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Notícies :: corrupció i poder : criminalització i repressió
Los ojos de la ciudad
17 des 2005
(tapate la cara que te estoy grabando)
El pasado 7 de julio, las 8.000 cámaras colocadas en los transportes públicos de Londres, la red de vigilancia más densa del mundo, no pudieron evitar los atentados en el metro, que se saldaron con 52 muertos y 700 heridos. Los expertos en seguridad ya han advertido que el efecto de la vigilancia mediante cámaras tiene límites y que el mayor logro es la prevención de pequeños delitos. Quizá las cámaras no hubieran servido para evitar el delito, pero su ausencia facilitó que, en enero pasado, robaran en la vivienda del ministro de Exteriores, Miguel �ngel Moratinos. Los ladrones se descolgaron por la fachada, accedieron al interior y sustrajeron joyas y efectos personales, un hecho impensable en otros países de Europa.

Expertos británicos aseguran que las cámaras hacen disminuir el índice de delitos en lugares cerrados, pero no logran el mismo efecto en lugares públicos y al aire libre. Una experiencia pionera en España les quita la razón. La localidad tinerfeña de La Laguna fue la primera ciudad española en instalar cámaras de vigilancia y en compartir el visionado de esas imágenes por la policía local y la nacional. Fue en 1999. Se trataba de vigilar a más de 10.000 universitarios durante los fines de semana en una zona de copas donde se concentran 200 bares y en la que solían darse frecuentes reyertas con apuñalamientos. La instalación de las cámaras no acabó con las peleas, pero sí con las puñaladas, y redujo un 80 por ciento el tráfico de drogas en la zona. El sistema tuvo un presupuesto de 360.000 euros. El pasado 4 de octubre, la Comisión de Videovigilancia del Tribunal Superior de Andalucía autorizó la instalación de 17 dispositivos de vigilancia en el casco histórico de Málaga, en concreto en seis calles y dos plazas.

Después de los atentados del 11 de marzo, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, consiguió que la comisión de videovigilancia autorizase la instalación de 26 videocámaras en la Plaza Mayor y sus aledaños para controlar a las 12.000 personas que transitan a diario por la zona, aunque no podrán estar dotadas de sonido ni enfocar a viviendas. El proyecto costará unos 170.000 euros. Esas cámaras se unirán a las 77 municipales ya existentes en la capital y las 17 que vigilan el tráfico en la radial M-30, todas supervisadas desde el Centro de Gestión de Movilidad de la Plaza de la Villa. De ellas, hay 12 que vigilan desde el año 2002 las 17 esculturas del museo al aire libre de la Castellana, que sufrían constantes agresiones. Madrid sigue de esta manera el ejemplo de Lleida, cuyo Ayuntamiento, con un presupuesto de sólo 150.000 euros, logró en 1991 reducir en un 70 por ciento los asaltos que sufrían varios locales comerciales. Esta vigilancia completa a la del subsuelo, ya que actualmente la red del Metro de Madrid es una de las más grabadas de Europa, con casi 3.000 cámaras. Renfe ha convocado un concurso para dotar, entre mayo de 2006 y abril de 2008, de 83 nuevas cámaras a los trenes de cercanías de la Comunidad de Madrid. Cada vagón llevará dos cámaras para grabar lo que ocurra en su interior.

Paseo por Madrid
Basta una pequeña vuelta por algunas de las calles más importantes de la capital para observar las cámaras instaladas. El recorrido comienza en la calle Goya, en el número 122, junto al cruce con Doctor Esquerdo. Sobre el semáforo que regula la salida de vehículos desde Goya se encuentra una cámara de tráfico de las 77 que el Ayuntamiento de Madrid tiene colocadas en la ciudad. Continuando en dirección al centro, el viandante es observado por las cámaras panorámicas del Palacio de los Deportes, capaces de girar 360 grados. Otra cámara de tráfico espera en el cruce de esta calle con Alcalá, enfocando el paso de peatones y parte de la entrada de un centro de El Corte Inglés. El gran almacén tiene otro edificio justo en Goya, 87 y, claro, una cámara bajo su marquesina que vigila el escaparate y la acera, donde casi a diario hay músicos callejeros. Continuando por la misma calle de Goya en dirección a la plaza de Colón, en el número 24 se alza la sede del �rea de Gobierno y Administración Pública del Ayuntamiento de Madrid, con dos cámaras en su fachada. Enfrente, en el número 35, se encuentra una oficina del Banco Popular, que vigila su cajero en la vía pública con otra cámara. El BBVA del número 14 también nos mira desde un dispositivo para vigilar su entrada. Y la joyería Durán, de Goya, 19, mira con una cámara a su escaparate. El paraíso de la videovigilancia empieza en la plaza de Colón. Varias cámaras enfocan a 30 metros del suelo a los paseos de la Castellana y de Recoletos y a la calle Génova. Dos cámaras sobre postes y tres más en la azotea del edificio de Telefónica, una bajo el Centro Cultural de la Villa, en la puerta del Café de los Artistas, y la última sobre una cornisa de la Biblioteca Nacional completan la tupida red de ojos de la plaza. En la esquina de la calle Génova y bajo las torres de Colón una cámara más enfoca la entrada del banco Barclays. El Instituto Social de la Marina, en Génova, 24, también vigila su fachada con un dispositivo. En la otra acera está la sede del Partido Popular, en Génova, 13, que se cuida con cinco cámaras. Mención aparte me- rece la vigilancia a la que está sometida la Audiencia Nacional, uno de los puntos más observados de España.

Coronados los bulevares de Madrid, en la plaza de Alonso Martínez hay otra cámara de tráfico mirando a la calle Sagasta. En el número 30 de esta calle una cámara vigila la entrada de unas oficinas de Mapfre y Caja Salud, y sólo unos números más allá, en el 22, está la puerta de la Agencia de Protección de Datos, que cuenta con dos cámaras. Otro edificio oficial, la Secretaría General de Empleo, en Sagasta, 10, tiene su propia cámara vigilando la entrada. En el número 6 de la misma calle hay tres cámaras que vigilan la Consejería de Sanidad y Consumo de la Comunidad de Madrid. Otra cámara en la cercana Glorieta de Bilbao enfoca el tráfico de la calle Fuencarral. Desde ahí se sucede una notable ausencia de cámaras, hasta el número 3 de Alberto Aguilera, donde una cámara vigila la fachada de una sede de Prosegur. Unos metros más adelante, dos cámaras vigilan la entrada y salida de vehículos en una gasolinera de Campsa. El edificio de El Corte Inglés en Alberto Aguilera, 37, que ocupa hasta la esquina con la calle de Princesa, posee un sofisticado sistema de vigilancia, con tres cámaras panorámicas empotradas en sus marquesinas. Total: en apenas cinco kilómetros de paseo, 53 cámaras de vigilancia.

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