética de las empresas y de los gobiernos.
Éstas iniciativas se suman a la presión de organizaciones
no gubernamentales, de los accionistas y de los propios consumidores tendientes
a promover la responsabilidad ética de las empresas. En febrero
de 1999 se hizo efectiva la "Convención de 1997 para combatir el
cohecho de servidores públicos extranjeros en transacciones comerciales
internacionales", suscrita por los países miembros de la OCDE -entre
ellos México-, en la que se estableció el compromiso de
crear leyes que prohibieran a las empresas nacionales ofrecer sobornos
a funcionarios de otros países para obtener condiciones ventajosas
en sus negocios.
La RSC se está convirtiendo en un área que está creciendo
en importancia en todo el mundo, tal y como hace algunos años lo
fue la responsabilidad ambiental de las empresas y de los gobiernos. La
organización no gubernamental Transparencia Internacional, fundada
en 1993, cuenta ahora con cerca de 80 capítulos nacionales, incluyendo
uno en México, lo cual muestra el creciente interés que
existe en todo el mundo por la construcción de sociedades más
transparentes.
A diferencia de las acciones filantrópicas
y de caridad que no suponen cambios radicales en la operación de
la empresa, la RSC busca el mejoramiento de su entorno interno y externo
con fines estratégicos, que se traducen en beneficios para la compañía.
La RSC supone que las empresas no son solamente
organizaciones que venden productos y servicios para conseguir una ganancia
económica; las empresas dependen de un entorno económico,
social y ambiental que a su vez se ve influenciado por las actividades
de la compañía. Las organizaciones, al igual que los individuos,
son parte de un entorno social y ambiental, por lo que son sujetos de
responsabilidades y obligaciones hacia la comunidad.
El interés que ha generado la RSC
se debe a que vivimos en una sociedad globalmente más integrada,
mejor informada y con una mayor conciencia de que es necesario reforzar
los compromisos sociales de los gobiernos pero también de las empresas.
Este creciente interés en los temas de relevancia social se aprecia
en la formación y fortalecimiento de organizaciones no gubernamentales
con alcance internacional encargadas de la defensa de derechos ciudadanos
específicos. Greenpeace, Amnistía Internacional, Transparencia
Internacional en el ámbito global y otras organizaciones no gubernamentales,
medios de comunicación y grupos de ciudadanos en el entorno nacional
y regional, han promovido que la sociedad se involucre cada vez más
para actuar a favor de los valores y los derechos que le interesan.
La tecnología de la información, en especial la internet,
permite que temas que antes sólo eran de interés local se
conviertan muy rápidamente en temas globales y viceversa.
Muchas empresas trasnacionales que han
recurrido a la corrupción, a prácticas laborales poco éticas
o que han contribuido a la contaminación del planeta -sobre todo
en países en desarrollo- han sido objeto de severas críticas
por parte de la opinión pública y en ocasiones, de sanciones
por parte de sus gobiernos. En este nuevo ámbito informativo global
en el que la sociedad se ha convertido en un mejor vigilante de lo que
ocurre en su comunidad y en el mundo, las empresas que dan la espalda
a las políticas de RSC pierden ventajas competitivas, pues frente
a la capacidad de propagación de información que supone
la internet, nadie puede esconderse.
Sin embargo, las políticas de responsabilidad
social, algunas de las cuales se describen en los folletos "Empresa
transparente: Pasos para su construcción" y "La ética
es un buen negocio" preparados por la Unidad de Vinculación
para la Transparencia de la SECODAM, generan ventajas competitivas que
van más allá de crear una buena imagen ante los consumidores
o de mantener sus operaciones dentro de la ley.
Las empresas que adoptan políticas
de RSC estimulan la productividad de sus empleados, aseguran una mayor
satisfacción de sus clientes, disminuyen sus costos y contribuyen
a mejorar el medio ambiente. La adopción de códigos de conducta,
los controles internos, la transparencia en el monto y destino de las
donaciones e inversiones sociales de las empresas, así como las
acciones encaminadas a establecer vínculos con autoridades de gobierno
y otras empresas que aseguren prácticas libres de corrupción,
son ejemplos de acciones concretas de responsabilidad social que mejoran
el desempeño de las empresas y contribuyen a construir un ambiente
más transparente y solidario con la comunidad y a desarrollar una
cultura de la legalidad, de la transparencia y de la conciencia ecológica
entre sus empleados y directivos.
Algunos organismos internacionales han
elaborado guías para impulsar la RSC. La guía Global Compact
-www.unglobalcompact.org- de la ONU es una propuesta para mejorar las
políticas empresariales en cuanto a los derechos humanos, las relaciones
laborales y el medio ambiente. La guía para empresas multinacionales
de la OCDE -www.oecd.org/daf/investment/guidelines- fue adoptada por los
países miembros desde 1976. El propósito general de esta
guía es invitar a las empresas multinacionales para que contribuyan
positivamente al desarrollo económico y social de los países
en donde desarrollan sus operaciones, combatiendo la corrupción
y tomando en cuenta los intereses de la comunidad.
El efecto que tiene la corrupción
sobre las empresas privadas es un tema que no ha sido suficientemente
estudiado. Desde el punto de vista de las empresas, la corrupción
puede incrementar y a veces disminuir los costos de producción:
Los sobornos o mordidas pagados para acelerar trámites, obtener
licencias o ganar contratos del gobierno aumentan los costos de producción
y por lo tanto, elevan el precio final de los productos; las mordidas
que se pagan para eludir la ley en cambio, si bien pueden reducir los
costos de producción para las empresas, pueden significar costos
enormes para la sociedad, ya que permite a las empresas incumplir la reglamentación
ambiental, de seguridad laboral, de pago de impuestos, etc.
Desde el punto de vista del sector público,
el costo de la corrupción es doble: por un lado la evasión
fiscal limita los ingresos del gobierno, limitando su capacidad de acción;
por el otro, lo afecta por la mala asignación de recursos invertidos
en proyectos de tipo "elefante blanco", en los que existen muchas oportunidades
para la corrupción, pero que no son prioritarios ni generan beneficios
sociales.
En ambos casos, la corrupción distorsiona
los precios de mercado, genera una mala asignación de recursos
y altos costos sociales. La sociedad pierde en eficiencia, en seguridad
laboral, en el mayor precio que paga por los bienes, en recursos públicos,
en la protección al medio ambiente y en oportunidades para invertir
el dinero del gobierno en proyectos con auténtico beneficio social.
La corrupción genera también incertidumbre en la economía,
que eventualmente aleja las inversiones y genera fuga de capitales. Sin
embargo, el avance de la globalización hará que las empresas
deban pagar un precio adicional por fomentar, tolerar o bien, ignorar
la corrupción.
Investigaciones del Banco Mundial, del
Fondo Monetario Internacional y otras instituciones financieras internacionales
muestran la estrecha relación que existe entre el bajo desarrollo
económico de algunos países y los altos niveles de corrupción
que ahí se registran . La falta de inversión y de desarrollo
económico que genera la corrupción en un país afecta
las oportunidades de crecimiento de las empresas.
Cuando en una sociedad hay corrupción, ésta contamina todas
las esferas de la vida afectando en especial a las empresas. Las afecta
porque dentro de un ambiente de corrupción aumenta la ineficacia
y se vuelve cada vez más difícil alcanzar los objetivos
y metas que la empresa se ha planteado. Las empresas sufren mermas y pérdidas
económicas cuando existe corrupción en el mercado y también
pierden cuando al interior de la misma empresa se presentan prácticas
corruptas.
Los inversionistas nacionales y extranjeros
cada vez le dan un mayor peso al nivel de corrupción de una sociedad
en su análisis de riesgo. La corrupción aumenta la incertidumbre
y reduce la calidad y eficacia de los servicios públicos, alejando
inversionistas que de otra forma podrían invertir en nuestro país.
México pierde oportunidades para crecer y sus empresarios pierden
oportunidades de contar con socios capitalistas.
En enero de este año, PriceWaterhouseCoopers
(PWC) realizó un cálculo sobre el impacto de la "opacidad"
o falta de transparencia sobre los costos de capital. Entrevistaron a
funcionarios de finanzas del gobierno, banqueros, analistas y a empleados
de PWC en 35 países y midieron cinco ámbitos o dimensiones
de la percepción de estos grupos sobre la opacidad: opacidad legal,
opacidad económica, opacidad reglamentaria, opacidad contable y
nivel de corrupción. El estudio encontró que un alto grado
de opacidad es equivalente a un impuesto sobre la renta de las empresas
y calculó a cuánto ascendería la tasa del impuesto
por opacidad en cada país en donde se llevó a cabo el estudio.
Así, mientras que para Singapur el costo económico de la
opacidad fue igual a cero, para Japón equivalía a un impuesto
del 25%, para Chile del 5% y para México del 15%.
Las compañías que toleran
o promueven las prácticas deshonestas tarde o temprano terminan
siendo víctimas de la corrupción, ya sea por las distorsiones
que la corrupción impone a la economía o bien porque la
corrupción contamina sus mismos procesos internos. Si bien no existe
una sola sociedad en el mundo que esté libre de corrupción,
ésta puede ser abatida a niveles controlables, en los cuales no
represente un elemento de distorsión para la economía ni
se convierta en una práctica habitual en los negocios o en los
servicios del gobierno. Si queremos disminuir con éxito las prácticas
corruptas es necesario que la corrupción se convierta cada vez
más en una actividad de muy alto riesgo y de bajos rendimientos
esperados.
Para combatir la corrupción en nuestra
sociedad, debemos de integrar el esfuerzo de las empresas y del gobierno
hacia un mismo propósito: crear un país más transparente,
tanto en lo que respecta al gobierno como en lo que concierne a las empresas
y las relaciones entre los ciudadanos.
En la mayoría de los casos, cuando
las empresas incurren en prácticas deshonestas, están respondiendo
a hábitos o incentivos creados en el mercado y en los que la empresa
se siente forzada a participar. Los incentivos, valores y prácticas
de la corrupción se reproducen tarde o temprano al interior de
cada empresa, afirmando la percepción en los empleados de que la
corrupción es tolerada y no se castiga.
La forma en la que un individuo percibe
su ambiente laboral determina en gran medida cómo va a actuar en
su trabajo. Una organización corrupta puede inducir a un individuo
honesto a actuar indebidamente. A la inversa, un individuo corruptible
suele comportarse correctamente, si percibe que en su empresa la corrupción
no es tolerada. Las empresas en este sentido, tienen un enorme potencial
multiplicador en la lucha para abatir la corrupción mediante la
instrumentación de criterios de RSC y de estrictos controles internos;
mediante el fomento de prácticas profesionales en principios y
códigos de conducta y procedimientos de cero tolerancia a la corrupción;
poniendo en marcha acciones de vinculación con las autoridades
del gobierno y con sus socios comerciales encaminadas a suprimir las oportunidades
para la corrupción.
Los procedimientos que han adoptado muchas empresas para librarse de la
corrupción pueden separarse en tres grupos: en primer lugar, el
establecimiento de sistemas de control interno; en segundo, la adopción
de políticas de personal tendientes a elevar los valores éticos
y ordenar el comportamiento de los empleados; y finalmente, la puesta
en marcha de estrategias de vinculación con clientes, proveedores
y autoridades del gobierno.
Los sistemas de control interno están
diseñados para asegurar que los objetivos de una empresa se consigan
de manera eficaz, eficiente y transparente; aseguran la confiabilidad
de los informes financieros y establecen mecanismos de supervisión
para las actividades de la empresa que están más expuestas
a riesgos tales como mermas de inventarios, daños a sus bienes
y conflictos legales. El control interno también supone la puesta
en marcha de un sistema de seguimiento documental eficaz y de un programa
de auditorías externas.
Las políticas de personal de las
empresas transparentes se establecen bajo el principio de que la manera
en que un individuo percibe su ambiente laboral determina en gran medida
cómo va a actuar. Un ambiente laboral en el que la corrupción
es tolerada, promueve tarde o temprano que los empleados incurran en faltas.
Lo que en mayor medida determina la actitud
de los empleados ante su trabajo es el comportamiento de los ejecutivos;
las reglas bajo las cuales se establecen las responsabilidades de cada
empleado y el castigo que se le da a quienes infringen dichas reglas.
El objetivo de este tipo de políticas es eliminar los incentivos
para romper las reglas, predicando con el ejemplo, ajustando el comportamiento
del personal a un código de conducta preciso, dejando por sentado
que el incumplimiento a ese código no será tolerado.
El tercer grupo de estrategias tiene que
ver con las operaciones en las que se establecen contactos con proveedores,
clientes y autoridades del gobierno. Las empresas se enfrentan a la posibilidad
de que se presenten mordidas, sobornos, pagos o regalos indebidos y otro
tipo de actividades que desgraciadamente suelen ser frecuentes. La empresa
transparente establece desde un principio en su relación con clientes,
proveedores, vendedores y representantes, mediante un documento por escrito,
los detalles sobre su política en contra de la corrupción.
A la vez, la empresa transparente deja perfectamente establecido con las
autoridades del gobierno con las que frecuentemente tiene trato, que no
se darán mordidas ni se tolerarán sobornos o extorsiones
bajo ningún motivo.
Este tipo de iniciativas puede generar
conflictos con autoridades, proveedores y clientes que se nieguen a seguir
una conducta honesta y pueden causar pérdidas para la empresa.
Sin embargo, los beneficios de ser una empresa transparente, tarde o temprano
son mucho mayores que estos costos iniciales. Si una empresa decide continuar
con sus prácticas corruptas, no sólo perderá una
cantidad inmensa de recursos en el largo plazo, sino que estaría
fomentando al interior de su propia organización, conductas corruptas
que le harán perder aún más. Si las autoridades,
proveedores, clientes y vendedores saben que la empresa no será
cómplice de ningún tipo de corrupción, eventualmente
dejarán de pedir mordida y extorsionar.
Los beneficios a mediano y largo plazo
de convertirse en una empresa transparente superan por mucho los costos
iniciales de rechazar los incentivos del mercado que invitan a las empresas
a actuar deshonestamente. Las empresas deben tener presente que la corrupción
se torna en un círculo vicioso en el que todos terminan perdiendo,
especialmente las empresas pequeñas y medianas. Los empresarios
necesitan zafarse de ese remolino de la corrupción en el que aumentan
los costos, la arbitrariedad y la incertidumbre para todos. Experiencias
como las de Almidones Mexicanos y otras empresas ilustran claramente que
es posible ahorrar una enorme cantidad de recursos convirtiéndose
en una empresa transparente. Los beneficios de eliminar los incentivos
de mercado para corromper son compartidos por todos. La corrupción
simplemente, no es negocio.
Muchas de estas políticas de transparencia
y de rechazo a la corrupción han sido instrumentadas con éxito
por empresas de todo el mundo. Si cada vez más empresas deciden
emprender este gran paso y se convierten en empresas transparentes, contribuirán
enormemente a liberar a nuestro país de la corrupción.
En la lucha contra la corrupción
gobierno y sociedad pueden y deben compartir esfuerzos y responsabilidades.
El sector privado es el principal motor de la economía, por lo
que el compromiso de los empresarios en el combate a la corrupción
es indispensable. Con la experiencia, la capacidad de alcanzar a los sectores
más amplios de la sociedad y con las ideas novedosas de los empresarios,
el sector privado puede convertirse en un aliado esencial del gobierno
en la lucha contra la corrupción.
La estricta separación de las funciones
de una sociedad en Estado y mercado, donde el primero se ocupa de lo "público"
y el segundo de generar riqueza, subestima el hecho de que todos somos
ciudadanos inscritos en un proyecto común que es nuestro país.
A todos nos interesa el combate a la corrupción. La RSC permite
integrar el esfuerzo de las empresas hacia sus propios fines, pero también
hacia los objetivos sociales que todos deseamos.
La corrupción es una espiral interminable
que se fortalece con la indiferencia y la complicidad. Si cada uno de
nosotros con acciones individuales logramos romper un eslabón de
esta espiral, las empresas y la sociedad entera se verán beneficiados.
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